LA HIJA DE DESCARTES Y OTROS DIECISÉIS CASOS RAROS
Índice de Capítulos
- 👉 La hija de Descartes
- 👉 Caso I: Bug
- 👉 Caso II: Amleth
- 👉 Caso III: London
- 👉 Caso IV: Dreiser
- 👉 Caso V: Maxim
- 👉 Caso VI: Honore
- 👉 Caso VII: Alonso
- 👉 Caso VIII: Dumas
- 👉 Caso IX: July
- 👉 Caso X: Ray
- 👉 Caso XI: Jean Gabin
- 👉 Caso XII: Sherl
- 👉 Caso XIII: Fy
- 👉 Caso XIV: Hugo
- 👉 Caso XV: Alveena
- 👉 Caso XVI: Descartes
Domingo 8 de agosto
de 3030
La hija de Descartes
Querido Diario, fuiste mi regalo de cumpleaños por parte del
genial tío Alonso, un escritor sin herederos que quiere que yo continúe su
legado y empiece a practicar en ti. Nunca antes he tenido un diario, pero suelo
ver muchas películas viejas donde las chicas escriben en ellos así, como si
hicieran una carta para un amigo confidente, de modo que pienso que esta es la
forma correcta de usarte. Así que aquí vamos, me presentaré: mi nombre es
Psique Descartes, hace tres días cumplí trece años; mis ojos son color amarillo
feo y mi cabello negro, nada qué destacar. Mamá dice que estoy muy delgada y
esto le preocupa, ¡cree que es su culpa por no alimentarme bien! La he visto
llorar tantas veces cuando cree que no la miro, sufre porque no sabe cómo
hacerme más feliz y yo sufro porque no sé cómo mostrarle lo feliz que soy, ¡me
veo tan seria! Intento sonreír y apenas me sale una insípida cara de Mona Lisa.
No sé por qué, supongo que me cuesta ser abierta. Te hablaré de estas cosas
otro día, pues me parece que mamá exagera. Admito nada más que me veo pálida y
es porque nunca he salido a la luz del sol y mi casa, aunque luce moderna y
espaciosa, es muy oscura. No tiene ventanas, no parece un hogar. Según mis
padres debe ser de este modo porque mi salud ha sido muy delicada desde el día
en que nací, y para superarlo he pasado por incontables intervenciones
quirúrgicas. Se supone que este ambiente cerrado me ayuda a sanar más rápido,
no lo sé, nunca he salido de aquí, así que no puedo comparar que es mejor: el
aire libre o el filtrado, el sol natural o las lámparas bajo las cuales crecen
las plantas de mamá…y yo.
Te aclararé algo: soy adoptada. Esto lo sé porque mis tíos
me lo explicaron con cariño pues papá y mamá no lo querían admitir pese a que
era inútil ocultarlo, tengo muchos tíos paternos y ningún primo; a todos los
aqueja un problema genético llamado “hibridación” que les impide tener hijos.
Solo uno de cada mil afectados con este problema es fértil y no iban a ser mis
papás los suertudos. Les pregunté si yo también lo tengo y me dijeron que no,
entonces debo ser afortunada porque aparentemente es muy común sufrir
“hibridación”; ¡todos en mi casa lo tienen! Sobre mis padres biológicos,
cuentan que eran demasiado jóvenes y pobres para cuidarme, por eso me
entregaron en adopción. No estoy enojada, su decisión me hizo llegar a los
brazos de mis buenos padres adoptivos y eso salvó mi vida. Papá es el
primogénito de una familia rica, así pudo costear los tratamientos que han
hecho posible que yo esté aquí escribiendo. Apenas recuerdo mi temprana
infancia, entonces no podía levantarme de la cama o respirar por mi cuenta. Mi
familia siempre estaba rezando porque mi vida fuera larga. Hasta hace un par de
años aún estaba conectada todo el tiempo a sondas y aparatos, dormida o tan
cansada que no podía mover ni un dedo. Las pocas ocasiones en que podía
levantarme eran casi una fiesta y en general mi única diversión era imaginar,
soñar mundos fantásticos y personajes interesantes; tío Alonso me dijo que
escriba sobre eso, pero ahora que ya puedo moverme libremente no se me ocurre
nada. Ya no quiero solo imaginarme las cosas, sino vivirlas, y por esto
últimamente he discutido mucho con mis padres.
Para empezar, me enoja ver muy poco a papá. Apuesto que
ahora mismo está en su taller armando algún aparato. Debe estar ahí, alto y
delgado, con el cabello negro picándole un ojo, la camisa arremangada y cara de
palo. Serio, muy serio, pero así lo quiero. Me molesta que esté siempre
trabajando en “la próxima actualización” de su robot consentido: una especie de
mujer de metal cromado con alas de mariposa, que según él es maravillosa porque
trabaja con nanobots que son como células del cuerpo y se regeneran, se
multiplican y yo qué sé, la mima como si fuera otra hija suya; empieza a darme
celos. Vive ocupado en eso y solo levantando la vista para mirar la pantalla
holográfica que flota en el centro de su taller y seguir las peleas de robots
donde empresas como la suya compiten para ver cual producto es más fuerte. Si
gana su favorito se pone contento, deja de trabajar un rato y juega conmigo; si
pierde se pone triste y trabaja más. Su vida es trabajar en robots y divertirse
viendo luchas de robots; ¡Robots, robots, y robots! Como te digo, eso ya es lo
normal y lo soporto. Pero el viernes me enojé mucho por algo que quizás es una
tontería…
Te diré más o menos cual fue el escenario, estaba estudiando
en la sala, ¡porque me educan en casa con mis tíos! Ya te hablé de mi tío
Alonso, él es un hombre alto y fornido con una gran barba roja; sus gruesos
brazos están todos tatuados con vieja propaganda china y cosas sobre el
anarquismo porque él cree en eso, es como su religión, no sé. Tío Alonso me
anima a leer libros clásicos pero dice que no tiene paciencia para enseñar, así
que de eso se encarga mi tía Amleth, la más joven de las hermanas de mi padre.
Ella me cae muy bien. Es rubia, pequeñita, parece una niña juguetona de mi edad
aunque la recuerdo así desde que tengo memoria y ya soy una señorita
adolescente. Debe tener al menos treinta años, no lo sé, me regañan cada vez
que pregunto sus edades o donde viven mis tíos, o el nombre del país en que
vivimos porque dicen que esos datos me los dirán hasta que me haga mayor.
Espero ser tan traga años como ella para entonces, realmente se ve tan joven
que siento raro decirle tía y ya solo la llamo “Amleth”. De todas formas el
resto de la familia tampoco parece tomarla muy en serio pues, además de su
aspecto infantil, suele hablar de cosas locas: confunde el pasado con el futuro
y asegura que la visita su papá aunque el abuelito se murió mucho antes de que
yo naciera. Ella viene cada tarde a darme clases particulares desde que me pude
empezar a mover por la casa sin el soporte vital. Parece que por las mañanas
trabaja como maestra en un jardín de infantes que ella misma dirige. También
recibo clases de arte gracias a Dumas, que no sé por qué no le digo tío si es
otro hermano de papá, pero siempre ha sido así; él es parte de este grupo de
gente que me ha cuidado desde que era una bebé. ¡A él lo adoro!, aunque también
anda metido en eso del “anarquismo”. Es muy distinto a todos: tiene
perforaciones, el cabello tejido teñido de azul y supera en cantidad de
tatuajes a tío Alonso, quien de hecho es su mellizo aunque no se parecen en
nada. Mira, Dumas tiene casi toda la historia de la caída del imperio azteca en
los brazos y un montón de cosas del anarquismo por el resto del cuerpo. Lo
único que le desentona es una violeta sobre el corazón, una huellita de bebé
con alas de mariposa a un costado de su abdomen y una corona en el dorso de la
mano derecha, ¡pero supongo que esos no significan nada! Es como que él y tío
Alonso se tatuaron cada uno algo sobre la derrota de un reino, no sé por qué no
eligieron la revolución francesa si es la historia más común de ese tipo,
quizás por eso la evitaron o existe otro miembro en su culto raro que ya eligió
ese subtema. Sea como sea, me fascina la forma de ser de Dumas. Mientras tío
Alonso vive enojado quejándose de que la familia es muy conservadora, Dumas es
dulce y deja que su aspecto proteste por él. Tiene esa actitud amorosa y
refinada, aunque por momentos no sé si lo hace en forma sarcástica. Tiene una
mirada algo maliciosa. Para mí, los ojos son lo más atractivo e importante de
la gente y él los tiene de un azul muy claro, como el hielo de los glaciares,
cuando me mira los entorna un poco con ternura, pero cuando se enoja se vuelven
fríos. Vacíos. Eso y el que tiene cierta afición a las cosas con filo me hacen
sospechar…Pero lo quiero tanto que le perdono todo, hasta su tal anarquismo que
no termino de entender. De ese tema del anarquismo de mis tíos hablaremos en
otra ocasión, porque creo que es más complicado de lo que parece ya que mi tío
abuelo por parte de papá es un hombre muy poderoso con cierto cargo público,
una autoridad muy importante, y si sus sobrinos son anarquistas y eso es así
como que ir contra la autoridad… Es como que algo ahí no cuadra, ¿no crees? Son
cosas que el forzudo Alonso les reclama a veces, cuando se pone a decir que son
oligarcas, que la familia es un experimento nazi que salió mal, que son unos reptiles
y… Todo eso. Cuando se pone a hablar así, yo siento mucho miedo y corro a
sentarme en el regazo de Dumas, que siempre acompaña a su mellizo y lo calla
con una mirada. No necesita más y su presencia serena aunque de alguna forma
amenazadora me hace sentir segura. Recuerdo que cuando era muy pequeña vi una
película de acción y ciencia ficción sobre unos extraterrestres reptilianos que
dominaban a la humanidad, me dio tanto pavor cuando empezaron a salir las
criaturas malignas disfrazadas entre la multitud que empecé a gritar. Pasé uno
o dos años sin poder dormir con la luz apagada. Desde entonces preferí ver
películas de terror porque prefiero creer que existen monstruos, fantasmas o
maníacos más fuertes que los reptilianos, los illuminatis, las élites malvadas
y todas esas feas conspiraciones sobre entes malignos entre nosotros que nos
controlan. Es horrible esa idea de que te aprisionen sin que lo sepas y que no
puedas defenderte. Todos en la casa saben que no deben hablar de esos temas
cerca de mí o me dará un ataque de pánico.
¡En fin!, Dumas me da clases de arte y a mí siempre me ha
gustado dibujar, aunque no soy tan buena como él que es un pintor profesional
creo que desde antes de que yo naciera; de todas formas pegaré mis dibujos aquí
para mostrarte, también algunas fotos. Como me dan miedo los aparatos modernos
porque no sé si me espían por ellos, mamá me compró un viejo teléfono
inteligente y una mini impresora portátil, pues desde que era muy pequeña me
gustaba hacer collages con recortes de fotos, revistas viejas y otros regalos
que Dumas me trae para que haga arte. Él me apoya en mis gustos y siento que es
el único sincero conmigo. Le he preguntado por qué mi tío abuelo es malo,
porqué nunca nos visita y por qué a tío Alonso le enoja tanto que la familia
sea como es. Él dice que es natural, que todas las familias son igual a la mía
y no debe extrañarme. Sus palabras siempre me tranquilizaron, excepto ese
último viernes que te mencioné.... En esa ocasión, conversaba con él mientras
pintábamos juntos un lago con montañas. Dumas tiene la costumbre de sentarme en
su regazo y empezar la pintura, luego me pide a mí que siga hasta que me
equivoque, entonces él me vuelve a encarrilar y así vamos por partes. Cuando
era pequeña solía despelucarle los pinceles de tan fuerte que los restregaba en
el lienzo, y él tranquilamente me felicitaba como si lo hiciera muy bien; ahora
intento hacerlo mejor y en realidad no lo consigo, pero de todas formas finge
que lo hago perfectamente. Me cae mal que todavía me vea como a una bebé, se lo
dije el viernes y me respondió: “siento como si apenas la semana pasada
empezaste a hablar”, y me besó un cachete. Entonces me enojé de una vez y ya no
quise pintar, pero no me bajé de sus piernas, solo me quedé abrazándolo
resentida. Justo entonces vino otro de mis muchos tíos: mi tío Huguito, el
abogado de la familia y mejor amigo de mi papá. ¿Has visto en los shows de
comedia situacional a ese tipo de personaje bonachón que hace todo
correctamente mientras los demás fallan? Disculpa mis referencias al cine y viejas
series de TV, pero esas son mis únicas ventanas al mundo exterior, así que no
te sorprendas de que las mencione como si fueran mis experiencias de vida. Pues
bien, así es mi tío Hugo: siempre sonriente, bien vestido, amable y servicial.
¡Es el hombre más positivo del mundo! Pero yo estaba de malas y ni todo el amor
de Dumas ni toda la buena vibra de tío Hugo iban a evitar que perdiera la
paciencia a la primera provocación. Él le dijo a Dumas que necesitaba que le
firmara unos documentos para mi tía Sherl que administra las finanzas de la
familia, de ella no te quiero hablar, la he visto como dos veces en mi vida,
con sus anteojos de moldura gruesa y su eterna cara de víbora criticona, y fue
suficiente para mí. Como yo estaba aún sentada en las piernas de Dumas, pude
leer bien el papel. Era un permiso para no sé qué y me fijé en que se leían
nombres de personajes históricos como “René Descartes”, “Alexandre Dumas”,
“Alonso Quijano” …De pronto pensé: Descartes el filósofo, Dumas el escritor,
don Quijote… y en ese momento deduje que esos son los alias de mi padre y mis
tíos, y me terminé de enfurecer porque me sentí como engañada, entonces les
reclamé:
—Un momento… ¡¿Son nombres
falsos?! ¿No somos todos Descartes?
Los dos se miraron entre sí, tío Hugo se aclaró la garganta,
y mi papá que logró escucharnos desde su taller salió muy serio y ordenó a
Dumas: “llévatela a descansar, ha estudiado mucho hoy”. Les pedí explicaciones,
que dejaran de evadirme, pero Dumas solo me sacó en brazos de la habitación
diciendo que me calmara, que no pasaba nada, que leí mal, que me querían mucho;
y en una de esas cuando íbamos solos por un pasillo, no sé si para callarme o
qué, me besó en los labios. Fueron unos segundos que se sintieron eternos, me
abrió la boca apretándome los cachetes y me metió la lengua para tocar la mía,
estaba caliente y dulce. Me quedé espantada, sentí que se me erizaba el
cabello, me sobresaltó. Fue tan extraño y repentino. Casi inmediatamente empecé
a sentir mareos y un pesado sueño, ya ni me importó nada, llegué a mi
habitación y me dormí como una roca al instante. Recuerdo que cuando era muy
muy pequeña y tenía mucho dolor al estar convaleciente de alguna de las tantas
operaciones quirúrgicas que me hacían, Dumas llegaba a visitarme y siempre
traía una paletita de caramelo que probaba antes de dármela, luego me contaba
un cuento. En menos de diez minutos el dolor se iba y me sentía somnolienta,
esos mismos caramelos no tenían el mismo efecto si Dumas no los chupaba antes.
El adormecimiento ahora fue mucho más fuerte, ¿qué podrá ser? Acabo de recordar
una vez, cuando era muy pequeña, me estaba quedando dormida y le pregunté de
sus tatuajes, en especial una frase que lleva en el cuello adornada con
lágrimas, dice: “oh hijos míos, ¿a dónde os llevaré?”. Me dijo que todos
representan presagios que anunciaban el fin de un reino, ese en especial
recordaba el llanto de un espectro maternal que lamentaba el futuro genocidio
de sus descendientes. Tuve miedo, algo parecido a un mal presentimiento, pero
me dormí como esta última vez. Hoy cuando desperté ya era domingo, estaba en mi
cama como sedada, celebraron mi cumpleaños. Muy sorprendida le conté a mamá que
Dumas me besó, estando él ahí presente, y todos se echaron a reír. Bueno, no
fue nada especial. Luego tío Alonso te trajo como obsequio y cuando me quedé
sola me puse a escribir esto. ¿Por qué se negaron a explicarme lo de los
nombres, Diario? Hirieron mis sentimientos sin darse cuenta, pues recordé el
hecho de que mi papá no es realmente mi papá y hasta me imaginé que me niega
como su hija, pero siempre me cuidan y me dan amor. Tengo tanto miedo de
separarme de papá, de que un día me regale como hizo mi padre biológico. Y más
que nada me da miedo no tener su mismo apellido, no ser en verdad parte de su
familia. Bueno, Diario, me siento mejor ahora que te conté mis preocupaciones.
Gracias. Espero nunca volver a inquietarme por estos asuntos. Quizás solo me
imagino peligros cuando aquí todo está en orden.
Lunes 9 de agosto de 3030
Querido Diario, hoy fue un día normal, pasé la tarde con
mamá y estuvo bien. Veo una o dos películas antiguas con ella todas las tardes,
supongo que como somos una familia adinerada debemos tener este tipo de
diversiones con cine clásico. De seguro allá afuera la gente hace cosas más
divertidas, pero yo no tengo más opción que seguir la fiebre historiadora de mi
familia y entretenerme con estas cosas de hace un milenio. Mis favoritas son
las del género slasher. La verdad, no
es que me gusten las de terror, ¡ni siquiera me dan miedo! Me asustan las que
hablan de conspiraciones, como ya te conté, pero los monstruos como los zombis
y los vampiros me aburren; mi amor va específicamente por esas historias en las
que un psicópata casi siempre enmascarado mata a un montón de adolescentes
revoltosos. ¡Claro que mi mamá no aprueba del todo mi afición!, como además de
ser cinéfila es psicóloga, ve en mi gusto por las cuchilladas del cine una
forma en que “expreso mi frustración por no tener la libertad que otros jóvenes
abusan en esas películas y por eso simpatizo con el asesino”. No es así, no
puedo explicarle porque yo misma no lo entiendo y ella se preocupa mucho por
“lo que me guardo”. Por ejemplo, cada cierto tiempo sufro una pesadilla donde
estoy sola flotando en el fondo del mar, entre monstruos marinos y la oscuridad
de la zona abisal de algún océano. Cada vez que le cuento que se repitió dice
que pueden ser “símbolos de mi subconsciente” o “algo peor”. Luego me abraza y
jura que hará todo lo posible para protegerme. Una vez, vino a visitarnos otra
hermana de papá que es toda misteriosa y supuestamente adivina cosas ocultas,
la tía Fy, se veía como otra de tantas mujeres ricas que hacen viajes a tierras
exóticas para sentirse especiales y francamente no le creí nada, pese a que
habla con la misma seriedad de papá y unos penetrantes ojos verdes. Si la
hubieras oído decir tantas bobadas concluirías como yo que es una Amleth alta
de lujo. ¿Por qué si una persona tiene aspecto humilde y dice cosas raras es
“loca”, pero si es elegante y dice cosas raras le llaman “mística” o
“espiritual”? Mamá le contó mi sueño y ella dijo que un peligro me acechaba
dentro de la familia; yo las escuchaba escondida tras una cortina, y me
preocupé porque son tantos mis tíos que no a todos los conozco, o les pongo
atención, en realidad no me he fijado en cual podría no ser confiable, pero
mamá se lo tomó peor. Se puso a llorar angustiada. ¡Es muy buena! Te hablaré un
poco más de ella y papá.
Mi mamá se llama Ziggy, se ve aún joven, es rubia y muy
bonita, como todos los demás en la familia excepto yo que soy algo sosa. Ahora
que lo pienso, son muy afortunados de mantenerse tan jóvenes, sanos y lindos;
casi parecen actores de una película contratados para representar una familia
perfecta, ¡es hasta sospechoso que luzcan tan perfectos! Ella me cuenta lo que
aprendió en la vida mientras vemos clásicos del cine. Me pone triste pensar que
se preocupa demasiado porque siempre estoy encerrada aquí por mi enfermedad,
quizás con las películas intenta enseñarme cómo es tener una vida normal. Mi
papá se llama René, es un hombre alto, de ojos grises y rasgados. Mamá dice que
de todos sus hermanos es el único con cabello negro natural y por eso siempre
fue el más guapo, yo veo más lindo a Dumas y sus ojos pícaros azul clarísimo,
pero ella se fijó en el primogénito de la familia. Papá es ingeniero en
mecatrónica y otras cosas complicadas. Como te mencioné ayer, no paso mucho
tiempo con él, pero basta con que lo vea para sentirme feliz. Es como algo
mágico, automático, no puedo explicarlo, solo adoro a mi papá y, por más buenos
que sean mis tíos, nadie lo supera para mí. Es el mayor de todos y el mejor.
De hecho, amo y admiro tanto a mis padres que les perdono
que hagan cosas que en verdad me molestan. Como por ejemplo, me hacen ponerme
un uniforme escolar negro todos los días porque de todas formas nunca salgo de
un sector super estéril de la casa por mi salud tan frágil, y con cierta
tristeza creo que nunca saldré. ¿No ven que me hago mayor? Un día mamá vio que
me estaban creciendo mucho los senos y en lugar de darse cuenta de que ya soy
una adolescente solo me dijo: “¡te has puesto más gordita! La avena con brócoli
funciona”. Y la verdad es que no, odio su cacerola de avena con brócoli que
solo me como yo porque todos ellos parece que sobreviven a base de café, sopa y
caramelos; creo que hace tanto que no prueban comida normal que ya olvidaron
cómo sabe. De hecho, ¡jamás los he visto comer otra cosa que no sean líquidos y
azúcar! ¡Y la cacerola de avena con brócoli me llena de gas hasta dejarme como
un globo aerostático! Una vez, cuando el aire salió ya tarde en la noche, papá
llegó corriendo alarmado a preguntarme qué era ese ruido. Lo saqué de mi
habitación a empujones. ¡A veces los padres son fastidiosos! Pero si se los
digo se sentirán mal, pobres papás, siempre obsesionados con cuidarme… Me
siento muy cansada, voy a dormir.
Martes 10 de agosto de 3030
Querido diario, hoy redecoré mi habitación porque temprano
en la mañana vinieron de visita mi tía Honore y mi tía Maxim con un estante
nuevo para los libros que me ha dado mi tío Alonso, más otros de ciencia
ficción que ellas ya leyeron y me han heredado. Las dos trabajan para la
empresa de robots y tecnología de papá desde su casa, que no me dicen dónde
queda porque…no sé, ¡cosas de adultos! Honore, la mayor de las dos, es
ingeniera mecánica y Maxim es programadora. Son las típicas chicas nerd: tía
Honore es la nerd sarcástica de anteojos redondos y tía Maxim la nerd tímida
que se ríe como foca; ¡son muy graciosas! Con ellas dos, Amleth y mamá hacíamos
pijamadas cuando yo era más pequeña, jugaban las cuatro conmigo a las muñecas o
a las peleas de almohadas. Buscando alguna foto impresa de mamá para hacer un
collage y pegarlo en el estante que me trajeron mis tías, encontré unas muy
viejas en que ella está como de mi edad; la fecharon en 1992, se la enseñé y me
la quitó a toda prisa, regañándome por hurgar sus cosas. El error en la fecha
fue muy gracioso, ¡como si fuera una anciana de más de mil años! Seguro papá le
hizo esa broma.
Me puse a pensar: estamos en 3030 y mantenemos vivas tantas
cosas de las primeras décadas del siglo XXI, como si algo nos retuviera en esas
fechas. No puede ser nostalgia, porque ninguno pudo estar vivo en ese tiempo.
Quizás el mundo no ha cambiado mucho desde entonces. ¿Acaso algo pasó que
detuvo el desarrollo de la humanidad? Quisiera poder ir al exterior y saber
cómo es la vida real, no solo la que veo en las películas y repeticiones de
viejas series. Pero no me dejan salir del área de la casa acondicionada para
mí, ni siquiera conozco la puerta principal. Algo aquí no debe estar bien.
Esta tarde vimos otra película slasher con un enmascarado. ¿Sabes que la primera de este tipo se
hizo en 1926? Por supuesto, era un filme mudo, pero ya trataba sobre un asesino
enmascarado acechando a sus víctimas. Siento una emoción muy rara en esos
momentos en que la pareja está desnuda en el granero, a veces es en un auto, o
en un campamento, y de repente un hombre enorme con el rostro cubierto por una
careta inexpresiva llega y los penetra brutalmente con un inmenso cuchillo. No
es miedo, tampoco satisfacción, es algo tan raro como un cosquilleo difuso que
me recorre el cuerpo. Quizás es también bochorno por el asunto de que las
víctimas casi no tienen ropa. Mamá nunca me deja terminar de ver esas escenas.
La primera vez que vi una, chasqueó los dedos apagando la pantalla holográfica
y llamó al médico de la familia, que por supuesto también es mi tío porque papá
solo confía en su familia, y me dieron un sermón sobre lo del óvulo y el
espermatozoide, y los bebés y la magia de la vida y bla, bla, bla; ¡mi tío Ray
el médico hace que todo suene cursi y aburrido! Viene cada semana, me revisa y
al final cantamos una canción sobre que estamos muy contentos por “estar
sanitos y porque podemos jugar con nuestros papitos”. Aunque su papá ya se
murió, pese a que Amleth sigue platicando con él. ¡Mi vida es tan aburrida y mi
familia tan normal! Nada es como en el cine, aunque trato de buscar hasta el
más remoto detalle extraordinario; pero papá no es un científico loco sino uno
cuerdo, Dumas es un punk apacible, tío Alonso grita mucho pero nunca
protagoniza una pelea de cine de acción, Amleth habla con un difunto pero no es
un fantasma, y así con todos. Hoy, por ejemplo, vi a un montón de familiares
que no conozco entre las fotos que Dumas me trajo para recortar. Más personas
elegantes, atléticas, jóvenes y blancas; la diversidad brillaba por su ausencia
y ya empezaba a darme sueño cuando por fin encontré algo interesante en unas
imágenes de mis padres en el bosque: en algunas salía fuera de foco o al fondo
un hombre raro, le calculo unos dos metros de estatura pues es bastante más
grande que papá y él ya es alto. Este hombre usaba una máscara de porcelana con
un “O.K.” escrito a rayones rojos justo en la frente; corrí con la foto a donde
los adultos tomaban café y se las mostré preguntando muy emocionada quien era
ese. Papá la tomó con una sonrisa leve y dijo:
—Este es el bug de la familia,
error de sistema.
Mamá y Amleth, que lo acompañaban, se echaron a reír, luego
mamá comentó:
—Recuerdo en nuestra boda, ¿él
tenía tres años? Se puso a llorar porque creyó que me estaba robando a su
hermano mayor. ¡Era adorable!
—Oh, ¡todavía es adorable!
Opinó finalmente Amleth y siguieron hablando de sus asuntos. La respuesta de mis mayores arruinó toda la emoción del descubrimiento, pero sigo pensando en él. Vestía un impermeable, cargaba un rifle y llevaba el cabello rubio recogido, ¿se lo soltará alguna vez? ¿Qué tan largo lo tendrá? Me obsesiona un poco, de hecho ahora me cuesta dormir pensando en él. Me gustaría hacerle tantas preguntas, simplemente hablarle. Sí, sé que quizás fantaseo demasiado porque la rutina es interminable y lo más seguro es que nunca tenga la oportunidad. A veces sospecho que el rostro de este excéntrico familiar es apenas una de las muchas cosas feas que se ocultan en mi familia adoptiva.
Miércoles 11 de agosto de 3030
Hoy no pasó nada relevante, es lo más habitual. Vino mi tío
Ray a chequearme, mamá me obligó a hablarle de mis… gases… ¡Ugh! Me dio un
discurso al respecto y un remedio para que no los tenga nunca más. Al final
cantamos. Siento que nada cambiará si me quedo aquí, no sé si ya sea demasiado
tarde para empezar a vivir de verdad; porque esto es como no existir. Nadie
sabe de mí fuera de esta casa y mi familia me trata como si fuera la mascota
consentida. A veces me enojo y quisiera pedir que me saquen, más nunca me animo
lo bastante para reclamarles. Estoy sentada en mi cama, pensando en que es
injusto que desperdicie mi juventud presa; pero, aunque sé que mi situación es
digna de angustia y desesperación, no consigo llorar, hay algo que me reprime
desde adentro. Me abriré y marchitaré como una flor que nace escondida en una
oscura grieta y ni siquiera podré derramar una lágrima al respecto. Una vez le
conté a Dumas lo que pienso, él dijo que es normal a mi edad. No lo creo del
todo. Qué ironía, tanto exceso de normalidad no puede ser normal. Por la mañana
le confesé a papá que quiero ir a conocer el bosque. No le dije claramente que
me gustaría conocer también al tío psicópata con máscara, pero él nada más
contestó: “lo pensaré”, y agregó que el aire puro me haría bien, que quizás el
otro año. ¡Más tiempo en mi casa y encerrada! Esperando no sé qué… ¿Y si un día
quiero tener novio? Creo que me gustó besar a Dumas, no sé, ahora cuando lo
recuerdo siento una comezón dentro del pecho y el vientre. Sé que no debo ilusionarme
con él porque me cuidó desde que era una bebé y me ve como a su hija, luego del
beso siguió tratándome como si nada, todavía no entiendo por qué lo hizo; pero
las sobrinas se casan con sus tíos en las películas de época que hacen llorar a
mamá. Y él, con sus ojos de un celeste tan claro que parecen de hielo, es muy
bonito. Me gusta. Debes guardarme este secreto muy bien, Diario.
Por la noche, mamá me estaba enseñando a bailar en el
pasillo y papá escuchaba sus luchas de robots mientras seguía con un
microscopio electrónico trabajando en los “nanobots para la actualización”
cuando la transmisión fue interrumpida por una alarma. Hubo un ataque
terrorista al palacio real, así me enteré que vivo en una nación donde aún
existe la monarquía. Logré ver un palacio incendiándose, en sus puertas había
un escudo dorado minimalista que no logro ubicar. No lo he visto antes en
películas ni en las clases de geografía e historia de Amleth. Era una Luna
creciente sobre el símbolo de la eternidad entrelazados con un triángulo y una
L que no sé qué significa. Le habían lanzado un líquido rojo y escrito:
“asesinos, degenerados, ladrones”; al fondo se escuchaban unos gritos
espeluznantes y no eran de personas, es decir, se distinguían palabras pero más
que nada eran chillidos como de animales salvajes. Logré ver unos cuerpos
tirados en el piso, tenían puesto una especie de vestido raro negro ajustado y eran
pequeños, como de niños de mi edad. Mamá se puso muy angustiada y me cubrió los
ojos, tuve que irme a dormir inmediatamente. Dibujé el símbolo que vi en la
bandera, eso quizás me indique en dónde estoy y qué situación se vive
realmente. ¿Están matando chicos como yo? ¿Será por eso que me esconden?
Es casi media noche, me despertó un sueño muy extraño:
estaba sentada con las piernas cruzadas en mitad de un enorme edificio blanco y
lleno de puertas y pasillos misteriosos, posando con un jarrón lleno de rosas
blancas, no sé por qué, era como si fueran a tomarme una fotografía. De pronto
se escuchaba el eco de unos pasos, miraba a uno y otro lado sin lograr ver de
dónde venían hasta que de repente como si me cayera encima un rayo aparecía
tras de mí el tío raro de la máscara. Me arrebataba el jarrón y lo estrellaba
contra el piso. Me dejó muy agitada.
Jueves 12 de agosto de 3030
Querido diario, hoy Dumas llegó sorpresivamente con un
regalo para papá en una gran caja de madera que cargaba tío Alonso. Dentro
había un montón de viruta de gomaespuma y un retrato de una mujer joven, su
piel era oscura y sus ojos muy azules. Al verla, papá sonrió con aire
melancólico. Le pregunté quién era, dijo que fue la madre de todos ellos, ya
murió. Yo me sorprendí porque no se les parece, y papá me dijo como perdido en
sus recuerdos:
—¡No, hijita! Al contrario, todos
nos parecemos más a ella, excepto tu tío Bug. Por eso es que él lleva una
máscara.
Esto me dejó confundida, pero no pregunté más porque todos
se quedaron en silencio y muy tristes mirando a la pintura. Antes de dormir,
papá estuvo un rato conmigo en la cama platicando y entre lo que conversamos le
dije que tengo miedo de perderlos como a mis primeros padres. Él me respondió
que jamás estaremos realmente separados y me pidió que si llegara a estar muy
lejos de ellos algún día que mire al cielo y busque a la Luna. Pues la Luna se
ve en cualquier lugar del mundo y es como un pedacito de casa que nos sigue a
todos lados. Me reí porque justo aquí no podemos verla. Poco después llegó
mamá, se nos quedó mirando y sonriendo, dijo que somos tan serios que sin duda
somos padre e hija. Es verdad, nos parecemos, me siento muy contenta. La
convivencia y el amor nos han vuelto una familia completa. Ahora voy a dormir.
Qué raro, me estaba quedando dormida, tío Alonso y Dumas aún
platicaban con papá, y entonces tuvimos una visita. Es una ocasión especial,
muy poca gente que no conozco ha entrado en mi casa. Era un señor vestido
formalmente, tenía los mismos ojos claros y maliciosos de Dumas, de seguro es
otro pariente. Se notaba que fue rubio, pero ya pintaba canas, creo que lo vi
en unas fotos de galas y eventos públicos de la familia. Llevaba puesta una
cosa como banda presidencial con el escudo minimalista raro, ¿será este mi tío
abuelo?; le escuché preguntarle a mi papá si estaba enterado del horrible
ataque terrorista de ayer. Lo acompañaban unos hombres de negro, apuesto que
eran guardaespaldas, definitivamente debe ser un jefe de estado; al final no
supe quién era o qué quería porque uno de los hombres de la escolta se alejó un
poco para encender un cigarrillo y me descubrió atisbando tras una celosía. Era
atlético, rubio, ojos azules, como prefabricado… Sospecho que es otro de mis
tíos. En aquel momento, mamá llegó muy nerviosa a decirme que me fuera a dormir
a mi habitación, así lo hice, después vinieron tío Alonso y Dumas a darme las
buenas noches y despedirse porque ya se iban; creo que no les gustó estar con
los recién llegados. Apagaron la luz por mí antes de salir, Dumas me dio un
último abrazo y justo entonces no sé qué pasó pues no se veía nada, pero sentí
un dolor agudo en mi hombro. Como pinchazos. Pedí que me encendieran la luz
otra vez, me revisaron, tenía unas marcas como picadura de serpiente, pero no
logramos averiguar qué sucedió y mejor se quedaron sentados cerca cuidándome.
Escucho pasos, que hablan, y nada más que parezca relevante. Ya es tarde, tengo
muchísimo sueño, mejor dejaré de escribir y dormiré. Mañana espero que me
cuenten quién era y qué pasó. Estoy un poco nerviosa, ¿volveré a tener el sueño
del enmascarado y el jarrón esta noche? Dormiré, qué mal, empiezo a tener algo
de náuseas y dolor de cabeza.
Viernes 13 de agosto de 3030 (?)
Esta mañana desperté todavía en camisón de dormir dentro de
una bolsa de esas en que se transportan cadáveres. No sé qué está pasando. Me
encuentro sola en una habitación que no conozco, hay un “desorden acogedor”:
cosas viejas apiladas por todos lados, entre plantas que crecen a su antojo y
luces tenues. Parece un caserón de madera en mitad de un espeso bosque, veo
coníferas a través de una ventana y se escucha el viento silbar entre sus
ramas; la luz que entra es cálida y dorada, creo que este es el sol. Pasé un
buen rato preguntándome si morí la noche anterior y vine al cielo. En otras
circunstancias me alegraría de por fin estar en uno de esos escenarios que solo
había visto en películas, pero ahora siento que las cosas van terriblemente
mal. No estoy muerta, tampoco soñando, pasa el tiempo y la realidad se va
volviendo más concreta, revelando que quizás he sido víctima de un secuestro.
Una vez que me hice consciente de esa posibilidad entré en pánico, ¿habrán
lastimado a mi familia para sustraerme de casa? ¿Qué pasó con mis padres y
tíos? A mi lado hay una bolsa con mis uniformes y artículos de aseo, todo
revuelto, para llenarla solo vaciaron completamente la cómoda que está junto a
mi cama. Hurgándola bien encontré mis lápices de colores, tijeras, cinta
adhesiva, mi viejo teléfono con su impresora portátil y debajo de todo esto mi
diario; gracias a este golpe de suerte lo tengo conmigo. ¡Dios mío!, ¿qué me
sucederá? Apuntaré aquí cada detalle que averigüe, así las autoridades quizá
puedan atrapar a los responsables después que me rescaten.
Todavía estaba escribiendo cuando una mujer joven que jamás
he visto entró a la habitación. No la reconozco de ninguna fotografía familiar,
tenía cabello castaño, ojos verdes y pecas, se identificó como “Violeta, la
prima de mi papá”. No sé si creerle. Me trajo un abrigo y me informó que estoy
aquí porque hubo un conflicto en la familia y mi madre me envió con mis tíos
hasta que todo se tranquilice. Luego me entregó una delgada cinta negra que ató
en mi cuello simulando una gargantilla y me pidió que no le diga a nadie que me
la regaló. Le pregunté para qué servía, dijo que es un arma y más tarde vendrá
Amleth para explicarme cómo usarla. Esto me asustó pese a que ella era muy
cariñosa. Luego se fue aconsejándome cooperar. Han pasado veinte minutos de
eso, me vestí y todavía estoy aquí con el corazón palpitándome en el cuello.
¿Qué está pasando? ¿Dónde están mis padres? Creo que usaré los conocimientos
que aprendí de mi madre y estudiaré a cada persona que me vaya encontrando
aquí. Así me será más fácil recopilar datos y quizás por fin pueda comprender a
fondo mi extraña familia. Empezaré analizando el caso de sea quien sea que viva
en esta casa, pues por lo visto es un personaje muy peculiar.
Caso I: Bug
Sí, hoy es 13 de agosto de 3030 (Pero a la vez de
2020)
Querido diario, siempre me gustaron los viernes 13,
presentía que algo emocionante me pasaría en un día como este. Cuando llevas
una vida tan rutinaria como la mía, o al menos la que era mía, incluso el que
un maníaco te salte de la nada con un machete se vuelve buena noticia, porque
para la enfermedad del tedio cualquier cambio es favorable. Es así como ahora
mismo no sé cómo sentirme, por una parte, estoy animada; por otra, angustiada,
triste, no sé por qué mamá me envió tan lejos y con gente que ella misma no
aprobaría. Sospecho que eso no es verdad…Debo andar con sigilo y en guardia. Mi
anfitrión es una especie de recordatorio del dicho: “cuidado con lo que
deseas”.
Tras mi horrible despertar en la bolsa de cadáveres y mi
encuentro con la mujer misteriosa, tomé el abrigo que ella me dio, metí en una
vieja mochila mi diario junto a otros artículos que consideré útiles y encontré
entre las cosas almacenadas en el cuarto donde estaba, y me dispuse a escapar.
Cautelosamente salí hacia un pasillo y, entre los muchos cachivaches que quizás
deberían estar en un museo, vi fotos de mis padres y personas que creo son
parte de la familia. En algunas había fechas de alrededor de inicios del siglo
XXI, en muchas aparecían niños, uno de los pequeños siempre salía con máscaras.
Sospecho que era el tío raro que, ahora sé, tiene buenas razones para ocultar
el rostro… De eso te hablaré largo y tendido luego, en realidad lo más interesante
que vi en esos retratos familiares fue a Dumas pequeño sin tatuajes, ¡era muy
lindo! Su cabello natural es rizado y doradito. Luego encontré un viejo
teléfono, nunca he usado uno, así que por más que lo esculqué no me sirvió para
pedir ayuda; debajo de este aparato había un periódico que lucía nuevo y estaba
fechado el jueves 13 de agosto de 2020. Tuve que tomar un momento para pensar,
¿cómo podía estar pasando esto? Aparecí mil años en el pasado, y aquí ya
existía mi familia. Me pellizqué varias veces porque llegué a convencerme de
que era un sueño. Tenía dos opciones: derrumbarme ante el pánico o tratar de
aclarar las cosas, elegí esto último y me sorprendió descubrir que el miedo
pasaba a segundo plano al comprender que quizás no podría sobrevivir si dejaba
que me embargara. Después me dirigí a la puerta principal de la casa, giré el
picaporte con desconfianza, no estaba cerrada con llave. Al abrir me golpeó una
especie de fuerza fría e invisible, tras el sobresalto deduje que eso es el
viento. ¡Y olía como la cosa más agradable del mundo! Había oído del petricor,
el perfume de la llovizna sobre la hierba, pero jamás lo había experimentado.
La brisa era húmeda, la niebla se movía entre las montañas cubiertas de
inmensos árboles y estuve un buen rato embelesada con ese paisaje espectacular,
con el viento helado que movía mi cabello y mi ropa. Por fuera, el caserón se
veía un poco espeluznante, algo que no asociaría con mi familia. En mi casa
todo es impecable y reluciente; mientras que ahí había maleza, chatarra oxidada
y una siniestra furgoneta negra sin ventanas traseras estacionada en mitad del
patio delantero; esa quizás era como del siglo XX. Siendo sincera, aún ese
ambiente descuidado me pareció fascinante. Como no se veía a nadie cerca,
aproveché para escapar. No tenía un plan específico, imaginaba que tendría que
pedirle ayuda a un policía pero solo los he visto en las películas antiguas de
mamá. No sabía bien qué decirle, no sé dónde queda mi casa o cómo comunicarme
con mis padres o si realmente está mal lo que sucede pues técnicamente estoy
con mi familia. Encontré una autopista y la seguí primero hacia una dirección,
pero a medida que caminaba llegué a un punto alto y solo vi que se perdía entre
una cordillera interminable. De pronto escuché el eco de unas explosiones
lejanas, como cuando revientas un globo, pero no logré ver qué lo originó.
Preocupada, miré en dirección contraria y descubrí a lo lejos un pueblo muy
pequeño en la ladera de una montaña. Me dirigí a ese lugar y entonces me fijé
en dos cuerpos, dos extraños armados con bates y cuerdas estaban tirados a una
orilla de la carretera, de sus cabezas aún manaba sangre. Los sacudí, miré sus
heridas, tardé un poco en convencerme de que estaban muertos. No sabía si
venían hacia mí o qué los atacó, tuve mucho miedo. Decidí correr hacia el
pueblo y pedir ayuda. En el camino por fin empecé a ver más señales de vida,
pero estas me desconcertaron: algunos autos estaban abandonados en mitad de las
calles y las casas parecían estar vacías. De pronto escuché otra explosión rara
y el cristal de una ventana se rompió, el ruido vino justo desde el segundo
piso de la única residencia que tenía la puerta abierta. Entré saludando
tímidamente y nadie me contestó, había armas y botellas vacías tiradas en el piso;
llegué hasta la sala, un viejo televisor estaba encendido. ¡Todo era como en
las películas! Transmitía un noticiero, decían que estábamos en Wyoming,
Estados Unidos y, aunque hablaban y la cámara apuntaba a un podio, ahí no había
nadie. El reportero parecía ser invisible, esto fue inquietante, pero lo
aterrador en verdad fue que al asomarme a las escaleras que llevarían a la
segunda planta donde estaba la ventana rota vi que se escurría sangre por el
piso. Salí corriendo asustada. 2020 fue un año históricamente desastroso porque
hubo una terrible peste, mucha gente murió y la gran mayoría fue encerrada por
sus gobiernos en sus casas, ¿pero cómo llegué a un pasado tan sombrío? Al
fantasma de un pasado tan sombrío… Pues todo se ve… muerto. Seguí caminando hasta
divisar una cafetería, vi humo salir de una chimenea y entré con algo de miedo;
para mi alivio, ahí encontré por fin a otro ser humano, a Violeta la supuesta
prima de mi padre. Estaba trabajando en la cocina, llevaba un delantal. Al
mirarme sonrió diciendo:
—Llegan muy pocos clientes por
aquí, la mayoría solo pide café. Hay huevos y tocino, si quieres. Ven, yo
invito.
Me acerqué con desconfianza, vi que en una esquina del local
tenía un corralito con un bebé. Fui a mirarlo sorprendida, nunca había visto a
un niño pequeño en persona, era hermoso, de cabello rubio ensortijado y ojos
azules muy claros. Sí se ve como de la familia de papá y así pude estar algo
más tranquila. La mujer me informó sin dejar de hacer sus labores:
—Ese es Aureus, tu primo hermano.
Tiene seis meses de edad, ¡es un bebé milagroso! Se supone que mi marido y yo
no podíamos…Sin embargo el año pasado sorpresivamente me embaracé y aquí está.
—Nunca me dijeron que tenía un
primo. O que papá tenía una prima.
—Bueno, yo no me relaciono mucho
con tus padres.
—¿Por qué?
Pregunté intrigada, ella intentó explicarme mientras me
servía la comida:
—Decidí darles espacio. Fui tu
madre subrogada, te implantaron en mi vientre cuando eras un embrión. Así que,
no tengo tu sangre, pero te traje al mundo. Cuando tenías la edad de este otro
bebé te entregué a tus padres adoptivos.
—Pero…Creí que mis padres
biológicos me entregaron…
—No, pequeña, creo que esos
muchachos ni siquiera se enteraron de que existías. Te sacaron discretamente de
tu mamá biológica, la eligieron a ella y su novio porque eran muy atractivos y
tenían una condición a la que tu padre Descartes y otros científicos de la
familia buscaban darle una cura. Puede sonar mal… Pero fue lo mejor. Eran
jóvenes, pobres, llevaban una vida muy desenfrenada. Y nosotros queríamos
asegurarte un futuro brillante. Ahora eres una chica muy privilegiada y voy a
velar porque siga siendo así.
Entonces volvió rápidamente a la cocina y yo me quedé
aturdida, en la cafetería de un pueblo fantasma, tratando de comprender cómo
nací y preguntándome si vale la pena mi privilegio. Boquiabierta y con el
corazón a tope, sentí de pronto el olor de la comida y era casi embriagador,
¡fue lo más apetitoso que he olfateado en mi vida!, me gustó tanto que empecé a
comérmela con las manos aprovechando que ella seguía ocupada en la cocina,
desde dónde me hablaba:
—Tu tía Amleth es mi amiga desde
que éramos niñas, ella vendrá más tarde. Vive a dos calles con otra tía tuya.
¡Puedes llamarle cuando quieras! Las telecomunicaciones funcionan, pero solo
“aquí dentro”, ya comprenderás cómo es todo e irás conociendo al resto de la
familia. Algunos deben vivir en otras zonas por cuestiones de trabajo, mi
esposo por ejemplo, solo nos vemos los fines de semana; él tiene que atender
sus propios negocios, siempre respetamos nuestro espacio, además ganamos dinero
extra si cada uno por su lado genera ingresos. Ahora tenemos un bebé, la vida
cada vez es más cara…
—Pero, creí que éramos muy ricos.
En mi casa tenemos lujos, todos visten bien, me hacen regalos costosos, tenemos
tecnología de punta…
—Sí, bebé, pero debes entender
que una cosa es el abolengo y otra la riqueza, aquí solo conservamos el
primero.
Me dejó confundida y entonces vimos que por el suelo corría
una especie de humo negro, ella murmuró, saliendo de la cocina mientras se
secaba las manos en el delantal: “así que te venía siguiendo…” De pronto una
voz juvenil de hombre nos sobresaltó:
—Violeta, ¿no vas a decirle por
qué estamos autoflagelándonos aquí? Es difícil comprenderlo desde fuera. O
desde adentro, no sé…
Me volví a mirar y tras de nosotras estaba recostado en una
pared mi tío raro el de la máscara. Definitivamente esos son dos metros de
estatura, es imponente. Vestía como un típico cazador montañés: abrigo de
camuflaje militar, una camiseta negra que decía “Virgin Killer”, botas
militares, un rifle colgado de un hombro… lo esperado; pero destacaban su larga
y lacia cabellera rubia que le caía desde debajo de un gorro negro de lana
hasta la cadera, y la máscara de porcelana blanca con los agujeros para ver cubiertos
por una telilla negra que impide mirarle los ojos. Por si eso no bastara para
que la horrible careta diera mal rollo, el “O.K.” que lleva en la frente está
garabateado a arañazos y con algo que ojalá sea pintura roja. Estaba ahí y era
tan real que hasta me sentí algo mareada. Creo que notó mi inquietud, pero de
momento no dijo nada respecto a mí. Violeta solo fue a recoger a su hijito y
musitó de mala gana:
—Olvidaba decírtelo, Psique: te
han dejado al cuidado de tu tío el más joven y tonto. Es por tu seguridad. Es
tonto, pero puede poner una bala en el lugar correcto de aquí a 2300 metros en
todos los intentos. ¡Y esa es su única virtud!
Por lo demás es feo, vulgar y grosero.
Él le contestó con tranquila indiferencia:
—¿A quién le molesta tener un
francotirador trabajando como niñera y gratis? Solo a ti. Acabo de volarle los
sesos a tres tipos que andaban tras la chica. ¿Cuánto me pagarías por eso? Ah
sí, nada, porque aquí somos basura blanca y no tenemos los recursos para
hospedar a esta niña criada como rica.
—Bug sé más discreto… Ella
todavía tiene la oportunidad de ser libre y no involucrarse en los detalles
escabrosos...
—No será libre si no le das
razones para salir corriendo. No me convence tu deseo altruista de respetar su
decisión y no retenerla en la familia. ¡Y está bien!, de alguna forma es tuya,
la diste a luz… Pero…
—¿Quién eres tú para juzgarme? Te
desheredaron por incivilizado y a duras penas aprendiste a leer, ¡no por tonto!
Por necio y holgazán, simplemente preferiste vivir cazando y revolcándote en la
montaña como un animal.
Dijo ella y entonces mi extraño tío se le acercó, hablando
siempre despreocupado:
—¿Cuándo nos llevaremos bien,
Violeta? Los verdaderos amigos no se ofenden si los insultas, ¡se ríen y te
insultan de una forma aún más grosera! ¡Ríete, roba hermanos pecosa cara de
rata!
—Me enojaría si no supiera que lo
dices por cariño. A las serpientes les gustan los roedores…
Entonces Violeta de repente se quedó sorprendida como
olfateando algo, él hizo lo mismo antes de preguntarle:
—¿También lo hueles? ¿Eso no es…?
No, Violeta …
—Oh, cielos, creo que... ¡Eres un
tipo con suerte!
—No me puedes dejar solo con
ella, este ni siquiera es mi problema…
—Sé que no puedes ser un
caballero, pero haz un esfuerzo. Los veré luego.
Le contestó ella antes de irse con su bebé por una puerta de
la cocina, dejándome a solas con “mi tío”. Dios, no sé qué olieron, ¿es que no
me bañé? No creo haber transpirado tanto, mi estómago no me ha dado más
problemas, ¡qué embarazoso! Pero pronto mi atención migró de esa incógnita al
enorme hombre enmascarado que tenía enfrente. Él se me acercó con cautela, creo
que al igual que yo no sabía muy bien qué decir. Me sentí tan abrumada con esa
situación que solo seguí comiendo sin levantar la vista del plato. Lo miré de
reojo pararse junto a mí y entonces exclamó casi como si lo hubieran obligado:
—¿No me vas a saludar? ¡Ven y
dale un abrazo a tu tío!
Comencé a ponerme de pie lentamente, intenté darle un flojo
abrazo y él me estrujó hasta hacer crujir mis huesos, levantándome del piso.
Creo que debió comprimirme un nervio porque un corrientazo de electricidad me
subió desde la base de la columna vertebral hasta la cabeza y me hizo una
especie de cortocircuito, cuando volvió a ponerme en el suelo me quedé sin
aliento y algo mareada. Aunque él tenía una máscara puesta, pude notar que
estaba desconcertado, ¡fue el momento más bochornoso de mi vida! Él dio unos
golpecitos con el puño a una mesa cercana, como pensando antes de decir:
—Bien, iré al grano: creo que
nadie te lo ha dicho, pero a mí no me gustan las niñas.
—Está bien…A mí también me gustan
los hombres…
—¡Me refiero a las niñas
pequeñas! No le seguiré la corriente a tu madre con eso de que aún eres una
bebé. Ziggy no cuenta los años que pasaste inconsciente y estuviste al menos
cinco en estado vegetal. Es enfermizo.
Lo miré consternada preguntando ya con algo de indignación:
—¿Por qué debería creerle que mi
madre me miente?
—Porque…Bah, tienes razón, ella
no te miente…En la vida solo importan aquellos años que vale la pena recordar.
Además, es difícil llevar la cuenta exacta de tu edad cuando estás saltando
entre el pasado y el futuro. Yo sé que nací un 13 de noviembre de 2013 y que de
eso ya ha pasado una eternidad, pero se siente como dos semanas tontas y
desperdiciadas.
—¿2013? ¿Cómo puede ser…?
Vivíamos en 3030…¿Eso también es mentira?...
—No, es que obviamente con los
viajes en el espacio-tiempo… ¿Acaso no sabes?... Es posible transportarse del
futuro al pasado y viceversa, es un lujo y requiere un montón de trámites
legales, pero es posible. Así se financian las comodidades de tu familia. Tu
padre es uno de los mayores accionistas de la empresa que los gestiona.
—No lo sé…Necesito pruebas para
creerle.
—Estuviste como veinte años
encerrada en tu casa en plan caverna de Platón y hasta ahora se te ocurre
ponerte suspicaz… Si no me crees podría llevarte de paseo a la edad media para
morirnos juntos de peste negra, pero ya oíste que soy un montañés en bancarrota.
Apenas me alcanza para llevarte en mi furgoneta a la costa este y si tardamos
tres días podemos fingir que viajamos al futuro. Ven, debes terminar de
instalarte en mi casa. Hubiera preferido que vinieras siendo más madura, pero
te sirvieron temprano…
Dijo misteriosamente saliendo de la cafetería con paso
firme, me di cuenta de que esperaba que yo lo siguiera. Fui tras él mientras el
eco de nuestras pisadas resonaba en la fría soledad del entorno, todavía no muy
segura de cómo abordar toda la situación aunque ya comenzando a ponerme en
guardia; así comprendí que los “globos que explotaban” eran disparos de
francotirador, de mi tío. Caminó por una de las calles desiertas y se detuvo un
momento a esperar que lo alcanzara, mirándome. Es un poco siniestro porque solo
deduces que te mira pues los ojos de la máscara apuntan en tu dirección, pero
no hay forma de saber qué expresión tendrá. Ya nerviosa por ese detalle
aterrador, le pregunté con voz apagada:
—¿Por qué lleva una máscara?
—Esa es una larga historia y odio
explicar cosas sin importancia.
—Pero necesito respuestas, estoy
muy confundida.
—No sé si confundida sea la
palabra…
—¿Usted era el niño desnudo con
una máscara que sale en una foto de playa?
—Era joven y necesitaba el
dinero.
Me respondió sin tomarme en serio, cruzamos entonces una
esquina y vi la horrible furgoneta negra sin ventanas traseras estacionada en
una calle; él me abrió la puerta del copiloto con una caballerosidad extraña e
inquietante, y yo no podía dejar de pensar en que ese hombre acababa de matar a
tres personas. Antes de que entrara quitó del asiento un montón de balas,
diciendo:
—Disculpa el desorden, gajes del
oficio.
—Por favor, escúcheme, en verdad
preferiría volver a casa.
—Psique, no te estoy mintiendo,
ni quisiera que pases por esto. Y me siento mal porque también me engañaron,
nadie me dijo que vendrías sin saber nada de tu propia vida. No solo no vivías
en esta época, tampoco vivías en el planeta. Estabas en la Luna. Para 3030 la
Tierra que ahora es tan verde y hermosa estará inundada en las partes donde no
esté seca hasta pulverizarse. La tecnología que permitió los viajes en el
tiempo y todas esas cosas geniales la hará pedazos. La clase alta deberá
emigrar allá, a la Luna. Mientras los pobres se quedarán para morirse y los que
tenemos algunos privilegios podremos venir a refugiarnos al pasado. No puedo
regresarte a tu casa, eso solo es posible a través de un caro viaje
espaciotemporal. Tampoco podemos hablar de esto en público…Creo que ya
entendiste que nuestra familia…tiene la culpa de muchas cosas. Deberás esperar
a que vengan por ti.
En ese momento sentí un vacío en el estómago, no le pude
responder, ¿por eso papá me dijo que mirara a la Luna si me encontraba lejos de
ellos? Mi extraño tío me indicó con un gesto que entrara al auto y cerró la
puerta por mí, luego subió al asiento del conductor y retomé la charla aún
incrédula pero tratando de darle sentido a todo:
—¿Para eso crearon una máquina
del tiempo? ¿Para evitar ese futuro?
—No. De hecho hicieron lo mismo
que nuestros ancestros en el pasado cada vez que necesitaban riqueza o
recursos.
—¿Qué fue lo que hicieron?
Pregunté tímidamente. Él contestó:
—Invadir pueblos más débiles y
saquearlos. De ahí viene el resto del dinero de la familia. Roban del pasado lo
que hace falta en el futuro y en el proceso corrompen la historia, cagándose en
su propio destino.
La verdad, oh Dios, esta verdad…No sé si realmente quería
saberla. Luego arrancó el auto, en la radio comenzó a sonar lo que básicamente
era ruido. Cambió de emisora hasta encontrar algo menos horrible y murmuré:
—Dígame, ¿todo esto tiene que ver
con el ataque terrorista de hace unos días? ¿Nuestra familia estaba
involucrada?
Él respondió, tras un silencio extraño:
—Qué si estaba involucrada…
Hubo otro silencio muy tenso, pude notar que hablaba con
resentimiento. Entonces tomé valor para preguntarle:
—Y este lugar… ¿Dónde está la
gente?
Él me contestó:
—Aquí 2020 se repite al infinito
pero sin la gente, solo quienes venimos de fuera no participamos en la rutina.
Dicen que las personas sí están, pero nosotros no estamos en su misma
dimensión, velocidad, o algo así, que conforme vayamos alterando el entorno
este se irá independizando de la realidad original y se romperá el ciclo
creando otro universo y yo qué sé, no entiendo nada.
—¿Entonces este no es el mismo
mundo que se ve en las películas antiguas?
—Está claro que no. Todo fue por
Violeta, sabes, su madre murió en lo que fue este año y mi hermano, su marido,
le ofreció cambiar ese pasado para salvar a la señora a cambio de aceptar ser
su esposa. Ella le tenía pánico, es diez años menor que mi hermano, quien la
estuvo asediando desde que era una niña y jugaba a las muñecas con Amleth. El
asunto es que al final ella se sacrificó por su madre. Pero algo en el proceso,
que por supuesto no se hizo legalmente ni de forma segura, provocó un fallo de
las máquinas que manipulan el espacio tiempo y lo detectaron. El padre de
Violeta se enteró de todo, estaba tan furioso que la separó de su madre que
ahora vive pero fuera de esta realidad alterna mientras Violeta está aquí.
Cuando llegó, apenas tenía dieciséis años, era una muchacha moderna de ciudad,
ahora, después de vivir siglos en las montañas, se ha vuelto una campesina. Ya
ni siquiera recuerda a su madre, quizás se crucen en el mismo punto pero en
distintas realidades y apenas se presientan como fantasmas. Aunque siempre me
pongo del lado de mi hermano, reconozco que el malo fue él que se la trajo con
trampas, pero la pobre pecosa recibió todo el castigo.
—Realmente su hermano es un
hombre muy perverso… ¿Cómo pudo hacerle esto a Violeta? Yo no podría ser como
usted y perdonarlo.
—Bah, no sabes lo que dices…
Además, no todo es tan malo, este sitio tiene potencial. ¡Es un nuevo mundo en
nacimiento! Mi tío ha sido tonto, la única utilidad que le encontró fue usarlo
como una cárcel para los habitantes del siglo XXX. Según él, aunque la
tecnología ya permite volver al pasado y anticiparse al crimen, la ley ya no
debe penalizar solo el acto delictivo sino la prueba de que alguien es capaz de
cometerlo. Las estadísticas salidas de su trasero muestran que la mayoría de
gente suele reincidir y los programas de rehabilitación son poco efectivos, por
eso decidió mandar a los condenados a perderse aquí.
—Entonces este sitio es
peligroso…
—Así sería si mi tío fuera
honesto y realmente encerrara criminales, pero en realidad lo de prevenir el
crimen fue solo una excusa. De los cinco mil habitantes que vivimos
desperdigados por este mundo, la mayoría son gente que ofendió a mi tío. Presos
políticos, como Violeta. Así que si vives aquí, no estás preso sino más bien
exiliado.
—¿El padre de Violeta es el mismo
tío abuelo que es importante y tío Alonso y Dumas no quieren?
—Tu tío abuelo no solo es
importante, es un jodido monarca. El último que existe entre los últimos restos
de la humanidad allá en el siglo XXX… Y sobre Dumas…
Replicó en un tono de alguna forma burlón, y siguió
hablando:
—Sabes, tu tío abuelo Adámas, así
se llama, y Dumas son enemigos a muerte; y a la vez son tan parecidos que
evidentemente son familia. Uno peleando por retener el poder de un reino de
diez kilómetros cuadrados y doscientas personas en la Luna, el otro peleando
por arrebatarle ese trono absurdo, y ninguno preocupado por el pasado donde se
podría evitar llegar a esto: nos estamos extinguiendo en el siglo XXX, el
dinero ya no nos puede salvar y la familia se echa culpas entre sí, mi papá era
originalmente el heredero al trono pero abdicó porque era estúpido ser el rey
de un puñado de tontos a punto de morirse de viejos en la Luna cuando puedes
volver al pasado y tener un rancho a todo dar; y su hermano menor enloqueció de
poder al tomar su cargo. Por más que intentamos cambiarlo, es un destino
inevitable y como la familia ya tiene la posibilidad de escapar a estas tierras
de nadie y a mi tío no le importa nada más que seguir siendo el rey… Pues dejan
todo como está.
Me quedé sin aliento, tuve que frotarme el rostro, como si
acabara de despertar. ¿Esto era lo que ocultaban? Hubiera querido saberlo
antes, ahora me siento de alguna forma traicionada, creo que lo hacían para
engañarme a propósito y les di la excusa perfecta con mi miedo a las películas
sobre conspiraciones. Él siguió hablando, como para ocupar el silencio que dejó
mi estupor:
—¿Usted qué hizo? ¿Por qué está
aquí?
—Vine por voluntad propia junto a
otros de mis hermanos para acompañar al que se quedó con Violeta. Nosotros
podemos entrar y salir sin problemas, pero al quedarnos nos solidarizamos con
la gente del pasado. Hemos renunciado a los lujos. Los demás, los que viven en
la Luna… Prefieren esconderse en la oscuridad y vivir bien, manteniendo una
relación cordial con el viejo Adámas y su política de serruchar la rama del
árbol en la que está sentado.
—Mi padre no es así…
Se volvió a mirarme, creo; porque la máscara no permite
verle los ojos y eso me hace sentir muy inquieta, los ojos son muy importantes
para mí, y dijo:
—Mejor hablemos de otra cosa. Yo
también quiero a tus padres. También creo que están allá por alguna buena
razón. Pero no voy a defender a los demás.
Hubo otro incómodo silencio. Por el nerviosismo había
olvidado que estaba en un auto por primera vez, la vibración es emocionante,
hace un ruido extraño, debe ser el motor. Probé lo que he visto en películas,
subí y bajé el cristal, saqué una mano para jugar con el viento, abrí la
guantera y encontré unos envoltorios cuadrados de algún tipo feo de goma de
mascar; tenían dibujos de frutas y mujeres. Abrí uno y me lo metí a la boca,
tenía buen sabor aunque era desagradable de masticar, parecía un globo largo y
viscoso, mi tío extendió la mano y me ordenó en voz baja:
—Escupe eso. No se come en el
auto y nada del auto.
Le entregué la goma fea y él la tiró por la ventana, después
no dijo nada, pero cerró la guantera por mí. Empecé a temer que estuviera
enojado, el corazón me palpitaba muy rápido. Tragué en seco e hice mi mejor
intento por platicar y actuar normal:
—¿De qué trata la película de su
playera? “Asesino de vírgenes”.
—Es un álbum de heavy metal, no
debí ponerme esto hoy...
Me contestó de una forma algo rara, como pensando en voz
alta. Miré a la parte trasera de la furgoneta y vi que tenía un montón de armas
de fuego, empecé a ponerme muy nerviosa. Pero él seguía hablando totalmente
sereno:
—Ya sé de tu amor por el cine slasher, es influencia de tu mamá. A mí
me han dicho alguna vez que la máscara me hace ver como asesino serial, pero te
aclaro que yo nunca sería el villano de la película, sino el tipo al que matan
por estar distraído teniendo sexo con alguna cualquiera. ¿Ya puedo hablar de
eso frente a ti, no? Ya eres mayor de edad.
—No sé, yo… ¿Por qué usted usa
una máscara?
—Por comodidad, nada fuera de lo
común.
—¿Qué quiere decir?
—Pues…Que mucha gente también las
usa para andar entre los Homo sapiens. Podría usar una más realista como la del
tío Adámas, o hacerme cirugía, o solo mostrarme tal cual soy, a mí no me
molesta, pero esta sencilla sirve bien. Me ahorra preguntas y miradas curiosas.
Me quedé mirándolo en silencio, muy tensa, él se volvió a
verme un momento, después preguntó:
—¿Ya sabías que la familia de
parte de tu abuelo paterno es de otra…? Hm… Lo siento, es que no me gusta decir
“especie”. Creo que es medio racista.
Entonces tuve escalofríos. Me temblaban las manos, las
entrelacé para disimularlo y pregunté con miedo:
—¿Ha escuchado de los
reptilianos? Yo sé que es mentira, pero…
Soltó un suspiro y apoyó la sien en un puño, antes de
decirme:
—Sabes, ¡eso sí es racista! Mira,
veo que tus padres quizás callaron por respeto a ti que si mal no recuerdo te
adoptaron del siglo XXII cuando apenas iban comenzando a modificar a las
personas, pero la palabra con “R” no se dice en el siglo XXX. No somos
lagartijas. La palabra correcta para mí es “híbrido”, y más correcto aún es no
hacer distinciones.
Se me erizaron todos los vellos del cuerpo. Calculé cuanto
daño me haría si saltaba del vehículo en movimiento, pero antes de hacer algo
drástico quise entender bien qué me estaba diciendo:
—¿Qué significa exactamente
híbrido? Creí que era una enfermedad.
—Es lo que resulta del cruce
entre especies. Como si tomas una yegua y un burro, nace una mula. Mamá era una
Homo sapiens del siglo XX, papá venía del siglo XXX, pertenecía a una nueva
especie humana que crearon para subsistir en la Luna y llamaron Homo cosmos.
Pasaron años haciendo experimentos genéticos y estudios para forzar la
evolución humana y crear gente que se ve como la mezcla entre un pez diablo y
un gato hervido, porque así son los estándares de belleza en el siglo XXX. ¡Es
algo que se veía venir! Ya desde el siglo XXI empezaban a deformarse con
cirugías plásticas, mil años después estarán tan desfigurados que ya se pueden
considerar una especie nueva. Para colmo quisieron mejorar la genética y
pusieron ADN de animales, felinos, bastantes lagartijas sí…Lo curioso es que si
los apareas con seres humanos del pasado nacen Homo Sapiens lindos, aunque poco
fértiles. Bueno, no siempre… ¡Conmigo no funcionó el truco! Detrás de la
máscara, parezco un gato hervido.
Empecé a ver todo negro, creo que me desmayé por unos
segundos, pero inmediatamente me despertó mi recién descubierto instinto de
supervivencia. Con las fuerzas que me quedaban comenté:
—Entonces no existen los
extraterrestres, ni los reptilianos, ni los illuminatis, eran ustedes… Era la
gente del futuro viajando al pasado para cambiar cosas sin pensar en el
daño.... Y mis padres, mis demás tíos, siempre me pareció tan extraño que se vieran
tan perfectos…
—¿Perfectos? Tus otros tíos solo
son “normales” en apariencia. Dumas por ejemplo… Heredó un raro gen recesivo,
tiene colmillos retráctiles huecos, como los ofidios. Inyecta veneno, su saliva
siempre está un poco envenenada. Él ya es inmune, pero los demás… ¡Por eso besa
tan rico! Con sabor a opio…
—¡No es cierto! No se atreva a
hablar así de él… ¿Acaso usted lo ha besado?
—¡Sí!
—¿Por… qué?
—¡Porque nos daba besitos a todos
cuando éramos pequeños! Así nos calmaba si molestábamos mucho. Y si nos
poníamos muy malcriados era beso con lengua. Te dormías como una piedra antes
que pudieras decir “guácala”.
—¡Cállese, no hable más de mi tío
Dumas! ¡Él es muy bueno!
Le interrumpí indignada. No quiero imaginar a Dumas como
algo monstruoso. “Tío Bug” volvió a reírse y comentó, cambiando de tema:
—Todos ellos te cuidaron como su
hija, es normal que los ames así. Está bien. Dumas te ama con amor de padre.
¿Lo sabes, verdad?
—Supongo que sí…
Murmuré de mala gana, él continuó hablando, distraído en
esquivar unos baches:
—Adoro a mi gente, pero a veces
creo que sí deberíamos extinguirnos. A mí no me molesta ser infértil, no tengo
la ilusión de tener hijos, pero no estoy seguro de serlo. Dicen que los hombres
con buena puntería… y nunca he errado un tiro. Por eso prefiero salir con
mujeres muy mayores que ya no están en edad fértil, pero es difícil escapar del
destino, ¿qué se puede hacer? Ni modo. Tu intentas retrasarlo y te lo vienen a
poner enfrente.
—¿Por qué aparece un humo
negro…cuando ustedes llegan de repente…?
—Es…la evolución. Las exigencias
del ambiente promueven las mutaciones necesarias para adaptarse naturalmente y
sobrevivir. Mi papá, mis hermanos y yo desarrollamos una muy útil para el
ambiente del siglo XXX. ¡Je! Pero no te diré qué hace. No quiero que estés
prevenida.
Sentía cada vez más terror. Al mover un poco mis manos las
rocé con mis muslos descubiertos, estaban frías como bloques de hielo. Llegamos
a su casa y mientras se estacionaba le pedí:
—Dígame su nombre y muéstreme su
cara.
Me mostró una licencia de conducir cubriéndole el rostro con
el pulgar. Se leía “Georgy Konstantinovich Zhukov”, nacido el 13 de noviembre
de 2013, y me indicó:
—Si te parece largo dime Bug.
“Zhuk” es “bicho” en ruso, pero realmente no me llaman Bug por eso, aunque sí
soy el bicho raro de la familia.
—Es por “error de sistema” …
Murmuré recordando lo que dijo papá sobre él, y me comentó:
—Se supone que no tenía que nacer
con la horrible cara de mi papá. Pero después de quince hijos mi pobre madre ya
estaba cansada y no pudo contrarrestar los genes de iguana… De cualquier forma,
Bug me gusta.
Lo miré con desconfianza y dije:
—Entonces “Bug” es un apodo para
un alias… ¿Por qué usan nombres falsos? ¿Cuál es nuestro apellido real?
Tío “Bug” se bajó del vehículo, me abrió la puerta y
finalmente respondió:
—¿Para qué quieres saber eso?
—Dijeron que me revelarían esos
datos hasta que fuera adulta porque entonces deberé tomar decisiones respecto a
eso. Quiero tomarlas ya. Si oficialmente tengo trece años y le suma cinco dan
dieciocho. Ya soy adulta.
—Tus padres biológicos siguen
vivos y juntos en el siglo XXII, ya tienes dos hermanitos. Puedes volver con
ellos, no son ricos ni importantes, pero son Homo sapiens. Vete ya y ahórrate
la tristeza, puedes volver luego cuando realmente seas una mujer mayor.
Entonces sería más sencillo...
—Mis verdaderos padres son los
que conozco y amo. Dígame cuál es mi apellido real, el suyo y el de mi padre.
Quiero saber toda la verdad, ser totalmente parte de la familia.
—Un documento no te hace
realmente parte de una familia.
—No es eso lo que me une a mis
padres. Lo que me hace sentirlos parte mía es el amor. Por eso quiero volver
con ellos y saber qué pasa.
Él me alborotó el cabello como si fuera una niña pequeña y
entró a su casa, lo seguí. Dejó el rifle sobre una repisa, se quitó el abrigo y
pude ver sus brazos. No son tan grandes como los de tío Alonso pero están igual
de duros y con los músculos marcados; creo que su cara y su actitud son
horribles, pero el cabello y el cuerpo los tiene preciosos. En el brazo derecho
tiene una serpiente enrollada que le baja del hombro hasta rematar con la
cabeza en el dorso de su mano, y en el izquierdo tiene grabados de la
revolución francesa. Por lo visto, él es el misterioso tercer miembro de la
secta loca de tío Alonso y Dumas. Se levantó la manga del brazo izquierdo y me
mostró que en el hombro tiene el mismo símbolo que dibujé, el que estaba en las
puertas del palacio el día del ataque terrorista. Lo señaló diciendo:
—Este es el escudo de la familia.
La “L” simboliza el número doce, representa la unidad, pero no una en buen
sentido. Es un mensaje a la familia, al grupo de personajes que retienen el
poder desde siempre: no soltar. También está ahí por “Lunae”, de la Luna. Ese
es “tu apellido”, el que adoptaron los últimos ricos y descendientes de la
realeza de la Tierra al llegar a la Luna, para fundirse en una misma crema y
nata de la podredumbre humana. No quiero entrar en detalles, pero no nos
enorgullece ser Lunaes. Por eso usamos nombres falsos.
—¡Pero yo sí me enorgullezco de
esta familia que me dio mi papá René!
Le recalqué. Él siguió intentando hacerme dudar:
—¿Qué sabes tú sobre tu papá? No
sabes ni su nombre de pila, o el mío...
—¿Cuál es su verdadero nombre?
¡Dígame!
—Es un secreto, como mi rostro.
—Al menos veo que usted tiene
algo en común con su hermano mayor… Papá también me oculta cosas…
—¿Y tú no le ocultas cosas a tu
papá…?
—¡No!
Exclamé molesta. Él fue a la cocina y sacó una lata de
cerveza de la refrigeradora, luego me dio la espalda, se apartó la máscara y
bebió. Después me dijo sin volverse a mirarme:
—Como sea. Bienvenida a mi
hermosa casa, que también es la tuya. Construida con amor y madera de roble en
1880. Arriba hay tres habitaciones libres, elige cualquiera, permanecen limpias
y con ambiente de chica porque las usan mis hermanas cada vez que vienen a
dormir en la montaña. Y el baño está arriba al final de las escaleras, tras una
puerta verde. ¿Necesitas algo más?
Subí corriendo y abrí la puerta del baño, era espacioso,
iluminado con luz natural que entraba a través de un domo de cristal, y estaba
lleno de peceras y más plantas, pero no otra cosa. Solo el espacio con el
retrete, la ducha y una tina. Así que bajé a buscar a mi tío que bebía de
espaldas a mí revisando una jaula con pájaros y se lo dije:
—No hay toallas ni shampoo.
—Sí. Durante el verano me baño en
el lago y me seco con el sol. Le hace bien al pelo largo.
—Supongo que lo demás lo hace en
el bosque…No hay papel de baño…
—Ah, sí uso ese retrete, pero
solo para pis. Cosas de mi especie, ya no necesitamos la puerta trasera, solo
la abrimos para fiestas.
—Bueno, yo necesito…papel de
baño. ¡No soy como usted!
—Claro, ¿yo qué sé? ¿Qué puedo
hacer para que disculpes mi ignorancia de hombre lagarto, Psy? ¿Limpio tu
trasero con mis lágrimas? Iré al pueblo y compraré tu papel, también comida
para gente primitiva que hace del dos. ¿Necesitas algo más?
—No…
Repliqué, él tiró la lata vacía a la basura volviendo a
ponerse la máscara; no logré verle nada del rostro. Guardó su rifle en un
gabinete y sacó otro explicándome mientras le revisaba la mirilla:
—Este es mi favorito, el CheyTac
M-200. Aquí debemos trabajar, Psique, los que vivimos en el exilio no tenemos
nada gratis. Hay que salir a cazar, el tipo de presa es un poco especial. Pero
no te preocupes, no participarás de eso, es trabajo de hombres. Tú podrás
quedarte en casa cuidando a los bebés…
—Tío, ¿por qué no quiere decirme
su nombre? ¿Por qué insiste en que seamos extraños? Nunca me visitó, ni
siquiera en las navidades.
—¡Deja de llamarme “tío”! ¿Tu
mamá no te contó la historia de Eros y Psique? Me la contó a mí de niño, dijo
que Psique significaba “alma” y “mariposa”, se me hizo el nombre perfecto para
un fantasma. Cuando apareció contigo y te llamó Psique creí que lo hizo porque
te ibas a morir pronto. Por eso no me acerqué a ti todos estos años, perdóname.
No quería verte sufrir. Pero la historia de Psique… ¿Sabes qué le pidió su
novio?
—Usted no es un Eros velado, si a
eso va. Más bien es una mezcla entre cazador, carnavalero veneciano y vikingo.
Y no estamos enamorados.
Él claramente no me escuchaba, estaba enfrascado en su arma
y solo me respondió mascullando otra sarta de comentarios perturbadores:
—¿Por qué mandas señales mixtas?
Eres como un cartel que dice “adelante, bienvenido”, pero está adornado con
signos de peligro y alambre de púas.
—Solo dígame su nombre, deje de
ocultarme información.
—A ver, ¡intenta adivinar mi
nombre! Juguemos a eso.
En ese punto me harté de sus tonterías y le tomé el cañón
del arma, diciendo:
—¿Si adivino me dirá toda la
verdad? Porque si piensa seguir tomándome el pelo tendrá dos opciones: jalar el
gatillo ahora mismo o pasar el resto de la tarde buscándome porque volveré a
escapar. No toleraré este atropello.
Él se quedó muy quieto, el rifle apuntaba justo a mi
corazón. Yo ya no tenía miedo, me movía una voluntad incomprensible, maquinal,
quería ir al grano de una buena vez. Entonces me apartó el arma y dijo,
guardándola:
—Tú y yo quizás tenemos un par de
cosas en común, Psy. Somos personas pragmáticas. Brutas y muy pragmáticas.
Luego se sentó en un viejo sillón y se arrellanó, hablando
siempre tranquilo:
—Acepto tu trato, pero un solo
nombre es muy fácil. El mío y los de mis hermanos que hacen falta. Si consigues
que te lo revelen ellos mismos haré lo que me pidas. Hasta reunirte con Ziggy.
—¡Trato hecho! ¿Cuántos hermanos
son?
—Dieciséis conmigo.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué tantos?!
—Mi mamá no era cinéfila y mi
papá era tonto, tenían pasatiempos simples.
Replicó simplemente. Entonces me tomó la muñeca del brazo
izquierdo y le revisó el dorso hasta encontrar algo que frotó con el dedo,
ordenándome:
—Toca aquí, este punto. ¿Sientes
eso?
—Es como un granito duro… ¿Sera
una espina?
—Es una micro computadora. La ley
del siglo XXX exige que tengamos una implantada, sirve para comunicarnos y para
transacciones comerciales. Pero la tuya está apagada. No podía enviarte
mensajes, por eso tuve que ir tras de ti por la carretera. Debiste ver alguna
vez a tus padres usarlas.
—Ah, sí, es que no me gusta la
tecnología moderna… ¡Me da miedo!
—Bueno, será mejor que controles tus temores
porque aquí este aparato podría salvarte la vida. Voy a formatearla en caso de
que tenga algún programa extraño del tío Adámas y la haré una copia de la mía
que está alterada para que no pueda rastrearse por el gobierno selenita. Tomará
solo un minuto.
Se quedó un rato sosteniendo mi muñeca y presionando el
punto que me señaló, sus manos son grandes y ásperas. Tienen cayos por usar las
armas y vivir en el campo. Él se fijó en la mía y antes de soltármela acarició
la palma un momento, después murmuró con unas risitas siniestras:
—Soy un simplón, me entusiasmo
tan fácilmente... Listo, chasquea los dedos.
Hice lo que me sugirió y entonces apareció una pequeña
pantalla holográfica sobre mi mano. He visto a los adultos de mi casa usarlas,
pero realmente no tenía idea de cómo las controlan y mi tío me enseñó:
—Se maneja con la mente, cuesta
un poco acostumbrarse y requiere algo de concentración, pero después es lo más
normal. En mis tiempos esto lo hacía el teléfono, ahora es un chip del
Anticristo friéndonos el cerebro.
No había terminado de decirme eso cuando yo ya estaba
buscando datos sobre todo lo que él me había dicho. Era verdad, mi familia
adoptiva es la última familia real del mundo y son temidos a la vez que muy
odiados en el futuro, donde los seres humanos ya no parecen serlo, sus rostros
son demoníacos y llevan lúgubres vestiduras negras como las de aquellos
pequeños cuerpos muertos que vi la otra noche en el ataque al palacio. Tuve que
apagar la pantalla, no quise seguir viendo aquello. De repente, mi tío Bug
habló de nuevo:
—¿Por qué apartaste la vista tan
bruscamente? ¿Te da miedo la gente como yo?
—No…Es que no gano nada con mirar
su aspecto, quiero saber su nombre.
—Aureus Lunae V.
—¿Qué?
Pregunté sin entender:
—Mi nombre real, es Aureus Lunae.
Igual que mi papá, mi abuelo, mi bisabuelo, ¡mi sobrino! … En cada generación
hay un Aureus.
—¿Su nombre…real? Pero…
—Claro, odio que me digan Aureus.
Todos los Juniors sabemos que mamá debió haber gemido o gritado nuestro nombre
alguna vez durante el sexo. Así que por favor dime Bug, yo no uso el alias por
guardar mi identidad, sencillamente detesto mi nombre.
—¡¿Por qué me lo dice todo así,
tan fácilmente…?!
—¡Para que aprendas que soy
impredecible y hago lo que me da la gana!
Entonces me levanté a tomar un poco del aire fresco que
había afuera, me sentía tan feliz de estar ahí y al mismo tiempo tan
desesperada por irme, ojalá nunca hubiera sabido estas cosas o visto esas
imágenes. De pronto una mariposa pasó volando cerca y su belleza me hechizó,
nunca había visto una de verdad. Traté de tocarla, pero cada vez que me le
acercaba volaba alejándose más de mí. Poco después me di cuenta de que mi tío
raro venía siguiéndome disimuladamente, sabe moverse con sigilo y con eso no deja
de recordarme que es un cazador y debe saber acechar presas… Se quedó quieto
junto a unas ramas de pino y cuando la mariposa se posó sobre una de estas la
tomó de las alas lentamente. Con inusual sutileza. Luego me la entregó,
diciendo:
—Necesitas tener paciencia e ir
despacio para atrapar una de estas. Se dañan fácilmente.
La recibí dejando que se posara sobre uno de mis dedos, fue
quizás la cosa más fascinante que hice en mi vida, pero apenas unos segundos
después se escapó volando muy alto. La vi alejarse y pregunté con curiosidad:
—¿Qué debo hacer para que una se
quede viviendo conmigo?
—Tendrías que clavarla para
hacerla tuya. Suena terrible, pero así es.
Respondió y no sé por qué eso sonó tan raro. Caminé siempre
con él tras de mí hasta una arboleda oscura donde había una multitud de
telarañas perladas con rocío, es un espectáculo hermoso y siniestro, algunos
arácnidos negros y alargados reposaban inmóviles entre los hilos blancos, en
silenciosa amenaza …Como mi tío Bug. Para aliviar un poco la tensión que se
hacía cada vez más pesada si no hablábamos, traté de charlar con él sobre
cualquier cosa:
—¿Quién le contó que me gustan
los slashers?
Antes de contestarme, me tocó suavemente la cinta que traigo
atada en torno al cuello y dijo:
—Conozco esto.
Luego me acarició una mejilla con el dorso de los dedos,
respondiéndome:
—Leí tu diario.
Pude sentir como la sangre se me iba del rostro, palidecía y
me temblaban las piernas. ¡Nunca más volveré a separarme de mi diario! Al
instante corroboré que lo llevara guardado en mi mochila. Ese hombre supo todos
mis secretos y temores, nunca antes me había sentido tan vulnerable. Él levantó
las manos como en señal de rendición y se alejó unos pasos al notar mi miedo;
luego se sacó un arma del bolsillo trasero, le movió alguna cosa y me la
entregó diciendo:
—Toma, si intento hacerte algo,
puedes dispararme. ¡Ahora estamos a mano! Quizás seas pequeña, pero las balas
también lo son y no por eso la gente va por la vida cruzándose en sus caminos.
Tomé el arma con desconfianza y la escondí en mi abrigo, sin
apartarle la vista a él de encima. Después traté de hablar sin que se me
quebrara la voz. ¡Dios mío, hay cosas tan íntimas escritas aquí!:
—¿Qué leyó…?
—No hay mucho que leer, lo más
relevante es la parte en que informas que no hay que darte avena con brócoli, y
otra donde dices que me viste en una foto con el cabello recogido y quisiste
saber qué tan largo lo tengo.
Me congelé mirando al piso, pasando de la palidez al rubor
tan intenso que me ardieron las mejillas. Mi horrible tío Bug me informó
entonces:
—Bien, me mide veinte
centímetros, puedes corroborarlo cuando quieras.
—No puede ser, evidentemente
alcanza al menos un metro.
Murmuré extrañada mirando su cabello, él respondió:
—Si tú lo dices. ¡Voy a alardear
de esto con mis amigos! Por cierto, también leí lo de la flor que florece
escondida… ¿Qué fue eso?
—Quise decir que siento que
desperdicio mi vida encerrada y escondida en mi casa… Es como si no existiera,
por más buena chica que sea, ¿Quién aprecia una rosa que florece escondida en
el fondo de un agujero?
—Alguien que viva metido al fondo
del agujero.
—Pero ahí solo viven alimañas…
—Como yo, por ejemplo.
No quería mirarlo a la cara, a la máscara, pensar que
tendría que quedarme con él no sé hasta cuando me pareció imposible. Ya no
quería tenerlo cerca ni un minuto más. Traté de alejarme caminando de espaldas
y él me dijo de golpe:
—Dejémonos de rodeos, tú quieres
acostarte conmigo. Admítelo.
En ese punto, toda la atracción quizá morbosa que antes
sentí por él se me convirtió en repudio. Tragué en seco sin saber qué
contestar, él empezó a acercarse más a mí, hablando con toda naturalidad:
—Nunca me había animado la idea,
no soy del tipo que pierde su tiempo con chicas tímidas, pero ahora solo pienso
en tus muslos medio cubiertos por esas medias negras y la faldita plisada.
Por fin me volví a mirarlo y dije alzando la voz, juntando
todas mis fuerzas para sacar valor y poner límites antes de que las cosas
empeoraran:
—Sus bromas de flirteo son
perturbadoras, ¿Cuántos años tiene usted? Sea o no confuso entre viajes en el
tiempo, tiene usted al menos dieciocho, tío, definitivamente es un adulto. Y yo
no. ¡Y es mi tío!
—¿Qué es el tiempo, Psy? Una nada
que se mide con relojes. Cuando vives tantos años sin envejecer, el amor se
vuelve algo irreal. ¡Nadie pensó en las consecuencias emocionales de una vida
tan larga en un mundo tan vacío! Mis hermanos se han divorciado y enviudado no
sé cuántas veces y los que siguen con sus amores de juventud me parecen casi
inhumanos, pero siempre creí que al menos una vez en la vida tienes que
encontrar a esa persona que no querrás dejar ir. Y yo ya he vivido 189 años,
quizás es mi hora.
Me quedé boquiabierta, sin palabras, y me le aparté unos
pasos más. ¿Qué es mi familia? Entonces recapacité con terror en que no sé
quiénes son, no tengo idea… Toda mi vida estuve encerrada aprendiendo de un
mundo que ya no existe, entre personas que me ocultaron la realidad. Supe que
no podía confiar más en lo que me habían dicho, tendría que conocer todo por mi
propia cuenta, entonces me armé de valor y pedí a mi tío:
—Quítese la máscara…
Él se quedó unos segundos pensando, luego me respondió con
un suspiro:
—No puedo. Te lo diré de una vez:
solo la uso ante extraños del pasado, pero me ordenaron no quitármela frente a
ti. Mira, yo nunca te voy a mentir, voy a callarme lo que no me preguntes ni te
haga falta saber porque no me gusta dar cuentas a nadie, pero jamás te
esconderé otra cosa aparte de mi rostro. Eso es lo único que no te puedo
revelar todavía.
—¿Hasta cuándo piensa hacerlo?
—Eso depende de ti. Vi como
apartabas la vista con horror cuando aparecieron imágenes de otros como yo. Leí
en tu diario que te molesta mucho el que tu pobre madre no sepa cómo
alimentarte porque ella no come lo mismo que tú, ¿nunca te imaginaste que quizá
su metabolismo es distinto al tuyo? ¿Muy distinto…? Ahora te noto alterada ante
la realidad: esta familia es el resultado de siglos de abuso de la ingeniería
genética y la endogamia. Sus miembros más “puros” son monstruos… Una nueva
especie, un paso forzado de la evolución. Todos, en menor o mayor proporción,
son como yo, tú eres la única y la última sana. No quiero ser la principal
razón por la cual nos rechaces.
Entonces tragué saliva y le dije con determinación:
—¿Esto era lo que mis padres
tanto ocultaban? ¿Cree usted que de pronto dejaré de amarlos y los abandonaré
solo por saber que físicamente no son como yo? ¡Son mi familia! ¡Mis padres!
Son más míos que la pareja que me engendró. Los aceptaré como sean y por ellos
lo aceptaré a usted también. Es el hermano de mi padre, es mi tío. Somos tío y
sobrina.
—Tío adoptivo y sobrina adoptiva.
Sabes, las etiquetas y los compromisos no me van bien. Comprendo que sientas a
tus padres tan tuyos porque te criaron desde que naciste, pero yo apenas te
conozco. No me gusta esto de pretender que somos algo que no sentimos, no me
siento tu tío. No me lo creo. Como tampoco creo que reacciones tan bien al
mirar cómo soy en realidad…
—¡De todas formas quiero saber
qué esconde!
Le contesté ya decidida. En ese momento, me di cuenta de que
tendría que ser fuerte y defenderme por mis propios medios pues estaba sola en
frente de lo desconocido. Bug, mi tío, se tocó los bordes de la máscara y dijo:
—¿Segura? Podría tener la mitad
del rostro cubierta de pequeños ojos, o granos, o escamas, o quizás no tener
nada. Ser una superficie de piel lisa. ¿Sabes cuál es el problema de la gente?
Quiere pertenecer, quiere que su identidad sea un colectivo, pero es más
sencillo enderezar los errores de una sola persona que los de un batallón de
imbéciles. Puedes rastrear los orígenes de esta familia hasta la edad media,
hubo reyes, emperadores, pero más que nada psicópatas y tipos deformes. ¡Muchos
feos, malditos y degenerados deformes!
—No me importa, quiero saberlo y
quiero seguir siendo hija de mis padres.
Repliqué seriamente, él me respondió:
—Bien, me detendré si te arrepientes.
Comenzó a levantarse la máscara y esperé mirando fijamente.
Hizo una pausa como si fuera a pedirle que se detuviera, no estaba dispuesta a
eso. Me mantuve firme y él se descubrió un poco más, pude verle el mentón
pálido, con una barba de dos días, pese al descuido seguía sin parecer
normal…humano. Sus labios entreabiertos dejaban ver la punta de una lengua
negra y sonrió como ya no pudiendo contener una carcajada…Dejando al
descubierto dos afilados colmillos… Entonces se echó a reír y volvió a
colocarse bien la máscara. Me quedó claro que “ellos” no son como yo. Se rio un
poco más y finalmente me dijo en un tono inquietante:
—Nunca has estado con un hombre,
¿verdad? Está bien, serás mi primera virgen. Será una primera vez para los dos.
Yo no quería, pero si insistes…
En ese momento me sentí completamente abrumada por esa
conversación. Nunca había hablado con un hombre que no fuera dulce y servicial
conmigo, y este sujeto, el hermano más joven de mi padre, estaba entrando en mi
vida con la violencia de un ariete. Tragué saliva y le recordé al mismo tiempo
que él volvía a acercarse a mí:
—Somos tío y sobrina…
—Tú y yo seremos lo que sea más
divertido ser, mariposita esquiva.
Me contestó y no aguanté más. Eché a correr con todas mis
fuerzas, miré varias veces por encima de mi hombro, él solo se quedó parado
viendo cómo me alejaba. Me adentré en la vegetación a toda velocidad sin
detenerme, traté de cruzar arroyos, ir borrando mis huellas, todo lo que se
hace en las películas para que no puedan rastrearte. Ese tal Bug debió estar
tan seguro de encontrarme que por eso me dejó ir, pero haré lo posible para que
no pueda localizarme. Así seguí y seguí hasta que me quedé sin aliento, luego
caminé sin parar; tomando agua de riachuelos. Empecé a marearme y caí sobre un
montón de hojas secas, bajo unos inmensos árboles. Las piernas me dolían,
respiraba con dificultad, pero miré al cielo entre las hermosas ramas de las
coníferas y me sentí muy bien. Libre. Debía estar a varios kilómetros ya de la
civilización, respiré hondo y pude al fin relajarme. Escribí en mi diario,
ahora intentaré tomar una siesta. Aprovecharé que es medio día y el ambiente es
cálido. Cuando caiga la noche y el frío sea un problema caminaré más para no
helarme. No sé a dónde iré, pero definitivamente no volveré con la familia
Lunae hasta que todo se aclare.
Sábado 14 de agosto de 3030
Mi querido Diario…No sé ni como empezar a contarte. Tras
escaparme de mi tío y quedar dormida en un claro del bosque, me desperté ya de
noche. Al inicio, entre las pestañas vi que la oscuridad ya me rodeaba, pero no
quise levantarme porque estaba muy cálida y cómoda. De momento no me pregunté
por qué, no te cuestionas las cosas cuando estás bien, luego recapacité: había
una hoguera cerca de mí y estaba envuelta en un abrigo de hombre. Me incorporé
bruscamente acuclillándome en posición defensiva al ver al tío Bug mirándome,
sentado junto al fuego. Empezó a darme miedo. Contrario a mí, él como siempre
estaba muy tranquilo, esperando a que despertara con el mentón apoyado sobre un
puño y quemando un palito en el fuego. Él me había arropado. Entonces recordé:
¡yo estaba armada! Busqué en mi propio abrigo y saqué la pistola que él mismo
me dio y le apunté, pero por más que intenté dispararla no pude. Lo intenté
frenéticamente hasta qué él se levantó para indicarme:
—Fui al pueblo por tus cosas
mientras no estabas. Olvidaste que tu implante está conectado al mío, siempre
te iba a encontrar… Y estás intentando disparar sin quitar el seguro…
Busqué el seguro con desesperación, sin saber cómo era,
hasta que él extendió una mano pidiéndome que le entregara el arma. Me negué y
seguí tratando, pero como no lo conseguí se la lancé a manera de proyectil. Él
la atrapó en el aire evitando que lo golpeara y empezó a enseñarme:
—Debes moverle esta palanca…
¿Ves? De todas formas no va a disparar porque no está cargada. No iba a darte
una con balas, pudiste haberle quitado el seguro accidentalmente y darte un
tiro al pie. Además estaba seguro de que intentarías matarme, no esperaba menos
de ti.
—¡Me mintió!
—Nunca me preguntaste si estaba
cargada, te hubiera dicho que no y enseñado a usarla como se debe.
Murmuró empezando a cargarla, luego me la ofreció diciendo:
—Tengo ocho hermanas mayores y
jamás les levanté la mano o les falté el respeto. Hablo demasiado, pero mi
madre supo criar a sus hijos. Por eso no me preocupa darte el arma, no te daré
motivos justos para que la uses.
—Usted no debería insinuárseme.
Le hice ver con recelo, negándome a aceptar su arma. Él
volvió a guardársela, soltó una especie de suspiro y habló:
—Bien, admito que quizás fui
demasiado agresivo al abordarte. Me impacienté porque ya sé que yo te atraigo.
Quieres…conmigo.
—¡No! ¿No leyó mi diario? ¡Usted
no es el que me gusta!
Exclamé ofendida. Él insistió:
—Quizás no conscientemente. Pero
hay algo en tu olor…
—¡No mienta, mi tío Ray ya me
curó!
—Hueles a orquídeas, miel y
madera fresca, son feromonas. ¡Lo siento, pero así funciona mi especie En fin,
sé que se te mojan las pantaletas cuando estoy cerca. Niégalo si quieres, pero
tu cuerpo no deja de mandarme invitaciones a cenar. Lo peor es que yo en verdad
no quería que nuestra relación fuera así. Pero supongo que como hombre se te
sube el ego y como animal ves la oportunidad. Pero entiendo… Realmente no
quieres. Es una reacción involuntaria.
Así supe que eso fue lo que olieron en la cafetería. Y es
cierto, no sé por qué, pero me mojo tanto cuando él está cerca que por momentos
me chorrea un muslo. Debe ser una reacción involuntaria al miedo, ¿qué otra
relación podría haber entre que él haga que se me mojen las pantaletas y que me
guste? Entonces le reclamé muy molesta:
—¡Lo que pasa es que estoy
cansada! Mi cuerpo todavía se estaba recuperando de tantas intervenciones
quirúrgicas y el estrés que he sufrido este día ha sido el más grande de toda
mi vida.
Mi tío guardó silencio un rato y luego dijo mirando al
fuego:
—Piensa en golf.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque es el deporte más
aburrido y estúpido que existe. Golpeas una pelotita con una colección de palos
tontos, ¿para qué? ¡Jamás jugaría golf! Me sentiría completamente ridículo.
Jugando golf en pantaloncitos cortos, moviendo el trasero para equilibrarme
mientras golpeo mi pelotita.
—Ahora que lo menciona…Sí, creo
que sería usted un terrible golfista.
Opiné. Luego él se sentó a mirar la fogata, después yo
también. Nos quedamos en silencio un rato pensando hasta que él dijo:
—Pues… eso parece controlar el
problema. Hace tanto tiempo que fui joven que ya olvidé como era. De todas
formas me sentía usado, a Dumas le das tu cariño y admiración, pero a mí me ves
como un pedazo de carne. No soy uno de esos chicos fáciles, Psique. Seré uno de
los parientes pobres, pero todavía tengo sangre azul, soy un princeso.
—Así no se dice…Y… ¿Leyó lo de
Dumas…en mi diario?
—No se lo voy a decir. Es algo
que solo sabremos nosotros dos.
Hubo otro largo silencio hasta que le pregunté:
—¿Alguna vez vio una de esas
películas donde los reptilianos usan a la gente como ganado…?
—Estás siendo racista.
—Quiero decir… ¿La familia es
así…?
—Mira, no creo que tu color de
piel o la forma de tu rostro te predispongan a “usar a la gente como ganado”,
el poder corrompe a los estúpidos que no entienden que la humanidad es un todo
y si dañas una parte te afectará a la larga porque también eres parte de ese
todo. No hay genios del mal, ni planes maestros, ni conspiraciones, solo gente
tonta con demasiado poder.
—Pero, a lo que voy es… Sí son…lo
que llaman “reptilianos” …
—Ya basta. Esa palabra es
ofensiva, discriminatoria e inexacta. ¡No somos reptiles!... Somos gente con
ADN de reptiles. Y otros animales… Y además, ¿qué pasó con aquello de que ibas
a seguir amando a tus padres pase lo que pase? Tú amas a tu familia aunque no
compartes su sangre, yo amo a mi familia aunque no comparto sus ideas. Ese amor
es lo bastante grande como para tatuarme el escudo de la familia en un hombro
aunque esté en contra de todo lo que significa, no es lealtad a un apellido
sino a mis padres y mis hermanos. A la gente que amo. Así que deja de llamarnos
por esos nombres, nuestros errores no nos definen si estamos conscientes de
ellos y tratamos de enmendarlos.
Miré a mi tío un momento y empecé a hablarle seriamente:
—¿Usted amaba a su madre aunque
lo obligó a nacer así…?
—Mi madre... Sabes, la compraron,
como a la de Violeta. En el futuro venden muchachas como tú para diversión o
para usar sus vientres. Yo era el favorito de mi madre, pudo haberme odiado por
la forma abusiva en que mi padre se le acercó en un principio, pero no fue así.
Nos amó a todos, ¡hasta a él! A veces me pregunto si acaso simplemente evadía
admitir la realidad, porque ella sabía todo, pero… Supongo que quería una vida
sencilla, era campesina, me enseñó a vivir en la montaña y a ser como soy.
Cuando murió, yo no podía dormir, no quería comer, ya no sabía cómo vivir; me
costó mucho sepultar toda esa angustia junto a ella, toda esa rabia de pensar
en que la usaron como al ganado humano que mencionas, la máscara ayudó un poco
a esconder todo eso que me mataba por dentro. ¡Siempre estaba triste! Y no
quería hablar al respecto, así que solo escondí mis emociones. Quise volverme
insensible, pero con los años me di cuenta de que fue una decisión estúpida.
Morí en vida, perdí muchas oportunidades de amar o de superarme por vivir
evitando enfrentar lo que sentía. Dejándolo para más tarde. Cuando ella vivía
le huía al destino porque no quería dejarla sola y ahora aún le huyo porque no
quiero olvidarla.
Entonces le dije, tratando de imitar a mi propia mamá:
—¿Sabe cómo se cura un duelo?
Usted debe soltar, déjela descansar y tome todo ese cariño que ya no puede
darle para entregarlo a otra persona viva que lo merezca. Tiene muchas hermanas
para querer y poner en ese espacio vacío que dejó su madre. No será lo mismo,
ni mejor y ojalá no peor, pero se sentirá lleno.
—Sí, de hecho quiero hacerlo.
Quiero volver a sentir una conexión profunda con alguien, quizás salga
lastimado, pero… El amor es un deporte de riesgo.
—Ahora usted habló conmigo sobre
esa pesada carga que reprimía y no quería enfrentar. Debe sentirse mejor tras
soltarla por fin.
—Sí…Creo. A cincuenta años desde
que la perdí. Ni siquiera era algo tan difícil… No era que lo evadiera por
cobardía, era una jodida pereza por empujar la puerta oxidada de mi sucio
corazón y abrirlo. Esta fue la verdadera tragedia… No haber aprovechado el
tiempo. Pero…Este momento debía llegar. Solo ya no me estoy resistiendo a lo
inevitable.
—¿Puede ahora comprender cómo me
siento yo sin mi madre? Y ella está viva, necesitándome. Usted podría ayudarme
a volver con ella, ¿verdad?
—No te pases de lista... No voy a
meterme en eso, dicen que en la Luna te esperaba algo peor que todo lo que
pueda pasarte aquí. Aunque hasta ahora el único horror que has vivido fue
comerte un condón sin usar.
—¿Un condón? ¿Dónde y qué es eso?
Quise saber y me contestó vagamente:
—Olvídalo, total que si se diera
el caso no lo usaría contigo.
—Me parece bien.
Sentencié adivinando que hablaba de más cosas de campo y él
agregó:
—Ahorraría en eso y en
lubricante.
—Claro.
Respondí bostezando. Esa charla sobre asuntos campiranos me
empezó a dar sueño, ya algo más relajada pregunté con curiosidad:
—Si los híbridos no pueden tener
hijos, ¿por qué tía Violeta tuvo un bebé?
—Su marido es astuto y siempre se
sale con la suya. Él quería un hijo de ella.
—Es un hombre muy malo, ¿cómo
pueden seguirlo defendiendo?
—Eso deberías preguntarte…
Espera.
Justo en ese momento se escuchó un sonido cerca. Entonces mi
tío Bug se levantó preparando el rifle y murmuró:
—Huele a Diesel pero se mueve
como algo vivo. Es una biomáquina.
Todavía no terminaba de hablar cuando de entre el oscuro
follaje emergió una enorme criatura humanoide con piel de reptil y rostro
demoníaco. Debió medir unos tres metros, las partes de su cuerpo que no se
cubrían de escamas mostraban los músculos en carne viva y tenía piezas
mecánicas incrustadas en sus miembros. Era espantoso, algo como un cruel
experimento de taxidermia de tamaño colosal. Tío Bug empezó a dispararle, pero,
aun cuando efectivamente le daba en la frente, las balas no atravesaban la dura
coraza de la bestia. En ese momento aquella cosa horrible estiró un brazo como
para alcanzarme, grité cayendo al piso y cerrando los ojos por un instante; al
abrirlos de nuevo, mi tío Bug había desaparecido. Miré a todos lados y
realmente no estaba en ninguna parte, en ese momento el monstruo me tomó un
tobillo y me levantó en el aire. Estaba segura de que se disponía a arrancarme
las extremidades a tirones, entonces de alguna forma tío Bug reapareció.
Juraría que solo se evaporó y de repente se materializó sobre el horrible ser,
sacó unas largas uñas retráctiles y se las clavó en el cuello hasta
decapitarlo. Caí al suelo y casi junto a mí cayó también la bestia
desparramando cables y un líquido que se veía más como aceite que sangre. Noté
horrorizada que todavía se estaba moviendo, la cabeza seguía conectada al
cuerpo por unos alambres que chisporroteaban. Casi al instante se cubrió en
llamas y mi tío Bug me apartó de los restos levantándome en un solo brazo.
Entonces finalmente me sentí tan frágil y desamparada que rompí en llanto:
—¿Qué era eso? Es cruel, no era
necesario tratar de despedazarme, ¡¿Por qué me mandaron a este lugar?! ¿Cómo
voy a sobrevivir a estas cosas?
—Tranquila. Las “biomáquinas” son
ciborgs, son criaturas controladas por computadoras. Las diseñó la empresa de
tu padre para trabajar en zonas rurales, pero vienen aquí ilegalmente; saquean
estas tierras donde se supone que las leyes de la Luna lo prohíben.
Probablemente no quería matarte, sino reproducirse usando los famosos
“nanobots” de tu papá…Todos son machos.
—¿Qué?
—Su esperma son robots
microscópicos que fuerzan el organismo de las mujeres para gestar nuevas
biomáquinas. En teoría deberían hacerlo bajo un contrato, en un laboratorio con
supervisión médica; pero se ahorran todo eso viniendo aquí y simplemente atacando
chicas. No sé qué estaban pensando al idear robots que se reproducen así,
quizás fue para reducir costos… Pero por eso decidimos cazarlos y vender las
partes reciclables. Es el negocio familiar aquí en la montaña. ¡Es rentable y a
la vez se hace un servicio a la comunidad!
Me quedé helada, tuve nauseas, quería gritar, por fin logré
decir algo:
—¿Mi papá ideó eso? No… ¡No puede
ser!
—Mira, no sé si será verdad que
fue idea de él, esos son secretos de las empresas que no se rebelan al público,
pero lógicamente no es un orgullo decir que eres de la familia Lunae que gana
dinero con este tipo de negocios. Otra razón para usar un alias cuando eres un
Lunae.
No sé por qué empecé a llorar más fuerte, desesperada,
¡nunca había llorado y cuando lo hice al fin fue como si erupcionara un volcán!
Creo que mi angustia abrumó un poco a mi tío, se quedó un momento aturdido y
después exclamó:
—Ya deja de llorar…El pasado pasó
y el futuro aún no llega. La única certeza es que estás viva y mientras yo esté
en tu presente no voy a dejar que te hagan nada. Voy a cuidarte.
Seguí llorando desconsolada mientras él me cargaba con un
brazo y con el otro sostenía su rifle, en cierto punto creo que ya se hartó de
oírme llorar y dio un disparo al aire. Al momento me quedé callada y él me
gritó:
—¡¡Ya deja de llorar!! ¡Te estoy
diciendo que voy a cuidarte! ¿Bien?
—Es que…también estoy
enojada…Porque no me dejaron decidir, ni puedo defenderme sola. No quiero
volver a sentirme frágil. Es humillante. Quiero matar a la biomáquina pero no
puedo.
—¿Qué?... Pues…¡Voy a cuidarte
hasta que te hagas fuerte y mates biomáquinas!
Sus palabras me reconfortaron, asentí con la cabeza y me
abracé a él con fuerza porque ya sé que con él todo debe ser rudo. Pude sentir
su cabello, es muy sedoso y además noté que aunque había transpirado no olía
mal como imaginaba sería con un hombre así, de hecho, huele igual al petricor.
Definitivamente no es un ser humano normal, no sé cómo se ve en realidad, pero
en ese momento dejó de importarme. No lo solté hasta que volvimos a su caserón.
En el trayecto por el bosque frío y oscuro tuve mucho miedo, temía que más
monstruos se ocultaran en las sombras, pero él me estrechaba con firmeza
caminando de prisa como si supiera que yo necesitaba que me sacaran de ahí
pronto, hablándome de golf y tratando de hacerme reír. Al llegar a su casa me
sentí como volviendo a mi hogar. A salvo. Me hizo ver todo un torneo de golf
antes de quedarme dormida acurrucada a su lado y en su cama. Dijo que yo era la
primera mujer que sin ser una de sus hermanas se atrevía a entrar a su
habitación, realmente entré porque él me llevó en brazos y no imagino razones
para no ir a su dormitorio. Está limpio, es bonito y está cálido. Dice que odia
el frío, me estuvo contando que desde que era muy pequeño lo asociaba con el
dolor y le daba ganas de llorar. Que todavía a veces se despierta de madrugada
y si hace frío siente una angustiante tristeza, no sabe por qué. Pobrecito. Se
había quitado la camisa, así que podía verle mejor los tatuajes, en especial
uno con el lema de la revolución francesa rodeado de cadenas rotas en su pecho;
le pregunté si le dolió que se lo hicieran, dijo que sí, pero se aguantó.
Entonces le di un beso en el pecho, me recosté en él abrazándolo y le acaricié
la piel tatuada, porque me dio como compasión. Creo que eso lo relajó pues dejó
de contestarme y pronto noté que estaba muy dormido aún con la máscara puesta.
No se la quité, está bien así. Puedo convivir con mi tío Bug. Es un hombre
interesante, me inspira, hasta se me ocurrió una historia para escribir sobre
una chica exploradora que encuentra una nueva especie de serpiente y la estudia
y juega con ella. Desperté esta mañana y él ya me había preparado un desayuno,
cocina mejor que mamá, aunque no tan bien como Violeta. Debió aprender de su
madre. Me dijo que no durmió muy a gusto y me sirvió una salchicha, con un par
de huevos fritos muy redonditos y un vaso de leche; después me preguntó si no
recordaba algo por lo que debería disculparme. Le pedí perdón por comerme los
dulces de su auto, agradecí su hospitalidad y le pedí un cuchillo para cortar
su salchicha a la mitad porque era tan grande que no me iba a caber. No sé por
qué se quedó un rato como confundido, luego me lo dio sin decir nada más y creo
que con eso ya limamos las asperezas del primer encuentro; luego me puse a
escribir. Dice que pronto vendrá a visitarnos Amleth. Esto me alegró, pero aún
me duele imaginar cómo estará mamá. Trato de no pensar en ella, pues solo
recordarla hace que me salten algunas lágrimas. Ahora ya aprendí a llorar.
Caso II: Amleth
Lunes 16 de agosto de 3030
Querido diario, hoy por la tarde llegará Amleth, me
sorprendió saber que de hecho ella es un año mayor que mi tío Bug. Creo que iré
estudiando a los hermanos así, de menor a mayor hasta volver con papá. Ayer fue
un domingo muy lindo, ¡caminé tanto que por la noche no me quedaron energías
para escribir! Acompañé a mi tío a recorrer la zona buscando más de esas
biomáquinas horribles, por suerte no hubo nada raro. Él va por el bosque
caminando a zancadas, si una rama le estorba la troncha y a media mañana le disparó
a una enorme rata que pasó corriendo. La despellejó, la destripó y después la
cocinó con hierbas para hacer un caldo. Observé todo en silencio, al final él
se bebió la sopa y me pidió que me comiera la carne con las hierbas. Estaba
deliciosa. Hay algunas personas viviendo en el área sin ser parte de la
familia. Todos parecen montañeses caníbales, pero son inofensivos, solo se la
pasan borrachos. La libertad es un poco melancólica cuando es solitaria, dice
mi tío, él está contento de tenerme para platicar y decir sus chistes groseros.
Me llevó a un prado y me enseñó los nombres de todas las hierbas y para qué
sirven. Unas curan, otras son venenosas, otras se comen y algunas son
divertidas. Le pedí que me enseñara un diente de león, los he visto en películas
y siempre quise soplar uno; estuvo mucho tiempo buscando porque no crecían en
esa zona y cuando lo halló y lo tuve en mis manos lo soplé, pero no pasó nada.
Él lo tomó y dijo:
—Todavía no estaba bien maduro,
necesitará ayuda para volar.
Entonces le arrancó los pétalos y los puso en su mano para
que yo los soplara, así lo hice y se elevaron por todos lados, ¡fue genial!
Pero me lamenté:
—¡Qué triste que para que vuelen
tan lindo deba destruirlos!
—Al contrario, los ayudaste a
liberarse. Si se hubieran quedado todos juntos y en la humedad, se pudrirían.
Ahora con suerte caerán en buena tierra y se convertirán en nuevas plantas.
Entonces se sentó en la hierba y me tiré a su lado,
preguntándole:
—Usted es muy agreste cuando la
familia está llena de hombres y mujeres de ciencia y artistas. ¿Nunca tuvo
problemas por eso?
—De hecho sí. Mi tío Adámas
siempre se lamenta por mi madre, cuyo heredero consentido solo es bueno para
disparar. Amleth me insistió mucho en que terminara la escuela, que leyera o
algo, pero mi don es ser buen cazador y conocer el bosque. Uno debe saber
valorar lo poco o mucho que tenga. Si no sabes hacer eso, no importa dónde
estés, sentirás que todo es insuficiente. Al final lo aceptó, más que mi
hermana es una buena amiga. Somos los más pequeños y muchas veces debimos
aliarnos contra los hermanos mayores molestos.
—¿Sabe que ella habla con su
padre muerto?
—Sé que no le creen que habla con
nuestro padre. Pero yo he visto cosas, una sombra que la ronda, una voz que le
responde cuando platica supuestamente sola encerrada en su habitación. Otros
aquí en el pueblo también lo han notado, habla con alguien, pero no queremos
saber quién es.
Lo miré asustada y él se rio, inquiriendo:
—¿Temes que Amleth hable de
verdad con un fantasma?
—No…No sé, es que yo no creo.
Nunca los he visto. Así todo es dudoso,
pero antes hasta me costaba creer que existían los bosques. Ahora no sé. Nunca
le temí a los fantasmas, no vi muertos hasta aquel día en que usted les disparó
a los hombres aquellos. Le temo a las conspiraciones.
—¿A los hombres lagarto…?
—No…
Murmuré porque ya me di cuenta de que se siente mal por eso.
Entonces señaló a un lugar al otro lado del prado y me dijo:
—Allá está un diente de león que
se nos pasó.
—No veo nada.
Opiné. Él preparó el rifle, apuntó con la mirilla y disparó,
un montón de semillas voladoras se dispersaron en el aire. Me tendí en la
hierba, las miré flotar sobre nosotros barridas por la brisa y él me comentó,
revisando su arma:
—Renuncié a mi herencia para
venir a ser guardabosques en esta montaña y disparar todo el tiempo, fue la
mejor decisión de mi vida.
—¿No se arrepiente de haber
perdido los lujos y el privilegio?
—No. Ahora tengo toda esta
libertad y miles de hectáreas de bosque para cazar. ¿Tú las dejarías para
volver a estar encerrada en la mansión de tu padre?
Tuve que pensarlo un rato antes de contestarle, mirando las
nubes esponjosas que iban cruzando el cielo azul celeste intenso mientras aún
volaban algunos dientes de león:
—Ya no podría vivir si no vuelvo
regularmente a la naturaleza. Ayer dormí muy tranquila, me sentía segura en la
cama con usted aunque sea un… “lagarto”.
Él se tendió a mi lado y guardó silencio un rato, después me
interrogó:
—¿Tu mamá no te dijo cómo se
hacen los bebés?
—El óvulo se junta con el
espermatozoide.
—¿Cómo llega el espermatozoide
desde el hombre hasta el óvulo en la mujer? ¿Sabes cómo funcionan los…hombres?
O solo…curioseas…Pero no entiendes… Porque ya sé que las chicas jóvenes se
tocan, … y tocan, mis hermanas eran unas pervertidas y me odiaban porque yo
siempre gritaba acusándolas con mamá, ¡me habían dicho que si las niñas hacían
eso les entraría mugre y se podrirían como un animal muerto… Recuerdo tomar
aire para gritar: “mamá!, ¡London se está picando su ranura!”, y luego ella
golpeándome por soplón. Pero ahora entiendo que no hacían nada malo, a lo mucho
era como una travesura… Como hurgarse la nariz…No sabían o estaban
aprendiendo…Yo qué sé, soy un guardabosques.
Me quedé pensando porque realmente nunca me había molestado
en averiguar esa parte. Deduzco que el pene es como un diente de león que tira
semen y si te descuidas cae en el ombligo, entra, te embaraza y el bebé sale
por la vagina, y es un proceso medio tonto, por eso no lo hablamos. Tío Bug
murmuró ante mi silencio:
—Lo sabía...No tienes idea. Me
aterra pensar qué hubiera pasado de haberte dejado sola con otro hombre, no me
puedo apartar de ti mientras tu papá y tu mamá no te estén cuidando
personalmente. ¡Hace calor! Es hora de ir al lago.
Entonces se levantó de la forma más rara posible: de alguna
manera pasó de estar acostado a pararse de manos y después cayó de pie, debería
trabajar en un circo. Yo intenté hacerlo y caí sobre mi propia cabeza, suerte
él ya se había adelantado caminando y no me vio. Bajamos por la ladera hasta un
lago del mismo color del cielo, tenía plantas acuáticas con flores en la
orilla. Me acerqué para tocar el agua y exclamé:
—¡Está muy fría!
—Yo la calentaré.
Dijo mi tío comenzando a quitarse el abrigo, le pregunté
—¿Se hará pis dentro?
Él me miró ladeando la cabeza como incrédulo, replicando
luego:
—No me quiero imaginar cómo se te
ocurrió eso, voy a lavar mi tina con cloro. ¡Y así quieres enamorar al chico
con peinado de estilista y ropa de diseñador!
Se quitó la camisa, está todo musculoso de tanto andar en la
montaña, me fijé otra vez el tatuaje que tiene en su pecho y le pedí:
—Hábleme del anarquismo, ¿por qué
Dumas, tío Alonso y usted son así?
—Porque es estúpido que te
gobierne gente incapaz, no necesitamos un rey.
—¿Los anarquistas incendiaron el
palacio?
—Eso…Bien… ¡Mira! ¡Tengo un
símbolo de psy en la espalda! Como tu nombre.
—Parece un tenedor chueco ¿Por
qué se lo hizo? ¿Y la víbora qué representa?
—Eh, la víbora…que nací en el año
de la serpiente, es un Anfisbena… Tiene dos cabezas, una está en el dorso de mi
mano derecha, la otra acaba por ahí.
Me sonrojé un poco porque cuando estaba dormido ya la había
notado. La Anfisbena le recorre un brazo, le baja por un hombro cruzándole la
espalda, llega a su vientre y se mete en sus pantalones. Luego se quedó solo
con la ropa interior y la máscara, así entró al agua. Vi su piel blanca
aporcelanada erizarse, me dieron ganas de tocarlo, se volvió a mirarme y dijo:
“tú deberías ser la que este aquí”. Luego me dio la espalda, se descubrió el
rostro y se hundió todo entre unos nenúfares dejando fuera solo la mano con la
máscara, haciendo una escena siniestra donde ese rostro fantasmal estaba como
flotando sobre el agua. Volvió a salir y habló todavía sin verme de frente:
—Está fría pero luego te
acostumbras. Me gusta este lugar, el agua es tan clara que puedes ver todo ahí
abajo. ¿Sabes lo que hay?
—¿Rocas?
—No, este lago se formó por un
embalse, dejó bajo el agua un viejo cementerio. Descubrí que justo aquí estoy
enterrado, por lo visto algún día iré a esconderme más al pasado y pediré que
me sepulten en estas tierras con mi familia. A veces, si vienes de noche, hay
llamitas azules justo en la orilla. Como si los fantasmas estuvieran esperando
para meterte al lago, lo digo porque si yo fuera uno haría justamente eso. Seré
un fantasma que hace bromas pesadas. Y estoy aquí enterrado.
Eso fue tan tenebroso que me alejé un poco del agua, él se
rio y volvió a ponerse la máscara. Escuchar del cementerio y de la sombra que
sigue a Amleth me empezó a dar miedo, ¿qué tal si resulta siendo verdad? A
estas alturas ya todo podría ser posible. Justo entonces escuché una voz
conocida llamándome, ¡era Dumas! Apareció de pronto a unos metros detrás de mí,
me levanté alegremente y fui a encontrarlo. Le salté encima y lo abracé un rato
muy emocionada, no me salían las palabras. Por fin le besé una mejilla,
preguntando cómo estaban mis padres, qué había pasado, y él me habló siempre
con dulzura:
—¡No pasa nada! Todo está bien,
acabo de hablar con Amleth sobre retomar tus clases porque todo sigue normal.
Es solo que tenías que venir aquí a descansar por tu enfermedad. Ya tus padres
lo habían decidido.
—Pero una chica llamada Violeta
me dijo otra cosa. Y recuerda que tío Ray dijo que faltaban unas operaciones
para fortalecer mis músculos y huesos, y papá dijo que el otro año “quizás” me
traería a conocer el bosque…
—Sí, pues, ¡hubo un cambio de
planes! ¿Tu tío Bug te trata bien?
—Es muy gracioso.
—Ya lo creo. El otro fin de semana
traeré a mi perra para que la conozcas y juegue contigo. Se llama Frida, es una
mezcla de perra y lobo.
En ese punto mi tío Bug apareció tras de mí ya vestido, se
interpuso entre nosotros y habló dirigiéndose a su hermano:
—Tanto tiempo junto a ella y
nunca le contaste que ya tienes a tu perra. Por cierto, ¿cuánto tiempo va a
durar esto? Apenas entiendo qué está pasando, he tenido que explicarle todo lo
básico sobre su propia familia.
Dumas encendió un cigarrillo y le contestó sonriendo:
—Me alegra que te estés
encariñando con Psique.
Tío Bug se puso la capucha del abrigo con rudeza y se
preparó para irse diciendo:
—Ya vete, dejé el tabaco hace
años. Me estás tentando a la adicción.
Entonces Dumas alzó una ceja, me miró, lo miró a él y luego
dijo:
—Como siempre has presumido de
que eres tan hombre y tienes una voluntad tan fuerte que un día decidiste no
fumar y simplemente lo hiciste...
—Lo soy, pero eso no significa
que no tenga deseos, paso mal conteniéndome. Dime una cosa, ¿tú…? ¿Alguna vez
has dormido con ella?
—No desde que era una bebé, pero
sé que lleva muchos años sin mojar la cama. ¡Pareciera que le tienes miedo!
¿Acaso la niñita te hizo algo, machote?
—Mi sobrinita me está abusando
cada noche.
—¡Pues será mejor que desarrolles
síndrome de Estocolmo porque no se irá todavía! Ya hablando en serio, debemos
unirnos por ella. Por la familia.
Sentenció el hermano mayor sonriendo y tío Bug calló mirando
a otro lado. Eso estuvo cerca. Después, Dumas sacó sus anteojos de cristales
rosados y dijo:
—Pronto estos días serás una
anécdota del pasado, y al pasado debemos verlo con los lentes de color rosa.
¿Sabes qué significa eso, Psique?
Me preguntó y respondí ya bien entrenada por él mismo:
—Que todo lo que ahora parece
malo cuando estemos bien se verá gracioso o nostálgico. Así que no te debes
enojar, ni llorar.
Luego me mandó un beso guiñándome un ojo y se dispuso a irse
diciendo que volverá el otro domingo. Antes de que se fuera le pregunté a tío
Bug si no lo despediría con un beso, para ver si era verdad que también lo
besaba. Él se levantó la máscara, lo besó rápidamente y dijo:
—Te quiero. ¿Eso no es gay,
verdad?
—Claro que no, pichoncito.
Le contestó Dumas, luego le dio una nalgada y se fue. Lo vi
poco tiempo y aun así su visita me tranquilizó. Después Amleth llamó para
decirle a tío Bug que un oso se había metido al patio de su escuela y no podía
sacar a los niños, tuvimos que ir al pueblo en la furgoneta y yo estaba
contenta porque podría ver al fin una cara conocida. Al final apenas pudimos
saludarnos, ella estaba ocupada con los niños, oculta tras las cortinas de un
salón de clases. Mi tío Bug me dijo que esperara dentro del vehículo y salió
con el rifle, mientras el oso comía basura frente a la escuela. Amleth nos
saludó gritando:
—¡Psique!, ¡hermanito pequeño!,
¡me alegra verlos! Lamento molestarlos en esta tarde helada, sé que allá en la
montaña hay tanto trabajo que a esta hora ya solo están cansados y friolentos…
—No te preocupes, Psy y yo
siempre andamos calientes y con ganas. Ahora, si sigues gritando lo enojarás,
enana boba.
Le advirtió tío Bug, mirando tranquilamente al oso mientras
Amleth lo veía con cara de confusión. Uno de los niños preguntó desde su
escondite:
—¿El oso nos hará daño, señor
guardabosques?
Mi tío le respondió en calma:
—Por supuesto, le gusta rasgar
panzas para comerse las tripas suaves. Por eso siempre prefiere atacar chicos
gordos como tú. Tendré que dispararle justo en la frente, tengan cuidado, la
sangre y el cerebro pueden salpicar hasta ahí.
Los niños empezaron a llorar, Amleth iba a regañar a tío Bug
por asustar a los pequeños, entonces el oso rugió y mi tío le contestó igual,
lanzando un horrible sonido inhumano pero agregando una grosería, con esto los
alumnos de su hermana chillaron espantados e incluso el oso huyó a toda prisa.
Yo aún estaba perpleja por esto cuando Amleth apareció a mi lado dentro del
vehículo, no sé cómo, pero sí noté cierto humo negro. Fue extraño. Me abrazó
como si nada preguntando:
—¿Te han tratado bien? ¿Te gusta
este lugar? Tus padres están seguros en casa, los vi esta mañana. Todo en
orden.
—¿Qué pasó? ¿Por qué me trajeron
aquí, Amleth? Hace un rato vi a Dumas y me dijo que seguiré estudiando, ¿pero
aquí? No entiendo nada.
—Ah, ¡repetíamos una y otra vez
las mismas lecciones, Psique! Tus papás ya no sabían qué hacer para
entretenerte allá. Creo que te hará mejor aprender en la práctica, no es lo
mismo un bosque en los libros que visitarlo en la vida real.
—Sí, todo es un poco distinto a
como lo imaginaba. Hasta mi tío Bug. ¿Pero cuánto durará esto? ¿Qué pasará
luego?
—Paciencia, todo irá tomando su
curso correcto con el tiempo. Ahora debo ir a cuidar de mis alumnos, ¡ese tonto
Bug los asustó de por vida!
Entonces bajó corriendo del auto, al pasar cerca de tío Bug
le dio un empujón y volvió a entrar a la escuela. Al menos la vi un poco. Por
la noche hablé más con tío Bug mientras nos preparábamos para dormir, vimos un
partido de croquet tan aburrido que empecé a tratar de hacer equilibrio
subiéndome en sus hombros desnudos porque para dormir sencillamente se quita la
camisa y se cubre la mitad de la cara con el gorro de lana. Bueno, yo tampoco
tengo algo mejor, mi camisón está sucio y solo estoy durmiendo en pantaletas y
con una gran sudadera de él. Por fin se hartó de mí tratando de treparlo y me
hizo caer, atrapándome en el aire; grité y me reí, fue divertido. Quise
intentarlo de nuevo, así que para detenerme me cargó bajo un brazo como a un
paquete y me llevó a la sala diciendo:
—No creí que tuviera que llegar a
esto, pero deberé hacer lo mismo que mi madre cuando yo me ponía insoportable.
Sacó una lata de galletas de un armario, volvimos a la cama,
abrió la lata y sacó bolas de estambre y agujas de abuelita. Entonces me ordenó
mientras comenzaba a tejer:
—¡Fíjate bien!, luego lo harás
tú. Te tejeré unas calzas gruesas para abrigar tu trasero en el otoño. Así como
vamos lo pasarás aquí y no tienes mucha ropa resistente al frío.
—¡Usted es tan vulgar al hablar!
Estuve preocupada de que se le saliera algo así frente a Dumas. Él es tan
poético…
—De noche ronca como motocicleta
y secretamente es furro. Solo tú y Amleth lo idolatran como si fuera el Dios de
las niñas cursis. Los demás lo respetamos, lo queremos, pero… ¡Es el viejo y
jodido Dumas! De todas formas deberías apreciar al que te da la confianza para
hablar de cosas vergonzosas sin juzgarte, no a quien te hace sentir presionada
a fingir que eres un ángel perfecto.
Me aburrí y recliné mi frente en una de sus rodillas
usándola como almohada. Entonces se detuvo un rato a tocar la cinta en torno a
mi cuello, diciendo:
—Te la dio Violeta, ¿cierto?
—Sí… ¿Qué es? Dijo que Amleth me
enseñará a usarla.
—Par de tontas, han sido amigas
desde niñas. Siempre con ideas absurdas que no salen bien. Esto es tecnología
del siglo XXX, de donde viene mi padre, el futuro conocido más lejano…Solo
falta que sea idea de él…Mi papá era igual a su hija más pequeña, se hacía el
loco inocente frente a mamá y en realidad tenía todo calculado para
controlarnos con puño de hierro. De tal palo, tal astilla… Pero Dumas creo que
tiene sus razones justas para ser así, cualquier hermano mayor habría
reaccionado volviéndose... Ah, mejor hablemos de esto.
Desató la cinta de mi cuello con una delicadeza que no
esperaba de sus enormes manos callosas, después la alejó de nosotros estirando
el brazo. La azotó contra el aire y se volvió rígida. Como un sable laser pero
es más bien una vara. Lo mantuvo lejos y habló:
—No lo toques. Este bastón largo
se usa como arma personal, golpea pero también puede cortar quemando si se lo
ordenas; se conecta a la computadora que llevas implantada…Si tienes
autorización del dueño. Mira aquí, en los extremos tiene un remate, de uno de
ellos brota este haz de luz roja, un láser que topa hasta el otro extremo. Está
programado para que la parte interna atenúe la intensidad si toca a alguien que
mi padre no querría lastimar, como por ejemplo a los miembros de su familia,
puedes ver cómo se torna azulado en la zona donde yo lo sostengo. Ahí no quema.
El problema es que papá no te conoció y si lo hiciera quizás no te aceptaría.
No creo que puedas usarlo.
Volvió a agitarlo y el brillo se apagó, regresando a su
estado suave como una cinta. Me la ató de nuevo, diciendo:
—Este bastón es muy viejo, o muy
nuevo, es relativo... Mi padre me lo dio cuando cumplí nueve años. Cuando nació
el bebé de mi hermano se lo di para el niño porque le pusieron nuestro nombre.
De seguro Violeta te lo dio a espaldas de su marido por eso de que te siente
como su primera hija. Siempre dije que era mala idea pedirle que prestara su
vientre, no iba a despegarse emocionalmente de ti. El problema es que ella no
sabe que “el palo quemón”, cómo le decíamos porque nunca supimos su nombre
verdadero, es muy difícil de usar. Únicamente los Homo cosmos puros del siglo
XXX saben manejarlo, no solo por la técnica, sus cuerpos están diseñados para
ser pequeños y elásticos; lo mueven a una velocidad sobrehumana, pudiendo
contorsionarse en ángulos raros. Papá era una mierdita diabólica acrobática que
hacía destrozos con este maldito palo, todavía tengo pesadillas con eso...
—¿Pero si me adoptaron aun así no
puedo tocarlo?
—Creo que no, solo mi papá podía
reprogramarlo y él jamás aceptó a Ziggy. De hecho tenían cierta rivalidad por
el cariño de tu padre, era su hijo favorito. No creo que estaría muy feliz de
que tú seas de alguna forma su sucesora. Quizás hasta lo planeó todo para que
accidentalmente te mates usándolo, me acaba de asaltar esa sospecha…Las
pláticas fantasmales de Amleth, tu visita atropellada a la montaña, este regalo
tan fuera de lugar…Quizás quieren matarte…
—¡Pero yo soy como mi papá aunque
no tenga su sangre! Enciéndalo de nuevo, creo que me aceptará. Déjeme tocarlo.
¡Mi abuelo me querría!
—¡No! ¡No toques más cosas
largas, duras y calientes! ¡Ni cañones de rifles, ni palos quemones del futuro!
Si está pegada a mí… Quizás… ¡Pero nada más!
Entonces se acostó, dejó de tejer, apagó la transmisión del
partido de croquet y la luz. Poco después volví a encender la lámpara
intentando insistirle y él, que ya se había quitado la máscara y solo tenía el
gorro de lana sobre la mitad de la cara, se descubrió un poco para verme
tapándose con la mano y ordenándome apagar la luz otra vez. Alcancé a verle
parte de un ojo, es como… ¡No es un ojo de persona! Sino de víbora, gato,
pájaro… Todo junto. Quise apartarle la mano para verlo bien y él se negó, le
halé un antebrazo y él hizo “¡¡JISSSSS!!” como las serpientes enojadas.
Entonces dije “Okay” y le apagué la luz. Ahora quisiera saber cómo se usa el
bastón ese, de seguro mamá le pidió a tía Violeta que me lo diera. ¿Mamá sabrá
hacer “jiss” como mi tío? Me entristece un poco ser la única de la familia que
es normal. Cómo extraño a mamá…Pero bueno eso fue lo que pasó ayer. Hoy
desperté inspirada y escribí todo esto. ¡Veremos cómo me va por la tarde!
Después del almuerzo, mi tío habló con Amleth por teléfono.
Ella nos pidió verla en un lugar “donde suele ir a tomar el té con mi abuelo”.
Tío Bug estaba enojado con ella por colaborar con Violeta, no confía en su
cuñada por la relación que tiene con el tío Adámas, y yo no termino de entender
qué tan peligroso es en verdad. ¡Lo bueno es que Amleth me mandó noticias de
mamá y me sentí feliz! Dice que está bien, esperando tranquila a que yo
regrese, que no me preocupe por ella. Lloré un poco, pero me contuve porque mi
tío se puso nervioso; trató de consolarme y me dio tres palmaditas en la cabeza
que casi me aplastaron el cerebro. Otra vez viajamos en la furgoneta hacia un
centro comercial cercano donde ella estaría con el abuelo, tío Bug dice que es
un sitio solitario y por eso inseguro. No comprendía por qué, en las películas
esos lugares siempre están llenos de gente. Fuimos por una carretera hasta
llegar a lo que parecía un descanso para camioneros. Ahí estaba el tal centro
comercial. De lejos vi la silueta de una muchedumbre, parecía muy concurrido,
pero al bajarnos del auto y acercarnos caminando pude ver con horror que eran
todos maniquíes. Le tomé una mano a mi tío y me pegué a él, sin entender qué
pasaba:
—¿Por qué hay gente falsa en todo
el edificio?
Él empujó uno de los horribles maniquíes, cayó con un
estruendo que hizo eco en el inquietante silencio de ese sitio y me dijo:
—Es una de tantas cosas raras que
pasan aquí, la realidad se distorsiona de alguna forma. Creemos que estos
muñecos aparecieron para ocupar el espacio de la gente que existe en el otro
plano, pero está muerta y no enterrada. En 2020 apilaban a las víctimas de la
desgracia en sitios públicos, como estadios y centros comerciales. Lo recuerdo
bien, entonces yo ya tenía siete años. Quizás estos monigotes representan los
cuerpos inertes.
Me abracé al tío Bug atemorizada y él me dijo bajando la voz
con cierta ternura:
—¿Qué te pasa? ¡Yo doy más miedo
que esto!
—No…
Respondí pegándome más a su cuerpo. Llegamos hasta lo que sería
la plaza central, estaba toda llena de maniquíes. Pude notar que algunos tenían
partes quemadas: la garganta, el pecho, la cabeza, como señalando la parte
afectada por una enfermedad mortal; me dio escalofríos. De pronto oímos ruidos.
Mi tío murmuró sacando una pistola y mirando a nuestro alrededor:
—Podría ser una biomáquina. Hay
unas pequeñas que se meten en casas y edificios. No son peligrosas.
—¿Si no son peligrosas por qué
saca un arma?
—Porque si no les disparas sí son
peligrosas. Te dije que aprendieras a usar las armas de fuego.
No se escuchó nada más, luego se oyó otro golpe lejano,
chirridos de metal y pasos que se acercaban muy rápido. Mi tío me empujó
suavemente tras él y esperó apuntando el arma a la dirección de la cual
provenía el sonido. Entonces llegó corriendo Amleth, y vino directamente a mí
para abrazarme como siempre y hablar como metralleta:
—¡Me alegra tanto tenerte aquí,
Psique! Acabo de hablar con mi papá, está muy interesado en hablar contigo,
quiere hacerse una opinión propia de ti. Así que te aconsejaré qué deberías de
hacer tú ahora en esta situación, ¡¡no puedo creer que estés aquí!!… ¡Oh, Bug!
¡Debemos hablar!
—¿Para que luego le cuentes a tu
amiga la cara de trasero salpicado con…?
—¡¿Cómo te atreves a hablar así
frente a dos damas?! Me avergüenzas.
—Casi te pego un tiro, enana
retrasada. ¿No ibas a darle clases o algo a Psique?
—¡Está recibiendo la lección más
importante de su vida! Además si perdemos tanto tiempo estudiando nunca vamos a
hacer lo realmente importante. ¡Ahora está prendiendo a sobrevivir y ser ella
misma! Es necesario introducirla al resto de la familia. Papá dice que ella
podría ser una gran ayuda, ¡la acepta!
—¿Qué? ¿Nuestros otros hermanos
estarán de acuerdo?
—No lo sé, ¡espera! Les haré una
llamada, ¡vuelvo en un momento!
Entonces se fue otra vez corriendo y mi tío me preguntó:
—¿En tu casa se comporta así?
—Siempre. Quiere hablar con todos
al mismo tiempo y al final no habla con nadie, solo fastidia. Pero no es su
intención, solo quiere ser útil. Siempre me da consejos, a mí y a todos.
—Preferiría que tomara
consciencia que de los cuatro hermanos más jóvenes ella es la más débil, no
sabe disparar un arma sin que el retroceso la derribe, heredó la contextura
menudita de nuestro padre sin su agilidad o resistencia. Pero el problema real es
su temeridad… Eso puede ser peligroso.
Justo en ese momento volvió Amleth y fue directamente hacía
mí tomándome de los hombros para hablarme muy alegre:
—¿Psique está comiendo bien?
Mi tío Bug le respondió cruzándose de brazos, creo que ya
confundido:
—Está comiendo, llegó hecha piel
y huesos. Ustedes la estaban matando de hambre. La engordaré como a un cerdo y
cuando esté tetona y con el trasero bien grande me la comeré. Es un gran plan,
¿verdad?
—Sí, lo que sea, Bug. Oye, mis
hermanos siguen escépticos, pero eso no importa. ¡Papá dijo que tiene muchas
esperanzas en ti! Te citará muy pronto para hablar contigo, estaba un poco
renuente, pero le insistí y como soy su hija más chica tuvo que escucharme. No
te pongas nerviosa cuando estés con él, solo sé tú misma y se dará cuenta de lo
buena que eres.
—Entonces en verdad papá está
aquí, ¿cómo es posible? ¿Vino del pasado?
Preguntó mi tío Bug y Amleth respondió con las manos tras la
espalda, bailoteando como una niña pequeña:
—Qué curioso que seas el primero
que lo dice, ¡todos creen que es mi imaginación o un fantasma!
—Lo he visto, Amleth. He oído su
voz sibilante y tenebrosa… Él dijo que nunca volvería a dejarte sin vigilancia.
Replicó mi tío en tono serio, Amleth indignada le dio un
empujón, diciendo:
—¡Pareciera que te molesta!
También es tu padre.
—Pero es verdad, te habla en este
tiempo. Por eso se perdía muchas veces cuando éramos niños, venía a espiarnos
en el futuro, a ver cómo estabas. Por eso era tan duro con algunos de nosotros,
sabía quiénes eran los traicioneros… ¿Verdad? Lo descubrí.
—¡Bug, no juzgues sin saber!
Ningún futuro está escrito en piedra. ¡Nadie es malo entre nuestros
hermanos!
—Yo creo en el destino. Hay cosas
que deben pasar y nadie puede evitarlo. El fin del mundo, por ejemplo, si
vendrá de la mano de un monstruo y lo detienes, aparecerá otro que lo reemplace
y haga lo mismo de cualquier manera.
—¡Cállate!, ¡necesito hablar con
mi hermana London! ¡Te llamaré mañana, Bug!
De esta forma, se fue otra vez sin terminar de explicarme lo
que me estaba diciendo y mi tío se enojó más porque al final fuimos hasta ahí
para nada. En todo el viaje de regreso fue en silencio escuchando su música
metal fea, no le puse mucha atención porque estaba cayendo el sol y me distraje
mirando el ocaso con los primeros luceros de la noche. ¡Qué lindo es todo esto!
Amleth está muy emocionada con que su padre y yo hablemos, pero por la noche
cuando mi tío preparaba la cena me explicó que su papá murió mucho antes de que
muriera su mamá por una razón muy extraña:
—Se le arruinó el cerebro por la
confusión de vivir rebotando entre el pasado y el futuro, además de la
radiación a la que te expones, un efecto negativo de la exposición a los viajes
en el tiempo. En sus últimos años papá había perdido casi toda su humanidad. Si
de repente le daban ganas de matarte, debías luchar con todas tus fuerzas por
tu vida. Papá era un animal depredador salvaje con la mente de un astuto
anciano psicópata, mataba sin piedad y Amleth lo sabe.
Aquello fue un poco aterrador, pero no sé si creerlo. ¡No sé
a quién creerle! Solo tengo una certeza y es que el abuelo debe ser un
illuminati reptiliano hombre gris de verdad. Lo que más me da miedo de esos
personajes es que nunca los describen concretamente. No sé bien a qué me
estaría enfrentando, pero si es el papá de Amleth, de tío Bug, de Dumas, de mi
papá… ¡No puede ser tan malo!
Martes 17 de agosto de 3030
Querido diario, estoy terriblemente adolorida, cubierta de
moretones y rasguños. Me trajeron a una casa que no conozco. Escuché a mi tío
buscándome cerca, pero no lo dejan verme. Espero el momento en que las luces se
apaguen y todos duerman para aprovechar la oscuridad y reunirme con él.
Mientras tanto, escribo. La noche de ayer empezó más o menos tranquila.
Volvimos al caserón de mi tío, fuimos a dormir y le pedí ver una película de
terror de las que mirábamos con mi madre; me daba vergüenza decirle que tenía
miedo por lo que me dijo del abuelo y quería con esa excusa acurrucarme a su
lado para que me arropara y abrazara. Me dijo que yo escogiera una pues él no
sabe nada de cine, pero tenía que ser apta para toda la familia; no le hice
caso y elegí la más fuerte que recordé. Ya casi al inicio había una escena de
una mujer desnuda sentada sobre un hombre desnudo, yo tenía muchas preguntas,
pero mi tío estaba encogido y cruzado de brazos en la esquina opuesta de la
cama, con almohadas sobre el regazo, todo nervioso. Por fin se enojó y dijo que
para qué veía eso si yo ni tengo senos y no lo entiendo, entonces le dije que
sí tengo y me levanté la sudadera para mostrarle. Ya están bien gordos y hasta
cuelgan un poco. Él se fue muy enojado diciendo que tenía que ir al baño. Se
tardaba siglos en volver y yo tenía miedo, le toqué la puerta para ver si
estaba bien porque a ratos suspiraba y me gritó que no quería pensar en mí en
ese momento. Me sentí triste, volví sola a ver la película; cuando él regresó
se tiró en la cama sin decirme nada y se durmió con la máscara puesta. Entonces
tocaron a la puerta, escuché gritar a Amleth llamándome. No quise despertar a
mi tío porque se enojaría más y bajé a asomarme a una ventana para preguntarle
qué quería. Ella me pidió que la acompañara, pues su padre necesitaba hablar
conmigo en persona. Le expliqué que mi tío estaba dormido y me dijo que lo
dejara así, que no hacía falta que estuviera presente. Me dio más miedo, pero
decidí ir con ella porque la conozco desde siempre; así que salí de la casa y
nos fuimos juntas caminando. Amleth avanzaba muy tranquila por la carretera
oscura en mitad de la noche, como si supiera que alguien la cuidaba. Recorrimos
tomadas de la mano más de un kilómetro, mientras ella hablaba contenta:
—Le dije a papá que no viniste a
la familia por casualidad, ¡eres como una medicina que entra en un organismo
enfermo para sanarlo! Mis hermanos dudan de ti, pero, ¿qué mundo sería este si
no te lo cuestionaras? ¡A veces una duda y su consiguiente búsqueda de la
verdad puede salvarnos!
—Pero no entiendo, Amleth… ¿Por
qué crees que puedo ayudarles tanto?
—¡Puedes usar el arma de papá!
Nosotros no, necesitaríamos entrenar muchos años y aun así no dominaríamos la
técnica a la perfección. ¡Con alguien que sepa usar armas del siglo XXX
estaríamos en una posición muy ventajosa!
—¿Pero por qué piensas que puedo
usarlas?
—Pues… ¡Vas a aprender! Podrías
ayudar en las cacerías y así volverte muy útil en el pueblo. Tu tío Ray dijo
que te dejarían tan fuerte como…Eh…
—Como la gente de la Luna… Mi tío
Bug ya me contó todo eso. Pero no llegaron a operarme, hacía falta ese
procedimiento. Además era experimental, dijo él.
—¿Entonces aún no terminaban de
operarte? Oh vaya, de todas formas… ¡Lo importante es que aprendas el método!
¡Las técnicas! Ya luego tomarás práctica y desarrollarás resistencia. ¡Veras
como hoy tendrás una cita con el destino y serás por fin un miembro muy valioso
de la familia que todos respetarán!
—Eso es complicado, hacen falta
años…
—¡Oh, no, será automático! Cosa
de cargar los datos y ya. Ah, lo olvidaba. Una sola cosa, es muy importante que
en cuanto oigas a papá acercarse repitas esta frase: “copiar movimientos”. Nada
más. Él ya sabe por qué lo dirás.
Para entonces yo ya estaba muy nerviosa, pensé en regresar
con tío Bug cuando vi el lugar al que Amleth me llevaba para encontrarme con su
padre: el horrible centro comercial. Sus luces fantasmales atravesando la
niebla lo hacían ver aún más escalofriante. Comencé a caminar más despacio y
por fin la detuve, diciendo:
—Espera…No deberíamos entrar ahí
solas. Quiero volver a buscar a Tío Bug. O podríamos llamarlo, vendría pronto
en su auto.
—Oh, eso no hace falta, Psique.
Papá estará aquí, ¡él es incluso más fuerte que Bug! Si hay problemas podrá
defendernos muy bien. De todas formas, si quieres que le pida al tonto que
venga con su furgoneta de secuestrador, lo haré. Por cierto, ¿estabas en su
habitación?
—Sí, duermo con él, me da miedo
quedarme sola en su casa.
—Él tenía algo con ese viejo
caserón. Me ha confesado que un día se irá y quizás no lo volveré a ver…Que se
irá al pasado a construir esa misma edificación, huyendo de la ley por algo. No
me quiso decir qué. Otra de sus manías era evitar verte en persona, aunque
pedía fotos tuyas y que le contara qué hacías. Nunca me da explicaciones
convincentes para estas extrañas actitudes.
—Intentó flirtear conmigo el
primer día que llegué, pero le fue muy mal. Ahora solo es como otro tío. No me
parece un hombre malo.
—¡No es malo!, solo digo que
tenía una especie de fijación contigo y no sé, piénsatelo mil veces antes de
darle oportunidades y no te sientas mal si no te convence y decides rechazarlo.
Te contaré algo, ahora que estás haciéndote mayor: recuerdo mi primer novio,
nadie me dijo que desconfiara de los sujetos mayores pues te entusiasman y
luego se van. Me dejó desilusionada y en cinta, ¡fue un gran susto porque según
yo no podía! Y, realmente, tampoco quería, así que preferí interrumpir el
embarazo porque además papi no estaba nada contento. Atrapó al sujeto y lo
destripó en la sala de la casa, a mis hermanos les afectó un poco. Dumas…No
quedo bien desde entonces y empezó a ser más… “cuidadoso” con sus hermanas
menores. Yo me tomé todo con calma, ¡no quería darle exagerada importancia al
asunto! La tonta de tu esotérica tía Fy me aconsejó darle gracias al tipo por
darme una lección, perdonar y sonreír…Pero no tienes por qué pagarle bien a un
mal maestro, y no me dio ninguna gran enseñanza nueva. Todo era de esperarse,
es bastante normal que no te funcionen las relaciones cuando él es tu maestro y
tú tienes diez años. ¡En fin! Espérame dentro del edificio con papá, iré por
Bug para que traiga el auto; así ya no caminarás tanto de regreso. ¡No
deambules sola afuera!
Me soltó la mano, di unos pasos tratando de mirar lo que me
pareció una silueta extraña moverse a gran velocidad tras los ventanales del
centro comercial y, cuando me volví para decírselo, Amleth ya no estaba. No
estaba en ninguna parte, desapareció. Temí que algo se la hubiera llevado, pero
no sabía qué hacer, miré en todas direcciones un buen rato intentando tener
pistas de su paradero y nada. Se había evaporado en el aire. Estaba empezando a
entrar en pánico. Corrí al centro comercial, buscando ocultarme entre los
siniestros maniquíes. Dentro se escuchaba una música electrónica anticuada,
quizá debería ser relajante, pero al resonar con eco en los parlantes del
edificio vacío era más bien aterradora. Y se suponía que el abuelo estaba ahí.
Llegué a la zona del comedor y me oculté bajo una mesa a esperar que alguien
llegara a buscarme o que se hiciera de día para volver caminando a casa de mi
tío. Seguía triste porque lo hice enojar, no debí aprovecharme de su confianza,
la verdad no he querido escribir sobre eso… Pero ha sido tan generoso y
comprensivo que se me fue la mano y cuando estaba dormido terminé esculcando
sus cosas, abusando así de su hospitalidad. La tiene muy grande, es un buen
hombre. Entonces se me ocurrió probar lo que hizo tío Bug con la cinta que me
dio Violeta. La desaté de mi cuello y la extendí. Si sus temores eran ciertos,
esa cosa podría quemarme gravemente la mano al activarse, pero si no me hacía
daño sería capaz de comprobar si las esperanzas de Amleth no eran vanas. Decidí
arriesgarme, estaba ansiosa por hacer algo para que la familia me acepte de
verdad. Primero lo intenté muy lento, apenas sacudiéndola, no pasó nada. Probé
una segunda vez y azoté un poco el suelo. Aún nada. Las manos me sudaban,
tragué saliva y di por fin un buen azotón. Un macabro sonido distorsionado paró
la música en ese momento y todas las luces se apagaron haciendo el ruido de un
motor que pierde potencia. Me sobresalté, pero entre mi sorpresa noté que
sostenía la vara sin hacerme daño, iluminando un poco mis alrededores con su
brillo azul eléctrico. Entonces salí de debajo de la mesa poniéndome de pie y
probé moverla. Pude girarla entre mis dedos sin problemas, se sentía
satisfactorio de alguna forma, se me hacía fácil y me salía bien aunque jamás
lo había hecho antes. De repente escuché un golpe seco, después pasos muy
rápidos, entonces el brillo de otra vara luminiscente se encendió; no muy
segura de si era quien yo esperaba, dije tímidamente lo que Amleth me indicó:
“copiar movimientos”. Entonces la otra persona giró su vara con tanta fuerza y
velocidad que zumbó cortando el aire, después la arrojó hacia mí a manera de
lanza. Logré esquivarla con un salto rápido, involuntario, tan brusco que las
piernas me dolieron. No conseguía ver nada concreto entre la oscuridad y me
aterrorizó el hecho de que mi cuerpo estuviera haciendo cosas solo. Una silueta
esbelta completamente negra recogió la otra vara, volvió a girarla y alcancé a
vislumbrar un rostro inhumano entre mechones de cabello claro antes de que se
volviera a alejar dando volteretas de gimnasta olímpico con posesión satánica.
Ese era sin dudas mi abuelo “la mierdita acrobática” que traumó al tío Bug, un
rey abdicador mutante muerto, ¿o estaba vivo y la muerta iba a ser yo?...
Estaba aterrada, preguntándome si no era una pesadilla, sin embargo el ataque
era muy real. Luego se escucharon más pasos veloces a mi alrededor, momentos de
silencio, más pasos, silencio y de repente sentí el dolor más grande de mi
vida. Un golpe ardiente, un latigazo en la espalda que me propulsó directamente
al piso. Me levanté sin aliento y tragué saliva. Mi cabeza era un lío, no sabía
si Amleth me había traicionado o esa era la prueba que el abuelo quería
hacerme; solo recordé que mamá me estaba esperando y tomé la firme decisión de
salir viva. Aún sin saber cuál era el estado de mi espalda, giré mi propia vara
luminiscente, que pude ver era una copia exacta de la que tenía él, y me puse
en guardia. Cuando volví a escuchar los pasos, inconscientemente moví la vara
en torno a mí y cuando el abuelo me quiso golpear logré detenerlo. Al
contrarrestar el ataque me dolieron las muñecas y el codo. Traté de alejarme
corriendo y descubrí que yo también podía saltar como él y alcanzar su
velocidad, pero al hacerlo mis músculos y articulaciones dolían como si me
estuviera desgarrando. Un instinto extraño guiaba mis movimientos, aunque mi
cuerpo apenas lograba resistir sus exigencias. Pese a todo, contuve las
lágrimas, aguanté el dolor y seguí defendiéndome. El abuelo atacaba sin piedad,
buscando hacerme perder el equilibrio. Debí saltar y esquivarlo varias veces
forzando mi capacidad física más allá del límite, tenía calambres en todos mis
miembros, era insoportable, pero seguía moviéndome; cada giro, cada golpe, cada
salto que él hacía, yo lo replicaba luego como si fuera copiándolo de forma
maquinal; y cada nueva técnica aprendida dolía como si me estuvieran
despedazando viva. El sufrimiento era tan grande que empecé a sentir náuseas,
sin embargo, ya comenzaba a dominarlo. Varias veces conseguí hacer recular al
abuelo y azotarle los nudillos, cada vez él soltaba un chillido espeluznante,
una cosa que sonaba parecido al bufar de un gato enojado o el silbido de una
serpiente. Por fin logré patearle un tobillo al inclinarme para evadir otro de
sus golpes, así lo derribé, rápidamente fui a rematarlo regresándole el golpe
en la espalda y cayó boca abajo en el piso. Entonces, sin pensar, alcé la vara
con ambas manos y usando uno de sus extremos le impacté justo en mitad de la
columna vertebral. Se quedó quieto, me alejé arrastrándome un poco, soportando
un increíble dolor que me dejaba sin aliento y temiendo haber matado de verdad
a mi abuelo. Estuve un rato frente a él, jadeando, temblando por los calambres
musculares, empapada en sudor. Iba a seguir peleando aunque se me rompiera la
carne en jirones. Entonces el abuelo empezó a incorporarse de una forma
aterradora, similar a lo que hizo mi tío Bug en el prado pero el doble de feo:
apoyó los antebrazos sobre el suelo, levantó los pies por encima de su cabeza
contorsionándose hasta ponerse de pie dándome la espalda. Apagó su vara, la ató
a una de sus muñecas y me habló con una voz seseante y apagada, aún sin
voltearse:
—Esto era necesario. De otra
forma no podrías hacer lo que te pediré. No es un favor para mí, ni siquiera
para esta familia. Yo solo tenía nueve años cuando fui padre por primera vez.
Mi cuerpo alterado ya era adulto, pero mi mente no. A tu edad, yo ya tenía
varios hijos, una esposa adulta que me exigía ser responsable y mi vida
consumida por completo. Es lo que esta familia hace con cada uno de sus
miembros, los devora, los mastica, les absorbe toda la inocencia y deseos de
vivir, y entonces los escupe. No hay amor entre ellos, hay alianzas donde unos
encubren los secretos oscuros de otros, perpetúan mentiras que creen piadosas
pero solo pudren cada vez más nuestra sangre. El favor que quiero pedirte, es
para evitar que sigamos haciendo daño.
—Dígame…
Le respondí quedándome sin aire y apoyada en mi propia vara,
él siguió hablando sin que lograra verlo bien en la oscuridad del lugar:
—Rompe este círculo vicioso, es
un castigo a nuestra necedad y estupidez. Esta es la razón por la que nunca
conseguimos cambiar el destino, no entienden. Ellos jamás van a conseguirlo, es
una maldición que pesa sobre nosotros, debe hacerlo alguien que no tenga
nuestra sangre, pero sea parte de la familia.
—Lo haré. Le prometo que lo haré.
¿Pero cómo? No entiendo nada…
Respondí simplemente desesperada por demostrar que merezco
estar en la familia y volver con mi tío. Entonces volvió la luz y el abuelo se
había ido, en el sitio donde estaba parado solo flotaba un poco de humo negro.
Salí a toda prisa del edificio y vi que la furgoneta de mi tío se acercaba,
pero también una camioneta militar. Fui renqueando hacia los autos, llena de
moretones y tambaleándome, tío Bug bajó de su vehículo y fue a cargarme
mientras Amleth me preguntaba qué había pasado, solo acerté a decirle que hablé
con mi abuelo. Una voz desconocida de mujer exclamó con disgusto:
—¿Ella también alucina cosas
raras? Papá jamás la aceptaría.
Entonces por fin me desmayé. Al despertarme, estaba en otro
lugar que no conozco, es una habitación de chica y afuera se oye una mujer
hablar con tío Bug, la desconocida que escuché antes, él quiere llevarme a su
casa y la mujer no lo deja.
Acaba de aparecer Amleth, dice que este es su cuarto, vamos
a dormir juntas. Me duele todo el cuerpo pero al menos ya estoy quizás a salvo.
Caso III: London
Miércoles 18 de agosto de 3030
Querido diario, hoy conocí a London, no le diré “tía London”
porque ella no me acepta como su sobrina y no nos llevamos nada bien. Tras
despertar adolorida en la habitación llena de peluches y muñecas de Amleth,
escribí un poco en mi diario. Luego ella llegó, me dijo que podía ducharme en
su baño y me prestó un pijama de ovejita. Después nos acomodamos en su cama
cubierta por un mosquitero rosa y esperé a que se durmiera para irme a buscar a
mi tío. Lo podía oír discutiendo afuera, una mujer joven le hablaba:
—Solo vete a tu casa y déjala
sola, nosotros la cuidaremos. ¿Por qué desconfías?
—Siempre has estado celosa de
Descartes y su relación con papá, ¡te tiñes el cabello de negro para parecerte
a él! Tu rivalidad se ha ido muy lejos y temo que te desquites con Psique.
—Ella no te corresponderá, tonto.
¿Para qué la mimas tanto si no te lo va a pagar? No eres feo, Bug, tu problema
es que eres inútil. Lo único que sabes hacer es cazar y ser buen tirador. Vete
al viejo oeste, allá quizás tendrías éxito.
—Mentiras, aquí vivimos como en
aquellos tiempos, ¿no? Es tierra salvaje de nadie. Y ya ves cómo me va. Además,
las bonitas no necesitan pagarnos los favores, cosa que tú que sí eres fea no
lo sabes. Y de todas formas no la protejo por eso, ¡no seas mal pensada! Es por
Descartes.
Entonces se escuchó un portazo, oí como ella caminaba como a
saltitos, moviendo cosas, como si tuviera prisa. Después hubo silencio y por
fin la mujer habló de nuevo:
—Papá nunca escondió que lo
prefería, fue tan injusto…
—Mamá tampoco ocultaba que yo era
su consentido, eso nunca te molestó.
—No es lo mismo, la relación
entre una chica y su padre es muy especial.
—Amleth fue la hija favorita de
papá. ¿Por qué no te enojas con ella?
—No, solo le ponía atención extra
porque era su hija más pequeña, pero su verdadero orgullo y alegría era “el
gran Descartes”.
Comencé a poner mucha atención, pronto supuse que esa mujer
y yo tendríamos más de algún problema. Tío Bug seguía tratando de hacerla
recapacitar:
—Mi papá nos quería a todos a su
modo, cuando nos eligió los alias se tomó el cuidado de buscar personajes
acordes e ilustres. Pese a todo, nos comprendía y le importábamos. ¡Ni siquiera
Dumas que fue el que sufrió más maltratos de parte de él está tan resentido
como tú!
—Dumas es otro macho opresor. Te
lavó el cerebro con sus falsas ideas antifascistas cuando no hay cosa más
represiva y autoritaria en esta familia que él. Yo soy inmune a su veneno, no
me engaña, ¡pero tú no te das cuenta!
—Tienes un problema con los
hombres mayores de tu familia…No es culpa de ellos el que seas un marimacho
feo.
—¡Papá idolatraba a Descartes, no
lo niegues!... Ni siquiera sonrió cuando le dije que gané una medalla de honor
por mi desempeño militar, pero casi lloraba de emoción cada vez que su favorito
diseñaba otro estúpido robot nuevo.
—¿Sabes qué creo? Que compensaba
algo, seguro lo dejó caer de bebé o lo golpeó muy fuerte. Se sentía culpable y
trataba de compensarlo.
—¡Pss!, claro…Anda, ve a
ducharte, soldado. Dormirás conmigo y no entrarás sucio en mis sábanas. Quiero
vigilarte toda la noche.
—¿Vigilarme? ¿A mí por qué?
—Porque aquí pasa algo raro. Eras
el bebé de la familia, ¡siempre has detestado a los más jóvenes que tú!, de
niño no podías ver ni en pintura a Violeta que solo es dos años menor que tú,
no quieres cargar al pequeño Aureus, ¿y hoy de pronto eres paternal? Amleth
dice que estás durmiendo con ella, no desconfío de ti, sé que no forzarías a
una mujer porque tu ego necesita que te sientas deseado, pero esa chica es una
mosca muerta libidinosa... Pude oler cómo se puso al verte. Lo primero que hizo
cuando la cargaste fue buscarte el paquete con la mano.
—¡No seas mentirosa! La pobre
estaba medio desmayada.
—¿Crees que no me fijé? ¡Já! En
fin, te prepararé algo de beber.
—Cualquier cosa con alcohol. Sé
una buena hermana fea.
—Será uno de mis batidos de
proteínas si sigues pidiendo gustos.
—¿Por qué eres siempre una perra
feminazi…?
Escuché un golpe como de bofetada y luego la risa de mi tío,
después pasos. El sonido de una ducha comenzó a oírse. Amleth ya se había
quedado dormida, así que quise asomarme por la rendija de la puerta y mirar qué
estaba pasando afuera. Al bajar de la cama me caí, mis piernas seguían
acalambradas. Contuve mis gemidos de dolor y me arrastré como pude a la entrada
del dormitorio, la noche era fría y el vapor de la ducha salía de una puerta
iluminada. Entonces vi una chica con un gorro de baño entrar desnudándose, su
cuerpo era musculoso y al mismo tiempo curvilíneo. Hablan como si fuera fea y
ella parece aceptarlo, pero en realidad es muy hermosa, y me pareció un poco
incómodo verla entrar al baño donde su hermano ya estaba metido duchándose. A
mi tío tampoco le gustó la idea, pues lo oí gritar y luego caerse entre un
chapoteo de agua:
—¡¿Qué demonios estás haciendo?!
¡¡Vete!! ¡¡Estás quemando mis retinas!!
—¿Qué? ¿Te la estabas jalando?
Fuera de aquí, Rapunzel, te acabarás el shampoo lavando todo ese pelo de
mazorca.
—¡¿Qué es esta cosa negra?! ¡¡La
maldad se te está rebalsando!!
—¡Es tinte capilar, idiota! Debe
enjuagarse rápido, o quedaré calva.
Intenté volver a la cama, pero las piernas no me respondían.
Me quedé sentada sobre mis pantorrillas y la espalda me dolía tanto que se
sentía como si la tuviera en llamas. No pude más y con dificultad logré
acurrucarme sobre la alfombra, incluso respirar me estaba dando trabajo. Traté
de estar quieta y no hacer ruido esperando a que la intensidad del dolor
bajara, pero me quedé dormida así no sé cuánto tiempo hasta que me despertaron
unos pasos y el sonido de la perilla de la puerta girando; supe que no podría
levantarme a tiempo, al intentar moverme descubrí que estaba tan entumecida que
no era capaz de al menos alzar el rostro para ver quien venía. De repente me
recogieron del suelo como si no pesara nada, solté un suspiro de alivio al
reconocer las manos de mi tío y su largo cabello cayéndome encima. Encendió una
lámpara y se tiró en una mecedora conmigo en su regazo, cogiendo una manta para
cubrirme. Amleth despertó confundida:
—¿Hermanito? ¿Qué pasó?
—Encontré a tu sobrina en el
suelo, se cayó de la cama y no te diste cuenta. ¿Y así se supone que van a
cuidarla? Mira, la pobre está toda lastimada…
—Suenas como mamá, debe ser la
menopausia de hombre.
—No es gracioso, Amleth, pudo
haber muerto esta noche.
—Pero no lo hizo y ahora ha
ganado la venia de papá.
—Tú sabes algo y no me lo dices…
—Los sueños no se cumplen si los
cuentas y el futuro siempre es un sueño.
—¿Qué me dices de las pesadillas?
—Con esas ocurre justamente lo
contrario. Ya duérmete, hermanito.
Opinó Amleth bostezando y arropándose de nuevo para seguir
durmiendo. Mi tío apagó las luces y se quitó la máscara. Gracias a la tenue luz
que se colaba entre las cortinas de la ventana, logré verle al menos los
contornos del rostro. Creo que no tiene nariz. Qué mal. Para mi sorpresa, me
dio una especie de beso rudo en la frente y empezó a mecerme un poco. Apoyé una
sien en su pecho, su cabello es tan suave, me dormí como en diez segundos.
Cuando desperté ya de mañana, mi tío me llevaba en brazos fuera de la
habitación de Amleth, en el pasillo estaba London. Es increíblemente parecida a
mi padre, salvo porque sus ojos son dorados y chispean con una mirada
amenazante. Viste de vaquera y en las paredes pude ver diplomas, por lo visto
alguna vez tuvo un alto rango en el ejército. El frente de la casa es una
armería, ahora comprendo por qué mi tío tenía un montón de armamento en su
furgoneta. Así salí de esa casa en brazos de mi tío Bug, que discutía con sus
dos hermanas sobre lo sucedido ayer por la noche.
—¡Están locas si creen que voy a
volver a permitir que use el palo quemón!
London le gritó, es muy grosera:
—¡¿Qué se supone que hará aquí?!
¡¡Todos en el pueblo tenemos una obligación!! ¡Tú eres el guardabosques,
Dreiser es el cura, Amleth es la maestra, Violeta atiende la cafetería y yo la
armería! ¡¡¿Qué hará ella?!!
—Usará el maldito palo para
bailar en la sala de mi casa, ¿qué te importa? Casi muere ayer, temblaba y
sudaba frío…
Entonces Amleth intervino, corriendo para alcanzar a sus dos
hermanos que caminan como sargentos y son mucho más altos que ella:
—¡Pero es que fue la primera vez
que lo hizo! La primera siempre duele, pero te acostumbras, ¡no lo vas a
comprender porque no eres mujer!
—Sigue hablando así y le
dispararé a otro de tus novios, enana degenerada.
Le respondió tío Bug, entonces me metió en la furgoneta y
cerró la puerta. Cuando él rodeó el vehículo para subir al asiento del piloto,
London me dijo con desdén:
—¿No lo ves? Le gustas porque
eres inútil y puede mandarte. Él solo es bueno para disparar, es lo que mi tío
Adámas siempre dice, lo usa para humillarnos. Y tú solo sirves para depender de
los demás. Para esto te arrebataron de tus verdaderos padres, para que fueras
la muñequita bebé de mamá, el conejillo de indias de papá, y ahora eres la
chica perfecta para Bug.
Justo entonces mi tío entró al auto y arrancó, se fue sin
despedirse de ella. Estaba muy enojado. Puso su música de gritos y no decía
nada, solo conducía. Entonces le comenté:
—London acaba de decirme que soy
inútil. Y que me arrebataron de mis verdaderos padres.
Tío Bug se volvió a mirarme y me contestó:
—Le ganaste en una pelea a mi
padre, ¿no?
—¿Pasó en realidad?
—Sí. Yo tenía razón, cuando
estaba vivo hacía viajecitos espaciotemporales para vigilar a sus hijos después
de muerto y por eso Amleth le habla. Su curiosidad de seguro empeoró la
enfermedad que lo mató…Los fantasmas no existen.
—¡Entonces ella no está loca!
—Lo estará, cada saltito cuántico
te funde millones de neuronas y ella y papá saltan tanto entre líneas de tiempo
que parecen una de esas malas películas de cine independiente que tu madre ve.
Lo que sucedió ayer fue una imprudencia muy grave, si los cálculos de Amleth y
Violeta hubieran fallado ahora estarías muerta. Además tengo una mala espina:
mi papá tenía sus manías contra algunos de mis hermanos y puede que fuera
porque sabía lo que iban a hacer…Y sobre London…Psy, cuando alguien no puede
superarte dice mentiras para intentar rebajarte. Lo que te dijo London es un
ataque cobarde, sucio y débil. Simplemente ignórala, es una imbécil.
—Pero quiero demostrarle que soy
fuerte, no solo a ella, a todos. Usted no entiende, me hicieron algo y pude
copiar lo mismo que hacía él. Hay algo que mueve mi cuerpo como a un títere,
aunque yo lo controlo… Quiero mostrarles.
—¡Ya no hace falta! Convenciste a
mi padre, los demás no importan. Todos los años que sufriste siendo operada y
estando encerrada en tu casa valieron la pena… Supongo. Es irónico, siempre
sucede que cuando esperas demasiado por algo y por fin lo consigues ya no se
siente tan bien. ¡Deberíamos estar contentos! ¿No? Superaste a un Homo cosmos
puro. Muchos de ellos querrán someterse a los mismos procedimientos que
recibiste y mejorarse, mi tío Adámas sin duda... Él ha gastado muchísimo dinero
intentando alargar su vida y su gobierno por siempre. Ahora, descansa, se
acabaron tus aventuras violentas, te enseñaré a cocinar y tejer. Ya viste que
fuera de casa hay un mundo peligroso lleno de gente repulsiva que no te tratará
bien.
—Pero yo creo que ahora ya podría
enfrentarme a una criatura de esas, como la que me atacó el otro día. Puedo
ayudarle a cazar, tío.
Le comenté ocultando el hecho de que en realidad me sentía
mal herida, solo mantener la cabeza erguida me estaba costando trabajo, pero
continué diciendo:
—Déjeme intentarlo. Para que
London se calle.
—No... Esas biomáquinas son más
grandes y pesadas que tu abuelo. Además, ¿segura que quedaste bien? Te ves
llena de golpes, una vez basta, Psy. No debes probar nada.
—Amleth dijo que “una duda y su
consiguiente búsqueda de la verdad puede salvarnos”. Quizás debo probar y, si
todo sale bien, ayudarles siempre.
—Amleth nunca participa
activamente de las cacerías, no sabe nada de nada.
—¡Tío no quiero quedarme en casa!
Me gustó pelear…Fue emocionante, como las luchas de robots que veía mi papá.
Quiero hacer eso…Como un robot luchador. ¡De verdad me gustó y lo hice bien!
—No eres un robot, eres una
chica… ¿O no?...
Dijo mi tío entre dientes y tamborileó con los dedos en el
volante del auto, pensando, finalmente habló de nuevo:
—De todas formas, esta noche
debíamos salir a buscar presas. No quiero dejarte sola en el caserón, ni quiero
volver a despegarme de ti. No lo sé, vendremos a platicar con tu tío Dreiser al
medio día, comerás donde Violeta.
—¿Mi tío Dreiser el religioso?
¿Vive aquí? Ugh, no…Siempre está mirando al piso, habla muy bajo y solo llegaba
a mi casa para rezar cuando yo estaba muy enferma y mamá lloraba. Me da
tristeza verlo.
—Mamá nos dividió en grupos de
cuatro para que nos cuidáramos entre sí, y de los cuatro más jóvenes él es el
mayor y el que hace de líder. Voy a fingir que ese tímido ratoncito asustadizo
me da buenos consejos y tú me vas a seguir la corriente, ¿de acuerdo?
—Solo le va a decir lo que usted
quiere escuchar y no me dejará ir de caza…
—¡Sí! Pero London también se verá
obligada a respetar su decisión porque Dreiser es la única cosa con pene que
ella respeta, y así aceptará que te quedes en casa con Amleth hablando sola y
jugando a la escuelita.
Estaba muy enojada por las triquiñuelas de tío Bug, pero
cuando llegamos a la cafetería de Violeta, donde ya nos esperaban Amleth,
London y mi tío Dreiser, las cosas se le voltearon. Mi tío Dreiser está como lo
recuerdo, hubiera jurado que es el más joven porque parece un adolescente
callado, tiene un ojo amarillo y un ojo azul, anteojos dorados redonditos y
cara de cachorro triste. En el pueblo lleva una capa impermeable para cubrirse
el hábito, diría que también se mete al bosque a cazar. Creo que a veces
quisiera hablar, pero solo se muerde el labio. No entendía por qué era así,
pero hoy me di cuenta: London vive pegada a él como una garrapata militar y no
lo deja ni respirar. Ella se ocupó de dar órdenes mientras le frotaba los
hombros como si se lo fueran a robar si lo soltaba tres segundos:
—Psique debe participar, Bug, no
tiene excusa. No solo porque es repugnante ser débil, ¡no merece ser parte de
mi familia si es débil! También tiene una deuda moral. Su padre diseñó las
biomáquinas, fue idea de él que para reproducirlas usaran mujeres, es la
monstruosidad más misógina que ha venido de la Luna.
Lo que dijo se sintió como una puñalada, pero rápidamente
Amleth intervino:
—¡No fue “su idea”! Descartes no
planeo que estas cosas vinieran al pasado y abusaran inocentes. No sé quién lo
propuso o porqué lo autorizaron, pero la intención era darles trabajo a mujeres
voluntarias. Se les pagaría muy bien y el proceso de concepción sería in vitro,
¡así como hicieron con Violeta! Estas biomáquinas han sido hackeadas para venir
al pasado y reproducirse ilegalmente, Descartes no tiene nada que ver con esto.
—¿Y no puede hacer nada al
respecto? Piensen en esas mujeres, no solo las que son abusadas aquí, también
esas que alquilan sus vientres para los ricos de la Luna. Gestar un hijo, darlo
a luz y después entregarlo; Violeta, tú, ¿en verdad quedaste tranquila luego de
ese proceso? ¿Realmente te despegaste de Psique? Piensa, a ella también podrían
apresarla como engaños como hicieron contigo. Podría acabar como tú, casada con
su propio acosador.
Replicó London mirando a Violeta que se volvió a verme con
los ojos húmedos. Amleth parecía disgustada con lo que su hermana mayor estaba
diciendo, pero no se atrevía a enfrentarla del todo, así que la militar de la
familia continuó hablando:
—Amleth, tú y yo tuvimos que
asistir a Violeta en su último parto porque no podíamos hacer público el
nacimiento de su propio bebé. ¿Ya olvidaste la angustia? ¿Cómo se retorcía de
dolor? Esas mujeres Homo sapiens deben vivir lo mismo decenas de veces, dar a
luz aquí, en mitad de la nada, sin asistencia médica. ¡Y luego perder incluso
la ilusión de quedarse con los niños porque no son niños! Son monstruos,
biomáquinas. Sufren como sufrió nuestra madre, fabricando crías una y otra vez,
sin descanso, ¡como vacas! Algunas no sobreviven. Es culpa de Descartes de
cualquier manera, fue una imprudencia crear robots que funcionan como
organismos vivos. Humanizar a la máquina es deshumanizar a las personas. ¡Es un
pecado! Esa Psique debe ayudarnos a cazarlas para disculparse en nombre de su
padre. ¿Verdad, Dreiser?
Mi tío Dreiser se puso de pie, nos miró a todos de reojo y
dijo hablando tan bajo que apenas se le escuchó, como siempre:
—Alguien me informó que hemos
sido engañados, Descartes nos manipuló para que creyéramos que íbamos a salvar
de algo a esta chica si la traíamos aquí, pero ella ha venido para ayudar a mi
tío. Está recopilando datos de todos nosotros en un diario que le dio Descartes
y luego se lo entregará a mi tío para chantajearnos con la información íntima
contenida ahí. Si eso es verdad, lo más prudente sería entregarla a mi tío para
que Descartes entienda que descubrimos su treta y ya sabemos que está del lado
de quienes nos procuran el mal.
Todos se volvieron a mirarlo sin entender, Violeta quiso
opinar pero London la interrumpió con prepotencia, explicando como si estuviera
escupiendo hechos escritos en piedra:
—¡Entonces no se hable más! ¡Ella
debe irse! ¡Hay que regresarla a la Luna y convencernos de que Descartes es un
mentiroso, un manipulador, un misógino y la peor persona de esta familia!
En ese momento adiviné que ella había revisado mis cosas
cuando me duché en su casa, y quizás desde entonces ideó esta obra de teatro
para fingir que una misteriosa fuente confiable me había “delatado”. Pero
cometió un error que dejó en descubierto su calumnia: dijo que el diario me lo
dio mi papá, de seguro solo lo hojeó sin atención. Rápidamente saqué mi diario
y se lo mostré a tío Dreiser diciendo:
—Lea aquí, la dedicatoria en la
última página. ¡Vea la letra!, ¿la reconoce?, me lo regaló tío Alonso para que
aprenda a ser escritora. Si no me cree, llámelo y pregúntele. ¿Ahora también
dirá que tío Alonso es traicionero? ¡Llame a mi padre y dígale todo esto! No
con indirectas, ¡dígaselo abiertamente si es verdad!
El religioso leyó, se volvió a mirar a London y no dijo
nada. De inmediato le exigí:
—Respóndame una cosa: ¿es usted
mentiroso?
—Por supuesto que no…
Me respondió ante la cara de irritación de London, yo seguí
hablando con seriedad y sin perder los estribos, pero directa al grano:
—Entonces dígame quien le dio esa
información falsa. Quien mintió para hacerme quedar mal a mí y a mi padre.
Hubo un tenso silencio, London tenía cara ya de sorpresa más
que de enojo. Por lo visto no está acostumbrada a que la atrapen con las manos
en la masa y que la confronten. Tío Dreiser solo murmuró:
—No hay duda de que eres la hija
de Descartes.
Luego se fue cubriéndose con la capucha de su impermeable
que al apartarle la parte frontal ondeó al viento como alas que se despliegan,
acentuando su aire angelical que no es de mucha utilidad. ¡Y esa fue su gran
intervención! Tío Bug no decía nada, pero aún con la máscara se le notaba que
estaba enojado porque apretaba tanto un puño que podía escucharlo. Dio un golpe
a una mesa que resonó en todo el local y habló indignado:
—¡Ya basta de patrañas, London!
Ella no es como nosotros. Si la acorralan no puede escapar. Esa es la única
razón por la que podemos enfrentarnos a la mierda que mandan del futuro,
evolucionamos lo bastante para escapar de nosotros mismos. Solo un puñadito de
privilegiados, mi padre y sus hijos, pueden moverse a voluntad por el espacio
tiempo. ¡Hasta la misma Violeta carece de ese indulto totalmente inmerecido! Y
tú, alguien que está dentro de esa infinitamente pequeña porción afortunada de
la humanidad, todavía le exige a esta chica “que no sea débil” y que “se
disculpe por su padre”.
Ella, con un cinismo increíble y siempre engreída, replicó:
—El ser humano es el peor
depredador del planeta, si ella no nos alcanza, su destino será la extinción.
¡Puede mejorarse si quiere! ¿No es lo que hace mi tío? Él trabaja por
superarse, al menos eso hace bien.
—Mi tío es ridículamente rico,
ella solo tiene una bolsa de ropa y la comida que yo le regalo. No puedes ser
tan…
—De todas formas, nosotros
tampoco somos invencibles. Ya ves que con todo y nuestra afortunada mutación,
mi tío que no tuvo la suerte de heredar este gen nos ha expulsado de la
historia conocida obligándonos a ocultarnos aquí, en el olvido. Apuesto a que
puedo darte una paliza con todo y “nuestro don”. Tú no eres menos vulnerable
que ella.
—¿Ah sí? Intenta darme una
paliza.
La desafió mi tío Bug y Amleth quiso interponerse entre los
dos mientras Violeta tomaba a su bebé y a mí tratando de alejarnos. London al
menos tuvo la consideración de salir de la cafetería. ¡Es realmente hombruna!
Bonita, como todos estos seres extraños diseñados en un laboratorio de
ingeniería genética que llamo mi familia… Pero se comporta como mi tío Alonso.
No era casualidad, mientras se subía en una mesa para verlos mejor, y London
corría a saltitos de espaldas riéndose de tío Bug que iba hacia ella como un
tren:
—London siempre ha sido así…Como
éramos tantos niños, mamá pidió ayuda a Dumas y Alonso para que educaran a sus
hermanos más pequeños. Se los repartieron: Dumas que siempre fue más dulce y
comprensivo se llevó a las niñas, pero no soportó las travesuras y groserías de
London mucho tiempo. Se la cambió a Alonso por Dreiser. Eso fue…muy malo. Dumas
acentuó la pasividad de Dreiser y Alonso convirtió una niñita peleonera en
London…
De repente oímos una especie de chillido o aullido de lobo,
no sé, London lanzó un sonido extraño e intentó patear a tío Bug. Él la
esquivó. Intentó golpearlo otra vez y en una de sus embestidas sacó unas largas
garras negras. No estaba segura de qué eran cuando vi a mi tío Bug hacerlo
antes, pero hoy lo miré claramente. Tienen garras retráctiles, como los gatos.
No sé si todos son así, pero al menos tío Bug y London sí estaban intentando
cortarse sacando las uñas literalmente, haciendo de vez en cuando unos sonidos
horribles. La pelea se volvió cada vez más violenta y rápida, mi tío hacía lo
posible por mantener una actitud defensiva pero en cierto punto ella lo
arrinconó y cuando iba a golpearlo de lleno él se disolvió en el aire, se hizo
humo, como tinta negra que se diluye. Fue algo tan extraño que me sobresaltó.
Apareció en otro punto más lejos de ella y a partir de ese momento el combate
se volvió confuso, aparecían y desaparecían en distintas partes entre siniestro
humo negro. Ellos de alguna forma han desarrollado la capacidad de
teletransportarse naturalmente para vivir entre los túneles espaciotemporales.
Empecé a sentirme mareada comenzando a deducir verdades espantosas, ¿son algo
paranormal? ¿Acaso existe lo paranormal o solo es una aberración de la física?
No son como yo, nunca seré como ellos. Recordé una vez en que mi tío Dreiser el
religioso se quedó a mi lado leyéndome la Biblia mientras yo ardía en fiebre, y
me contó una historia sobre los habitantes del cielo teniendo hijos con las
mujeres de la tierra y creando así gigantes híbridos malvados. ¿Así veía la
gente del pasado a mi familia? ¿Son malos…? No pude ver cómo terminó el
enfrentamiento, me fui tras unas mesas y me desmayé comprendiendo que había
terminado rodeada de mis peores temores. Tío Bug me encontró más tarde y creyó
que solo estaba aburrida tomando una siesta. No le dije lo que pensaba y él
solo me admitió que yo tendría que participar de la cacería de esta noche para
que London dejara de molestarme. Me mostré muy valiente y segura, pero en
realidad tengo miedo de estar sola con él ahora que sé lo que es. Necesito
sobrevivir entre ellos.
Jueves 19 de agosto de 3030
Anoche fue mi primer viaje de caza. No fue nada bueno.
Después de escribir un poco en mi diario, ayudé a mi tío a preparar sus armas,
bueno, me paré a su lado mientras cargaba su rifle en la mesa de la cocina. Ahí
me explicó un poco de lo que haríamos:
—Usualmente Dreiser o yo les
disparamos en la cabeza y London llega después a decapitarlos con una
motosierra. Eso les desactiva el mecanismo de autodestrucción que los hace
incendiarse y así es posible reciclar sus partes. No es tan grotesco como
suena, es como partir maniquíes del centro comercial. Tendrás que ayudarla a
ella a cortar cabezas si hay más de una presa. Si solo es una, mejor déjala
tomar la delantera, puede que por esa tontería empiece a competir contigo.
—Pero… ¿Las biomáquinas no
sufren? Tienen partes vivas, ¿no? La que vi tenía carne. Tío, si tiene al menos
un pedacito humano, ¿no es una persona?
—La ley, hasta donde es conocida
en el siglo XXX, no reconoce como persona a ningún organismo ciborg que no
posea un cerebro humano completo porque todavía no existe un cerebro artificial
que iguale uno biológico.
—¿Qué pasará cuando construyan
uno? ¿Seguirá siendo legal matarlos?
Mi tío dejó el arma sobre una mesa y de un tirón me acercó a
él para rodearme la cintura con sus brazos diciendo:
—Aún si no lo fuera, los
matarían. Lo mismo que sucede con los seres humanos normales. La ley no le pone
precio a la vida, lo único que le da valor es que la amen. Y se puede amar
hasta a una tostadora, y matar por defenderla.
—¿Qué tal si la tostadora aprende
a amarse sola y no quiere que la maten, aunque nadie más la quiera?
—¿No empieza así la rebelión de
las máquinas?
—Más o menos. No me gusta la
ciencia ficción, me quedo con los slashers.
Si vamos a matarlos…Al menos que sea rápido. ¿Esta vez sí funcionarán las
balas? Con el grande no funcionó que le disparara mucho.
—Llevo balas expansivas, estas
suelen ser suficientes.
Empecé a sentirme triste por las biomáquinas, pero si no
participo en esto no me aceptarán como parte de la familia. Mi tío me dio una
nalgada, porque así es él de delicado, y me dijo que estaba todo listo.
Partimos al caer el sol hasta un punto oscuro en el bosque, London ya nos
esperaba, y no era broma, traía una motosierra. Le hubiera quedado mejor a tío
Bug, pero ya me quedó claro que la psicópata aún sin máscara es ella. Amleth
estaba ahí, pero metida en la camioneta de London, por lo visto ha dejado de
enseñarme ciencia y matemáticas para enseñarme a ser parte de la familia;
chasqueó los dedos haciendo aparecer una pantalla holográfica sobre su mano y
entonces gritó anunciando:
—¡Uno anda cerca! No es una
biomáquina, es solo un robot. Un modelo SL. Está a cincuenta metros al este.
Después bajó del auto de un salto y fue directo hacia mí
indicándome:
—Los SL se ven como una persona,
llevan trajes formales negros. No dan miedo. Solo debes tener cuidado porque
usan armas de fuego, ¡disparan! Cuida de no abordarlos de frente. Trata de ir
por la espalda siempre. ¡Tú puedes!
Entonces mi tío Bug le preguntó con voz seria:
—¿Es uno de la generación 30?
Amleth, revisa.
—El radar no le detecta datos
específicos porque no es un modelo original, lo han modificado con partes de
otras máquinas. Sabrán su aspecto hasta que lo vean. Volveré al auto, suerte.
¡Va a ser muy fácil!
Concluyó Amleth y entonces London hizo una llamada en su
teléfono, y mi tío aprovechó para darme algunas indicaciones:
—Enciende el palo ese y mantenlo
así, voy a ubicarte por el brillo azulado. Le dispararé si se te acerca,
entonces solo deberás cortarle la cabeza.
—Okay.
Respondí activando la vara luminiscente, él me tomó un brazo
y me dijo una última cosa:
—¿Segura que quieres participar?
Puedes quedarte con Amleth, ¡al diablo lo que diga London! No ganas nada con
esto, ella siempre seguirá criticándote.
—Le propongo algo: si gano me
dirá el nombre real de Amleth.
—¿Y si pierdes qué? No vivirás
para lamentarlo, pero yo sí.
—Solo sé que viviré para que me
confiese otro nombre.
Respondí e hice girar la vara rápidamente para ver cómo
estaba mi cuerpo, seguía con la misma pericia extraña y dolorosa, pero quería
mostrarles lo que aprendí. Después London volvió y guardó el teléfono hablando
de mala gana:
—Era nuestro hermano Dreiser,
viene persiguiendo a la presa. La trae hacia aquí, Bug.
—¿Ya lo vio? ¿Es un 30? Psique no
debería venir si es un 30.
—Dice que el SL es un… Eh… 25 o
26. Haremos una pinza: Bug, ve a la derecha por el lado alto de la ladera, la
chica y yo iremos a la izquierda. Le cerraremos el paso cuando venga.
Dijo ella con una sospechosa calma. Tío Bug se volvió a
mirarme por última vez y se alejó poniéndose la capucha de su abrigo y
alistando el rifle. Yo fui con London, que revisó su motosierra sin encenderla
todavía. Caminamos varios metros entre la maleza, mirando a una vereda cercana,
y luego me ordenó:
—Entra al camino y ve a su
encuentro, Bug te cubre desde arriba, yo prefiero no intervenir todavía porque
el ruido de mi herramienta podría repelerlo.
Su actitud me parecía tan sospechosa… Pero no tuve más
opción que obedecer. Salí de la maleza con cautela y a lo lejos vi acercarse
una silueta que me pareció familiar. Al tenerlo más cerca vi con alegría que
era mi padre. Venía caminando apurado, vestido con un traje formal negro y tan
serio como siempre, supuse que llegó para evitar que participara en la cacería
y llevarme de regreso a casa. Corrí a encontrarlo, pero le dispararon justo en
una sien. Grité horrorizada e iracunda, ¡mi tío Bug acababa de matar a mi
padre! Fui a recoger el cuerpo de papá y llorando acaricié su rostro, ¡era él
sin dudas! Le besé la frente, y de pronto oí a mi tío gritarme mientras bajaba
por la ladera:
—¡No lo toques! ¡No es él! ¡Es un
SL 30! Los diseñaron con el aspecto de tu padre para homenajearlo porque él
fundó la empresa que lo fabrica, ¡es un robot!
De pronto escuché un chasquido metálico y vi como el cuerpo
de mi padre empezaba a estirarse dividiéndose en segmentos parecidos a los de
un ciempiés, todavía incrédula me negaba a soltarlo hasta que su cabeza
chisporroteante se hundió ocultándose dentro de su horrible tórax segmentado, y
por fin todo su cuerpo mutó convirtiéndose en una especie de arácnido
monstruoso con tenazas afiladas. Logré esquivarlo de un salto, pero su cabeza
ya no era visible y sería más difícil saber a qué punto debía atacar. Me di
cuenta de que sería necesario cortarle las patas, una por una. Era una tarea
difícil, porque mientras intentaba cercenarle una con la vara, otras dos
trataban de cortarme con las tenazas; mi tío lograba detenerlas disparándoles,
pero al destruir un apéndice, otra nueva brotaba. Llegó un punto en que los dos
ya no dábamos abasto para tantas horribles patas y probé arriesgarme un poco
más, me escurrí hasta subir al lomo del robot y empecé a cortar las patas desde
ahí, no me había fijado en que tenía además una cola de escorpión con la misma
tecnología láser de mi vara que intentó aguijonarme, pero conseguí bloquear el
ataque con la vara. Mis músculos otra vez dolían terriblemente y mientras la
cola se empeñaba en picarme sin lograrlo, las patas entraron en un frenesí
asesino y solo intentaban cortarme. Realmente debo reconocer la inhumana
pericia de mi tío Bug, sacó un arma automática y disparó acertando cada vez que
una tenaza estaba a punto de tocarme, pero no podríamos seguir así mucho
tiempo. Por suerte, justo en ese momento nos alcanzó mi tío Dreiser y desde la
copa de un árbol disparó una flecha y averió el aguijón de la cola, así por fin
pude cortarlo y con un giro que involucró todo mi cuerpo en una dolorosa
contorsión logré partir la máquina en dos. De una de sus mitades asomó la
cabeza de mi padre suspendida entre cables y hasta en aquel momento intervino
London, que con la sierra eléctrica la separó del resto del cuerpo y después
cruelmente la cortó a la mitad. Al instante, todas las partes dejaron de
moverse. Entonces London tomó una de las secciones de la cabeza y me la lanzó,
exclamando:
—Oye, princesita, ¿no la quieres
de recuerdo?
Ver el rostro mutilado de mi papá fue más de lo que pude
soportar, lo puse en la tierra cuidadosamente y le cerré el ojo. Tomé los
jirones de su chaqueta y cuando iba a cubrir sus restos reconocibles me fijé en
la etiqueta cosida al cuello: “SL”. Ese mismo logo está en mis uniformes
negros. El SL30 llevaba un uniforme negro de marca SL, igual que yo. Entonces
me sentí como aterrada, angustiada por no sé qué, y terminé vomitando junto a
un arbusto. London se echó a reír y oí a mi tío Bug decirle, antes de ir a
levantarme en brazos para sacarme de ahí:
—Hay días en que me cuesta mucho
recordar que eres mujer y no debo golpearte, London. Arréglense como puedan
recogiendo las partes, me voy.
Cuando llegamos al auto, yo iba llorando porque me imaginaba
que habíamos matado a mi papá. Lloré mucho tiempo recostada en el pecho de mi
tío, que me dijo que el nombre real de Amleth es Aurora, me contó las cosas que
hacían de niños, pero nada terminaba de distraerme y consolarme. Preguntó qué
le pediré cuando descubra todos los nombres, le dije que no sé todavía porque
estoy muy confundida. Me dormí abrazándolo y cansada de llorar. Hoy me desperté
todavía muy triste. No quiero comer. ¿Por qué me visten como a un robot?
Viernes 20 de agosto de 3030
El jueves hubo que salir a cazar otra vez por la tarde, yo
no tenía ganas de hablar con nadie, tío Bug respetó mi decisión aunque
ocasionalmente me frotaba la cabeza o un hombro. Es raro, es una de las pocas
personas que sabe cómo tratarme, pese a que me intimida. Debíamos encontrarnos
con los demás en un prado cercano, desde que salimos del caserón me aferré a
una de sus manos porque ya no quiero volver a quedarme sola en una situación
para la que no estoy preparada. Solo me obligo a ir porque quiero ser parte de
la familia y saber de una vez qué pasa, ¿qué otros horrores me ocultarán…? Me
duele hasta escribir lo que sospecho… Mi tío Dreiser ya nos esperaba sobre un
árbol, encapuchado con su impermeable y preparando el arco, nos saludó con la
mano desde ahí, sin decir nada. Tío Bug igualmente empezó a revisar su rifle,
poco después apareció London a caballo y con sombrero vaquero. ¡Como si fuera
la dueña del lugar! Nos miró por encima de un hombro y se dirigió a su hermano
menor:
—Ya es suficiente, ¿qué te traes
con esa chica? ¿Te gusta? ¿Ahora eres pedófilo?
—Es mayor de edad, todo legal.
Respondió tío Bug, espero que en broma, London dio una
vuelta con el caballo y replicó:
—Eso no importa, enfermo. Es muy
pequeña para ti. ¡La vas romper!
—Es como el plástico, London. Si
se calienta bien, se estira.
—Eres un cerdo.
Tío Bug soltó una risita extraña y London se le quedó
mirando de forma amenazadora, luego chasqueó los dientes indicándole al caballo
que galopara y se fue al otro lado del prado. Mi tío me dijo en voz baja:
—¡Nos llevamos bien porque es
tosca! Desde niños jugábamos juntos, hacíamos travesuras, nos divertíamos. Sin
embargo me molesta su actitud. Pregona la independencia, pero solo para ella
misma. Los demás tenemos que lamerle el trasero o explota. ¡Todos estos
justicieros son iguales! “Libérate de tu Dios para adorarme ahora a mí”, ese es
el cuento de siempre. Te lo repite mi tío Adámas, Dumas y por supuesto Jacky
London; la indomable vaquerita ex marine.
—¿Pelea muy a menudo con ella?
Le pregunté viendo a London bajar del caballo y atarlo a un
árbol. Tío Bug contestó:
—Sí. Pero ella sabe que, así como
no tengo pelos en la lengua, no soy rencoroso. Diré lo que me plazca y así
mismo puede decirme lo que quiera, al final haré lo que yo decida. Cada quien
respeta su terreno.
De repente apuntó con su arma a unos arbustos lejanos que se
agitaron, de ahí salió un cuerpo mutilado. Solo el torso sin piernas, me
estremecí parándome un poco tras él:
—¿Qué debemos hacer? No tiene
cabeza…
—La escondió dentro del tronco de
su cuerpo, ya viste que a veces hacen eso. Tendrías que cortarlo sagitalmente,
de arriba abajo, como en tus películas de terror. Si quieres deja que el
marimacho lo haga y tú…
No espere a que terminara de hablar, corrí hacia la presa
activando la vara luminiscente y al mismo tiempo escuché a London encender su
sierra eléctrica. Sería una competencia por ver quién llegaba primero a cortar.
En ese momento hubo dentro de mí una sincronización rara, no sé si fue la
concentración de la parte instintiva o la racional, pero logré dar un par de
saltos sobrehumanos que dolieron como el infierno y así llegué antes que
London, rebanando la presa de un solo tajo. Ella me miró con desprecio y tuve
la sensación de que iba a irse sobre mí con la motosierra, así que giré la vara
y cuando ella se me iba acercando le lancé una estocada. La vara le cortó
algunos cabellos. London dijo, congelada en la misma posición:
—Así que no nos consideras tu
familia…
—No te considero a ti mi familia,
porque tú sientes lo mismo por mí.
Repliqué y volví corriendo a encontrarme con mi tío Bug,
antes que él pudiera comentar algo escuché a Amleth gritar a lo lejos
saludándonos y me fui con ella a buscar cristales entre las rocas de un arroyo
cercano. Más tarde volvimos al caserón y no quise decir nada, me despedí de
ella y me senté junto al fuego a escribir. Ni siquiera platiqué con mi tío Bug
por la noche. Hoy viernes desperté, me puse a escribir y me siento triste. No
me hubiera entusiasmado con ser parte de una familia de haber sabido que luego
iba a enterarme que mi papel dentro del hogar era ser un electrodoméstico…
Caso IV: Dreiser
Sábado 21 de agosto de 3030
Querido diario, mi tío ya no quiere que le diga tío, dice
que debe ser Bug a secas. Ha sido así desde el viernes. Esa mañana él fue por
su rifle, se puso el abrigo y me extendió la mano para que se la tomara y lo
siguiera. Fui de mala gana porque estaba escribiendo, pero tenía hambre y él es
el tipo que me da comida. Nos fuimos juntos por el bosque, yo no hablaba porque
seguía sintiendo un nudo en la garganta. Así que tras mucho silencio, él me
preguntó mirando a los matorrales cercanos:
—Hay muchas ratas de campo,
¿quieres comer rata o te busco un conejo? O nos comportamos como gente
civilizada y te llevo a comer al pueblo con Violeta.
—Rata…Los conejos son muy lindos
para comerlos y no quiero ver a nadie.
Respondí. Me senté en una roca y él preparó el rifle
esperando a que apareciera algún roedor. Entonces intentó sacarme plática:
—El caldo de rata está bien, pero
me gustan más las ratas vivas. Una vez encontré una cría, la cuidé y le di de
comer hasta que se hizo grande. Nuestra amistad solo acabó cuando murió de
vieja y de gorda, pues la mimaba regalándole siempre golosinas. Tú me recuerdas
a esa rata, estoy empezando a quererte mucho.
—Gracias. Tío, quiero saber una
cosa.
—De esto quería hablarte…Ya deja
de llamarme “tío”, las cosas se ponen turbias y mientras estés lejos de tus
padres no sería bueno que te separen de mí para llevarte con otro familiar.
—¿Por qué?
—¡Por que la familia no te desea
ningún bien! Ni a ti, ni a nadie, la mayoría de estos cabrones piensa al
estilo: “quiero verte bien, pero no mejor que yo”; y tú has permanecido entre
nosotros muchos años sin nada que reprocharte salvo cosas que no son tu culpa.
Querrán embarrarte de alguna forma, así son, todos infelices y pensando que es
injusto que los demás no se sientan igual. A los miembros más tímidos y
honestos, como el pobre Dreiser, los aíslan de todos y los abusan confiados en
que nunca van a denunciarlos y los mantendrán así de por vida, esclavizados,
como juguetes humanos… ¡No quiero eso para ti!
—¿Qué le hacen a él? A tío
Dreiser. ¿Por eso usted vive solo…?
—No, yo vivo aquí por la
libertad, en el pueblo no se está en paz…Ya viste lo que pasó con London, hizo
lo posible por mortificarte. Será mejor que dejemos el asunto del tío y la
sobrina fuera, y digamos que somos una pareja. ¡No digo ser una real! Solo que
lo supongan. Así dejaron en paz a Violeta. La familia cree en aquel dicho:
“entre marido y mujer, nadie se debe meter”. Bueno, quizás tu madre se
escandalice un poco… Pero nada más.
Tomé aire, ¡mamá no solo se escandalizaría! Le daría un
ataque. Ella jamás me habló como si algún día fuera a encontrar un hombre e
irme a vivir con él, peor aún con un hombre como “Bug”. Creo que la única razón
por la que me dejaron con él fue porque hace tantos años que no lo veían que
han olvidado lo salvaje que es:
—Tío…
—Deja de decirme “tío” … Cada vez
que me digas “tío” te ignoraré.
—¡Pero es que mi mamá se volverá
loca! Y me dará mucha vergüenza que los vecinos digan que mi tío es mi novio…
—No sé con quién estás hablando,
tú no tienes tíos.
—Claro que en realidad no los
tengo, los robots no tienen tíos…
—¿Qué quieres decir?
Entonces le confesé algo que estuve pensando toda la noche
anterior:
—Tío, es lo que quiero saber, ¿mi
papá me construyó como al SL30 de ayer?
—¡No! Y deja de decirme “tío”.
—¡Dígame la verdad! ¿Soy un “SL
algo”? ¿Por eso me tenían guardada en mi casa y aprendo habilidades con solo
recitar “copiar movimientos” como si fuera un comando de computadora o me
cargaran una aplicación? ¡¿Por qué me visten como uno de los robots de mi
padre?! ¿Soy otra de esas biomáquinas?
—Eres una chica común y
corriente. Hay fotos y videos de Violeta preñada de ti, y de tus padres
biológicos, los que donaron el embrión. Yo mismo los vi, eres el vivo retrato
del tipo que te engendró, pero tienes los ojos de su novia, que por cierto
estaba muy buena; ¡contrario a Violeta pecas feas! La familia los eligió desde
antes porque eran muy atractivos y tenían no sé qué problema, querían su
primogénito. Un embrión para implantarlo en Violeta porque Ziggy ya era muy
mayor para arriesgarse a un embarazo y ninguna otra mujer de la familia quiso
hacerle el favor de prestar su vientre. Al menos en eso Violeta fue generosa.
Sospechosamente abnegada… Decían que pese a la condición extraña que ibas a
heredar, nacerías muy bonita y mis hermanas te esperaban entusiasmadas como
cuando eran niñas y les prometían una muñeca nueva.
Un disparo desgarró entonces la quietud del bosque, volaron
algunas aves y “Bug” fue a recoger una rata muerta, me contó mientras empezaba
a despellejarla:
—Lo recuerdo como si fuera ayer,
nos reunieron a todos en tu casa para que te conociéramos, yo fui por
compromiso. Nunca me han caído bien los bebés. Nos contaron tu historia, que
tenías no sé qué en el cerebro heredado de tus padres, que te iban a operar
para encontrar la cura, y cuando oí el nombre que iban a ponerte quise salir
corriendo. Y tu mamá Ziggy no paraba de insistir en que te cargara, tuve que
hacerlo. Me consta que eras una bebé de verdad, toda llena de baba y con olor a
pañal sucio. ¡Yo estaba temblando!
—¿Qué problema tenía en el
cerebro? ¿Si solo tenía problemas ahí por qué me operaron todo el cuerpo?
Él empezó a encender fuego para hervir agua y a recoger
hierbitas, diciendo:
—No lo sé. Querían fortalecerte
para que vivieras tanto como nosotros, fueron mejoras. Implantes y eso,
principalmente una cosa delicada en tu cabeza.
Comenzó a cocinar y me quedé pensando. Entonces le pedí:
—Necesito hablar con mi tío
Dreiser.
—¿Por qué?
—Porque no solo me preocupa que
papá me esté usando para sus experimentos con robots, también quiero saber qué
son ustedes… Si son entes malignos.
Confesé, él suspiró y me dijo:
—No decidí ser “un hombre
lagarto”, Psique. Tú no puedes juzgar bueno o malo a quien obtuvo lo que no
pidió ni provocó. Simplemente es así. Te llevaré, pero quiero que sepas que no
importan las circunstancias, yo siempre te querré. Ojalá tú también puedas
aceptarnos a nosotros así como somos.
—Gracias. Bug.
Le dije besándole una mejilla de la máscara y me sentí un
poco mejor porque hablaría con un religioso y quizás me daría un amuleto para
estar segura o resolver mis dificultades. Y me comí mi rata. Al atardecer lo
acompañé a un claro en el bosque donde se encontraría con tío Dreiser. Él ya
nos esperaba. Cuando está tranquilo, y creo que contento, se para muy recto y
por fin levanta la mirada. Tiene no sé qué, como que no le dejan decir algo y
solo puede expresarlo con los ojos. Me da mucha compasión, quizás le pasó lo
mismo que a mí, siempre encerrado y escondido por la familia en una iglesia.
Tío Bug, ¡o más bien Bug ya que quiere que le diga así!, fue a buscar piñas de
pino para alinearlas en una roca, dándome espacio a mí para que hablara a solas
con mi tío Dreiser. Pero él se limitó a mirar al suelo y mover piedritas con el
zapato. Parece un niño pequeño. Por fin yo tuve que hacerlo hablar:
—Tío, ya me contaron la verdad.
Pero dígame usted, ¿nuestra familia es del diablo?
Él me miró abriendo los ojos como si hubiera dicho algo
terrible y murmuró:
—No exactamente.
Fue un momento extraño porque solo nos quedamos mirando, en
ese momento me convencí de que él y yo estamos en problemas. De repente dijo,
siempre hablando en voz muy baja:
—Bug, London y Amleth siempre
están en el ojo del huracán. Pareciera que buscan cosas que los distraigan para
no pensar o recordar. Cuando eran niños no querían quedarse solos. Lloraban.
Una vez le pregunté a Bug por qué, era muy pequeño, quizás tendría tres años.
Me respondió que le daba miedo estar consigo mismo. Se tenía miedo.
Lo miré extrañada, él continuó explicándome:
—Poco a poco comencé a observar
que toda la familia tenía ese mismo sentimiento, miedo a quedarse solos con
todo lo que saben. Con sus conciencias sobre las que pesan una multitud de
injusticias, abusos, toda la sangre de tantos inocentes; y de pronto empecé a
notar que yo también tenía miedo. Por eso siempre estaba más cómodo cuidándolos
y soportándolos. Y así viví mi juventud, mi vida adulta, pero en los últimos
años fui atreviéndome a enfrentarlo. Me alejé, me hice más silencioso, meditaba
a solas, cavilada sobre mis culpas y errores; y al aceptarlos, arrepentirme,
tratar de reparar, fue dejando el miedo. Ese proceso se reflejaba en mis
sueños, sabes, en sueños, encontraba una gran casa abandonada y ruinosa que era
mía. Al inicio me daba temor entrar y explorarla, pero luego me animaba y
empezaba a limpiarla, arreglar las averías, decorarla, comprarle muebles
nuevos, y pronto al dormir ya no tenía extrañas pesadillas sino que llegaba a
un lugar hermoso donde me gustaba reposar. Aún quedan habitaciones cerradas y
oscuras, partes desvencijadas, pero ya no me da miedo, como tampoco temo estar
a solas conmigo mismo. Este soy yo, con mis fallas, soy tan insignificante como
estas piedritas del bosque. Pero fíjate: ¿no hay una gran paz y belleza en este
bosque? Que hermoso debe ser vivir como estas piedritas y reposar aquí en esta
gran serenidad. Tú…debes dejar de pensar en justificaciones para tus padres o
tus tíos, o para contigo misma si acaso has hecho algo incorrecto, ¡todos hemos
pecado! Todos hemos fallado, lo que es necesario hacer es pensar en cómo
arreglarlo y que no suceda otra vez. Toma tu tiempo para conocerte, decidir
quién eres y qué quieres en verdad…
De pronto suspiró, como quedándose sin fuerzas, sin saber
cómo continuar. Yo estaba muy interesada en sus palabras porque parecía que
estaba a punto de decirme algo serio. Pero entonces cambió un poco de tema:
—Me gustaría…Llevar a la realidad
mis sueños y comprar una vieja casa, repararla, hacerla mi lugar favorito. Pero
la iglesia y la familia no me dejan tiempo. Debo hacer este sacrificio…Por
ellos.
—No, tío Dreiser.
Le repliqué:
—¿No ve que no está siendo
sincero? Por eso la casa de sus sueños no se termina de reparar. Todavía no
arregla algo en su consciencia…
Justo entonces volvió Bug diciendo:
—Dreiser y yo necesitamos
practicar siempre, de nuestra puntería depende muchas veces la vida de London.
Y ahora la tuya, Psy. En general yo hago casi todo el trabajo, Dreiser es como
un apoyo. Ese arquito de Robin Hood apenas alcanza a disparar unos setenta
metros.
Tío Dreiser empezó a preparar su arco y objetó:
—Trescientos metros…Es un arco
compuesto, Bug.
—Nunca será tan preciso como un
rifle de francotirador.
—No me gustan las armas de fuego.
Son ruidosas. Y se requiere más destreza para usar un arco. Por eso lo uso yo,
soy el mayor y soy más hábil.
Bug se le quedó mirando y le arrebató el arco diciendo:
“¡dame acá!” Y después se pasó un buen rato tensando las cuerdas hasta que
disparó una flecha que avanzó unos sesenta centímetros y se clavó en el suelo.
Tío Dreiser le dio un zape y le quitó el arco, preparando tres flechas que
disparó casi simultáneamente acertando en las piñas de pino que habían
dispuesto como blancos. Al terminar se sacudió y frotó la mano, comentando:
—Siempre pensé que los hombres
que se fijan en gente menor lo hacen por compensar la deficiencia de algo.
—Si tuvieras monaguillo sería tu
novio, cura virgen. ¡No sabes nada!
—¿Te sientes aludido?
—¡No! Siempre me has visto con
maduras. ¿A qué viene ese comentario?
Le reclamó Bug y tío Dreiser le dijo en voz muy baja:
—Nada, solo decía. Psique ha
crecido un poco desde que vino, ¿no? La veo algo más desarrollada. En plena
adolescencia. En cambio tú, parece que retrocediste tanto que se encontraron en
la misma edad…
—¿Qué significa eso?
—¡Nada!, yo sé que tú nunca
serías un viejo verde a menos que fuera algo mutuo. Tienes una voluntad de
hierro que solo se derrite cuando te atrapan desprevenido y te pican el
corazón. Por eso confío en ti. Para cosas graves.
—¿Qué cosas graves?
—Solo digo…Soy tu hermano mayor y
tu guía espiritual, debo aconsejarte.
—¿Guía espiritual? ¡Qué raro
estás! Pero mira, tengo una teoría, sobre asuntos espirituales: ¿y si un tipo
dentro de unos años se entera de la forma de inmortalizar a la gente en masa y
viaja al pasado para hacer una lista de gente a la que hará vivir eternamente,
su padre financiará el proyecto, pero tienen una discusión y el padre le dice
que solo soltará la plata si el hijo se deja matar para convencerlo de que va
en serio y entonces él…?
De repente tío Dreiser lo calló dándole un puñetazo en el
hombro, dejaron de charlar y empezaron en serio con su práctica de tiro. Fue
extraño, creo que tío Dreiser intentó decirnos algo, no sé. Cuando nos
despedimos de él, nos invitó a ir mañana a la iglesia, bueno, regañó a Bug y le
ordenó que fuera. Con suerte quizás cuando lo veamos otra vez pueda hablar bien
con él y me explique qué pasa con la familia.
Domingo 22 de agosto de 3030
Hoy fue un día complicado desde que comenzó. Debíamos ir
temprano a la iglesia de tío Dreiser que está en la cima de la montaña en cuya
ladera descansa el pueblo, es un edificio de más de cien años, todo de madera,
muy grande y un poco siniestro. Al acercarnos pude escucharlo crujir con el
viento, fue estremecedor. Llegamos tarde porque Bug no sabía qué ponerse y
terminó yéndose vestido todo de negro, encapuchado con un largo impermeable
andrajoso, varios medallones de pentagramas y una máscara nueva que lloraba
sangre y tenía una cruz invertida en la frente. De momento no se me ocurrió que
eso no estaría bien para la iglesia, lo pensé luego cuando Violeta lo recibió
dándole manotazos y rociándole agua bendita. En la iglesia, además de mi tía
Violeta con el bebé, estaban también Amleth y London; esta última lucía
irreconocible, llevaba un vestido largo, un rosario, el cabello cubierto por un
velo, y corría de un lado a otro barriendo el gran edificio oscuro de madera
antiquísima. Olía a flores, perfume quemado y no sé qué más. Me senté al fondo,
entre Amleth que se hacía cargo del bebé y Bug que escuchaba cruzado de brazos,
de vez en cuando refunfuñando. Al poco tiempo, noté un ambiente extraño. La
escasa gente que llegaba además de nosotros seis no nos saludaba, ni se nos
acercaba. Además, Violeta hacía lo posible por preparar el templo ya que por lo
visto no hay un sacristán, pero London casi le arrebataba las cosas de las
manos porque quería demostrar que ella podía hacerlo mejor. Luego llegó el tío
Dreiser, es tan alto como Bug y tan serio como papá, pero de alguna forma
parecía indefenso ante algo que en ese momento yo no entendía. Cuando empezó el
sermón vi una cosa que me perturbó: London estaba sentada en la primera banca y
miraba a su hermano sacerdote de pies a cabeza, sonriendo como… feo, no se
sentía bien. Pasó un tiempo y el bebé ensució su pañal, Amleth me pidió que la
acompañara al baño de damas para enseñarme a cambiarlo. Fui y la ayudé, es un
poco desagradable, pero creo que podría hacerlo, además me alegró saber que el
bebé hace del dos así que “la sangre mala” en él es mínima y ya es casi
completamente Homo sapiens como yo. Cuando estuvo limpio, me dejó cargarlo y
salimos del baño, el pasillo que lo conecta a la nave del templo lleva justo a
un costado del altar mayor, yo iba delante de Amleth con el bebé en brazos y
entramos precisamente en el instante en que mi tío Dreiser le estaba dando la
comunión a London; ella la recibió y le besó a él los dedos, no entiendo por
qué. Me volví a mirar a Amleth y ella se veía espantada. Me llevó de regreso a
la banca y Bug tampoco parecía estar cómodo, los dos hermanos pequeños saben
algo de los dos más grandes y no les gusta. Al terminar la ceremonia, tío
Dreiser llamó a Bug con un gesto de los dedos y él me dijo en voz baja:
—Quédate un rato con las mujeres
y luego ve a buscarme, London se obsesiona con demostrar que no es tan
marimacha cuando viene aquí.
—Ya lo noté…No quiero competir
por ser la mejor buena mujer contra London.
—Yo sé que tienes alma de macho,
igual que ella, pero ve y haz el ridículo a su lado un rato. Dreiser le da
mucha importancia a la familia, la tradición, si no lo convences de que puedes
ser tan sosa como él, no confiará en ti, ni te apoyará. Por cierto…Él
colecciona muñecas. No las toques, son frágiles.
—Okay…
Repliqué y no me quedó más que ir con las chicas, que bajo
las órdenes de London se fueron todas a la cocina de la casa de tío Dreiser que
está detrás de la iglesia a preparar una sopa para un almuerzo familiar que
todas sabíamos Bug despreciaría porque él más que nada sobrevive a base de
meterse caramelos debajo de la máscara de vez en cuando, creo que por eso está
en un eterno subidón de azúcar que le imposibilita estar sentado en el mismo
lugar por más de cinco minutos. Lógicamente, la más capacitada para cocinar era
Violeta, pero London no dejaba de explicarle cómo hacer las cosas y cuando yo
trataba de ayudar en algo ella me decía que lo hacía mal y no siguiera.
Entonces solo me senté a mirarlas, así que London dio un manotazo en la mesa y
exclamó:
—¡¿Psique no piensa hacer nada?!
Todas nos estamos matando aquí y ella solo se sienta muy cómoda, si quiere ser
parte de esta familia…
Violeta le respondió ya cansada de sus desplantes,
interponiéndose entre ella y yo:
—¡Mi hija ya es parte de tu
familia! Las familias aman de forma espontánea y sin esperar nada a cambio, de
otra forma dejarían de ser. Por eso estoy aquí cocinando en mi día libre,
aunque debería pasarlo a solas con mi marido en lugar de con ustedes. Él y yo
solo nos vemos los fines de semana.
—De eso también quería hablarte,
Violeta. Amleth y yo no podemos cuidar a tu bebé todas las noches de sábado.
¿Por qué no lo hace ahora tu hija mayor…?
—Habla de eso con tu hermano, mi
marido es quien pide que tengamos tiempo solo para nosotros dos.
—Ese alfeñique solo necesita
quince minutos contigo, se ve que es arma de un solo tiro, ¿me equivoco?
—En realidad es que… Psique es
muy joven. No es su tiempo de cuidar niños, está en la edad en que tienes
aventuras emocionantes y conoces al amor de tu vida; luego ya no habrá magia,
no será lo mismo.
—Claro, como dice mi hermano
Dumas: hay que agarrarlas jóvenes y tontas para que después no se te escapen.
Así comenzaron a pelear entre las dos, la sopa pedía
atención y Amleth muy abochornada me pidió que por favor llevara al bebé afuera
porque empezó a llorar y necesitaba aire. Me fui a toda prisa, realmente fue un
alivio. Las cosas no cuadraban, ¿por qué London que era tan masculina y
dominante estaba peleando por actuar como una mujer sumisa de la antigüedad? Y
se sintió tan raro que de pronto Violeta actuara como mi madre. Llevé al bebé a
mirar una fuente en mitad de un pequeño jardín, entonces escuché un sonido muy
hermoso. Fui a buscar de dónde provenía y pude ver un poco más de la casa
parroquial, todo es antiguo y algo siniestro, pero además hay un montón de
estatuas y pinturas de ángeles victorianos que dan miedo, algunos eran incluso
más altos que yo; tenían pelucas algo enmarañadas y ojos de cristal con telas
de araña. Estas deben ser las “muñecas” de las que hablaba Bug. Ya muy
inquieta, me fui internando entre los pasillos hasta un salón al que me asomé,
vi que tío Dreiser ataviado con una sotana negra estaba en su oficina hablando
con Bug que estaba de espaldas a mí con la máscara en la mano. Tío Dreiser se
veía muy triste y tocaba algunos acordes en un arpa, hablando casi en susurros:
—Dijeron que era sacrílego, que
estaba bendiciendo un cadáver movido por máquinas, le llamaron “títere del
infierno”.
Me alejé unos pasos, perturbada por lo que escuché, con tan
mala suerte que choqué contra otro de esos inquietantes ángeles gigantes. La
estatua se cayó haciendo un gran estruendo y el bebé empezó a llorar. Mi tío
Dreiser salió muy preocupado, se caló los anteojos, me quitó el bebé y dijo con
sus eternos susurros:
—Levantaré la imagen, Bug ve a
dejar al pequeño con su madre. Quisiera hablar a solas con Psique.
Bug se fue ya otra vez con la máscara puesta, protestando
porque no quería cargar a su sobrino, y yo me quedé ahí mismo. Una de las manos
del ángel se desprendió y tío Dreiser me pidió que fuera a guardarla en su
escritorio. El mueble es muy viejo, si mis tíos tienen como doscientos años el
escritorio debe tener como… ¡mil! Es tan antiguo que las gavetas no abrían y
solo pude hacer que cediera la última. Dentro había muchas notas, vi que eran
poemas-cartas de amor, de una tal Alexia a un tal Angello. Por lo visto, tío
Dreiser te confisca cosas así, deberé tener mucho cuidado de que no encuentre
mi diario o me lo quitará. En ese momento, mi tío Dreiser volvió a entrar a su
oficina. Me miró palideciendo, se aclaró la garganta y habló con la misma
ceremoniosidad con que da sus sermones y mirando al piso:
—Debes haberlo adivinado ya, soy
un prisionero de esta familia. Como tú.
—Explíqueme…
Le contesté. Él continuó hablando:
—London nunca me dejó hacer
amistades fuera de la familia, tenía tanto miedo de que conociera a otra mujer
y me enamorara que me presionó para que me ordenara sacerdote. Ya atrapado en
mi hábito, conocí a Violeta y nos hicimos buenos amigos. London, en un ataque
de celos, la acusó con mi tío Adámas y la hizo quedar tan mal ante la familia y
la ley de la Luna que fue condenada a vivir aquí para siempre. Es otra
prisionera. Su hijo también…Y es en parte mi culpa porque al haberme acercado a
ella desperté la ira vengativa de mi hermana. Siento que cada día es una pesada
carga que debo soportar.
De pronto empecé a adivinar que él es el misterioso padre
del bebé de Violeta, pero no me atreví a decir nada. Lo dejé continuar su
especie de confesión:
—Tu caso es todavía más
complicado, a través de los procedimientos médicos experimentales que
practicaron en ti, se encontró la forma de alargar la vida indefinidamente.
Quizás para siempre. Por eso tu padre te escondía, era preciso que Adámas, el
padre de Violeta, jamás te encontrara. Puede que el hecho de que ella te haya
dado a luz sea la única razón que los obligue a respetar tu vida y no
sacrificarte para borrarlo todo.... Yo la admiro, fue como una santa madre
virgen ante mis ojos, pero lo que hicieron contigo al traerte a esta familia
quizás fue un error abominable del cual todos nos podríamos lamentar.
—¿Pero por qué?... ¿Qué me
hicieron exactamente? Me siento extraña…
—No puedo explicarte eso, es algo
que Honore y Maxim podrían decirte mejor, al mismo tiempo que liberarían las
cargas de sus consciencias tras tantos años sin ser honestas. Solo sé que mi
tío Adámas quiere vivir lo suficiente para exterminar hasta el último ser
humano. Lo hará, es su destino, y por más que intentamos cambiar el pasado no
logramos impedir ese futuro. Tu padre accidentalmente al tratar de hacerte más
sana, encontró la forma en que Adámas cumplirá su nefasto propósito de vida.
Nuestra familia es la peor de todas, la última que quedará en pie después de
propiciar el mayor genocidio de la historia. Nosotros somos los culpables del
fin del mundo, la sangre más inmunda de toda la Tierra y la Luna. Y te
obligamos a ser parte de esto, tú puedes abrirle el camino a la inmortalidad a
tu tío abuelo Adámas.
—¿Pero por qué…? No entiendo…
Inquirí rompiendo en llanto, en ese momento llegó Bug y ya
no quiso que hablara más con tío Dreiser. Me sacó muy enojado y nos fuimos de
regreso al bosque. Al volver al caserón, vimos una película y él hizo lo
posible por animarme. Le dije que la próxima vez que salgamos a cazar
biomáquinas lo cuidaré yo también a él. Lo quiero mucho porque él siempre me
defiende, ahora dormiré abrazándolo muy fuerte. Necesito su cariño, necesito
sentirme mejor.
Lunes 23 de agosto de 3030
Anoche, Bug me hizo algo que no me gustó. Casi me asfixia.
Todo sucedió en completa oscuridad, no podía ver, no podía hablar, ni respirar.
Cuando terminó me besó, me abrazó y me pidió disculpas. Pero yo me sentía muy
mal, no le hablé hasta el día siguiente, cuando me senté a tomar mi café en el
pórtico del caserón. Él llegó, se sentó a mi lado a ver las montañas y me dijo:
—No sé sonar sincero
disculpándome por algo que solo espero con impaciencia que ocurra otra vez,
pero no quiero que lo nuestro se arruine.
—Pudo haber sido perfecto. ¿Por
qué tuviste que hacer las cosas…raras?
Pregunté molesta. Él simplemente me respondió, como sin
fuerzas para decirlo:
—Estoy enamorado de tu rostro.
—Yo nunca he visto el tuyo.
Le contesté. Entonces vimos que se acercaba un auto negro,
de ahí bajó tío Dreiser con un impermeable y unos bultos. Bug se puso de pie,
diciéndome entre dientes:
—Bien, al menos, técnicamente
sigues siendo virgen…Dreiser estará contento…
Tío Dreiser fue directo a la furgoneta, subió sus bultos y
Bug y yo nos volvimos a verlo sin entender. Al acercarnos, nos habló siempre en
voz baja:
—He meditado mucho. Escaparé esta
noche después de la cacería, no puedo permitirlo más. Llévame a la costa con
Maxim.
—Pero…Es que Maxim no sabe que
Psique está aquí, y no puedo ir a ningún lado sin ella, se supone que es un
secreto… ¿Por qué decides esto ahora? ¿Qué no debes permitir?
—Lo que Psique encontró en mi
escritorio.
Replicó y siguió descargando cosas de su auto. Bug se quedó
desconcertado al igual que yo hasta que en esos segundos a solas con el
enmascarado tonto le informé:
—Encontré unas cartas de amor muy
apasionadas de una tal Alexia a un tal Angello. ¿Quiénes son?
Entonces él me tocó un hombro y me ordenó que entrara a la
casa. Obedecí. Desde una ventana lo vi ponerse de espaldas a mí y por sus
gestos supongo que le pidió más explicaciones a su hermano. Luego negó con la
cabeza, dando un puñetazo a la furgoneta, después se abrazaron. Creo que al
menos uno lloraba. Fui a la cocina y tomé un poco de leche; me distraje
pensando en que ahora ya no me gusta, así sabe Bug. De pronto entró él
preparando un rifle y me avisó apresurado:
—Debemos empacar algunas cosas y
ocultarlas como se pueda en la furgoneta, que Amleth y London no las vean. Hay
que cazar ahora, apareció una presa. Inmediatamente luego, nosotros tres
saldremos del pueblo.
—¿Qué pasa?
—Iremos a visitar a Maxim y
Honore, tus tías patosas, de seguro querrás hacerles una o dos preguntas. De
paso ayudaremos a Dreiser a que se aleje de London. Está cansado.
—¿De qué?
—De todo. Yo sospechaba, pero no
lo quería creer...Es tan difícil…
Luego se fue caminando a zancadas a otra habitación y corrí
tras él para detenerlo halándolo de un brazo:
—¡Bug, espera un momento! ¿Qué
está pasando?
—¿Puedes confiar en mí cuando no
quiero que me hagas preguntas?
Entonces lo solté sin decir más. Hemos estado estrechamente
juntos día y noche por casi dos semanas, sé que a su modo siempre hace lo mismo
que haría yo. Además, seguía molesta con él, debería estar avergonzado. Lo dejé
hacer sus cosas junto a su hermano, cargaron armas, provisiones y después me
llamaron a mí. Tío Dreiser se sentó en la parte de atrás de la furgoneta,
preparando su arco compuesto. Esa arma me llama la atención y desde el asiento
del copiloto me volteaba para verlo y hacer preguntas. Bug, que como siempre
conducía, se enojó porque dijo que si frenaba de repente me podría lastimar,
pero creo que solo se puso algo posesivo conmigo y eso me cayó más mal de él.
Notó que yo estaba incómoda y, muy astuto como siempre, se distanció de
nosotros dándome espacio aunque podía sentirlo todavía pendiente de mí. Está
comportándose como si fuera mi dueño y yo estoy empezando a enojarme, ni mi
papá me ha tratado así. Cuando bajamos del auto para llegar al punto donde nos
reuniríamos con London para buscar biomáquinas, la situación se puso más
incómoda. Estaba yo sola con dos hombres grandes y armados, ambos son
tranquilos y me cuidan, pero ya no siento que me ven como a una niña; ahora me
hago mayor y tengo que ir tomando una nueva posición en la familia, no quiero
salir del encierro de la casa de mis padres a vivir encerrada en la casa de Bug
como su novia o algo así. ¡Ni siquiera es el que quiero! Quien me gusta en
realidad es Dumas. Ellos decidieron que para no encontrarse con London se
quedarían en un punto alto y desde ahí dispararían. Dijeron que la biomáquina
que se suponía rondaba la zona era “sencilla” y tenía forma de ciervo. Me quedé
con ellos en una colina, Bug revisaba la zona con la mirilla del rifle mientras
tío Dreiser preparaba sus flechas con gran esmero preguntándole:
—¿Ves bien con la máscara puesta?
—Je je, más o menos.
—¿Por qué no te la quitas para
disparar?
Bug se volvió a verme y luego le respondió riéndose:
—¡Tú eres guapo, yo no!
—Pero yo soy sacerdote. No eres
feo, eres…Especial.
—Especialmente deforme.
—No, eres…Bonito. Si fuera una
chica del pueblo me haría tu novia.
—¡Cállate, gay!...
—Tienes pelo lindo. A las mujeres
les gusta eso. ¿Verdad, Psique?
Yo por respuesta me encogí de hombros. Estaba enojada con
Bug, pero no me lo sacaba de la cabeza, no comprendo. Es como que esperaba que
me diera algo y no lo hizo, o se lo quedó todo para él solo. De pronto algo me
sacó de mi ensimismamiento, vi que tío Dreiser estaba riendo por fin, ¡jamás lo
había visto así! La libertad es una medicina muy poderosa, y él estaba tan
cerca de obtenerla. Hubiera querido acompañarlo y celebrar con él en ese
momento, pero Bug y yo solo estábamos abochornados por todo lo que salió mal
entre nosotros. De pronto escuchamos como se movían los arbustos tras de
nosotros, nos habíamos distraído, de entre la maleza saltó una máquina
cuadrúpeda extraña; no era muy grande ni tenía carne, pero sí unas tenazas con
las que podría lastimarnos. Se movía muy rápido, Bug y tío Dreiser consiguieron
dispararle a una velocidad prodigiosa, más no estaban haciéndole mucho daño.
Decidí intervenir. Como siempre, el dolor era un problema, aunque estoy
empezando a acostumbrarme. Lo que no sé hacer muy bien todavía es calcular mis
movimientos, estaba consiguiendo cortar partes del aparato, pero en una mala
estocada golpeé accidentalmente a Bug. Entonces fue como si me olvidara de que
estuviera la máquina, tío Dreiser tuvo que hacerse cargo solo, yo estaba más
preocupada porque Bug se sostenía el rostro con la máscara visiblemente
destrozada. Le pregunté si estaba herido, él negó con la cabeza y vi un pedazo
de porcelana caerse, lo recogí y al levantar la vista él tenía el resto de
trozos en las manos. Su rostro estaba descubierto. Es algo…muy raro. No sé con
qué película compararlo, se ve alienígena. Respira por un par de ranuras,
porque eso no es una nariz, y sus ojos tienen párpados rojos, no es que estén
enrojecidos, ¡son de un rojo encendido!, pero la esclerótica es negra y la
pupila de un azul intenso. Me miraba muy serio, creo que hasta ese momento
finalmente se avergonzó de lo que hizo. No le dije nada porque no sabía qué
decirle. Entonces tío Dreiser nos avisó que la máquina había escapado pero ya
iba muy averiada y London seguro recogería pronto sus restos. Le preguntó a Bug
si estaba bien y él murmuró que sí, nada más, tomó los trozos de la máscara y
nos fuimos a la furgoneta para salir del pueblo rumbo a la costa, a ver a mi
tía Maxim. Yo vengo escribiendo mientras ellos se turnan para conducir, el
viaje durará toda la noche. Estaba enojada con Bug, ahora no sé. Me siento mal
por no decirle nada sobre su rostro, no sé qué expresión puse al verlo. Es…una
criatura extraterrestre, no sé. No sé qué decir sobre él y el hecho de que lo
dejé besarme, y hacerme otras cosas…, me perturba.
Fin de la
primera parte
Caso V: Maxim
Martes 24 de agosto de 3030
Querido diario, hoy desperté en la furgoneta. Cuando abrí
los ojos todavía íbamos en la carretera, fueron más de dieciséis horas de viaje
hasta la costa californiana. Vi el amanecer desde la parte de atrás, a nuestro
alrededor se extendía el desierto teñido de rosa y púrpura, con sus matorrales
color esmeralda. Era tan hermoso que me sentí embelesada hasta que vi por el
reflejo del espejo retrovisor a Bug mirándome de reojo mientras conducía
fumando. Nunca estuve preparada para ver a los ojos a un cazador metalero
extraterrestre fumando. Le aparté la vista inmediatamente y de hecho me escondí
entre unas cajas. Él no dijo nada, poco después tío Dreiser le preguntó,
deduzco que sobre el cigarrillo:
—¿No lo habías dejado?
—Todavía caigo a veces, cuando
hay mucho estrés.
Se callaron un rato, luego Bug habló de nuevo:
—¿Qué piensas hacer ahora? Ya le
avisé a Dumas y él dice que tú debes decidir.
—No lo sé, quiero hablar con
Maxim primero. Ella es un año mayor que yo, ha sido la más cercana a London y a
mí. Por lo pronto podríamos decir que vinimos a reparar tu máscara, Dumas la
hizo y está aquí. Eso nos dará tiempo para pensar…La familia no puede
fragmentarse más.
—A veces es sano cortar lazos con
la familia, Angello Lunae. ¿Por qué no hiciste nada para detenerlo? Estoy un
poco…Enojado por eso. Es difícil creer que es un abuso si tú no te defiendes.
Es como si, digamos por ejemplo, ¡no es que me haya pasado!: si una chica
duerme a mi lado “solo como amigos” pero ella de todas formas me manosea y yo
no hago el menor esfuerzo por detenerla porque lo estoy disfrutando, sería
tonto decir luego que me abusó.
Lo que escuché de Bug me aclaró muchas cosas perturbadoras,
como que Bug de seguro estaba despierto cuando yo creía que dormía, pero
principalmente que las cartas iban dirigidas a tío Dreiser, parece que London
fue más allá de lo que podría imaginar. Alexia y Angello eran sus nombres
reales. ¡Es terrible, son hermanos! Es un ambiente muy claustrofóbico el que se
vive entre ellos, nadie entra ni sale. Tío Dreiser trató de explicar por qué
toleró tantos años así:
—No, Bug. A veces no reaccionas
simplemente porque no sabes cómo reaccionar. ¡Aunque puedas defenderte! Te
congelas, temes enfrentarte a esa realidad, admitir que te está pasando a ti,
que te están traicionando, que la persona en la que confiabas te está obligando
a eso. Solo quieres hacer como si no estuviera pasando en verdad. No todos los
casos son iguales. Yo no quería que pasara algo así… Estuve años y años
deseando huir, pero temía rebelarme, y finalmente toda mi esperanza se perdió.
Fue un sacrificio que ofrecí, renunciar a la libertad, al amor verdadero, puse
todo a los pies del santísimo y…
—¡No hubo nada de santo en lo que
pasó! Mierda, hermano, nos debería caer un rayo a todos. Pero por lo visto Dios
no existe.
—O nos tiene infinita
misericordia.
—Misericordia… Tú mismo ya no te
crees tus propios rezos. Te diré algo, vivo con temor de que me avisen un día
que te encontraron colgado de una viga de tu iglesia. Eres justo ese tipo de familiar
que se muere por sorpresa.
—No moriré aunque yo quiera. Creo
que Dios me mantendrá vivo hasta que termine de serle útil a él, a la
familia…Entonces moriré de pronto y sin aviso, dándome cuenta de que nunca fui
otra cosa que una herramienta del destino. No todos nacen para ser felices o
cambiar la historia, algunos lo hacemos solo para ser útiles.
Dijo tío Dreiser sin ganas. Hace tiempo vi una película
sobre una chica que vivía prisionera del fanatismo religioso de su madre, esto
fue algo parecido, solo que aquí es la hermana quien lo reprimió. Creo que Bug
y Amleth lo sabían perfectamente, pero nunca se decidieron a enfrentar el
problema y actuar. Voy comprendiendo por qué el abuelo me dijo que esta familia
está llena de feas intrigas, lo que no sé es cómo romper estos círculos
viciosos mucho más asfixiantes que el bucle espaciotemporal que nos aprisiona.
Por lo pronto, al menos hubo un pequeño avance: mi tío está escapando. Llegamos
a una pequeña ciudad un poco más moderna, pero desierta al igual que el pueblo,
nuestro destino fue una casa victoriana de madera que está sobre una colina al
final de una calle. Conforme nos acercábamos, pude ver al fondo una basta
planicie azul, ¡el mar!, callé aunque estaba muy emocionada de estar ahí.
Cuando nos estacionamos, leí en el buzón los nada discretos alias de mis tías:
“señorita Maxim Gorky y señorita Honore Balzac”. Nos recibió frente a la casa
un rostro que me era familiar, ¡mi tía Maxim! Bajé del auto corriendo y la
abracé con desesperación. Ella me saludó alegremente:
—¡No puedo creer que estés aquí!
¡Oh, estoy tan feliz y a la vez tan nerviosa! ¡No quiero que te vayas más…!
¿Bug te ha cuidado bien? Creo que la única vez que lo vi haciéndose cargo de ti
fue una vez cuando eras bebé y Ziggy le pidió que te cargara mientras tomabas
tu biberón. ¡El tonto casi te ahoga con la leche!
—No ha cambiado mucho.
Le contesté lánguidamente y soltó su clásica risa de foca,
haciendo sonreír divertido a tío Dreiser, pero Bug y yo nos quedamos serios.
Nuestra situación es horrible. Entonces tía Maxim me tomó un hombro pidiéndome:
—Ve con tu tío Bug a la playa,
tío Dreiser ha venido hasta aquí para hablar a solas conmigo de algo muy
delicado.
—¡No, yo quiero quedarme contigo!
Lloriqueé y seguramente soné muy infantil y malcriada, pero
ya no quiero estar con Bug. Él dijo que se iría a ver a Dumas y me sentí mejor
sabiendo que mi pintor favorito está cerca, me quedaré en la casa de mis tías
nerds, estoy a salvo aquí. Tío Dreiser decidió que mejor nos dejaría
instalarnos y él se iría con sus hermanos varones pues “quiere saber cómo es
vivir”. Yo le entiendo, aunque temo que al igual que yo se lleve alguna
desilusión. El mundo exterior es hermoso, pero también incierto y lleno de riesgos.
Bug se fue volviéndose a mirarme varias veces, iba triste. Yo también me sentí
como con ganas de detenerlo, no sé por qué, me sentí mal de separarme de él.
¡No me gusta!, sigo fantaseando con casarme con Dumas, pero hay algo que me
atrae a él. Estoy tan confundida. Al entrar a la casa, encontré también a tía
Honore, me recibió con un abrazo rápido y empezó a hablar toda nerviosa
limpiando sus lentes y soplando el flequillo sobre su frente:
—¡Realmente está aquí! No puedo
creer que Violeta se atrevería, ¿te das cuenta, Maxim? No podemos devolverla
ya, si regresa jamás volverá a salir de la Luna. Es nuestra oportunidad de
liberarla por fin y para siempre.
Su hermana le respondió más enfocada en recoger la taza de
té a medio tomar que había dejado en la sala de la casa y sacudiendo el polvo
de la mesa:
—Te dije que Dios haría un
milagro y la sacaría de ese encierro. Punto para los creyentes. Y no seas tan
desordenada.
—Si las cosas salen mal, nos
podrían dar pena capital a todos por traición a la patria, punto para los
ateos. No seas tan obsesiva con la limpieza.
Objetó tía Honore y salió apresurada diciendo:
—Voy a reforzar la seguridad en
mi taller y ver qué noticias hay de la Luna. Se supone que estamos a salvo
aquí, pues hasta ahora es tierra de nadie y sin ley, pero si Adámas decide
hacer reformas sobre este espacio olvidado podríamos tener graves problemas.
¡Esos anarquistas inútiles deberían moverse ahora! Aún no consigue ser
inmortal, hay que… ¡pum! En toda su cabezota.
Remató diciendo mientras hacía un gesto de disparar antes de
cerrar la puerta tras de sí. Cuando nos quedamos solas, mi tía Maxim volvió a
sonreír con cierta torpeza tierna y forzó un gesto de entusiasmo alzando un
puño y diciendo, en un intento por sonar extrovertida:
—¡Eres libre! Vamos a…tener mucha
diversión. ¿Quieres conocer la playa? Ven, te prestaré un traje de baño. Has
crecido mucho, seguro ya te queda mi ropa.
Así conocí la habitación de mi tía, jugamos con su
maquillaje, me probé ropa y joyas de ella. Había un anillo suyo de cuando era
niña, se lo dio su madre, decía “Alicia”, seguro es su nombre real. Apenas
habla de sus padres, ahora que lo pienso, se lo pregunté y me dijo que casi
nunca pasaba tiempo con ellos; los hijos del medio vivían algo así como por su
propia cuenta, de seguro por eso tío Alonso y Dumas son más rebeldes. El sol
entraba por la ventana y estábamos muy felices. En verdad no quiero volver a la
Luna, como dicen ellos, pero extraño a mamá. Ojalá estuviéramos los tres aquí:
mamá, papá y yo. Pero estoy sola, teniendo problemas que nunca me hubiera
imaginado. Fuimos a la playa y fue como cuando salí por primera vez al bosque,
¡mis sentidos estaban sobrecargados! La arena cálida y suave en mis pies, el
agua fresca, las olas que me mecían, el sol, el olor del mar, el sabor del agua
salada, y fue una experiencia aún más arrolladora que el bosque porque en
cierto momento me descuidé jugando en el agua y una ola me arrastró. A duras
penas llegué a la orilla y me quedé un momento en shock bajo el sol. ¡Es
demasiado! A veces me pregunto si no es verdad. Si estoy soñando. O morí
finalmente y vine al cielo. Soñaba tantas cosas, pero jamás me imaginé en serio
que estaría aquí, afuera. Cerré los ojos y cuando los abrí mi tía Maxim se
tendió junto a mí para tomar el sol y platicar:
—Es mejor que cualquier realidad
virtual, ¿verdad? Cuando programo una inteligencia artificial, siento tristeza
al pensar que nunca podrá experimentar esto. Solo un cuerpo humano verdadero
podría percibir tantas sensaciones.
—¿Las inteligencias artificiales
quieren sentir, tía?
—Sí, en especial las que se han
basado en una persona real, en las memorias de alguien que vivió. Quieren
recordar y sufren porque nunca es igual, los receptores de textura y
temperatura recopilan información y la procesan para traducirla a una orden que
hace que la inteligencia artificial diga “está caliente” o “es suave”, y eso es
todo. Solo datos que no producen un placer realista. Pero ya encontramos una
forma de solucionarlo.
—¿Cómo?
—Se les podría donar un cuerpo
humano. Uno con muerte cerebral, se extirpa el cerebro y se pone en su lugar
una computadora con la inteligencia artificial. Ya lo hemos hecho con éxito…
¿Cuál es la sensación que más te ha gustado hasta ahora? ¿Ya palpaste las
plumas? ¿El aroma de las flores?
—Hace dos noches Bug me tocó y
lamió entre las piernas y eso fue lo mejor.
—Disculpa, creo que te escuché
mal. ¿Cómo?
Preguntó mi tía, se lo repetí y se puso frenética. Todavía
no entiendo bien cuál es el problema, ¡nadie me dijo que no era correcto jugar
así! Al menos ya me explicó las cosas correctamente y me aclaró que no te meten
nada por el ombligo. De seguro eso era lo que me dejó de malas, no me penetró,
al menos no donde yo si quería. Nos fuimos de la playa, ella quería reclamarle
a Bug. Por una casualidad sospechosa, no tuvimos que caminar mucho porque Bug
estaba fumando todo ansioso cerca de la playa. Tía Maxim se le fue encima
dándole un montón de manotazos, él no entendió nada hasta que ella le dijo algo
al oído. Entonces él habló lánguidamente, es raro verlo sin la máscara, me
siento tan extraña mirándolo así:
—Ya es adulta, ¿no? Tiene
veintitantos años. Hubo atracción mutua.
—¡La corrompiste!
—¿Cómo sabes que no es amor
verdadero? Al menos de mi parte…
—Me refiero a que la corrompiste
en verdad, no estaba programada para esto. Ahora todo su sistema podría
comenzar a fallar, ella no tenía que ser el tipo de chica… que andaría contigo,
¡yo misma la escribí! Es como mi hija, como yo, ¡quería que amara más allá de
la carne! Que se enfocara en la personalidad, la inteligencia… ¡Tú solo sabes
disparar bien! Ya estoy harta de que mi tío siempre se burle de la familia por
eso. Psique debe ser más racional, más intelectual, porque su mente inmortal un
día va a prescindir de ese cuerpo y quiero que ame a otras inteligencias
artificiales.
—Su alma inmortal, tiene
alma…Esta viva, es una persona, ¿no? Explícanos.
Dijo Bug de una forma acusadora y yo me quedé congelada, lo
que ella estaba diciendo me mareó. Bug agregó:
—Todos ustedes la reclaman como
hija, les encanta la idea de crear vida, de ser padres, pero no quieren admitir
que los hijos son prestados.
Entonces tía Maxim me tomó las manos y comenzó a decirme:
—Eras la última frontera de la
mecatrónica, Psique. Llegaste a la familia sin tener futuro. Te engendró una
pareja de psicópatas, físicamente muy atractivos pero mentalmente enfermos: tu
padre era un asesino serial y tu madre una cruel estafadora de hombres mayores,
había algo en la morfología de sus cerebros que los hacía ser así, y te
heredaron ese defecto. Terminarías siendo una criminal. Un miembro de nuestra
familia nos informó del caso y te elegimos, eras la paciente perfecta para
recibir el cerebro perfecto. Luego de tomarte de tu madre biológica cuando aún
eras un embrión e implantarte en el vientre de Violeta en condiciones óptimas,
Descartes, Ziggy, tu tío Ray, tu tía Honore y yo formamos un equipo. Entre
todos te intervenimos desde antes que nacieras. Escaneamos tu cerebro
biológico, lo copiamos, modificamos su diseño original, lo extrajimos y
sustituimos por un aparato que Honore diseñó usando neuronas WetWare. ¡Es como
un cerebro real! Pero artificial y sin fallas. Hoy piensas y actúas gracias a una
computadora orgánica. Ray pasó muchos años operándote para conectarla
cuidadosamente a cada nervio de tu cuerpo y afinar los detalles. Yo misma
programé la inteligencia artificial que sería tu mente, escribí muchos de tus
pensamientos, tus gustos, la forma en que tomarías decisiones y controlarías la
única parte que dejamos intacta de tu sistema nervioso central: la
estrictamente relacionada a tu soporte vital, que actuaría como un nexo entre
tu cerebro artificial y tu cuerpo orgánico. Pero esta actitud que tuviste con
Bug me preocupa, parece que esa parte salvaje del cerebro que dejamos se
fortaleció, y alguna conducta errática podría emerger. ¡No debes perder el
control! Esos feos impulsos aún están escondidos dentro de ti, como monstruos
submarinos.
—¡Esos feos impulsos son ella
misma, Maxim! La parte que no le mataron.
Objetó Bug. Miré al piso mientras sentía que el mundo se me
derrumbaba y pregunté:
—Entonces… ¿Mis sentimientos y
pensamientos no son reales? ¿Ya morí o vivo a la fuerza por una máquina? Tengo
muchas dudas…Por esto London me dijo que mi papá me usó como a un conejillo de
indias, seguramente en los primeros años no me amaba. ¿Cómo podría amarme lo
suficiente y jugar con mi vida así? ¿Qué soy?
Ella replicó, tranquila:
—¡Eres un ciborg como muchos!
Hasta nosotros tenemos uno que otro aparato implantado, solo que en tu caso es
tu cerebro… ¡Pero yo no le doy importancia! He amado las inteligencias
artificiales desde que era niña, me enamoré de muchas, a otras las amé como
hijas. Y sé que tu padre piensa igual que yo.
Luego se sentó a seguir hablando, mientras Bug la miraba
desconcertado, creo que él tampoco sabía en realidad qué habían hecho conmigo.
La escuchamos atentamente, sin palabras ante el horror que para ella era tan
normal:
—Una familia no se teje con lazos
de sangre. Compartir genes no necesariamente significa ser “tu familia”, a mi
tío Adámas lo siento como un completo extraño, y aún entre mis hermanos hay
algunos que para mí no son más que un compromiso social. ¡Y odio los
compromisos sociales! Había tantos cuando era niña, bailes y reuniones sociales
por razones políticas y compromisos de mi padre. Detestaba ir, era infeliz
entre tanta etiqueta y no aprobaba el pasar tiempo con familiares de valores
cuestionables solo porque su estatus social es muy alto; pero de aquello
dependía la paz entre mi padre y su hermano menor, y además mis hermanas
mayores desde jóvenes eran pretenciosas, les gustaba el glamour, querían que
todos asistiéramos a esas tontas fiestas donde solo se iba a besar los pies del
viejo Adámas y decían que si no las obedecíamos nos llamarían groseros. La
mayoría de hermanos se les rebelaba y no asistían, pero yo siempre tuve
problemas con decir no. Me llevaban a la fuerza, la pasaba mal, me obligaban a
ser una señorita de sociedad con muchos amigos e interesada en temas que
francamente no me importan, ¡solo quería volver a casa y seguir programando en
mi computadora! Ellas nunca me escuchaban, decían que mis deseos eran
“caprichos” y sentía que era mi deber ir y perder horas y horas
complaciéndolas. ¡La familia no tendría por qué ser una condena inexorable! No,
no se teje con lazos de sangre, sino de amor, y el verdadero amor es algo muy
amplio en el que caben tantas cosas…Y a la vez tan raro que lo encuentras en
muy pocos.
Luego, miró al cielo y dijo:
—A veces alguien que no tiene
ningún parentesco contigo, o un animal, ¡o una inteligencia artificial!, puede
ser más familia tuya que tus hermanos o tus padres. Es el amor, la confianza,
lo que crea una familia. Una vez estuve segura de esto y empecé a valorar más
estos cariños sinceros que me hacen feliz, tomé la fuerza suficiente para
decirles: “no, no quiero”. Y entonces fui libre, y empecé a ser lo que la gente
dice que es ser feliz. Todo está bien, Psique, eres una chica normal y eres
amada. Eres parte de mi familia.
Yo le respondí consternada:
—Pero…Es que entonces aun cuando
muera esa parte instintiva de mi cuerpo, mi cuerpo en fin, yo seguiré pensando
mientras no me apaguen… ¿Y si me entierran, será como que me entierren viva? O
como cuando estaba postrada en la cama… ¿Y qué quiere decir eso de que podrían
emerger conductas erráticas? ¿Soy Mala? ¿Por eso me gusta comer criaturas
pequeñas que corren por el bosque y perdí el miedo a ir a cazar biomáquinas…que
quizás son mis iguales?
De repente escuché la voz de Dumas, venía todo de negro con
sombrero y lentes de sol, desenvolviendo un caramelo en un palito. No sé por
qué ahora le noto cierto halo siniestro. Traía una gran perra negra peluda que
saltaba y movía la cola, nunca antes había visto un perro de verdad. Sonreía de
esa manera pícara, que ya no sé si es confiable y sin embargo me alivia porque
la conozco desde siempre:
—¿Qué te importa, Psique?
Deberías estar feliz, fuiste el puente hacia la inmortalidad verdadera. Ya
oíste: todo está bien.
Corrí hacia él y lo abracé, necesitaba volver a sentirme en
ese lugar seguro entre sus brazos que conozco desde que tengo memoria. Él probó
el caramelo y me lo metió en la boca después, ahora ya sé para que lo hace…Pero
no me molestó. No quería escuchar más, me ardía la cabeza, me pareció hasta que
me zumbaba… ¿Acaso se sobrecalentó? Dumas me cargó en brazos porque casi al
instante me dormí. Desperté ya de noche en una habitación de la casa de tía
Maxim y me siento tan rara, ¿sentiré de verdad? Quiero llorar pero de nuevo ya
no puedo. Claro, ¿cómo podría? Los objetos no lloran… No quiero ser una cosa,
no es justo que lo sea, no me siento así.
Miércoles 25 de agosto de 3030
Hoy de mañana desperté y Bug estaba sentado en un sillón
junto a mi cama, hojeando libros de mis tías que guardaban en una repisa. Tenía
puesto un balaclava, se ve que extraña esconderse tras su máscara que por lo
visto Dumas aún no repara. Me senté en la cama, enojada y harta de que me siga
a todos lados:
—Dijiste que aquello no era tener
sexo, Bug.
—Si no hay riesgo de escribirle a
la cigüeña, para mí solo es sana diversión. De todas formas, tú también hacías
trampa desde la primera noche. Solo por ti le terminé creyendo a mi hermano…Yo
también me congelé, no me lo esperaba ni quería parecer un monstruo si de
repente me levantaba dos veces más grande que tú y erecto, preguntando si
querías servicio completo. Así que me dejé. Pero no soy Dumas, en realidad no
te gusto. ¡Es enredoso ser hombre y sentirte así! No me debería enojar de ser
usado…
—Tú me provocaste…Dormías medio
desnudo…
—¡Es igual! ¡Tenías que respetar
como lo hice yo! Ojalá solo hubieras jugado con mis bolas, pero también jugaste
con mis sentimientos.
—No es mi culpa, no entiendo, mi
cuerpo me pide cosas que no comprendo.
Él cerró el libro que tenía en las manos y dijo:
—Leo sin terminar de entender eso
de los cerebros artificiales. Dice que quieren usarlos para, por ejemplo,
probar drogas. Usar “cerebros desechables”, ¿pero qué tal si piensan y sienten?
Deberían implantamos a todos en cuerpos con muerte cerebral. ¡Ja!, seguro luego
todos estarán resentidos porque experimentamos con ellos y nos ataquen. ¿Así
empieza la rebelión de las máquinas o el apocalipsis zombi? ¿Y qué tan enfermo
estoy si me enamoro de una de estas cafeteras?
Después tiró el libro sobre una mesa y exclamó:
—¡No me importa! No me importa.
Es como las tetas de silicona y las naturales. Da lo mismo si son suyas porque
nació con ellas o suyas porque las compró… Siguen siendo sus tetas y eso basta.
—¿Cómo puedes comparar el cerebro
con eso? Mi tío Dreiser estaba diciendo algo en la iglesia, algo de…un
cuerpo…animado por una máquina. Era yo, ¿verdad? No tengo más alma que la
otorgada por las personas reales a los objetos y criaturas que aman. ¡Qué chiste
cruel fue llamarme Psique…! ¿Por esto te tatuaste la Psy en la espalda? ¿Te
sentías culpable por lo que me estaban haciendo en los laboratorios de tus
hermanos?
Bug dijo entonces como en una especie de confesión:
—Cuando te vi por primera vez,
todavía eras una niña sana a la que le iban a vaciar el cráneo como a una
calabaza para meterle una máquina. Hubo tiempo para impedirlo. Pero te tuve en
brazos y no hice nada. No quise, cuando oí tu nombre tuve mis motivos. Solo te
diré que me tatué la Psy mucho antes de que nacieras, aunque sí, fue por ti…
Tengo derecho a guardarme algunos secretos, ¿no? De todas formas mi actitud no
fue peor que la de otros miembros de la familia. Decían que te quitaron el
alma, que tus pensamientos ya no eran más que datos procesados en una
computadora. Pero aquí estás, siendo normal, yo creo que si te corrompí como
dijo Maxim y te hice perder control sobre tus impulsos, entonces estuvo bien.
Volviste a darle poder a tu parte humana. Puedes controlar a la tostadora y ser
tú misma. Ser una chica de verdad. Y de todas formas no me importa, yo te amo
así como eres. ¿No lo ves?
—Quiero irme con Dumas.
Le respondí y él se arrellanó en su sillón como frustrado.
Hubo un silencio incómodo, después dijo, ya con ánimo de molestar:
—¿Sabes que en realidad se llama
Ariel? Como la sirenita.
—Bug, esto es serio…
—No tienes idea de cuantas veces
fuimos obligados a escuchar la canción “Bajo del mar” solo porque a él le
gustaba. No te hechizó con su canto, sino con sus besos narcotizados, pero
todos despertamos tarde o temprano de la anestesia…
En ese momento tía Honore tocó el cristal de una ventana. Le
abrí y ella, que obviamente estuvo escuchando, sonrió al hablar:
—¿Entonces en verdad Bug anda
ofreciendo su embutido exótico a la mujer más joven de su propia familia y ella
no lo quiere? Eso alcanza niveles de patetismo inexplorados. Ahora, tenemos que
hablar de dinero. Los espero en la cocina, “tortolitos”.
Se fue riéndose y dejándonos sin palabras, ¡es horrible!
Ahora todos lo sabrán. ¿Por qué Bug se tuvo que fijar en mí? Qué fastidio… No
entiendo qué tiene conmigo, apenas lo conocí hace unas semanas y ya me ama a
morir y se tatuó mi nombre, ¿qué le pasa? Fuimos todos incómodos a la cocina
para encontrarnos con mis tías Honore y Maxim, y tío Dreiser, al que por
primera vez vi sin el hábito; con un pantalón caqui, camisa blanca arremangada
y tirantes. ¡Todos mis tíos son atractivos!, salvo Bug, Bug es una chinche. Mis
tías tenían un problema derivado de la inesperada huida del pueblo de sus
hermanos menores: no iban a recibir las partes de biomáquinas que necesitan
reciclar y vender para subsistir. El pequeño negocio familiar se estaba
tambaleando porque ya no había un equipo concreto. Era preciso que se
reestructuraran o resolvieran el conflicto con London. Bug habló en nombre de
los dos hermanos varones menores, aunque es el más joven es también el más
extrovertido comparado al callado tío Dreiser:
—Ellas se las arreglan bien solas
con la armería y las clases particulares que da Amleth. Nosotros nos quedaremos
aquí con Dumas y seguiremos cazando; ustedes dos pueden seguir como antes. No
cambiaría nada en realidad. Solo reemplazaremos a London con Psique.
Mis tías se miraron entre sí y antes que empezaran a
regañar, mi tío Dreiser explicó:
—Sabe usar el arma de mi padre.
Él mismo, con ayuda de Violeta y Amleth, intervino para “instalarle” esa
habilidad. Ya nos ha ayudado y lo hace bien.
Pude ver que tía Maxim se ponía roja, se enfureció, pero no
explotó realmente, sino que tragó saliva y se frotó los ojos. Iba a llorar y
Bug fue a abrazarla al momento, pero ella lo rechazó diciendo:
—No, ustedes están arruinando a
Psique. La están volviendo una persona que terminará en una realidad muy cruel,
todos nuestros esfuerzos por salvarla de un futuro trágico serán en vano. Y es
culpa de ustedes…Ella no está preparada para someterse a ese esfuerzo físico
extremo. Puede lesionarse, incluso morir. No estaba lista para que la
manosearas como si fuera…una cualquiera.
Bug le respondió entonces:
—¿No hablaban todo el tiempo de
liberarla? Ya salió al mundo real, fuera de su casa no todo es dulce y suave. Y
siempre te has quejado de que nos metemos demasiado en tu vida juzgando tu raro
amor por las inteligencias artificiales. Si no quieres que los demás se metan
en tu intimidad, tú no te metas en la de los demás. Lo que yo tenga con Psique
no es tu problema ni es cualquier cosa.
Luego se fue muy enojado. Hubo un silencio embarazoso y
finalmente la reacción de las hermanas fue resumida por tía Honore que comentó
con una sonrisa burlona:
—Solo le faltó pegarte con el
pelo al voltearse, así…Como diva de telenovela.
—Le hubiera devuelto el golpe,
mira, lo tengo igual de largo.
Le respondió tía Maxim aún llorosa y enojada, me di cuenta
de que no lo tomaron en serio, así que yo tuve que hablar por mi propia cuenta:
—Ya no se preocupen, tías. Sí
puedo cazar biomáquinas y todo estará bien. Mañana tendrán las partes que
necesitan.
No esperé que me respondieran nada, salí corriendo, volví a
mi habitación y tomé mi mochila dispuesta a salir y conseguirles algo que
vender. No tenía verdaderas esperanzas de éxito, pero quería demostrar que ya
tomo mis propias decisiones y no aceptaré que repriman mi derecho a elegir. Bug
me enseñó que hay que buscar las presas en sitios solitarios, la computadora
implantada en mi mano muestra datos al respecto y no los terminaba de entender.
De repente y no sé si por fortuna, él apareció tras de mí, creo que
literalmente, y me empezó a enseñar como se usa el aparato para detectar si hay
presas cerca. Dice que no hay ninguna por la zona, que lo más probable es que
aparezcan de noche y es raro encontrarlas en la costa; por lo que tarde o
temprano deberemos volver a las montañas donde es más fácil para ellas
esconderse. Caminamos un rato hasta un parque de diversiones vacío junto a la
playa, ahí nos detuvimos a esperar a tío Dreiser que se nos uniría después de
que hablara con mis tías sobre “sus problemas”. Bug encontró una tienda con un
montón de máscaras y se puso a estar eligiendo una, tardaba un montón y por fin
protesté, porque me harté de estar parada frente a ese lugar espeluznante:
—¡Toma cualquiera! Solo quieres
ocultar tu rostro…Hasta una bolsa serviría…
—No hay ninguna triste que valga
la pena.
Por fin se puso una de payaso llorón y me preguntó,
revisando su rifle:
—¿No escribiste sobre nuestro
primer beso…en tu diario?
—Lo olvidé.
—¿Por qué no te pareció relevante
como el de Dumas?
Su pregunta me dejó desconcertada, no había pensado en eso:
—No lo sé… Estábamos en un
momento de mucha confianza, creí que solo querías cuidarme y hacerme sentir
mejor. Se sintió natural, no extraordinario o sensual, solo…como cosas de seres
queridos. Como… algo bueno y normal.
—¿Crees que los hombres son
tiernos y cariñosos todo el tiempo?
—¡No sé!, pero me sentía contenta
de poder volver a confiar en alguien.
—La primera noche que pasaste
conmigo, cuando te recostaste en mi pecho y me empezaste a acariciar los
tatuajes porque te preocupó pensar que me dolieron e intentaste consolarme
aunque ya era tarde, creo que en realidad sí sentí que me curabas algo; todo
mal recuerdo del pasado se me borró para reemplazarse con la ilusión de llegar
a tener siempre un bultito cálido a mi lado que me haga mimos al corazón por
las noches. Eso fue un alivio, me dormí como una roca porque fue como si por
fin pudiera descansar; y claro, luego te aprovechaste de eso. Esperaba a que te
durmieras después de manosearme todo y te besaba como se besa a un recién
nacido, mi primer amor verdadero por fin llegando al mundo. Puedes seguir
confiando en mí. Ya te dejé verme siendo cursi, solo mi mamá y mi rata mascota
sabían que puedo llegar a ser así de afeminado.
Me cansé de sus bobadas y hubo un silencio, hasta que le
pregunté:
—¿Qué sucede con mi tía Maxim y
las inteligencias artificiales?
—Nunca le gustó del todo la gente
real…
Me respondió como no seguro de seguir hablando, después
dijo:
—Hubo un punto en que para mí fue
el colmo y tuvimos una pequeña discusión al respecto. Maxim siempre fue la
hermana mayor comprensiva que me consentía en todo y por eso intento tratarla
con delicadeza. Sin embargo, no acepté cuando se obsesionó con la interfaz de
usuario de un asistente virtual de los muchos que colecciona y hace “su
familia”. Empezó a investigarlo, logró ubicar en un lugar del mundo y la
historia al tipo que prestó su imagen y voz para el programa, hizo el conecte a
través de un antepasado de la familia y les dio la idea a tus padres de adoptar
a su hija porque supuestamente eso iba a salvarte de un futuro trágico. Esa
niña eras tú. En realidad… Han dicho tantas razones, que no era seguro para ti
vivir con tus padres biológicos, que serías más feliz en una familia rica, que
ibas a nacer mal, pero lo que pasó fue que Maxim cumplió su costoso capricho
jugando a tener una hija con su computadora y después se desatendió del asunto.
Esa es una vieja costumbre de la familia, reescribir la historia a su favor,
agregando u omitiendo detalles. Ahora culpa a todos por los problemas que
sufres, pero no ha vuelto a mencionar que en un inicio fue su idea. Al final,
hasta las personas más adorables pueden rendirse ante la tentación de abusar
del poder y las influencias. Podía hacerlo y lo hizo, sin importarle nada más.
—Pero… ¿Qué pensaban hacer
conmigo cuando creciera?
—Nunca ibas a crecer. Tus
tratamientos no solo eran para fortalecerte, también querían mantenerte niña.
Por eso de pronto estás desarrollándote ahora que ya no recibes tus
“medicinas”. Como te dije, no sé qué edad tendrás realmente, es un dato perdido
entre mentiras y saltos espaciotemporales.
—Es inhumano, todos ustedes son
bestias…
Sentencié y en realidad tengo mucho más que sacar, demasiado
que reclamarles a todos. Estoy muy enojada, ya no sé si quiero volver con mis
padres, o con Dumas, ¿por qué permitieron todo esto? Estoy enojada con todos,
¡con todos! Con mis padres biológicos por no pensar antes de concebirme en
circunstancias tan conflictivas, con mis padres adoptivos por usarme como a un
objeto caro, con mis tíos por no intervenir e incluso buscar sacar provecho de
mí. ¡Me sentí furiosa! Pero también sola. Infinitamente sola en un mundo que no
me considera un ser humano. Fui a sentarme en un carrusel y a escribir en mi
diario, hago eso ahora mientras espero a que caiga la noche y Bug merodea a mi
alrededor. Sé que está buscando el momento de volver a estar en buenos términos
conmigo y no entiendo por qué demonios me hacen falta sus abrazos. Pero no voy
a caer en la tentación. Aunque una parte de mí quiere estar con él, mi razón
dice otra cosa.
Caso VI: Honore
Jueves 26 de agosto de 3030
La noche de ayer fue muy difícil. Yo estaba escribiendo en
el carrusel del parque de diversiones vacío mientras esperaba a mi tío Dreiser
y Bug andaba a mi alrededor haciendo cualquier tontería con tal de llamar la
atención, cuando se escuchó una alarma sonar. Vi que la actitud de Bug cambió
al momento, le quitó el seguro al rifle y empezó a mirar a nuestros
alrededores. Me tomó una mano y dijo en voz baja, poniéndose la capucha de su
abrigo:
—Vamos a un sitio alto con buena
vista. Viene una biomáquina de las que no pueden rastrearse. Esas generalmente
son del gobierno…
—¿Por qué sonó una alarma?
Pregunté desconfiada y encendiendo mi vara luminiscente más
para sentirme un poco segura que por saber exactamente qué hacer con ella. Bug
respondió:
—De seguro atacaron a alguien en
la zona, la alarma se usa entre los lugareños para advertirse entre sí sobre la
presencia de biomáquinas peligrosas. Pero eso no especifica cuántas son o por
donde vienen. No te despegues de mí. Es extraño que anden por esta zona sin
previo aviso.
—Mejor dime qué hacer, no vas a
estar cuidándome todo el tiempo.
En ese mismo instante empezamos a escuchar que algo venía
hacia nosotros, no podía asegurarlo porque mi experiencia al aire libre es muy
escasa pero me pareció escuchar un caballo acercarse al galope. Bug apuntó en
dirección a donde provenían los sonidos y me respondió sin alzar la voz:
—¿Por qué no? La pasamos bien
juntos. ¿No extrañas la montaña? Es tu hogar, sabes que te encanta, sabes que
me amas. Ese dulce aroma te delata.
—Sinceramente …No quiero
ofenderte, no eres “un horrible hombre lagarto”, de hecho creo que tienes ojos
muy lindos, …pero no es correcto. La gente no debe enamorarse de alguien solo
porque esa persona le excita.
—Si te enamoras de alguien que no
te excita entonces no te enamoras, tienes una amistad pesada que incluye sexo
por compasión.
—Pues tú no puedes alardear mucho
en ese aspecto, si hubieras hecho lo que yo quería…Pero olvídalo. Solo no es
correcto.
—¿Qué querías? ¿Cómo sabes que
“lo correcto” no es algo que Maxim o tu padre programaron en tu cabeza y no lo
que realmente es correcto para ti? Incluso para una persona normal es difícil
saber dónde terminan las tonterías que nos inculcaron nuestros mayores y dónde
empiezan nuestros verdaderos anhelos. Si ya sabes lo que quieres, solo tienes
que pedírmelo…
Pensé un poco y dije:
—Necesito saber concretamente qué
tengo en la cabeza, hablar con tía Honore y tío Ray. Tía Maxim…No creo que
quiera ayudarme a esclarecer mis asuntos.
—Honore quizás, Ray el médico
cantarín es demasiado voluble…
Estábamos hablando así cuando apareció un horrible caballo
hecho de músculos, partes metálicas y cables. Venía relinchando y pateando todo
a su paso. Bug empezó a dispararle a las patas, le acertó a dos pero la
biomáquina no se detenía. Aun arrastrándose seguía avanzando entre contorsiones
extrañas. Con algo de lástima y temor, fui a cortarle la cabeza con mi vara
luminiscente y todo acabó. Se quedó quieto. Me temblaban las piernas, pero noté
como voy ganando experiencia y cada vez se me hace más fácil. Bug llegó a
revisar la chatarra, después me abrazó. Y me apretó el trasero, porque él es
así… Todavía se escuchaban otros caballos cerca, entonces por fin llegó tío
Dreiser, disculpándose porque no recordaba dónde había metido su capa
impermeable y tardó buscándola. Cuando Bug le preguntó para qué la necesitaba
él respondió mirando al piso, muy serio:
—Toda mi ropa es comprada por
London, no quiero estropearla.
—Necesitas pasar una temporada
entre tus hermanos hombres para que se te caigan de una vez esos calzones de
vieja que te pusieron.
Opinó Bug recargando su rifle y de repente llegaron Dumas
con su perra olfateando todo y mi tío Alonso con otra arma de fuego grande que
no tengo idea cómo se llamará, ¡me alegró verlo! Pero no quise ir a abrazarlo,
sigo resentida por todo lo que he ido descubriendo. De todas formas Tío Alonso
nos saludó desde lejos, gritando:
—¿Qué los trajo a la costa,
vaqueros del secreto en la montaña?
Los dos hermanos mayores se rieron mirándose entre sí,
entonces Bug le contestó:
—Vinimos a ver a nuestras
hermanas mayores que prefieren vivir calentitas en la costa. ¿Cómo están,
nenas? ¿Ya se bañaron en tanga en la playa?
—Ya habló Buguito, el niño más
heterosexual y pitudo del mundo.
Se burló tío Alonso yendo directo a Bug, por lo visto entre
ellos dos también hay una rivalidad. Dumas los ignoró y se acercó a tío
Dreiser, mi tío religioso se quedó rígido mordiéndose el labio inferior cuando
él lo estrechó entre sus brazos para decirle al oído:
—Ya estoy al tanto de todo,
tomaré cartas en el asunto. Tranquilo.
Me pareció algo misterioso, tío Dreiser solo asintió sin
levantar la vista. Dumas fue después hacia mí, se situó a mis espaldas y me
acarició los hombros diciendo a los demás:
—Creo que nuestros hermanos
menores deberían unirse a nuestra pequeña comunidad de artistas. Como ven, hay
una actividad inusual de biomáquinas cerca y sus mayores no somos muy buenos
cazando, necesitamos su ayuda. Nos llevaremos también a Psique. Es bueno que
conozca el negocio familiar, esta será su nueva vida. Oigan, por cierto, ¿qué
es ese olor? Cómo de mujer…
Hice mi mayor esfuerzo por pensar en golf y por suerte Bug
llegó al instante a cargarme diciendo que debíamos volver a casa de mis tías
por mi equipaje. No sé qué haré sola entre hombres, pero al menos Bug ya
advirtió mi problema. Sin embargo esa no fue mi mayor preocupación. Cuando
llegamos y mis tías supieron que Dumas quería llevarme, se negaron. En especial
tía Honore. Yo no entendía nada, en un descuido ella me tomó de un brazo y
salió corriendo conmigo fuera de la casa en medio de la noche. Huíamos y no
sabía por qué. Nos detuvimos de nuevo en el parque de diversiones abandonado,
ahí fuimos a escondernos en una casa de espejos. Por fin nos sentamos sin
aliento en una esquina, me tomó la mano donde tengo implantada mi computadora y
la apagó con unos códigos, luego me informó atropelladamente:
—Hay que evitar que puedan
rastrearnos. Olvida todo lo que te han dicho, es la verdad a medias y
distorsionada. Mi avaro tío abuelo Adámas anhela vencer a la muerte por
cualquier medio, teorizó que podría conseguirlo al encontrar la forma de
perpetuar su consciencia en una máquina. Un cerebro artificial que reemplace
perfectamente al orgánico nos garantizaría vivir quinientos años, mil, quizás
más.
—Eso ya lo sé, tía. Solo quiero
saber si ahora que han obtenido la información que desean todavía me van a
considerar realmente parte de la familia…
—¡¿Para qué querrías eso?!... El
día luego del ataque al palacio, Adámas de alguna forma supo la verdad sobre
los hallazgos obtenidos con tu cerebro artificial y fue a tu casa exigiendo que
le compartiéramos la información, como tu padre se negó, amenazó con tomarte
por la fuerza y usar ingeniería inversa para descubrirlo; ese maldito sería
capaz de hacerte una vivisección. Maxim y yo teníamos un plan en caso de que
algo así sucediera. Encriptamos todos los hallazgos de tu experimento y los
cargamos en la base de datos dentro de tu cabeza sin dejar otra copia, la idea
era que así podríamos esconderte luego y perder contigo los datos. Planeábamos
enviarte de regreso con tu familia biológica, ocultarlos a todos en algún punto
remoto de la historia, ¡ningún ambiente iba a ser peor que este que se vive
dentro de la familia que provocará el fin del mundo! Pero fuimos traicionadas.
Al llegar el momento de tu huida, Dumas, que organizó tu falso secuestro, te
trajo a este lugar diciendo que solo estarías de paso, pero te ha retenido
claramente con la intención de tomar control de tu vida y ahora todos lo
apoyan.
—¡Pero yo tampoco quiero irme,
tía! Ustedes son mi familia, quiero estar con ustedes, quiero estar con mamá y
papá…
Lloré por fin, mi tía me abrazó, diciendo:
—Es que será mejor que te vayas
con tu familia verdadera, aquí ya no quedará mucho más tiempo. Estamos casi a
punto de comenzar un grave conflicto que desatará la guerra entre los Lunae.
Hermanos contra hermanos, tío contra sobrinos, padre contra hija…El ataque al
palacio de la Luna fue perpetrado por Dumas, Alonso y Bug. Ellos cometen actos
terroristas bajo la bandera del anarquismo. Mi tío no había descubierto quienes
eran, pero las pistas cada vez lo acercan más a la verdad. Fue Dumas quien
asesinó a los selenitas mientras Bug y Alonso prendían fuego al palacio. ¡Ellos
son malos! Debes escapar…
—No… ¡No, tía! Dumas y tío Alonso
son buenos, ¡Bug también! ¡Si los mataron de seguro fue por alguna razón justa
y debían hacerlo!
Mi tía me dio una bofetada, luego me tomó de los hombros y
exclamó:
—¡Escúchame! ¡Nadie debería matar
a nadie! Además, si te quedas siempre existirá la posibilidad de que mi tío
saque de ti la clave para su inmortalidad. Tengo un amigo, un amante secreto
que trabaja en la red de túneles espaciotemporales. Él me ayudará a sacarte de
aquí sin que nadie se entere. Ayer de noche lo acordamos. Diré que las
biomáquinas te mataron, alguna excusa, luego te perderé junto a tu familia
biológica en algún punto al azar del espacio-tiempo.
—Pero es que, tía…No conozco a
mis padres biológicos, no quiero volver con ellos…Al menos déjame estar aquí
cerca de ustedes y decidir por mi cuenta qué hacer con mi vida. ¡Voy a pelear
hasta con mis últimas fuerzas por que el tío abuelo Adámas no obtenga la
información guardada en mí. Si aguanto así hasta que él muera, o lo maten…
Mi tía pensó un rato, luego me respondió:
—Sí, podría ser... Quizás en eso
ha pensado Dumas, aunque no me fio de él. Vamos a ocultarnos en casa de mi
novio mientras decidimos qué es lo mejor. Allá tengo un poco de ropa, dinero y
lo que haga falta. ¡Pero no debes dejar que Dumas te lleve con él y tome
control! Él ha gobernado y decidido mi vida y la de Maxim desde que éramos
niñas, ¡durante más de un siglo! Todo el tiempo estudiando, encerradas en casa,
eso quiere para ti también. Psique, naciste mujer, y algo que a lo largo de la
historia siempre nos han negado es la libertad. Te la quieren quitar tus
padres, mi tío, Violeta, Dumas, ¡y también Maxim! No debes permitir que te la
quiten, ni aprender a vivir sin ella… Como yo.
Salimos con cautela, a lo lejos se oía todavía el galopar de
las biomáquinas. Nos alejamos por una avenida rodeada de palmeras e iluminada
por neones, hubiera sido agradable verla animada por la gente. Mientras
caminábamos, la soledad de ese lugar era tan pesada que el eco de nuestros
pasos en el vacío era casi doloroso. Mi tía Honore puso uno de sus brazos sobre
mis hombros y trató de hablarme como siempre, como cuando mi vida era aburrida
y sencilla encerrada en casa de mis padres:
—¿Ya tienes planes para el
futuro?
—Antes creía que de alguna forma
me convertiría en una científica como mi padre o me casaría con el amor de mi
vida. Ahora solo quiero aprender a cazar biomáquinas para vender sus partes y
sobrevivir así. En realidad, ya no quiero volver con mis padres, ni biológicos
y menos aún con los adoptivos, mamá nunca se opuso a los procedimientos a los
que me sometieron y papá de seguro debe estar más ocupado viendo sus luchas o
trabajando en su hija robot de verdad. Sospecho que mi cerebro era la nueva
actualización para su chatarra…
—Me consta que no era así. O al
menos Maxim y yo jamás se lo hubiéramos perdonado si llegara a hacer eso. Lo de
las luchas de robot, no creas es algo tan tonto. Antes no podíamos decírtelo,
pero en cada evento hay un juego de apuestas entre tu padre y mi tío Adámas. Si
tu papá pierde, debe pagar fuertes cantidades de dinero a mi tío, pero si mi
tío pierde debe pagar la misma cantidad en Homo sapiens esclavos siendo
liberados. Eso garantiza cierta paz en la familia.
—¿Hay esclavos en la Luna?
—Sí, los abducen del pasado para
eso…Acaban en laboratorios, burdeles o como mascotas humanas…Así te obtuvieron
a ti, a mi madre también. Una forma amistosa de solucionar el problema fue con
las apuestas, pero, te imaginarás que no es algo del todo ético…
—¿Pero es que ya no existen los
derechos humanos en el futuro?
—Se fueron degenerando con el
tiempo y las nuevas formas de pensar de la gente. Primero los humanos no
nacidos dejaron de ser considerados personas, después los enfermos terminales,
después los niños, los ancianos, por último todos los Homo sapiens salvo los
que influyan notablemente en la historia. Así que casi el 95% de la humanidad
no tiene derechos para el siglo XXX. Una persona que sea una gran celebridad
del pasado, muy popular y amada por todos, pero cuya existencia no sirve para
beneficiar el futuro de los Homo cosmos, puede ser abducida y borrada de la
historia. La ley lo permite.
Escuchar esto me indignó profundamente, siento que ya no hay
dudas de que mis padres me veían como a una mascota. Por primera vez en mi vida
quise llorar de rabia y dije:
—Ya no me importa, me quedaré en
las montañas y cuando pueda cobrarles lo que me hicieron lo haré.
—¿Te quedarás con Bug? Piénsalo
bien…
—No puedo decirte que no imagino
cómo sería vivir con Bug, desde el primer día sentí como si lo conociera desde
siempre. Pero no creo que deba tomarlo en serio. No es controlador como tú
crees, pero a su lado me siento como un conejito junto a un puma, siempre
resulta muy dominante y de alguna forma me intimida. Quizás por eso mismo me
atrae y me impulsa a querer ser más fuerte. No quiero que me consideren
indefensa, me molesta esa idea. Además eso envalentona a los abusivos.
—Tú lo controlas a él. Te sigue
como perrito.
—¿Qué quieres decir?
—Que en realidad influyes en Bug
más de lo que te imaginas, Psique. Hay un gran poder en manos de las mujeres,
lo siento hasta peligroso; porque usado de manera inescrupulosa puede hacer
mucho daño. Todavía no hay un mecanismo más perfecto para desarrollar vida que
el cuerpo femenino, por eso dependemos de las hembras humanas o animales para
la creación de biomáquinas más complejas. Físicamente seremos débiles, pero el
misterioso origen de la vida sigue escondido dentro de nosotras, incluso los
hombres son nuestra obra. ¡Es tan fácil que ese poder se te vaya de las manos!,
o que simplemente no lo comprendas. Un hombre astuto como Dumas lo detecta, y
por supuesto lo reprime; uno simple como Bug lo percibe, pero se tira a sus
pies con cierta veneración. ¿Cuándo encontraremos el correcto equilibrio? Creo
que solo es posible a través del amor.
Opinó calándose los anteojos y continuó diciendo:
—Yo creo en los amores
predestinados. ¡Sé que todo el tiempo estoy diciendo que soy atea y que la
ciencia puede explicarlo todo! No obstante, los viajes en el tiempo me han
enseñado que existe el destino. Cosas que te sucederán quieras o no, sin
importar cuanto cambies las variables, cada quien tiene un destino y no puedes
evitarlo. Puede ser tan terrible como el de mi tío Adámas, que por más que
hemos intentado prevenirlo manipulando el pasado acaba igual todo el tiempo.
Pero también hay destinos hermosos, amor inevitable y sorpresivo. Parejas que
nunca imaginaste ver y que el destino junta. Dicen que es algo que llega tan
sencillamente que ni siquiera te das cuenta, y cuando lo encuentras se siente
natural, tuyo, no hay dudas o celos, ¡nada! Solo empiezan a amarse como dos
personas que están predestinadas a envejecer y morir juntas. Quizás te suene
hasta aburrido, no sé, para mí es como si todos anduviéramos buscando nuestra
alma gemela y al conseguirla se siente como volver a casa. Quizás eso sea lo único
que tengo en común con Dumas. Él también cree fielmente en esto. Sabes, al
principio no era así, fue después que un sujeto atacó a Amleth cuando era niña.
Eso nos afectó a todos, pero Dumas... Se volvió obsesivo con nosotras, sus
hermanas menores. Sabes, yo entiendo que lo mueve el amor fraternal y muchas
veces nos ha salvado de un peligro con su sobreprotección, pero el amor que
asfixia es peligroso. Puede matarte.
Hubiera querido seguir hablando sobre Dumas, que me causa
más entusiasmo, pero justo entonces llegamos a un edificio de apartamentos. Ahí
vivía el novio de tía Honore. De inmediato comprendí porqué a ella le parece
razonable que yo tenga un romance con Bug, su novio es un papanatas. Pelo
enmarañado y sucio, barba desprolija, ropa sucia, anteojos de fondo de botella…
Mientras ella es una beldad diseñada en laboratorio genético. Tía Honore debe
ser de esta gente que dice que “los opuestos se atraen”, yo no lo creo. Quizás
cuando sea solo en apariencia, que es el caso de Bug y yo. Nos vemos muy
distintos, pero los dos pensamos de forma más o menos similar: sin complicarse
y al grano. Podríamos vivir para siempre juntos sin problemas en el bosque,
cazando ratas. Pero tía Honore y su novio…Viven en mundos distintos. Desde que
llegamos se mostró frío y distante, como si le molestara nuestra presencia.
Luego se la pasó refutando todo lo que mi tía decía o burlándose de ella, la
trata como a una tonta. Quise defenderla, pero mi tía dijo que “estaba bien,
así es vivir en pareja”. Nunca vi a mis padres comportarse así. Tía Honore le
dijo que escapamos de casa y quizás era momento de mandarme de regreso con mis
padres biológicos. El hombre inició una discusión por eso. Ni siquiera tuve
tiempo de opinar. La charla terminó con él dándole un empujón a ella y
dejándonos solas en la cocina. Yo le tomé un brazo a mi tía y le supliqué:
—Tía Honore, volvamos a tu casa.
Hablemos con Bug, él es sincero.
—¿Bug sincero? No lo conoces. No
es que sea sincero, es que él mismo se llega a creer sus propias mentiras o las
mentiras que quiere creer, como las de Dumas.
—¡No importa, tía! Es mejor
tratar con ellos, ya los conocemos. Este hombre es malo… No te trata bien, no
estás contenta a su lado.
Tía Honore sonrió como si fuera a decir algo muy sabio y me
explicó:
—Oye, es normal. Debe ser así, él
solo me hace ver mis errores. ¡No me digas que no has notado que puedo ser muy
terca! Siempre desafiante con los demás, necesito a mi lado alguien así. Que me
ponga en mi sitio. Él hace eso por mí.
—No, tía. Hasta tus hermanos más
rudos parecen más amables que él.
—¡Oh, no tienes idea…!
Replicó y súbitamente la puerta del apartamento fue
derribada, tío Alonso entró golpeándola con todo el peso de su cuerpo y se
anunció lanzando un rugido animal. Nunca lo había visto así. Empezó a romper
todo y rasgar el tapizado de los muebles con unas espantosas garras retráctiles
negras. Tras él venía Bug con el rifle, no tuve que decir nada, fue directo a
nosotras y me señaló diciendo:
—Aquí está Psy, te dije que era
su olor.
Entonces llegó Dumas, traía esa mirada fría que pone a
veces, se nos acercó comentando:
—Vaya, tenías razón. Qué
maravilloso es el olfato de un macho en celo. Ahora me das un poco de asco,
Bug, pero al menos hiciste algo útil. Enciéndele su computadora de nuevo. La
familia siempre debe estar comunicada.
Bug le obedeció sin cuestionamientos, después tío Alonso
volvió trayendo a rastras al novio de tía Honore y gritó:
—¡¡Tiene ropa de mi hermana en su
armario!! ¡¡Voy a matarlo!!
Dumas se volvió a él y le dijo con calma:
—No. Hazle lo que quieras, pero
que no muera todavía.
Luego le acarició el cabello a tía Honore hablándole y
apoyando su frente en la suya, con una actitud que quizás intentaba ser
cariñosa, pero era más bien amenazante:
—¿Quién es ese, Allegra?
Así supe su nombre real, lo apunto para no olvidarlo, pues
sería fácil luego del estupor que me causo ver lo que pasó a continuación. Ella
le contestó, retadora:
—Es mi pareja. Me mudaré con él.
Seré una esposa, estoy harta de que ustedes me obliguen a ser “una mujer buena”
aislada del resto de la gente. Estoy harta de la familia y vivir atrapada entre
ustedes. ¡Necesito verdadero amor!
—¿Cuánto más amor necesitas? ¿No
te he dado suficiente?
Entonces la besó como me besó a mí. Tía Honore escupió
después exclamando:
—¡Al diablo tu veneno! No seguiré
siendo una adicta como los demás, voy a irme. ¡Puedo vivir sin ti, sin la
familia y sin depender…!
Dumas no la dejó terminar de hablar. Pude ver cómo le
saltaban unos colmillos puntiagudos y la mordió rápidamente en el cuello, como
una serpiente. Ella lo miró incrédula y empezó a convulsionarse, poniendo los
ojos en blanco. Dumas la soltó y cargó luego, diciéndole en voz baja como si la
arrullara:
—Shh…Te quedan treinta minutos.
Ya no vas a poder escapar. Debo llevarte a casa para inyectarte el antídoto. Te
vas a poner bien en unos días. Muy bien.
Después salió con ella sin decir nada y yo me volví a mirar
a Bug que estaba apoyado en una pared con su máscara de payaso triste y
sosteniendo el rifle bajo sus manos entrelazadas sobre su regazo como si nada,
y le pregunté:
—¿Qué acabo de ver…?
—Te dije que no deberías quedarte
en esta familia. Yo sí quería ayudarte a que te fueras, o al menos a perderte
conmigo en las montañas.
Entonces le contesté con arrojo, lista para salir corriendo
tras Dumas:
—¿Cómo podría irme ahora sabiendo
que dejaría a mi tía Honore con ustedes?
Él me detuvo asiéndome de una muñeca y me dijo:
—Si te quedas vas a tener solo
dos opciones: o te vuelves como London o acabarás como todas las otras mujeres
sometidas a la voluntad de Dumas.
—¿No eras hombre? No te vi hacer
el menor esfuerzo por defender a tu hermana. No puedes esperar que hagan todo
solas cuando físicamente son más débiles, ustedes se aprovechan de eso, son
cobardes.
Me solté de él y al salir corriendo de la cocina fui
interceptada por tío Alonso. Pude ver al novio de tía Honore mal herido y
tirado en el piso, mi enorme tío pelirrojo me tiró sobre uno de sus hombros,
exclamando:
—¡No más paseos para usted,
señorita! Tú, niño máscara, ve a donde la otra chica nerd y dile que se quede
en su casa. Que Honore se puso enferma y la cuidaremos en la casa de la playa.
Yo me llevaré a Psique.
Tío Alonso me cargó hasta una especie de mansión decadente
iluminada por fogatas e hileras de luces, había pinturas de Dumas apoyadas en
todas las paredes, además libros, esculturas y esas cosas. Imaginaba sería algo
así, lo que me sorprendió fue que me llevó al segundo piso hasta una habitación
donde al abrirla nos encontramos con dos chicas muy bonitas también de aspecto
bohemio, una rubia y otra negra con la cabeza afeitada. Supuse eran sus novias
y me sentí muy incómoda, ¿Cuál será la de Dumas? Parecen muñecas de tan bonitas
mientras yo seguro me veo como esas niñas fantasmas de película de terror… Tío
Alonso les gritó que debían dormir en otro lado porque tenían visitas y la
rubia protestó:
—¿Por qué? ¿Esa es la hija de
Descartes?
—Sí, July. Ve a dormir entre los
cojines, ella necesita un sitio limpio.
Contestó mi tío y las sacó casi a empujones y después cambió
las sábanas indicándome:
—Espero escribas esta noche en tu
diario sobre lo tonto que es huir de casa, cierra la puerta cuando me vaya y
duerme bien tapada. Si Bug entra a molestarte, grita, entonces vendré y lo
mataré por ti.
Luego se fue y me quedé sola en esa otra habitación extraña,
muy preocupada. Empecé a escribir. No sé qué tan mal quedó el novio de tía
Honore. Ya es de madrugada, necesito escapar de aquí y volver a su casa para
auxiliarlo.
Viernes 27 de agosto de 3030
Es de mañana, desperté muy cansada otra vez en la furgoneta.
Viajamos con la extraña comunidad de artistas de Dumas a lo largo de la costa
oeste, rumbo al norte, Bug y tío Dreiser conmigo en la furgoneta, los demás van
delante de nosotros en otro vehículo más lujoso. El jueves pasado fue un día
horrible. A las tres de la madrugada, cuando ya no escuché pasos fuera de la
habitación que me asignaron, salí sigilosamente con la intención de volver a
casa del novio de tía Honore y ver si de alguna forma podía ayudarlo. Vi una
luz todavía encendida en un salón. Me asomé a ver por entre unas cortinas de
cuentas y la rubia July estaba cuidando de tía Honore, colocándole paños
húmedos en la frente y cantándole mientras Dumas revisaba los datos contenidos
en el implante de la mano de mi tía; todas sus conversaciones y correos. July
le suplicó que dejara de hacerlo y él le respondió sin tan siquiera dignarse a
verla:
—Amor, ya te dije que lastimas
mis sentimientos si cuestionas mis decisiones. Si no pido tu opinión, entonces
no la des.
Para mi sorpresa, la chica le obedeció solo bajando la
mirada. ¡Nunca me imaginé que era tan prepotente con las mujeres! De pronto
Frida, su gran perra loba, me olfateó y empezó a ladrar. Escapé de la casa
corriendo entre la oscuridad y me perdí por un rato tratando de recordar cómo
se llegaba al apartamento de aquel hombre. Cuando por fin encontré la ruta,
escuché que se acercaban unas biomáquinas galopando. Luego unos disparos. Pude
ver la silueta alta y siniestra de Bug caminando a zancadas por unas azoteas.
Quise ignorarlo, pero más tarde pude ver una bruma negra viniendo de tras de
mí, me estaba siguiendo. Continué sin darle atención y empezó a hablarme:
—Podemos irnos ahora. Nadie nos
volvería a ver.
No le contesté y él siguió diciendo:
—Te diré la verdad, antes tenía
miedo de pasar tiempo contigo porque sabía que me iba a enamorar, ¡era algo
perverso! Conocerte casi recién nacida y después terminar así, pero iba a
pasar. De alguna forma no iba a poder evitarlo.
—¿Por qué eres un enfermo o
porque eres un animal?
Le pregunté por fin de mala gana, él respondió:
—No sé, puede que por las dos
razones. ¿Qué pretendes hacer Psique? ¿Qué has decidido ahora que ya sabes lo
mal que está todo tras la fachada?
—Ustedes han intentado cambiar su
destino todo el tiempo, siempre fracasan.
—Dicen que es una maldición
familiar.
—Pero yo realmente no soy parte
de tu familia. Ya lo acepté. Creo que tengo la oportunidad de hacer lo que
ninguno de ustedes pudo ni podrá. Y comenzaré por defender a los que ustedes
han lastimado, toda la gente que arrancaron del pasado como a mí para apostar
sus vidas en laboratorios y juegos de lucha como si fueran animales. Ese hombre
por ejemplo, podría estar agonizando.
Sentencié y entré corriendo al edificio de apartamentos. El
tipo seguía en el mismo lugar, pude ver que tío Alonso lo había tirado con
tanta fuerza que su cabeza estaba atascada entre las molduras de hierro de una
silla. Me disculpé en nombre de la familia e intenté liberarlo, pero se puso
muy agitado cuando vio que tras de mí venía Bug, que se quitó la máscara de
payaso para mirarlo bien y dijo:
—Me pareces familiar. Trabajabas
para la red de túneles espaciotemporales en el pasado, ¿no? Eras el que
arrestaron por contrabando de biomáquinas.
—También te conozco. Eres el más
joven. Tu hermana me habló de ti.
—De seguro te habló de todos. Es
el tipo de chica que le presenta su novio a sus papás. Así la criaron. Cree en
el amor para toda la vida y eso.
—¡Una buena chica! Sí…Oye, somos
cuñados, sácame de aquí…
—Detesto a mis cuñados. Por eso
solo tengo cuñadas, a los hombres los mato. Veamos qué tanto amabas realmente a
mi hermana mayor…
Entonces le tomó la mano, supe que iba a revisar su implante
como Dumas hizo con mi tía Honore y lo detuve exclamando:
—¡No! ¡Es un abuso! No debes leer
su información íntima.
—¿Qué tal si ahí guarda algo que
debamos saber? Me parece sospechoso que un empleado de la red de túneles se
encontrara justamente con la sobrina de don Adámas Rex Lunae en el exilio y
empezara un romance con ella. Apostaría que vino aquí específicamente a
buscarla y engatusarla.
—¿Si no es así vas a dejar que tu
hermana sea feliz con su novio?
Bug miró a su costado y después giró los ojos murmurando “de
acuerdo”, y empezó a revisar la información contenida en el implante del hombre
que se retorcía tratando de impedirlo. De pronto vi la expresión de Bug
volverse más seria, intempestivamente sacó una pistola y la vació sobre el
hombre. Tras matarlo me levantó del piso y me sacó del edificio corriendo,
afuera estaban todos los caballos biomáquinas que habíamos estado escuchando.
Nos esperaban. Bug me explicó:
—“Mi cuñado” le avisó al tío
Adámas que estás aquí, y él ordenó que le lleven tu cabeza. Solo necesita tu
cabeza, por eso hay tantas biomáquinas en la zona. Tenemos que sacarte de la
ciudad y esconderte. No sé dónde, porque Honore le dijo al sujeto en qué sitios
residimos todos.
Antes que yo pudiera opinar algo, las máquinas se
abalanzaron contra mí. Bug sencillamente se evapora en el aire si están a punto
de atraparlo, yo tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano por evadir los golpes y
empecé a atacar las biomáquinas como pude. Bug me ayudaba cada vez que podía
disparándoles, pero aun así recibí un par de patadas que me dejaron casi fuera
de combate. Pese al dolor no pude detenerme, estaba luchando por salvar mi
propia vida. De alguna manera logré escurrirme entre las llamas de aquellas
biomáquinas que conseguí despedazar y los golpes de las que seguían en pie.
Tuve que correr aunque me quedaba sin aliento, temiendo haberme roto las
costillas, Bug llegó a levantarme en un brazo mientras seguía disparando. Sé
que es una excusa para abrazarme y apretujarme contra él, pero fue un alivio.
De repente vi una especie de relámpago a ras del suelo, con asombro noté que
había una criatura igual al padre de Bug ahí. Una persona de la Luna, una
hembra de piel oscura con la cabeza totalmente calva y grandes ojos rojos.
Tenía un látigo de la misma naturaleza que mi vara luminiscente y por lo visto
era más efectiva eliminando varias biomáquinas a la vez. Se movía de la misma
forma felina del abuelo. Al momento recordé aquel comando, “copiar movimientos”,
lo murmuré casi de forma inaudible y observé, ¡quiero ese látigo! Cuando
terminó, alzó un pie por encima de la cabeza en una contorsión rara y nos
sonrió. Bug le levantó un pulgar, giró sobre sus talones y me contó en voz baja
como para que ella no lo escuchara mientras regresábamos a casa de Dumas:
—Esa es Eco. Escultora selenita y
prima lejana por parte de la madre de mi tío abuelo Adámas. Papá y mi tío eran
medio hermanos.
—¿Está de nuestro lado…?
—Está algo cu-cu. No tiene el
apellido Lunae, ella es Eco Oread y ese apellido en la Luna no es tan
prestigioso. Se hizo mi novia hace como cien años con la esperanza de casarse
un día y ser una Lunae, pero ha pasado todo este tiempo y aunque no le he dicho
que cortamos tampoco estamos juntos. No quiero terminar amarrado a otro bicho
raro que necesita usar máscara.
—Pero es tu novia.
—Técnicamente. Según ella. ¡Naah!
¿Te pone celosa?
“No”, susurré. No son celos, pero me molestó saber de esa
otra situación y la tal Eco es un poco insoportable. Cuando llegamos y Bug le
informó a Dumas lo sucedido, él actuó al instante: mandó a tía Maxim que se
llevara a tía Honore a las montañas con London y Amleth para que se recupere y
nosotros partimos al norte por la costa lo más pronto posible. Paramos a comer
en descansos de la carretera donde apenas vimos uno o dos camioneros. Cada vez
que nos deteníamos, Eco aparecía disfrazada de chica gótica normal bailoteando
y colgándose de Bug. Intentó subir con nosotros a la furgoneta, pero él no la
dejó. Después del almuerzo, cuando Bug mandó al tío Dreiser a sentarse a la
parte trasera y me dejó a mí en el asiento del copiloto, se nos quedó mirando
muy feo cuando vio que su novio no dejaba de hablarme y tratar de hacerme reír.
La celosa es ella. Si yo debo hablar de celos… Diría que los siento por esa
rubia July. Ella y Dumas se han alejado del resto junto a la alegre perrita
Frida, se hablan entre sí al oído y están tomados de las manos todo el tiempo.
Dicen que vamos a Seattle, faltan todavía unas horas de viaje y sigo preocupada
por mi propia seguridad. Dormiré un poco.
Caso VII: Alonso
Sábado 28 de agosto de 3030
Ayer ya tarde nos detuvimos a dormir en un motel junto a la
playa. Viajamos de un estado a otro casi sin descanso, a toda velocidad, y el
agotamiento empezaba a notarse. Las dos mujeres entraron directamente a las
habitaciones a ducharse con agua caliente, los cuatro hombres decidieron mejor
ir a lavarse con agua de mar y esperar la puesta de sol al aire libre
aprovechando para sacar a pasear a Frida. Esta última opción me pareció más
divertida y fui tras ellos. Tío Alonso no estuvo de acuerdo en que los
acompañara yo, así inició una discusión que tuve el privilegio de atestiguar al
mantenerme callada y jugando con Frida un poco lejos, para que se sintieran
cómodos y hablaran entre sí como si ninguna mujer estuviera presente:
—No me gusta que la niña venga
con nosotros y nos vea en calzoncillos.
—Dumas y Dreiser están flacos, y
tú y yo estamos feos. Le damos igual.
Se quejó Bug, yo guardé silencio entrando al agua antes que
ellos para no llamar la atención y verlos de reojo mientras fingía jugar con
Frida, que trataba de morder el agua sin parar. Los vi desvestirse, tuve que
obligarme a pensar en golf, pero seguí mirando. Tío Alonso continuaba sus
reclamos:
—¡Han perdido el pudor! Dumas
debería dejar de besar a todo mundo.
—Son besos de amor fraterno sin
morbo.
Opinó tío Dreiser consternado y tío Alonso le gritó:
—¡Le metió la lengua hasta la
garganta a Honore como pájaro alimentando a su pollo! ¡¿Te parece normal?!
—Así el señor nos ama como ave
que guarda bajo sus alas...
Le respondió el religioso confundido y el musculoso escritor
lo levantó como si no pesara nada para lanzarlo al agua, siempre entre gritos:
—¡Los curas no pueden opinar
sobre esto! ¡Son todos degenerados viola niños! ¿Qué le pasa a ese sujeto? Toca
el arpa, tira flechas, es un puto querubín. ¡Les dije que acabaría mal siendo
tan pasivo! Desde chico daba hasta miedo, tendido en su cuna como un bebé Jesús
de cerámica. Lo lanzaba al lago, lo dejaba atascado en la rama de un árbol, y
nunca se quejaba ni se defendía. ¡Eso está mal! Pero no me escuchan, aunque la
mayor parte del tiempo tengo la razón. ¡Y esta vez les digo que no puedes besar
a tus hermanos! ¡Es de amanerados!
Entonces Bug empezó a llevarle la contraria, creo que porque
cuestionó su hombría y de entre todos los machistas brutos de la familia él es
el más fanfarrón:
—¡El cura tiene razón! ¡Yo beso a
mi hermano y eso no tiene nada amanerado!
—¡Es amanerado si le das un beso
francés a tu hermano!
Objetó tío Alonso y Bug insistió:
—¡Beso a mi hermano porque nunca
besé a mi padre y cuando lo perdí ya era muy tarde! ¡Eso no me hace menos
hombre!
Dumas por fin dijo, arreglándose los lentes de sol:
—Sí, no tiene nada de raro. Eres
lo que temes, Alonso.
—¿Y tú a que le temes, sirenito?
—A nada.
—Ergo no eres nadie…
—Soy tu hermano mayor, ten
respeto. Por ustedes he salido a la playa, a donde solo vengo de noche para no
quemarme al sol, y me agradeces con disgustos.
—Eres una pálida y delicada flor
untada con seis litros de bloqueador solar.
—Si te da miedo besarme porque
podrían cuestionar tu orientación sexual, quizás es porque se te asoma un
secreto inconfesable para ti. Que no tendría nada de malo. En todo caso, tú y
yo estuvimos juntos y desnudos durante nueve meses. ¡Somos mellizos!
—Lo sé, por eso te eché de una
patada del vientre de mamá aquél 17 de febrero del 2007, un día antes que
saliera yo. Desde entonces era el que ponía orden.
Entonces Bug, que se había metido de cabeza al agua por
quien sabe qué motivo, salió de pronto y remató en lo que creo ha sido su
comentario más tonto:
—¡Mellizos! ¡Eso es super
amanerado!
Después tomó a Dumas de las rastas y le dio un tosco beso
apasionado. Debí tener lista la cámara, ahora solo podré dibujarlos... Después
lo soltó, se alejó haciendo un esfuerzo por no caer y se tendió en la arena
pretendiendo que iba a tomar el sol, pero obviamente se desmayó. Dumas se
encogió de hombros diciendo:
—Es bueno que descanse. Esta
noche estaremos ocupados. ¡Dreiser! Ven, vamos a bautizarte esta noche. ¿Ya
viste a Eco? La prensa de la Luna la ha declarado la mujer más hermosa del
satélite, realmente su belleza hechiza a los hombres de cualquier época. Ella
nos visita en ocasiones especiales, es una dama muy agradable, muy
complaciente. Hace lo que sea por ganar el favor de la familia. Solo renté tres habitaciones, July y Psique
tendrán una para ellas solas. La otra la compartiremos. ¿Entiendes?
“No”, murmuró tío Dreiser y Dumas se echó a reír yendo a
nadar cerca de él. Tío Alonso se quedó muy serio, algo enojado. Como no dejaba
de estar así, me le acerqué y le tiré de un brazo para hacerlo reaccionar. Él
se sobresaltó y se sentó junto al cuerpo desplomado de Bug, mientras me
llamaba:
—Psique, ven, trae a la perra.
Vamos a jugar a lanzarle un palo y que lo traiga.
—Quería hablar contigo, tío
Alonso. Hablar de verdad. Ya no estoy pequeña.
El asintió con la cabeza rascando el lomo a Frida, le silbó
lanzándole un trozo de palo y por fin dijo:
—Me imagino que te han contado
cosas… Quizás resientes porque te engañamos aquella noche cuando Dumas te
mordió lo bastante para dejarte inconsciente y sacarte de tu casa en la caja
donde llevamos de regalo para tu padre la pintura de nuestra madre. A menudo me
opongo a las decisiones de Dumas, en ocasiones es demasiado radical, pero debí
adelantarme a la tragedia. El problema no era solamente que te estuvieran
usando como un conejillo de indias, tuve la sospecha de que ya con tu cerebro
convertido en una computadora podrían borrar tu personalidad y memoria para
cargar ahí las de mi tío Adámas. No me
quedaron dudas cuando escuché que él ordenó que le llevaran solamente tu
cabeza. Es un hijo de puta práctico, ya ni siquiera necesitaría la ayuda de tu
padre…
—He pensado mucho durante el
viaje, tío. En los últimos días me he vuelto más consciente de mis actos y del
valor que pueden tener. Ya no volveré a casa de mis padres. Quizás para
visitarlos… Pero ya no para vivir oculta en casa. Tío Alonso, quiero ser como
ustedes. No como tía Honore o tía Maxim. Como London. Tú le enseñaste, me han
contado. ¡Ayúdame a ser como ella! Apóyame.
Mi tío Alonso pensó un momento mirando a la arena, alzó las
cejas y susurró para sí mismo:
—Como London…Podría ser… En la
vida no es bueno ser cazador ni presa, pero si debes elegir uno de los dos,
elije ser el más fuerte.
Luego llamó a Frida, volvió a lanzarle el palo para que
corriera a traerlo y dijo:
—Bien, me alegra que hayas
elegido ese camino. Eres joven y estás a tiempo para aprender a no vivir a la
sombra de los hombres. Ya viste lo que pasa cuando vas por la vida desesperada
por encontrar marido, ninguna mujer debería rebajarse a eso. ¡Siempre las veo
sufrir por el amor de un sujeto que no las merece!
—¿Qué tal si me enamoro un día?
No de un hombre como el que me delató ante mi tío, pero, digamos, ¡uno bueno
como Dumas!
Me sonrojé al decir esas últimas palabras y me puse muy
nerviosa, temí que él se fuera a dar cuenta, pero tío Alonso ni lo notó,
contestándome con la mirada perdida:
—Ojalá nunca ames perdidamente,
con toda tu devoción y ternura. O si caes en eso, que seas correspondida. Ya
viste como sufrió Honore. Luego a solas con Dumas, lloró al saber la traición
del hombre que amaba, se enojó con nosotros y nos insultó, pero en el fondo
sabía que ese sujeto no merecía su cariño. Con el tiempo sanará y seguirá con
su vida, en unos años de seguro amará otra vez. Pero cuando debes renunciar a
una persona buena… Cuando te debes ir amando todavía…Entonces no puedes sanar,
porque no te cortaron algo que te hacía mal. Sino más bien debiste quitarte
parte del corazón.
Se quedó en silencio un rato, diría que se olvidó totalmente
de mí, hasta que Frida volvió corriendo a tirarse sobre él; entonces me dijo
tratando de parecer casual otra vez:
—Escucha mi consejo, esta es la
misma clave que le di a London: sé muy sincera contigo misma y admite, de ser
necesario, qué es lo que realmente quisieras ser. Tu memoria debe darte pistas,
casi siempre es aquello que deseabas cuando eras muy chica. Puede que ahora te
parezca ridículo, pero piensa, ¿qué sería lo más cercano a alcanzar esa meta
que anhelabas al principio de tu vida?
—No recuerdo, tío, siempre estaba
dormida o postrada. Deseaba ser libre. Estar con ustedes. Conocer todo lo que
había fuera de mi habitación. Ser libre.
—Bien, bien, pues piensa en eso.
Sea lo que sea que te acerque a esa meta, yo te apoyaré en conseguirlo. Vamos
al agua o Frida se irá nadando sola a buscar a su dueño, ya está desesperada
por Dumas.
—¡Espera!
Le detuve para preguntarle:
—¿Puedo saber tu nombre real?
Él me miró muy serio y respondió:
—Bug ya me contó de su juego, se
acaban los secretos. ¿Qué vas a pedirle al final?
—Quizás que me deje ir.
Respondí, porque presiento que Bug está empezando a ponerse
demasiado pegajoso conmigo y eso podría convertirse en un problema. Tío Alonso
contestó:
—Alonso es mi nombre real. Cambié
mi apellido porque la herencia de mi familia es deshonrosa, pero mi nombre es
solo mío y yo no le debo nada a nadie.
Luego entramos al agua y jugamos un rato con Frida, Dumas la
abraza y le habla de amor con más romanticismo que a July mientras la perrita
le lame toda la cara y no lo deja terminar de decir las palabras. Me gustaría
ser Frida. Después salimos, ellos despertaron a Bug pateándolo porque las olas
ya se lo iban a llevar arrastrado y volvimos al motel. Cuando me quedé sola
empecé a curiosear en la computadora implantada en mi mano, la información
contenida no es muy específica. Es algo así como la internet pública del siglo
XXI pero mucho más tonta. Descubrí que a medida que la humanidad evolucionó
hasta el siglo XXX se fue volviendo más vacía y menos creativa, al punto que
todo lo que pude encontrar fueron datos históricos y películas viejas porque
más o menos a partir de 2200 la gente dejó de producir nuevo cine. El arte en
general es propia de los Homo sapiens, los Homo cosmos que habitan la Luna han
perdido esa parte humana y son más como animales. Me sentí un poco mal por
esto, pues a juzgar por el ruido que se escucha en la otra habitación, mis tíos
se aprovechan de esta sencillez emocional de Eco. No estoy segura…Pero creo que
todos…están con ella mientras Bug, el novio, observa y no le importa. ¿July no
escuchará? Vi que se quedó con Frida, quizá la está secando y el ruido del aire
caliente no la deja oír, o a ella tampoco le importa. ¡Me siento muy extraña al
respecto! Intento no ponerles atención, no pensar. Busqué las peleas de robots
que veía papá, esas en que apuestan vidas humanas. Los luchadores son muy
lentos y tontos, yo podría ganarles…se me ocurre, podría de paso ayudar a la
gente del pasado. Pero no sé si se me podría considerar un robot. Llamé a tía
Maxim para preguntarle cómo seguía tía Honore y luego le pregunté cuanto ganaba
un robot luchador profesional, ella me dijo que no ganan nada. Gana su dueño.
Cuando quise saber por qué se permitía esa injusticia, ella contestó que hasta
ahora ninguna máquina se ha quejado de esto, los robots existen para ser
esclavos. Me despedí de ella y ahora estoy en la cama pensando muchas cosas.
¿Yo soy una máquina? No quiero ser una esclava, pero mis pensamientos son los
datos procesados por una computadora. ¿Y si lucho por nuestra libertad? La de
los humanos abducidos y la de los robots… O luchar por que dejen de usar
mujeres para producir biomáquinas, tengo tantas razones para hacerlo. No sé si
estoy diciendo una tontería, mi cabeza es un nudo, con estas ideas justicieras
violentas dándome vueltas con tanta fuerza en mi mente, y mi cuerpo ardiendo
por lo que pasa al lado. No puedo seguir escribiendo. Realmente hubiera querido
que Bug hiciera las cosas simples aquella noche, a menudo lucho contra el
impulso de pedirle que me lleve a cualquier rincón y me haga lo que le dé la
gana, que creo es lo mismo que quiero yo.
Domingo 29 de agosto de 3030
Cuando desperté Bug estaba acostado junto a mí, viendo su
máscara de porcelana ya reparada. La miré señalando:
—Falta el “O.K.”
—Ya no me siento O. K., le
escribiré lo que sienta cuando termines de averiguar todos los nombres y me
pidas lo que quieres en verdad. Mientras seguiré cubriéndome con la capucha de
mi abrigo y el balaclava. Alguien me dijo que tengo ojos lindos y me lo creí.
Supe que estaba escuchando lo que hablaba con tío Alonso
ayer. Bah, no me importa. Él se levantó para asomarse a la ventana. Afuera,
Dumas y tío Alonso caminaban por las rocas que adornaban una fuente ante el
motel. Iban saltando de una en una mientras charlaban, Bug salió por la ventana
y se les unió; creo que tiene la costumbre, quizás desde niño, de seguir e
imitar a sus hermanos mayores. Al inicio iban saltando las piedras de una en
una, luego llegaron a un punto en que las rocas estaban demasiado separadas.
Dumas saltó primero, lo hizo dando una voltereta en el aire y cayendo de pie
sin ningún esfuerzo. Le siguió Bug con la misma facilidad, ya es algo innato en
ellos. Pero cuando fue el turno de tío Alonso, tomó impulso y cayó de cara en
el agua. Entonces se levantó enojado y reclamó:
—¿Qué demonios…? No entiendo
porque ustedes son delgaditos y acrobáticos, mientras yo soy robusto y
descoordinado…Quizás el rumor era cierto. Somos hijos del tío Pete, Dumas.
El aludido respondió, con una sonrisa pícara:
—Yo sospecho que todos, menos
Amleth… ¿Te molesta, Alonso?
—No, porque no creo que sea tanto
así. De lo único que estoy seguro es que nuestros padres no eran almas gemelas,
no se consideraban el amor de su vida entre sí. Es terrible, nunca se
enamoraron en realidad, jamás conocieron a esa persona que amarían más allá del
tiempo y la lógica. Creo que eso es peor que la separación, el ni siquiera
llegar a conocer quién era tu ideal...
—Dicen que la ignorancia es la
felicidad. Bug no se ha enamorado en serio en su vida, simplemente busca
encuentros fáciles y después corta la relación.
—Se va a casar, dice que su
nombre está escrito en una lápida junto al de su mujer. No he querido verla,
nadie quiere saber la fecha exacta en la que morirá su hermanito. Solo me ha
dicho que no acabará con Eco. Por mi parte…Yo sé a quién amo…Pero temo bajar
ese sueño hermoso y perfecto a la realidad y destruirlo.
Entonces Bug se alejó de ellos y volvió a mi ventana a la
que subió de un salto, cuando entro la habitación y fue a sentarse a mi lado
encendiendo la televisión, le conté:
—¿Sabes qué quiero? Quiero ser un
robot luchador, volver así a la Luna y que mi padre me vea. ¡Puedo derrotarlos!
Estoy segura, solo necesito práctica.
—Ese es trabajo para yeguas feas
como London o loquitas como Eco, sin contar que mi tío Adámas te apresaría en
el mismo instante en que pises la arena.
Le di un golpe quitándole la máscara de las manos y me la
puse, diciendo:
—¡Nada de eso es cierto! Además
puedo disfrazarme. Jamás se imaginarían que he cambié tanto, antes era una
chica escondida en su habitación, ahora decapito biomáquinas. Yo misma lo noto,
ya no me veo niña, ¡soy una mujer adulta!
—Todavía te asustas fácilmente y
acabas medio muerta después de las cacerías. ¡No aguantarías un round! Mira,
tenemos todo este planeta medio desierto, vamos a recorrerlo juntos. Olvídate
de los demás y escapa conmigo. ¡Vámonos! Quiero mucho a mi familia… Pero no son
tan buenas personas…
—¡No! Quiero ser como London, ya
te lo he dicho. Mi tío Alonso me apoya y él me ha dado siempre los mejores
consejos. Si está de acuerdo en esto, es que está bien que siga adelante con mi
nuevo sueño. ¡Participaré en las luchas de robots!
No quise seguir hablando con él sobre eso y me levanté de un
salto, entonces él señaló al colchón y me avisó:
—Oye. Estás en tus días.
Yo no le entendí nada, había sangre en las sábanas blancas.
Me revisé el cuerpo en busca de heridas y vi que la sangre venía de mi ropa
interior. Me la quité espantada y seguía sin entender, hasta que Bug me
envolvió con una sábana preguntándome:
—¿Nunca antes habías menstruado?
Porque, si no te has hecho daño, es eso.
Negué con la cabeza, él me quitó la máscara y me besó la
frente, diciendo:
—Iré a buscarte toallitas y agua
oxigenada. ¡Entiendo de estas cosas! Recuerdo que en mi casa les venía a todas
mis hermanas al mismo tiempo y era un caos.
—¿Qué debo hacer?
—Eh… Tomar una ducha caliente y
no dejarme acercarme a ti dentro de diez días aunque de seguro ande extra
urgido. Vas a estar ovulando y no somos hermanos. Ya lo ves, no eres un robot.
Tu útero y yo lamentamos echar a perder tus planes de ser luchadora, ¡pero los
seres humanos no participan en luchas de robots! Alonso cabeza dura tendría que
haberse fijado en ese pequeño detalle antes de animarte a seguir adelante con
ese disparate.
Concluyó y salió de la habitación, lo despedí viéndolo desde
la puerta, envuelta por la sábana ante la cama manchada. Pude ver que desde el
otro lado del estacionamiento estaba Eco mirándonos, seguro imaginó lo peor. Me
señaló de forma amenazante y se alejó corriendo. Creo que se me ha ocurrido
algo. No voy a dejar que mi útero gore me detenga. Ahora voy a limpiarme, esto
apesta.
Lunes 30 de agosto de 3030
Escribiré un poco antes de dormir en el asiento del
copiloto, estoy molida y vamos de camino a Seattle otra vez. ¡Hoy fue un día
decisivo y no me lo esperaba! Hubo grandes cambios. Todo el día de ayer estuve
en cama, lo de la menstruación es muy incómodo, pero no lo hice porque me
sintiera mal. Quería provocar a Eco y probar qué tan cierto era lo que me dijo
tía Honore sobre el misterioso poder femenino de influir en el ánimo de los
demás. Hice que Bug estuviera todo el día pendiente de mí, entrando y saliendo
de mi habitación para traerme cosas o recostado conmigo, viendo la televisión.
Eco atisbaba por la puerta entreabierta y las ventanas, se estaba
impacientando. Voy comprendiendo que los celos son una muestra de debilidad
peligrosa, me daba la impresión de que estaría dispuesta a lo que fuera con tal
de alejarme de Bug y yo solo quería llevarla a un punto en que no se negaría a
mi propuesta. Finalmente, mi tío Alonso notó la tensión en torno a mi cuarto
del motel y entró a inspeccionar. Alzó una ceja en señal de desaprobación al
vernos. Aunque no estábamos haciendo nada malo, ¡Bug no es una persona
romántica!, el hecho de que estuviera ahí acurrucado conmigo era demasiado
extraño. Tío Alonso se tendió en la cama junto a nosotros y opinó:
—¿Por qué no lo hacen oficial y
se van a las montañas, lejos de todo?
—Ya se lo propuse y no quiere.
Respondió Bug sin quitar la vista de la tele y tío Alonso
dijo, rascándose la barba:
—A veces me pongo a pensar, si yo
fuera mujer, si yo estuviera en el lugar de Psique, yo tampoco tendría mucha
prisa en encontrar pareja. ¿Qué hacemos al tener novia? Empezar a repetir la
forma en que papá trataba a mamá, ¿recuerdas? Casi no hablaban entre sí, a
menos que fuera para intercambiarse regaños o quejas, y cuando se mostraban
afecto era con esa especie de bromas sarcásticas, como si no lo merecieran…
Como si hubieran podido estar con alguien mejor, ¡pero eran lo que había! Yo
odiaba verlos interactuar, no quería terminar así. Pienso que es lo peor que
podrías hacerte a ti mismo y a una chica, quedarte con ella por resignación,
por conformismo. Prefiero la soledad antes que no estar exactamente con la
persona de mis sueños.
Bug le contestó con una metáfora, sacando su lado más
poético:
—Esta chica me tiene agarrado de
las bolas y no me soltará. Es la definitiva.
—Más parece que se le engancharon
en el zapato luego de pateártelas.
—Alonso, siempre supe que estás
enamorado de Eco. Es la inspiración de tus novelas, ¿verdad? Nunca he terminado
uno de tus libros, pero reconozco en lo poco que leo de la protagonista: es
ella. ¿Por qué no le confiesas que es tu musa? Se sentirá halagada, a la gente
le gusta lo que escribes. Ya te di un montón de oportunidades para que te le
acerques, pero nunca las aprovechas. ¿Sabes qué es lo peor? Que un día otro
vendrá y te comerá el mandado. Deja de idealizar tanto la cosa, dile que te
gusta. Si quiere algo más o no, es su problema, tú hiciste todo lo que estuvo
de tu parte. Total ella solo quiere el apellido.
—¡Eso es justo lo que no quiero!
Que se conforme…
—Yo tampoco soy el hombre de sus
sueños. Si fuera así no estaría peleando todo el tiempo conmigo, desconfiada y
sufriendo. La pasamos mal juntos y para mí lo importante de una relación es
divertirse, sentirse cómodos el uno con el otro. ¡No sé qué demonios quiere!
Pero no es a mí, y yo no voy a cambiar mis gustos y mi forma de ser hasta
encajar en algo que ni ella misma sabe qué es. Nadie es tan importante como
para cambiar quién eres. ¡De todas formas no pierdes nada con intentarlo! A la
próxima oportunidad, háblale claro.
Tío Alonso suspiró y se levantó de la cama, al abrir se
encontró con Eco, quien finalmente entró a la habitación dirigiéndose a Bug y
mirándome de forma retadora:
—¿No has consolado ya suficiente
tiempo a tu sobrinita? Se hace de noche, que se duerma. Nosotros debemos ir a
nuestra habitación.
El desgraciado Bug no contestó, solo se estiró en la cama y
se rascó la barriga. Entonces decidí que había llegado mi momento de actuar y
exclamé:
—Él no se irá, va a dormir
conmigo como siempre. Vete y deja de molestar.
Eco dio un respingo, no se esperaba una confrontación tan
directa. Bug también se sorprendió, pero se quedó tranquilo en la cama, como
disfrutando el que se pelearan por él. Me cayó mal, pero no le hice caso,
aquello era parte de mi arriesgado plan. Eco chilló indignada, recuperando su
pavoroso aspecto real de selenita:
—¡¿Qué te has creído, niña
adoptada?! Tengo Homo sapiens más famosos y ricos que tú limpiando los baños de
mi casa en la Luna, tú ni siquiera serías una mascota digna. ¡He sido la novia
de Bug desde antes que naciera tu abuela!
Le respondí tratando de sonar orgullosa:
—Sí, por eso ya está aburrido de
ti. Yo he venido a reemplazarte, soy mejor en todo y puedo demostrarlo. Te reto
a una pelea, como las de robots, la que salga primero de la arena pierde. Si me
ganas, te juro que jamás volveré a acercarme a tu novio. Pero si yo te gano, tú
deberás alejarte de él y además darme tu látigo.
—¿Tan segura estás de ganarme?
Acepto con una condición: si te gano, te mato.
—Hecho.
Respondí y los dos hombres se alarmaron, yo misma me di
cuenta de que estaba apostando demasiado, pero tenía un plan y si funcionaba
conseguiría el arma maravillosa que cortaba varias biomáquinas al mismo tiempo
y me daría una gran ventaja en las peleas. Claro, para conseguirla tendría que
enfrentarme antes a ella. Salimos todos al estacionamiento del motel, yo empecé
a delimitar la arena dibujando un círculo en el piso con un carbón mientras
Frida ladraba y corría por todas partes, Dumas y tío Dreiser se ponían al tanto
de lo que estaba pasando e intentaban calmar a Eco sin éxito, pues cada tanto
yo le gritaba alardeando lo buena que era “pateando traseros selenitas” aunque
la única vez que me enfrenté a uno acabé yo con el trasero adolorido durante
varios días. Era necesario, ella debía estar realmente iracunda y los demás muy
alborotados, o nada funcionaría. Una vez tuve todo preparado y antes de que
alguien notara mi treta, entré al círculo de la arena justo en el ángulo
perfecto y activé mi vara luminiscente haciéndola girar. Eco se abalanzó sobre
mí como un toro, sin pensar, como lo esperaba, aún a metros antes de entrar a
la pequeña arena que dibujé ya venía dando latigazos que sin duda iban a
golpearme pues abarcaban unos tres metros en torno a ella, tuve que saltar para
esquivarla una vez, pero para el segundo golpe ya estaba hecho. Salí de la
arena y grité:
—¡Perdiste!
—¡Perra mentirosa, la que se ha
salido eres tú!
Me respondió colérica, entonces le contesté señalando al
piso:
—No, tú lo hiciste primero. Dame
tu látigo y deja de meterte entre mis tíos y yo.
Hasta entonces notó que la arena que dibujé tenía un gran
tajo del borde hasta el centro, como un pastel al que le falta un trozo. Y ella
había entrado y salido de la arena al pisar el tajo. Técnicamente, perdió.
Soltó una carcajada y protestó, con un párpado palpitándole:
—¡¿Qué broma es esta?!
¡¡Tramposa!! ¡¡Esto no vale!!
Sentía las piernas temblar, si mi treta no funcionaba ella
podría matarme, por suerte en ese momento intervino Bug y me salvó al decir que
aunque me había burlado lo cierto era que gané y él ya tenía decidido cortar
definitivamente su noviazgo. Ella se echó a llorar, me tiró el látigo a los
pies y se fue corriendo rumbo a la playa. Tío Alonso intentó seguirla, pero al
final le dio la espalda mirando al suelo. En su lugar tuvo que ir corriendo tío
Dreiser pues Dumas y la tal July prefirieron quedarse mimando a Frida. Bug le
dio un empujón a tío Alonso como preguntándole qué le pasó y él dijo: “no
quiero parecerle un buitre, la buscaré luego”. Supongo que tiene razón. Yo me
fui muy contenta con mi látigo nuevo, Bug me ayudó a configurarlo para que me
reconozca como su dueña. Al final sí se quedó a dormir conmigo, pero le aclaré
que hice todo eso solo para conseguir un arma nueva, no para estar con él. Ya
he pensado las cosas muy bien. ¿Qué clase de chica querría perder la virginidad
con un tipo al que le dicen “Bug”? Quizás yo sea una inteligencia artificial,
pero aún no estoy lo bastante “bugueada” como para aceptar eso. Pude volver a
dormir plácidamente abrazándolo porque es agradable, nada más; el aroma de su
largo cabello sedoso me ayuda a dormir mejor y su cuerpo escultural es una
maravillosa almohada, no es que a mí me atraiga él. A la mañana siguiente,
desperté y afuera en el estacionamiento estaba Dumas sentado bajo el sol junto
a Frida, los pajaritos silvestres se le acercan hasta comer miguitas de su mano.
Ni siquiera sus hermanas tienen ese nivel de gracia de cuento de hadas, sin
duda es mi príncipe azul. Salimos rumbo a Seattle y aquí voy, escribiendo. Me
siento capaz de muchas cosas, creo que mi siguiente paso será confesarle mi
amor a Dumas. Si debo quitárselo a esa sosa July… Lo haré. Y no fallaré como
Eco al obtener al hombre que quiero.
Caso VIII: Dumas
Martes 31 de agosto de 3030
Anoche llegamos a la ciudad, ¡es grande como en las
películas! Por supuesto, estaba vacía, sus luces encendidas entre el silencio
la hacían lucir un poco macabra, pero en compañía de Bug es difícil vivir con
seriedad; lo primero que hizo al llegar al hotel desierto donde nos
instalaríamos fue fijarse en que alguien dejó una silla de ruedas en el Lobby y
subir con esta directo al último piso por el ascensor. Poco después oímos un
estruendo bajar por las escaleras, luego sus carcajadas. Los demás supusimos que
de seguro estaba bien, pero de todas formas tío Alonso fue a chequearlo. Mi tío
Dreiser se tomó la tarea de platicar con Eco durante el viaje, parecía que a
cada minuto ella se convencía más de que su exnovio era un idiota que realmente
no le interesaba y ya más o menos todos quedamos en paz. De todas maneras, al
atardecer nuevamente hubo una separación del grupo. Yo me fui con los tres
anarquistas que decidieron ir a dar una caminata nocturna, prometía ser una
velada divertida. Tardamos un poco en salir por esperar a Dumas frente al
hotel. Apareció tiempo después tras darse una ducha y cambiarse de ropa, se
arregló a su modo excéntrico: traje con sombrero de copa y anteojos de
cristales rosas; sus hermanos se burlaron, pero se veía más guapo que nunca. Me
quedé sin palabras, especialmente cuando le preguntaron por qué se había puesto
tan formal y él dijo que iba a salir a cenar conmigo por primera vez en la
vida. Aunque Bug traía parte del rostro oculto por la capucha y el balaclava,
pude notar que se molestó, pero me importó nada. Me aferré del brazo de Dumas y
empezamos a caminar. Por supuesto, llevó a su querida Frida y la condenada
perra se empecinó en meter la cabeza bajo mi falda cada vez que me descuidaba.
Conseguí espantarla discretamente sin que eso arruinara el paseo aunque en una
ocasión me mordió el trasero, pero guardé la compostura y nadie se dio cuenta.
¡Los edificios se ven mucho más grandes en vivo! El viento frío y las luces
iluminando suavemente las calles hacían todo muy romántico, tan perfecto, no
tenía que pensar en golf porque estando al lado de Dumas no siento esa
calentura vulgar que me provoca Bug, es algo más profundo; sé que lo amo porque
lo admiro. Finalmente, todo va marchando bien. En cierto punto, Bug y tío
Alonso encontraron un parque de patinaje y tuvieron la “genial” idea de meterse
ahí con la silla de ruedas, Dumas y yo nos quedamos mirándolos estamparse
contra el pavimento y ser perseguidos por Frida desde un café al aire libre,
uno de los pocos que funcionan gracias a un solitario ciudadano. Yo intenté
platicar y parecer normal:
—Vaya, no hay estrellas esta
noche. En la montaña se ven muy hermosas.
Dumas me respondió arreglándome el cabello tras las orejas:
—Suele ser difícil verlas en las
ciudades, mucha luz y contaminación. ¿Bug te ha tratado bien? Temí que el
caserón te resultara incómodo.
—Me gusta el ambiente rural, pero
Bug es un tonto. Míralo, qué infantil.
—¿Pero ayer no estabas peleando
por su amor contra Eco?
Me aclaré la garganta y expliqué tratando de sonar madura:
—Fue una estrategia para
apoderarme de su látigo, Bug no es mi tipo.
—Bien, es mejor. Yo creo que las
mujeres nunca deberían enamorarse o dejarse seducir por un hombre, todos somos
malos. Todos las vemos como objetos. A menos que sean nuestras madres o hijas.
—¿No crees en el amor? Es raro,
siempre estás pintando ramitos de violetas. Busqué el significado de esas
flores, simbolizan el amor fiel, leal y verdadero. Eterno. ¿Son para July?
Porque no creo sean para Frida…
—De hecho Frida sí se merece las
violetas, la tengo desde que era niño. Cada vez que se muere la mando a clonar,
hay quienes dicen que es mórbido, pero yo creo que es algo bello y espiritual;
como una reencarnación forzada en la que siempre regresa para ser mía. Pero
July es mi hermana, un año mayor que yo, a mis hermanas siempre les dedico unas
sencillas rosas negras. Sobre lo del amor verdadero…
Él se quedó pensando mientras se acomodaba los anillos de la
mano izquierda y yo por dentro rebosaba de felicidad, ¡July es su hermana!
Entonces habló de nuevo:
—Ese tipo de amor existe… Pero es
peligroso. Demasiado absoluto. Qué terrible debe ser para un padre que aparezca
un hombre de la nada y se lleve a tu hija. Yo comprendo que es imperdonable,
preferiría que fuera una aventura pasajera y saber que ella volverá tarde o
temprano, pero cuando es ese amor para toda la vida… Tienes que aceptar que él
no la dejará irse jamás. Te la roba.
—Pero si son felices juntos…
—Es mayor tortura para un padre
egoísta. Pero, quizás por suerte, la mayoría de parejas no terminan así. O si
permanecen juntos es para compartir un calvario del que solo podrán escapar con
la muerte y de alguna forma vuelven a amar a su pasado, no al amante ladrón.
Así vivían mis padres. Siempre me dije que no quería terminar como ellos.
—Tío Alonso mencionó algo
parecido…
—También los vio. No platicaban,
no se comprendían, no eran amigos. Yo no podría soportar eso, me encanta hablar
y escuchar, y ellos apenas se dirigían la palabra. Esa misma indiferencia la
profesaban hacia sus hijos, no nos daban atención, mucho menos cariño. Por eso
me propuse cuidar de mis hermanos más pequeños, porque si no se sentirían como
yo, olvidados. Además…
De pronto se quedó un momento pensando, se tocó el tatuaje
del cuello, el llanto que dice: “oh, hijos míos, ¿a dónde os llevaré?”, y dijo
algo emocionado:
—Hay tanta maldad y crueldad en
este mundo agónico, si yo no actúo, ¿quién los apartará del dolor? Hay
violadores, sádicos, todo tipo de bestias. Mejor mantenerlos encerrados,
ocultos, prefiero dar yo la cara por ellos. Ya estoy acostumbrado al mal, a mí
no me duele. Me dolería más verlos sufrir.
No supe que contestar, en ese momento llegó el mesero y
Dumas pidió una copa de vino. Luego me preguntó a mí que quería, “si un
refresco o quizá chocolate”, le dije que ya soy adulta. Y pedí una cerveza. El
mesero se volvió a mirar a Dumas como esperando su aprobación y él aceptó
murmurando con algo de molestia: “ya es mayor de edad”. Cuando volvimos a
quedarnos solos, me preguntó:
—En apenas dos semanas has
crecido mucho, me imagino que también te has enterado de cosas que antes te
ocultábamos en casa de tus padres.
Me quedé algo así como muda, la verdad es que en ese momento
hablando con él se me olvidó lo vivido en las últimas semanas, o al menos dejé
de darle importancia. Fue como volver a casa. De todo lo que me enteré, la
forma extraña en que nací, las operaciones inhumanas a las que me sometieron,
los oscuros propósitos que tenían al mantenerme oculta, solo me pareció
relevante preguntarle sobre el asunto del veneno, porque quería saber si me
besó por amor o solo es una forma de “convencer”. En realidad ya sabía la
respuesta, pero, tenía una esperanza y quizás podría ganar más:
—Me sorprendió saber que lo de
ser “híbridos” era algo más complejo. Que tú… Bueno aquella vez, después que me
besaste, me dormí casi de repente…
—Es un gen recesivo muy extraño y
temido, ambos padres tendrían que portarlo para que la capacidad de inyectar
veneno se manifieste, y se supone que mi madre no lo tenía. No estaba
modificada. Mi nacimiento fue lo que empezó a deteriorar la relación entre mis
padres, hubo desconfianza, Alonso tampoco se parecía a mi padre. Era muy
corpulento para ser suyo. Hubo demasiadas dudas, pero al final nunca aclararon
nada.
—¿Tus padres pelearon por eso?
—No realmente. Mi papá no enfocó
su enojo en mi madre, ni siquiera en Alonso al que ignoró completamente, lo
proyectó en mí. Yo era el venenoso. Todo mundo decía que era más lindo que sus
otros hijos, mis hermanos mayores me mimaban porque si los besaba se sentían
mejor. Se estaban haciendo adictos a mí. Ya no obedecían a mis padres, solo
hacían lo que les pedía yo. Cuando cumplí siete años, nació Bug. En ese tiempo
aún no habíamos visto el aspecto real de mi padre y no sabíamos que era su vivo
retrato, pero papá sí. Entonces sucedió algo horrible que dividió a la familia,
algo que fue responsabilidad de los niños mayores, pero papá injustamente me
castigó a mí por todo. Recuerdo que yo estaba dibujando con mis lápices de
colores en mi habitación. Llegó con su apariencia real, me golpeó, empezó a
arañarme la cara intentando sacarme los ojos, me rompió algunos huesos y solo
me salvó el que por fortuna llegaban de visita en esos momentos mis tíos
maternos. Prácticamente tuvieron que secuestrarme para salvar mi vida, así como
después yo hice contigo. Solo me regresaron con la condición de que ya no me
consideraran hijo de mi padre, sino de mis tíos. Ellos eran bohemios, el
ambiente en su casa se sentía muy distinto. Mi tío me enseñó a pintar, mientras
mi padre me obligaba a tomar clases de esgrima, fue su último intento por
controlarme. Nunca entendió la importancia de ser dulce para que se traguen tus
órdenes. Y ya ves, terminé quitándole a sus hijos más pequeños. Los siete
siguen mis órdenes, ¡incluso London! No le queda más que ir con el grupo o
quedarse sola.
Nunca antes me había hablado así de su vida, había algo
siniestro en todo lo que me dijo, más allá del maltrato de su padre, algo en él
estaba mal, pero sus preciosos ojos azules entornados me impedían atreverme a
pensar cualquier cosa en su contra. De pronto llegó el mesero, sirvió las
bebidas y sin pensar probé la famosa cerveza. Sabe horrible. Tuve que contener
las arcadas con tanto esfuerzo que los ojos se me llenaron de lágrimas aún más
que por la historia que acababa de escuchar. No sé si Dumas se dio cuenta, si
fue así lo encubrió muy bien diciendo:
—Mejor no arruinemos esta hermosa
noche con recuerdos tan tristes. Lo que importa es que estamos aquí, y que tú
siempre estarás conmigo. Bug se está entusiasmando contigo, ¿verdad? Sería
mejor que cuando todo se calme te quedes viviendo con tus tías Honore y Maxim,
lejos de las montañas. Así el ya no tendría la tentación de enamorarse.
No pude responder. Alejarme de Bug es algo muy drástico y la
verdad es que he llegado a encariñarme mucho con él. Dumas no esperó a que le
contestara, me guiñó un ojo y se levantó. Lo seguí, como cuando era pequeña y
empezaba a caminar, y me iba sosteniendo de las paredes con tal de ir tras él
si salía de la habitación. Tomó una espada japonesa de la decoración del lugar
y salió hasta una terraza desde donde podía ver a sus hermanos. Ahí empezó a
examinar la espada y me explicó:
—Es una muy mala imitación, pero
al menos las medidas son correctas. Recuerdo heredé una de parte de mi tía
bisabuela paterna, de las últimas de la familia imperial de Japón. La espada no
era un tesoro nacional porque había estado en la familia no sé cuántos cientos
de años, su valor era más sentimental para aquellos distinguidos nobles;
recuerdo que la empuñadura olía a sandía podrida, tenía una historia curiosa
que sonaba más a leyenda y decía que un par de personajes célebres del pasado
habían perecido bajo su filo. Siempre me imaginé que el mal olor eran los
restos de sus entrañas. Tuve que usarla en algunas ocasiones especiales, porque
mi papá me obligó a entrar en una escuela de esgrima tradicional y debí
aprender toda la parafernalia, la filosofía, la ceremonia…
—¿Te gustaba?
—No, pero aprendí a controlarme y
fingir. Además desde entonces empecé a coleccionar navajas. También aprendí que
con paciencia se puede lograr lo que sea, una pequeña y suave corriente de agua
constante puede terminar derrumbando los cimientos de un gran castillo.
—¿Y cómo terminaste siendo
anarquista?
—Decir que soy anarquista fue mi
forma de rebelarme contra mi padre, pero hay algo de lo que no podemos escapar,
Psique: la herencia, lo bueno es que tú decides qué hacer con ella. Esa espada
que te mencioné todavía está en algún rincón en mi casa. Me sirve como paleta
para pintar y a veces para abrir latas, sí, la desprecio. No le rindo respeto,
pero tampoco me deshago de ella. Sé que es muy valiosa. Me divierte pensar en
lo mucho que la idolatraron en el pasado y hoy está tirada, como basura en mi
casa. Bien dicen, nadie sabe para quien trabaja.
Escuchar eso me indignó un poco, no me atreví a reprocharlo,
pero le dije:
—Si no la quieres dámela a mí, yo
la cuidaré.
—Te la daré a su tiempo, como
todo lo demás. Te diré un secreto que no muchos saben: yo no he renunciado a
mis bienes, mantuve una buena relación con el resto de la familia. Mis
hermanitos menores fueron demasiado estrictos con lo del anarquismo. Lo bueno
es que la fortuna que ellos no quisieron se suma a la de los demás hermanos. Al
menos de mi parte, tendrás un futuro asegurado.
Sentí una sensación muy fea, algo no está bien en lo que
dice. Él seguía revisando el arma, hizo algunos movimientos desenvainándola y
finalmente dijo:
—Hay un montón de técnicas para
usarla correctamente, pero yo siempre he preferido mi modo. El nombre que le
pongas a las cosas es simple decoración, lo que importa es la acción y el
resultado.
Entonces la giró un poco como para agarrar impulso y después
la arrojó a manera de lanza, ¡directo a sus hermanos! La espada cayó a
centímetros de ellos y clavó la silla de ruedas al piso. Luego les gritó:
—¡Ya basta!, ¡se van a lastimar!
Traigan a mi perra.
Después regresamos al café para pagarle al tipo y seguimos
caminando. Bug volvió a rondarme aprovechando cada excusa para sacar plática o
pegarse a mí, así que al final y luego de esa charla tan rara no le dije a
Dumas lo que siento por él. Estoy enojada conmigo misma por no aprovechar la
oportunidad, ¡la noche era perfecta! Mañana lo haré sin falta, a la primera
oportunidad que tenga de estar a solas con él. Ahora voy a descansar, el hotel
es muy bonito y tengo toda la habitación para mi sola. ¡La vista es
espectacular! Solo lamento que la noche pudo haber acabado mejor.
Me pasó una cosa extraña, quise imaginarme cómo sería tener
sexo con Dumas, pero acabé pensando en hacerlo con Bug bruscamente en el
bosque. Estúpido Bug me creo un bug… Tengo que arreglar ese problema, no quiero
ser involuntariamente infiel en mis pensamientos cuando sea novia de Dumas. ¡Ha
sido una noche especial!
Miércoles 1 de septiembre de 3030
No sé cómo sentirme. Por la mañana me despertó Amleth, entró
corriendo con Frida a mi habitación y me abrazó informándome que había llegado
con sus otras hermanas. Para mi sorpresa, de pronto entró también London con
sombrero vaquero y chaqueta militar, se desplomó en un sillón y dijo mirando al
vacío:
—Dreiser ha pedido la mano de Eco
en matrimonio. Anoche. Le dio un anillo y dice que quiere casarse lo más pronto
posible.
No me esperaba que el religioso fuera más veloz que yo a la
hora de encontrar pareja, en todo caso me pareció una buena noticia. Sin
embargo, London lucía devastada y Amleth se quedó sin palabras. Yo
discretamente salí de la habitación excusándome con que tenía que saludar a mis
tías, en el pasillo encontré a tía Maxim ayudando a tía Honore a entrar a la
habitación de July. Ahora sabiendo que todas son hermanas puedo comprender por
qué July cuida con cariño a mi tía Honore. Dumas les estaba exigiendo explicaciones,
a lo que tía Maxim respondió:
—Violeta pidió que la familia
estuviera junta. Quiere estar con Psique.
—¿Alguien le llevó el chisme de
que su padre quiere la cabeza…?
—¡No!, no sé… Quizás es intuición
de madre. Ya está aquí con el bebé…
Dumas la miró muy feo y tía Maxim dio un respingo. En ese
momento apareció Violeta muy elegante con su bebé en brazos, y Dumas la saludó
con extra dulzura:
—Violeta, luz de mi
vida, fuego de mis entrañas…
Mi tío Alonso se asomó por una puerta y le criticó, se veía
tan deprimido como London:
—¿No sabes lo que sigue verdad?
No te metas con la literatura, me hostiga ver maridos cursis como tú
empalagando a sus pobres esposas con frases robadas de libros que jamás leyeron
completos.
Sentí que se abría el piso y me caía en un abismo. Ni
siquiera pude hablar. Dumas besó a Violeta, le dio un beso diferente a los que
él suele dar, acariciándole el trasero. Después tomó al bebé, diciéndole: “ven
con papá”. Eso me dejó claro que es su hijo, ahora noto el gran parecido entre
los dos. Violeta fue a abrazarme y revisarme, me llevó con ellos a su
habitación y ni siquiera tuve oportunidad de reaccionar cuando me enteré de que
me consideran su primera hija. Apretujada contra el pecho de Violeta que pedía
soluciones a mi situación, los escuché hablar sobre en qué ciudad sería mejor
esconderme del tío abuelo Adámas. Ella me habló, besando mi cabello:
—Ya no volveré a dejar que te
separen de mí. Eres mi niña milagrosa. Desde que te recibí en mi vientre, mi
vida se iluminó. Y gracias a ti tuve a mi propio bebé. Estoy por fin tranquila,
estamos los cuatro juntos.
—Cinco, Frida es parte de la
familia.
Le corrigió Dumas, ella le replicó:
—¡Está bien! Cinco con Frida.
Pero me importa más el futuro de nuestros dos hijos humanos… Necesitamos que mi
padre deje de molestarnos. Hay que matarlo, Dumas. Ya no más juegos, ni
indirectas, los atentados no lo afectan. Hay que matarlo de una vez.
—Decirlo no es tan fácil como
hacerlo… Es más sencillo escondernos. Descartes y Ziggy todavía no sospechan
nada, creen que Adámas realmente la sacó de su casa aquella noche y ahora solo
se hace el tonto.
—Pero mi padre ya sabe que Psique
está aquí… No quiero esconder a mi hija hasta que mi padre se muera. Además
puede que le cuente a Ziggy, ¡y ya no pienso regresársela! Yo la gesté, la di a
luz, la amamanté. ¡Es mía!
En ese punto reaccioné, yo creía que al menos mi madre sí sabía
que estoy con mis tíos:
—¿Mamá no sabe dónde estoy…?
Pregunté alarmada, Dumas me respondió, sincerándose al fin:
—Tus padres iban a entregarte a
mi tío, Psique. Ellos nunca te vieron realmente como una hija. En cambio
Violeta y yo siempre te consideramos nuestra. Yo tuve que soportar que mi mujer
prestara su cuerpo para un experimento de la familia solo para que después no
le agradecieran debidamente. Siguieron manteniéndola oculta aquí. Además te
cuidamos desde antes que ellos, Violeta y yo te hablábamos ya desde que estabas
en su vientre, yo corté tu cordón umbilical cuando naciste, pasaste con
nosotros los primeros seis meses de tu vida, eres más nuestra que de mi hermano
mayor y de Ziggy. Por eso siempre me mantuve cerca, esperando el momento de
traerte de regreso a casa. Nosotros somos tus padres y este es tu hermano.
Me estremecí, era demasiado, más mentiras desvaneciéndose
para descubrir realidades crueles. Dije que tenía que ir al baño y salí
corriendo. Me escabullí fuera del hotel y fui hasta un parque de juegos para
sentarme en un columpio. Me sentía tan abrumada, no sabía si llorar, enojarme,
asustarme, siempre quise jugar en un columpio y cuando por fin pude hacerlo fue
en ese momento horrible. Para colmo, empezó a llover. De hecho era una
tormenta, la primera que vi en persona y no pude disfrutarla, fue como si lo
que sentía en mi interior saliera y mis lágrimas se volvieran parte del
ambiente. De pronto escuché pasos sobre la gravilla y alguien sentarse en el
columpio junto al mío. Por supuesto era Bug, con la capucha de su abrigo y el
balaclava porque no es tan tonto como para salir en una mañana oscura al aire
libre sin nada con que protegerse de la intemperie, o como para enamorarse de
su propio tío que se cree su padre. Me sentía tonta, tonta y extraña. Al cabo
de un rato, le inquirí:
—¿Por qué no me dijiste que
estaba casado con Violeta? Creí que tío Dreiser era el padre del bebé…Dumas no
parece interesado en una vida tradicionalista…
—Para que aprendas a no dejarte
llevar por las apariencias.
—¿Desde cuándo están juntos?
—Más de cien años, su historia ya
es más una leyenda. Se la robó cuando ella solo tenía dieciséis y él
veintiséis. Según él, ella se le tiró encima, mentiras. En realidad yo recuerdo
que con trece años él ya iba a sentarse con Violeta de tres y Amleth de seis
cuando jugaban a la fiesta de té, y le decía a Violeta que ellos dos se tenían
que casar cuando fueran grandes o si no él se iba a morir de tristeza. La pobre
le tenía tanto miedo que cuando se reencontraron ya muchos años luego le costó
acordarse de “su primo el que dibujaba”, tenía ese recuerdo bloqueado. No lo
conoces como hombre. Ya desde adolescente en la academia de arte tenía un raro
fetiche: se obsesionaba con sus rivales, los seducía y los saboteaba desde
adentro, ¡pero decía que era amor! Con Violeta sucedió algo parecido, creo que
envidiaba el poder que heredaría, pero al mismo tiempo la admiraba, quería
poseerla. Le habrá escupido su veneno en el refresco, ¡no la enamoró!, la
corrompió. Inmediatamente después publicó su hazaña a los cuatro vientos, se
tatuó la violeta desflorada sobre el corazón como un trofeo mordaz para
provocar a su padre y declaró que ella era su alma gemela. Por muchos años
padre e hija lucharon por alejar a Dumas, pero fue entonces que él finalmente
le hizo la oferta de salvar a su madre a cambio de su mano en matrimonio, y
Violeta aceptó, traicionando a su padre. Desde entonces, Dumas la convirtió en
el centro de su universo. Siempre está pintando violetas, siempre que se juntan
hablan horas y horas sin parar, y siempre anheló tener hijos con ella. Primero
se conformaron con clones de Frida, después se animaron contigo y finalmente
nació el niño. Han pasado ya tantos años y aunque tienen peleas de vez en
cuando, y le da su espacio para no cansarla…
—Está enamorado y nunca la
dejará.
Concluí. Bug remató diciendo:
—Violeta no me gusta, pero es la
heredera más poderosa del siglo XXX. La mujer más inalcanzable que él podría
encontrar y la atrapó. Hasta le dio un hijo. No quería decírtelo porque es
como… que nunca podrías competir contra Violeta y tu amor era muy tierno, pero
imposible. Como todo amor platónico.
Se me escapó un gemidito, no lloraba tanto por Dumas, era
todo junto. Bug se levantó y fue a quedarse de pie tras de mí, inclinándose un
poco para cubrirme de la lluvia, y comentó intentando hacerme reír:
—Al menos no eres Alonso. Él
lleva setenta años escribiendo sagas de fantasía inspiradas en Eco solo para
que al final ella se comprometiera con nuestro hermano el religioso debilucho
del que siempre se burló. ¡Igual Dumas ni te gustaba en serio! En el diario
decías que apenas empezaba a llamarte la atención.
—Sí, supongo que lo amaba como a
otro padre. Pero de todas formas es mi primer amor. El más lindo y el más
especial.
Ahora que lo escribo, creo que decir esto fue bastante
ingrato para Bug. Dumas me dio un beso que lo mismo pudo darme mi papá
Descartes o la perrita Frida, pero con Bug tuve mis primeras experiencias
sexuales de verdad. Yo sí me le tiré encima para hurgarle los pantalones en la
primera noche que pasé con él. Quizás hubiéramos tenido un momento emotivo,
pero justo entonces oímos ladrar a Frida desde la puerta del hotel. Eco venía
saliendo con su apariencia real y tras ella venía London con un arma, disparando.
Tuvimos que ir a refugiarnos tras unos autos, ahí nos encontramos con Amleth
que nos informó hablando atropelladamente:
—¡London retó a un duelo a muerte
a Eco para que no se case con Dreiser y ella no tiene armas! Dreiser dice que
London va a lamentarlo si continúan y fue a buscar su arco y Alonso no quiere
intervenir porque dice que así se deben resolver los problemas entre la gente
fuerte, pero Eco está desarmada y de seguro la van a matar! ¡Tienen que
detenerlas!
En ese momento di un puñetazo a la carrocería del auto tras
el que nos ocultábamos y me asomé gritando a la selenita:
—¡Eco! Tengo tu arma, te la
prestaré para que te defiendas. ¡La pelea debe ser justa, London! Ella está
desarmada, le quité su látigo.
Pero entonces Eco se paró sobre un pilar y dijo con orgullo:
—Quédatelo. No lo necesito, la
derrotaré a mano limpia. Este día les enseñaré a las dos por qué las mujeres
Homo cosmos somos superiores a las híbridas y las Homo sapiens. Para que sepas
lo que perdiste, Bug. Y con lo que te quedaste…
Bug le gritó contestándole y rompiendo el momento épico:
—Mi hermana se teletransporta,
cabeza de tamal. ¡Te vas a morir!
En cuanto terminó de hablar, London disparó de nuevo y se
esfumó en el aire. Apareció detrás de Eco, pero eso no le dio mucha ventaja, la
mujer del futuro se mueve como un felino, saltaba, se escabullía y daba
zarpazos rápidos. London se quedaba sin balas antes de poder alcanzarla, pero
entonces simplemente se diluía en el aire y volvía de pronto a disparar desde
otro sitio. La ventaja siempre iba a ser de London, tarde o temprano Eco
quedaría acorralada y finalmente sucedió. Quedó en cuclillas en una esquina
como un gatito atrapado, pero justo entonces se materializo frente a ella tío
Dreiser protegiéndola de London. Tenía el arco tensado y la flecha lista
apuntando a su propia hermana. Todos nos quedamos en silencio, en ese mismo
instante salieron Dumas y tío Alonso, que solo se quedaron mirando como si ya
conocieran el resultado de esa confrontación. Ninguno de los dos bajaba el
arma, así que mi tío Dreiser habló:
—¡Deja en paz a Eco! Han jugado
con ella durante décadas, quiero darle su lugar. Es una gran mujer, fuerte y
generosa. Voy a tratarla como se merece, y por eso no voy a permitir que nadie
vuelva a lastimarla. ¡Ni siquiera tú!
—Dreiser, nadie la quiere en la
familia. Nos avergüenza, no tiene una sola gota de sangre sin alteraciones
genéticas desfigurantes.
Le respondió London con desprecio, él le contestó alzando
por fin la voz:
—¡No me importa la opinión de la
familia! Eco ama de forma fiel e incondicional, soportando, con paciencia, con
la pasión de una verdadera devota. ¡¿Quién es como ella en la familia?! Si por
desgracia un hermano ofende a otro, en lugar de buscar arreglar las cosas va y
trama venganzas en secreto. Todos viven comparándose entre sí, resintiendo
favoritismos que quizás ni existían. ¿Si papá prefería a Descartes, por qué no
le reclamaste a papá en lugar de vivir compitiendo contra tu hermano que jamás
pidió la injusticia? Siempre moviendo hilos y planeando tretas para forzar a
los demás a que hagan lo que la familia quiere, y la familia está equivocada,
¡la familia es la mano derecha del puto anticristo y todavía se siente con
autoridad moral para decirle a los demás qué hacer, qué pensar y qué sentir!
London respondió con indolencia:
—No tienes elección, esto es lo
que te tocó vivir, aquí naciste y debes aceptarlo. ¡Es tú familia y debes
amarla tal como es! Puedes maldecirnos, irte lejos, negarnos, pero seguirás
siendo uno de nosotros. No puedes cambiarte la sangre.
La lluvia cesó y pude escuchar el arco tensarse, tío Dreiser
estuvo a punto de soltar la flecha, pero solo siguió apuntando al igual que
London, los dos estaban fijos en la misma posición con agua todavía
goteándoles. Estaban empapados. Era una especie de batalla final, tras todos
los años de relación enfermiza entre ellos dos, ambos se estaban dando un
ultimátum: ceder o morir. De seguir vivos, tendrían que regresar a la mórbida
rutina o aceptar que ya nunca iban a volver a sentarse juntos en una mesa, o a
dirigirse la palabra. En esas circunstancias no hay espacio para términos
medios. Mi tío habló sin el más mínimo cambio en su actitud retadora:
—Baja el arma o no responderé.
Haré lo que sea con tal de darle una oportunidad a Eco, la desahuciaron como a
mí. Ya no le auguraban ningún futuro, iba a morir rogando migajas de cariño
como yo iba a podrirme escondido en una iglesia. Incluso Alonso parece conforme
con que su historia sea una tragedia y cerrar el libro ahí. ¡Pues no será!
¡Ustedes no decidirán su final! Ni el mío.
Ninguno de los dos bajó su arma y mi tío Dreiser le
advirtió:
—Voy a contar hasta tres…
Fue terrible, debieron ser exactamente tres segundos pero se
sintieron como una eternidad en la cual se me hizo un nudo en el estómago,
quería que aquello terminara y al mismo tiempo sentía pavor de saber el final.
Los dos se veían furiosos y dispuestos a todo por imponer su voluntad. Terminó
de contar y sucedió, ambos dispararon, mi tío cayó herido y la flecha pasó a
centímetros del rostro de London. Amleth soltó un grito agudo, se le unió tía
Maxim y poco después ya estaban varios revisando la herida de tío Dreiser, se
apretaba el pecho y le salía sangre. Yo caminé lentamente hasta acercarme a
Dumas y tío Alonso, sentía el sudor helado perlar mi frente, pude escuchar a
Dumas decirle a tío Alonso, que estaba pálido y serio:
—Yo sabía que Dreiser jamás iba a
dispararle a London, así lo eduqué. Pero tú educaste a London y seguro sabías
que iba a dispararle en serio. ¿Por qué no la detuviste?... ¿Fue tu último
intento de quedarte con Eco?
No obtuvo respuesta, así que se fue caminando hasta London;
ella estaba en shock, con los brazos colgando a los costados de su cuerpo.
Incluso soltó el arma. Dumas se le acercó y me dejó atónita cuando le gritó a
July llamándola. Nunca lo había escuchado enojado. La mayor de las hermanas
llegó corriendo, él la miró de reojo antes de irse a ver a Dreiser y le ordenó
fríamente señalando a London:
—Golpéala.
July le obedeció sin hacer preguntas, abofeteó a London
hasta hacerla caer de rodillas. Por suerte, al abrir la camisa de mi tío
Dreiser que estaba recostado sobre el regazo de Eco pudieron ver que una gran
cruz de plata había detenido la bala. Su pecho estaba lastimado y sangraba un
poco, pero no parecía una herida grave. Cuando London escuchó que estaba bien,
empezó a llorar y pedir disculpas. Luego hubo una escena de reconciliación
entre hermanos muy poco convincente, creo que la mitad de ellos no entiende la
gravedad del asunto y la otra mitad lo comprende y solo perdonó a London del
diente al labio. Pero tío Dreiser fue el único claro al expresar sus
sentimientos:
—Puede que te perdone con los
años, London, pero jamás olvidaré. Aunque no hay enemistad entre nosotros,
quiero que sepas que esta es la última vez que hablo contigo y la última vez
que pises mi casa y mi iglesia será en mi boda con Eco. Luego de eso, ya nunca
volverás a ser bienvenida.
Amleth intentó media todavía gimiendo un “pero…” y Dumas la
calló con una sola mirada. Yo preferí alejarme en silencio y fui a mi
habitación para darme un baño y cambiarme. ¿Me estoy volviendo cínica? No he
salido desde entonces porque no quiero ser parte de este ambiente familiar que
huele a falso, no les creo nada, lo peor es que ellos tampoco piensan que están
bien juntos pero se obligan a creer. Me quedé aquí escribiendo, ahora voy a
salir a comer lo que encuentre y después caminaré sola por la ciudad. Necesito
un tiempo lejos de todos ellos.
Jueves 2 de septiembre de 3030
Ayer a medio día me robé unos chocolates de la recepción del
hotel y salí a caminar sin avisarle a nadie. Con la ciudad vacía podía entrar
en las tiendas y hacer lo que quisiera. Pude notar que había objetos que de
repente aparecían o desaparecían sin explicación, de alguna forma así funcionan
las cosas en este bucle espaciotemporal; de seguro la gente está aquí en algún
día de 2020, los pocos empleados y guardas que trabajaban aún, pero estamos en
planos distintos. Para mí son fantasmas y yo, que tomo vestidos, juguetes y
dulces sin que se den cuenta, debo ser también un fantasma para ellos. Estuve
un rato probándome ropa, combinándola con joyas; al principio me preguntaba por
qué no había saqueos, después yo misma me di cuenta de que no valía la pena. Estábamos
tan solos que nadie vería mi atuendo. Pero una cosa llamó mi atención: aquello
que tomaba de los anaqueles y me lo quedara, ya no volvería a estar cuando el
bucle reiniciara su ciclo, entonces cada pequeño cambio que hacíamos estaba
dando origen a una nueva especie de universo independiente del que lo había
originado. Y este nuevo mundo aún no tenía un gobierno establecido,
eventualmente ese lugar tendría que ocuparlo alguno de los miembros más
influyentes de la familia. Empecé a sospechar que de seguro era por eso que
Dumas estaba interesado en establecerse ahí, en mantener al tío Adámas alejado.
Tiene sentido, si la otra Tierra será destruida y su destino ya no puede
cambiarse, pueden empezar de nuevo aquí… Pero estoy casi segura de que Dumas
sería solo una nueva versión del tío Adámas. Habla de amor, justicia, rebelarse
a la autoridad, pero su autoridad es tan tiránica como la que critica. Al final
sería el mismo resultado, pero ahora duplicándose. ¿Cómo iría degenerando la
familia en cada generación? Si el tiempo volviera a correr normalmente y solo
para nosotros aquí, quizás para ese nuevo siglo XXX los futuros seres humanos
descendientes de esta generación sean aún peores. Volví a la calle más
abrigada, conservaré mis uniformes porque son cómodos, pero no protegen mucho
contra el frío. En determinado momento pasé frente a una pared de vidrio
espejado y pude ver que tras de mí venía como siempre una silueta siniestra
encapuchada: rostro medio cubierto, largo cabello rubio, rifle colgado de un
hombro, Bug. No le hice caso y seguí mi camino hasta llegar a un museo. Entré
corriendo con la esperanza de dejarlo atrás aunque cuando atravesé el vestíbulo
del edificio me lo encontré probándose máscaras de una exhibición. Pasé de
largo sin hacerle caso. No quiero quedarme a solas con él y que se ponga a
“flirtear”, se insinúa con la delicadeza de una mula pateando y ahora ando
sensible. Caminé por los pasillos mirando las piezas de arte hasta que tras una
esquina vi a Dumas absorto en una pintura. Me hubiera ido, pero no sé por qué
fui directo a su lado y él sin ni siquiera apartar la vista del cuadro extendió
un brazo y me atrajo hacia él. Lo abracé, creo que siempre podré hacer eso,
como cuando era pequeña y sabía que él me iba a dar más atención que los demás
adultos. Porque claro, yo no sabía, es lo más cercano a un papá de verdad. Me
siente parte suya y me mima. Alguna vez, cuando mi vida era sencilla, vi una
película y no le puse atención más que a una parte en que una chica decía que
seguía amando a su padre aunque el hombre era un asesino. Apartas todo lo malo
y sigues amando la voz, el calor y los recuerdos. No pude más y empecé a
llorar. Por supuesto, él saco un pañuelo para limpiarme la nariz y me sacó en
brazos del museo. Creo que sencillamente imaginó que estaba asustada por las
pinturas. Fuimos al mismo café de la otra noche, el único que funciona, y me
pidió algo de comer especificando que por favor nada tuviera brócoli o avena,
pues “la niña tiene mala digestión”. Entonces finalmente me resigné y fue un
momento algo triste, pero al mismo tiempo tuve la confianza de pedirle que me
comprara chocolate caliente y postre extra. Si quiere ser mi papá, que lo haga
bien. Empezaba a oscurecer y pronto se nos unieron London y Amleth que venía
paseando a Frida, más bien venía siendo arrastrada por Frida, al menos estaba
contenta. No sé en qué momento apareció también Bug y todos nos quedamos en una
mesa cenando, ellos tomando café y yo comiendo todo el pastel de chocolate que
me cabía porque noté que eso me consuela. El ambiente familiar era pesado, pero
todos hacían su mejor esfuerzo por parecer en paz, Amleth no dejaba de
parlotear sobre lo buena chica que era Frida y todas las cosas que hicieron
juntas esa tarde. De repente London preguntó:
—¿Cuándo le dirán a Descartes que
no le devolverán a Psique?
Dumas pensó un momento, tomó un poco de café y después dijo:
—No hace falta hacerlo.
Todos guardaron silencio después, hasta que Amleth comentó:
—Ziggy está muy preocupada.
Su hermano mayor le respondió alzando una ceja:
—Le quitó su bebé de seis meses a
Violeta hace veintiún años y no la dejó verla ni un solo día durante todo ese
tiempo. Sobrevivirá.
London soltó una carcajada y habló otra vez:
—Y Psique no tiene la opción de
decidir si volver o no, obviamente.
Hubo otro silencio incómodo, hasta que yo dije:
—Dumas fue a buscarme cada
viernes de mi vida, Descartes no ha aparecido en más de veinte días. Además no
puedo perdonarle las operaciones que me hizo. Quizás hubiera sido una mujer
distinta si no me hubieran extirpado casi todo el cerebro. He llegado a comprender
por qué Violeta y Dumas me secuestraron. Los perdono. Además quiero hacer mi
propia vida, sola, me interesan las peleas de robots. Quisiera involucrarme y
ganarme la vida con eso.
—Te le acabas de voltear a
Descartes y a Dumas en un solo movimiento, bien.
Me contestó London. Dumas nada más sonrió y London volvió a
tomar la palabra:
—Me gusta la idea de las peleas
de robots, deberíamos ensamblar algunos y venderlos específicamente para eso.
¡Tú la deberías de apoyar, Dumas! Si no encuentra un oficio que le ocupe su
tiempo va a terminar como Bug. Imagínalos ya juntitos en la montaña, semi
analfabetos y comiendo ratas. De todas formas, ¿quién puede ir en contra del
verdadero amor? Nadie.
Pude ver que Dumas no dejó de sonreír pero tenía los ojos
fríos, sus pupilas pasaron de London a Bug, y sin usar una sola palabra se
entendió que internamente los quería matar. Se terminó el café y por fin
respondió:
—Vamos a pensarlo bien. Pero
tenemos muy poco dinero, como siempre le digo a Violeta, y participar en esos
eventos requiere de mucho capital. Necesitarían algún mecenas, quizás July que
siempre está en buenos términos con las hijas mayores. Pero…Me parece bien,
Psique, quisiera que te acerques más a tus tías Maxim y Honore y aprendas más
de las máquinas. Pero tú, London, mejor no te metas en eso. Ya ganas bien con
la armería.
—¡Pero quiero hacerlo! Necesito
una pasión, algo de adrenalina. Quiero estar en ese momento en que Psique se
vuelva algo relevante en el deporte favorito de Descartes y él se dé cuenta de
hasta dónde ha llegado.
Objetó London y pude ver que empezaría una discusión, pues
Dumas se puso serio:
—En verdad no quiero que
presiones a Psique con esto, déjala ir a su ritmo y si quiere. Quizás se
interese en algo más femenino dentro de esa área, puede ayudar en los diseños…
Además, es cierto, ya está en edad casadera. Si quieres que un matrimonio dure
para siempre, hay que enlazarse joven y ciegamente enamorado de una persona
algo más boba que tú. Lo bueno es que Bug ya quedó completamente soltero.
El menor de los hermanos lo miró ofendido y London volvió a
la carga:
—¡Lo femenino no tiene por qué
ser aburrido, Dumas! Si yo no la impulso, no hará nada. Todos lo sabemos.
Además ya lo decidí, no hay forma en que puedas detenerme. ¡Esta es mi nueva
ilusión!
Dumas se volvió a reír con los ojos sin emoción y London
insistió “en broma”, hasta que se tiró sobre la mesa y ella misma tomó a Dumas
para besarlo casi dejándolo sin aire. Cuando lo soltó dijo:
—Me podrías morder cien veces y
no pasa nada, soy la única en la familia inmune a ti. No me vas a detener,
Dumas. ¡Vamos a divertirnos con esto!
Entonces se fue corriendo entre risas de una forma
juguetona, pero inquietante, con Frida tras ella. Amleth nos miró con una
sonrisa nerviosa, se levantó y las siguió. Dumas estaba enojado, ya era
notorio, se limpió la boca con fastidio y murmuró:
—Ella sabe que ya no importa qué
diga o haga, siempre será la oveja negra de la familia.
Fue a pagar la cuenta y en ese momento en que me quedé sola
con Bug, él me advirtió con un gesto que mejor no comentara nada sobre lo que
hablaron. Todos volvimos al hotel y pronto Dumas se olvidó de la pequeña
discusión con London porque Violeta le informó que se había comunicado con su
padre usando a July como intermediaria y habían llegado a cierto acuerdo. Yo
dije que estaba muy cansada y me quería dormir, para que Bug no se escabullera
a mi habitación, ¡porque me anda siguiendo a todos lados y me está empezando a
desesperar! Por la mañana desperté, me avisaron que íbamos a volver a las
montañas, habría que seguir de viaje y con cautela, ahora escribo mientras
salimos de la ciudad. El padre de Violeta negó que quisiera hacerme daño. Nadie
le cree. Pero en teoría están en paz y él respeta el hecho de que su hija me
proteja porque fue mi madre subrogada. No sé qué sucederá, pero quiero que
todos me empiecen a respetar por ser yo misma, no por ser la hija de Fulano o
Sutana.
Fin de la segunda parte
Caso IX: July
Viernes 3 de septiembre de 3030
Vamos de nuevo por la carretera, de regreso a las montañas.
Dormí y desayuné en el asiento del copiloto de la furgoneta de Bug, London
viene con nosotros. Somos algo así como los tres marginados. Estoy empezando a
comprender que London es odiosa porque no se da cuenta de que lo es, no por
maldad. Eso me está ayudando a soportarla. Con Bug se lleva bastante bien, le
pidió consejo sobre como convencer a July de que nos ayude económicamente,
hemos descubierto algo importante: la ley prohíbe a los ciborgs, es decir a los
humanos con partes cibernéticas, participar de las peleas de robots; pero
también dice que solo se consideran como ciborgs aquellos organismos que
conserven un cerebro orgánico, ¡de modo que yo sería tomada en cuenta como una
biomáquina por mi cerebro artificial y puedo inscribirme como robot luchador!
Me siento segura de poder ganarles a todos y London a su modo me apoya, ¡es que
sería muy fácil! Vemos muchos encuentros mientras viajamos y los luchadores son
tontos, es fácil engañarlos o distraerlos. Bug no está de acuerdo. Nos escucha
entusiasmadas y solo va conduciendo aburrido, desanimándonos:
—Esas peleas están arregladas, no
pueden ser tan malos. De todas formas July odia las biomáquinas, ve tú a saber
por qué. No las querrá patrocinar y solo la inscripción para obtener el permiso
de participar en las luchas cuesta más que mi casa. July odia tanto las
biomáquinas que si vive aquí aunque tiene su propia casa en la Luna es porque
detesta la tecnología del siglo XXX. ¿No se han fijado que hasta evita
acercarse a Psy?
—No importa, hermanito, se siente
muy culpable por haberme abofeteado y de seguro ahora puedo hacerla cambiar de
opinión. Aun si Dumas se lo prohibiera, nos ayudará a escondidas si yo se lo
pido. Es la hermana buena onda.
Objetó London, pero Bug siguió en su postura negativa:
—No con las biomáquinas, en
verdad tiene como una fobia con eso. Además tocaste otro punto importante, ya
nos hemos aprovechado mucho de ella, desde que éramos niños ha sido la que nos
defiende de todo; aun así, Dumas la trata como a otra Frida. Es triste, imaginé
que sería un personaje inmortal en la historia, pero solo perdió la voz y
siempre está borracha.
—Pues esa fue tu culpa,
hermanito…
—Fue idea de Dumas…
Me les quedé mirando sin entender y pregunté a qué se
referían. Bug, que traía el rostro descubierto, suspiró y se puso la máscara de
porcelana que traía guardada en la guantera. London empezó a contarme:
—July es la única en la familia
que alcanzó la fama por razones correctas. Por un tiempo fue una cantautora muy
popular, tenía millones de admiradores y ganaba premios cada año; pero en
cierto punto empezó a tener una conducta errática. Fue algo raro, de repente
dejó de esmerarse en lo que hacía, aun así tenía mucho apoyo. ¡La gente la
adoraba! Sus fanáticos veían virtudes hasta en sus defectos. Entonces Dumas,
que desde siempre había sido su mejor amigo y confidente, le empezó a serruchar
el piso. A sus espaldas decía que era injusto que solo por ser una mujer bonita
le celebraran cada cosa que hacía, mientras él apenas era conocido como pintor
y Alonso batallaba porque lo aceptara alguna editorial pese a que los dos se
esforzaban mucho por crear arte de calidad. Y realmente para ese tiempo las
canciones de July eran bastante malas, la gente la idolatraba quizás por
nostalgia o porque simplemente les caía bien. Entonces sucedió… De seguro
todavía pueden encontrarse fotos de eso…
—¡London, no!
Le pidió Bug, pero ella buscó en su pantalla holográfica y
me mostró la mejor foto de la vida, explicándome el contexto de esa escena:
—Mi papá era un señor del siglo
XXX, no conocía bien las modas y costumbres del siglo XX, así que era común que
hiciera cosas extrañas o se pusiera ropa de mamá porque no veía la diferencia
entre la de hombre y la de mujer. En especial le gustaba ponerse una gran
sudadera rosa de ella y sentarse a mirar videos en su sofá. Un día alguien
consiguió ir a nuestra granja para entrevistar a July, no lo dejaron pasar más
allá del jardín, pero por una ventana pudo entrever a papá con la sudadera
rosa. Cuando le preguntaron a July quien era ese señor con ropa de dama, ella
mintió diciendo que no sabía. Entonces, para la próxima vez que dio una
entrevista, sorpresivamente llegaron estas tres gracias: Dumas vestido de
señora de sociedad, Alonso de callejera y aquí el bebé de la familia con
trenzas y vestido de niña pequeña. Fueron a revelar que el tipo vestido de rosa
era su padre y que ellos no se avergonzaban de él. Por supuesto, el público
aplaudió al trío de travestis falsos y July fue cancelada. Jamás se recuperó de
eso, empezó a volverse alcohólica, sus fans más fieles comenzaron a olvidarla y
cuando quiso retomar su carrera artística ya no pudo hacerlo. Su voz estaba muy
deteriorada. Actualmente, nadie recuerda a July, pudo llegar a ser una gran
estrella pero desapareció en la oscuridad. Seguramente por culpa de los
anarquistas que no son anarquistas porque Dumas sin duda va a coronar a su hijo
rey en cuanto se muera su suegro.
Fue una historia muy triste, quise estar seria, pero era
difícil reprimir la sonrisa viendo a Bug convertido en una Amleth musculosa
gigante con máscara de gatito. Él intentó disculparse, mientras yo preferí
dejar a los hermanos seguir hablando solo entre ellos. Temía que se me escapara
la risa si participaba de la charla:
—Jamás lo hubiera hecho de no ser
por la mala influencia de Dumas…El siempre reprime los sueños de las mujeres,
no empezó a presionar a Violeta con lo de la maternidad hasta que ella se
entusiasmó con ser una bailarina profesional. ¡Al siguiente día de su primer
recital serio le compró la cafetería y le pidió que comenzaran a probar
tratamientos de fertilidad!
—Lo sé, Bug. Recuerdo en mi
graduación de la escuela militar, papá por supuesto no quiso ir y mamá estaba
enferma. Dumas y Alonso fueron en lugar de ellos. Alonso hizo su mejor
esfuerzo, se cubrió los tatuajes con una camisa de manga larga, se puso tirantes
y un pantalón con la cintura hasta las costillas para intentar que creyeran que
era mayor. Pero Dumas, quizás realmente tiene ciertas inclinaciones…Llegó con
una camisa que decía “Mamá” y se les insinuó a todos mis superiores. ¡A los
hombres! A las mujeres no las saludó. ¿Sabes? Estoy harta del machismo en esta
familia, han hecho que comience a pensar que ningún hombre vale la pena, te
diré algo: he perdido interés por todos ellos.
—Lo sospechaba.
—Ya no creo en el amor, en el
amor romántico. Pero, ¿qué tal en el amor propio? Quizás me haré un tatuaje
como ustedes, algo para conmemorar que he decidido darme amor y ser feliz.
—He oído que los pepinos les
ayudan mucho en eso a las mujeres. ¡Yo prefiero usar una sandía! Le haces un
agujero y…Amor propio.
—Bug, eres repugnante. Te hablo
en serio, me haré un tatuaje. ¿Dónde duele más hacerse uno? Y donde duele
menos.
—Ah…Los brazos duelen menos. Lo
más doloroso son las partes donde la piel es más fina. Espalda, vientre,
genitales…Es lo peor.
—¿Te dolió cuando te hiciste la
víbora?
—¿Qué te importa, degenerada?
Igual, que lo sepas: tu hermanito el macho se aguantó. No pude tener citas con
sandías por un tiempo, pero valió la pena. Así conquisté luego a la chica de
mis sueños…
—Que solo existe en tus sueños…Me
haré un tatuaje como el que July lleva en el brazo. El que parece la cuenta de
un restaurante y cobra la vida al precio de una muerte. Es discreto y no dolerá
tanto como la víbora peneana.
—Ese tatuaje de July tiene que
ver con su decadencia como cantante, ¿verdad? ¿No te ha dicho nada al respecto?
Es de esa misma época.
—Dice que no quiere que le
pregunten al respecto. ¿Sabes? De hecho por esa época salía con el que ahora es
dueño del robot de combate más famoso, Silenos: es parte robot, parte humano y
parte cabra, ¡pero tiene la inteligencia artificial de un ladrillo! Si Psique
lo derrotara se volvería la campeona absoluta y humillaría al ex de July.
¡Quizás puedo abordarla por ese lado para que ayude!
—O quizás le revivas algún trauma
horrible y se cierre. ¡No todo el mundo es una machorra resentida como tú,
London!
Concluyó Bug y yo recordé que Dumas mencionó otro evento que
esconden en la familia relacionado con el nacimiento de Bug. Le preguntaré
cuando estemos solos, ahora dormiré mientras ellos siguen hablando.
Sábado 4 de septiembre de 3030
Hoy nos detuvimos a comer en un descanso para camioneros,
luego seguimos hasta un altiplano donde encontramos un viejo caserón vacío en
mitad de un trigal. Es un lugar tan bonito que paramos a descansar otra vez,
había una gran piscina tan azul como el cielo, una linda glorieta victoriana y
mucho lugar para dormir. Hacía calor y tía Honore se estaba empezando a sentir
mal, así que decidimos esperar ahí hasta que se mejorara. Jugué un rato en la
piscina con Amleth, el bebé y Frida; después anduve explorando los alrededores
mientras los demás también trataban de relajarse. ¡No me había fijado en que
Dumas le entorna los ojos y da besitos a todo mundo! ¡A todos! Solo tío Alonso
se lo aparta. Violeta no parece celosa, cuentan que ha sido así desde niño,
pero es incómodo, en especial con July…Están tomados de las manos todo el
tiempo, se hablan al oído dándose besitos en la oreja, se quedan mirándose a
los ojos y solo distingues que Violeta es la esposa porque es un poco más
sexual y relajado con ella, se hablan con más confianza; pero por lo demás...
Le comenté a Bug que es algo perturbador verlos así, él la trata como a una
novia…o a Frida. Él me aseguró que es “100% no incestuoso”, y para probarlo fue
a sentarse todo despatarrado en las piernas de Dumas. Todavía no entiendo qué
probó con eso, ahora solo estoy más convencida de que esta familia necesita
respetar más el espacio personal de cada quien. Entonces, London me dio un
codazo y se llevó a July al pórtico de la casa, aprovechando que por fin se
apartó un rato de Dumas, yo me quedé un poco alejada. Así que aproveché un poco
y escribí en mi diario.
Las cosas se ponen cada vez más difíciles de entender. Ahora
me siento algo perturbada. London y July hablaron mucho tiempo mientras yo
esperaba con mi diario en una banca colgante cercana, estaba tranquila mirando
al cielo y las espigas de trigo ondeando con el viento. De repente vi que July
se alejaba muy rápido, miré a la casa y London estaba llorando. Me acerqué
corriendo a ella y me contó:
—Dice que el maldito dueño de
Silenos la engañó durante un paseo juntos, usó su biomáquina como semental para
que July le produjera nuevos modelos. Nunca nos dimos cuenta porque todo duró
apenas unas horas. Fue violada, preñada y forzada a dar a luz una camada de
biomáquinas en una tarde. Suele ser así, es un proceso tan rápido, violento y
doloroso que deja a las mujeres traumatizadas de por vida. Por esto su carrera
artística se fue a pique. No quería confesarnos lo que pasó porque ya antes
habíamos sufrido mucho cuando un viejo degenerado sedujo y raptó a Amleth
siendo niña, desde entonces Dumas se volvió muy sobreprotector, temía que otro
golpe así lo trastornara más; además Silenos y las criaturas que le engendró
son los combatientes más longevos y que más ganan las apuestas en favor de los
Homo sapiens, así que los protege callando aunque los detesta, no quiere saber
nada de ellos… ¡Y yo quiero vengarme! ¡Quiero matarlos! Pero sin ellos morirán
muchos inocentes… Debí escuchar a Bug, ¡no hubiera querido saber esto!
Aquella horrible información me revolvió el estómago, pero
guardé la calma y traté de buscar una solución:
—London, he visto a Silenos y su
equipo. ¡Sé que puedo derrotarlos! Si me apoyan, los ayudaré a ganar las
apuestas para seguir ayudando a liberar más Homo sapiens abducidos. ¿Por qué no
le decimos a Dumas? El querrá vengar a su hermana favorita. ¡Tiene dinero! No
ha renunciado a la herencia…Solo se hace el tonto, la sigue guardando para mí y
el bebé.
—Ese tramposo, ya me imaginaba…
Pero no, lo conozco, lo que hará es matarlos sin complicarse y dejará a los
esclavos Homo sapiens sin robots de combate que los representen en las
apuestas. Debemos guardar el secreto con July hasta que encontremos una forma
de pagar la inscripción a uno de esos eventos o la convenzamos de que podríamos
tener éxito vengándola. Ahora tratemos de seguir como si nada, ¡no le digas ni
una palabra de esto a Bug!
Así que tratamos de seguir aparentando calma y yo me puse a
escribir en mi diario. ¿Qué podemos hacer? Necesito enfrentarme a ese Silenos,
no solo para vengar a July, quiero superar a los robots que mi padre Descartes
tanto admiraba, a los que daba más atención que a mí sin saber todo el mal que
le habían hecho a una de sus hermanas. Me siento muy mal, entre enojada y
asustada. Seguiré escribiendo más tarde.
No sé si podré dormir aunque estoy agotada, demasiadas
emociones fuertes para un solo día y no sé qué curso tomará mi vida a partir de
ahora. La familia entera ha dado un vuelco. Al menos, la habitación en que me
quedé es hermosa y cómoda, todo se ve antiguo y la madera cruje con el viento.
Me gusta, es como el caserón de Bug. Ahí también se duerme a gusto, y hoy
quisiera descansar de todo… Después de medio día, el cielo se llenó de nubes
doradas, el paisaje era muy lindo y Dumas se puso a pintarlo con su secta de
niños buenos sentados a su alrededor mirando cómo lo hacía. Yo tomé a Frida y
me fui al lado oscuro, con tío Alonso, Bug y London, que vieron un conejo cerca
y se pusieron a intentar cazarlo. Mi tío Alonso tiene pésima puntería, sus
hermanos menores se burlaban de él, hasta que se fijaron en que July los miraba
desde lejos con las manos sobre la cadera. Se veía enojada. Bug comentó en voz
baja, entre risitas traviesas:
—Se nos olvidó que es vegana.
Vámonos más lejos, Alonso hace un ruido de los mil diablos desperdiciando
munición.
Entonces mi tío Alonso opinó sobre su hermana mayor, siempre
entre cuchicheos:
—Cada año se hace más aburrida.
Se pasó todo el viaje hablando no sé qué de la metafísica y el poder del
pensamiento positivo, está organizando no sé cuántas despedidas de solteros
para los novios y se ofreció a casarlos en una fiesta especial en la India,
porque es sacerdotisa de no sé qué religión rara. El cura no aceptó porque se
va a convertir a otra religión que le deje seguir vistiendo de cura y entonces
empezó a molestar a Violeta con que hagan juntas una danza contemporánea antes
de la boda para simbolizar el amor.
Bug disparó, opinando al respecto:
—Yo llegaré en una botarga de
corazón y haré un perreo violento frente al altar para simbolizar que soy el ex
y me tiré a la novia primero.
—Si te pones en ese plan
tendríamos que hacer una coreografía grupal.
Todavía estaban ellos hablando cuando July le quitó una
bufanda a Honore y empezó a bailar frente al grupo, diciendo que: “era la
personificación de las pinceladas oscilantes de Dumas”, quien dejó de pintar un
rato para darle unos aplausos. Bug se empezó a burlar de ella imitando sus
movimientos con el rifle y tío Alonso comentó preparándose para seguir cazando
en el trigal:
—Dumas es un tipo de droga, su
influencia es nociva y con el tiempo te funde las neuronas. July es la prueba
de ello.
London, que había estado recargando su arma todo ese tiempo,
le contestó:
—No la juzgues. Me ha pasado que
a veces he sido dura y exigente con alguien sin comprender sus motivos. Y luego
me arrepiento.
Ese comentario llamó la atención de Bug, que al instante
dejó de bailotear y le preguntó:
—¿Hablaste con ella? ¿El tatuaje
tiene que ver con el tipo de los robots?
—Algo así…
Contestó London mirando al piso y Bug siguió hablando
despreocupado:
—Jamás me haría un tatuaje de una
ex pareja. Hay que vivir en el presente, si ya no está contigo es como si nunca
hubiera existido. Si mal no recuerdo, no pasaron mucho tiempo juntos. No sé por
qué le da tanta importancia. ¿Tú lo recuerdas, Alonso? Era aquel híbrido de
apellido Stern. ¿Era nieto de un banquero, no?
—No conozco a nadie del siglo XXX
que no sea nieto de banqueros come niños. Hablo con él de vez en cuando. Es un
tacaño y siempre anda buscando partes usadas de biomáquinas para repuestos.
Cada vez que viene intenta hablar a escondidas conmigo porque Dumas es otro
avaro, no rebaja un solo centavo. Yo le hago algún descuento porque se esmera
en agradarme, pero ahora que me han dicho que terminó mal con July voy a pensar
en algo para escarmentarlo.
London y yo nos miramos entre sí, en ese momento empezamos a
contarle nuestra idea a tío Alonso, lo seguras que estábamos de ganarle a
Silenos y lo mucho que nos alegraría si él nos arreglara un encuentro amistoso
con la popular biomáquina, simplemente para empezar a darnos a conocer y animar
a July a que nos ayudara. Creo que estábamos tan entusiasmadas y nerviosas de
no conseguir su favor que lo asustamos un poco, pues en el mismo instante llamó
al hombre dueño de Silenos y le pidió que llegara al anochecer para probar “una
nueva biomáquina” que quería vender como luchadora. La cita se concertó y
London y yo nos alejamos un poco de ellos fingiendo saltar y celebrar un poco,
pero al estar a unos metros de distancia ella me abrazó para decirme al oído:
—Solo vamos a tener una
oportunidad y será una sorpresa para July. Si no lo destruyes y convences a
todos de que eres la próxima estrella de las luchas, nuestra aventura habrá
terminado aquí y July se sentirá peor.
—No te preocupes, ¡ya viste que
será pan comido!
Repliqué confiada, y cuando regresamos con Bug y tío Alonso,
este último nos dijo:
—¡Solo les advierto una cosa,
chicas! No se vayan a sentir mal si pierden, las peleas de robots de los
eventos oficiales casi siempre están arregladas. Los representantes de los
luchadores cobran el rescate a los familiares de los esclavos cuya libertad se
apuesta y si alcanzan a pagarlo gana Silenos, si no, pierde. Se lo dije muchas
veces a Descartes y él nunca me hizo caso porque decía que esos rumores iban a
tensar más la relación con mi tío Adámas. Pero es así, y en la vida real las
biomáquinas de combate son mucho más difíciles de derrotar de lo que parecen.
Te aconsejo, Psique, que te concentres en evadir sus ataques y en cuanto te
sientas cansada te des por vencida. ¡No estará mal! Ganarás experiencia, eso ya
es un éxito. Silenos es especialmente resistente al daño y golpea con una
fuerza descomunal, no en balde es el luchador más premiado y además lo alquilan
a menudo como semental.
London, preocupada, se volvió a mirarme y le dije, antes de irme
detrás de Bug que se había ido a sentar a la banca colgante cerca de la casa:
—Voy a ganar, aunque me cueste la
vida.
Ya para ese momento estaba consciente de que me había metido
en un problema serio, corrí a sentarme junto a Bug, de hecho me abracé a él. Me
gusta como huele y me relaja jugar con su cabello, él ya lo sabe. Estaba
cayendo el ocaso y las nubes algodonosas se estaban tiñendo de colores, desde
el azul violeta hasta el rosa intenso, las miramos sin hablar. Tardaría mucho
en escribir lo que ha pasado entre nosotros dos las veces que hemos dormido
juntos, mi himen debe seguir tal cual estaba el día en que nací, pero
desarrollamos una especie de lenguaje sin palabras y supe que él no estaba de
acuerdo con lo que yo quería hacer, aunque no iba a impedírmelo; me tomó una
mano, la midió con sus dedos como comprobando lo pequeña que era, y luego se la
llevó al pecho para hacerme sentir los latidos acelerados de su corazón. Tenía
miedo por mí. No le dije nada, pero eso terminó de convencerme de que tenía que
hacer todo lo que pudiera por ganar y vengar a su hermana, así terminara con
algunos huesos rotos o herida.
Empezaba a caer la noche cuando el hombre de apellido Stern
llegó en una especie de vehículo futurista que remolcaba una gran caja cromada.
Saludó a todos con gran amabilidad y alegría, July estaba pálida. Intentaba
sonreír, pero su rostro era más bien una mueca extraña enseñando los dientes.
El hombre ese la saludó como si la extrañara mucho, ella parecía un cuerpo de
pie cuya alma le había abandonado. London tenía la mirada turbia. Hacía un
esfuerzo por contenerse. De repente la caja se abrió, el famoso Silenos emergió
de su interior, es más grande y aterrador en persona. July tuvo un sobresalto y
corrió a esconder el rostro en el pecho de Dumas. El tal Stern la miró
sonriendo, entre compasivo, burlón…Creo que disfrutando su miedo. No sé en qué
momento London saltó tras de mí y me dijo al oído:
—Mátalo, mátalo, ¡mátalo! No
pienses en que la violó a ella, imagina que te lo hizo a ti. La bestia no vio a
mi hermana, a la hija de alguien, a una chica linda cuyo nombre era July, solo
vio un cuerpo femenino. Nos vio a todas en ella, porque todas somos mujeres, le
hubiera dado igual atacar a cualquier otra. Una niña, una anciana, una madre,
¡no importa! Solo vio la oportunidad de abusar de su poder sobre un cuerpo
indefenso, es el peor de los desprecios. ¡Debes matarlo!
Yo le repliqué, comenzando a acobardarme:
—London, ¡espera! Es tan grande
como un monstruo que me atacó una noche en el bosque, Bug tuvo que decapitarlo
con dificultad para detenerlo. De hecho se parecen, quizás aquel era uno de los
hijos bastardos de July y su hermano lo mató sin saber, ¡qué espantoso es todo
lo que está pasando! Quizás no debamos seguir, piénsalo bien… Confesemos todo
ahora y pidamos ayuda a los demás. Todos deberían saber lo que le pasó a July y
hacer justicia.
—No… Porque no puedo, sería
hipócrita pedirles que castiguen ahora, cuando tuvieron clemencia conmigo… Yo
también he sido un monstruo…
Antes de que pudiéramos terminar de hablar, mi tío Alonso se
nos acercó platicando con el hombre y le explicó que yo era “la biomáquina de
combate”, él soltó una carcajada. Me temblaban las piernas, London tenía las
manos frías, pero me mantuve firme. Lo escuché preguntar mi precio y si yo era
fértil, mi tío respondió que “ya me había reservado para un cliente muy
importante y no estaba a la venta”, Stern solo sonrió mirándome de pies a
cabeza y se relamió los labios. Me volví a ver a Bug, a Dumas, a tío Dreiser…
Ninguno de los hombres sospechaba lo que realmente estábamos pasando London,
July y yo. Incluso las demás mujeres se sentaron muy contentas en la glorieta y
esperaban el espectáculo con palomitas de maíz. Todo iba pasando muy rápido,
más de lo que hubiera querido, y sin que me terminara de preparar llegó el
momento del combate. La bestia dio un rugido, rascó el piso con sus pezuñas y
se me acercó intentando atraparme, yo saqué el látigo de Eco e intenté azotarlo
y él sacó un tridente con él que lo enredó y me lo arrancó de las manos. Eco se
rio aplaudiendo y con ella las demás que creyeron que eso era gracioso, July
estaba escondida detrás de todos mirando de reojo y London me gritaba que usara
la vara luminiscente. Así lo hice, pero él bloqueaba todos los golpes con su
tridente, mis ataques parecían inútiles, July se desesperó por fin y fue a la
orilla de la arena improvisada en el trigal para quedarse justo entre London y
Bug que estaban atentos a la pelea. Verla me dio un subidón de adrenalina, ¡no quería
defraudarla! Logré escabullirme por un costado de Silenos, le di varios golpes
en la espalda y noté con horror que no eran suficientes para hacerle daño. Tuve
que tomar impulso y entonces lo arremetí dándole un bastonazo con todas mis
fuerzas. Lo hice caer de rodillas, lanzó otro grito horripilante y conseguí
darle dos o tres golpes iguales a ese; pero de pronto él tuvo un arranque de
furia, se levantó volteándose hacia mí con una velocidad que no me esperaba y
me dio un golpe brutal con el tridente. Estuvo cerca de matarme, mi cuello y
una mano quedaron entre dos de los picos de la herramienta que se clavaron en
la tierra, obligándome a estar postrada en el piso sobre mis rodillas y mi
rostro. Stern vitoreaba excitado y yo, sin poder ver qué sucedía, sentí con
rabia que Silenos me levantaba la falda. De repente escuché un disparo. Dos o
tres más, golpes secos. No sé. Luego solo silencio. Nada. Tiempo después oí
pasos sobre la hierba, Bug llegó a liberarme y finalmente pude mirar lo que
pasó. Silenos estaba tirado en el piso, le habían disparado en la cara y entre
las piernas. Stern también yacía en el piso con la cabeza…desinflada, una cosa
como pure de papas salía de entre su cuero cabelludo reventado, es terrible lo
que hacen las balas expansivas a los seres humanos. En un principio creí que
fue obra de Bug, después vi a July con el rifle del menor de sus hermanos.
Jadeaba de emoción, de felicidad, no sé, pero por fin se veía despierta. Dio un
grito de júbilo, disparó al aire y todos se le quedaron mirando extrañados.
Pude ver que London llegó a tocar la espalda de tío Alonso antes de desmayarse
en sus brazos. Entonces July, como recuperando su autoridad de líder de los
hermanos menores que por tanto tiempo le había quitado Dumas, ordenó:
—Traigan licor, cervezas, lo que
tengamos. Haremos una fiesta ahí, en la glorieta, y una fogata con estos
malditos. ¡Una gran fogata! Quiero quemar a Stern, a Silenos, a su auto, todo.
Vamos a celebrar quemando cosas. Y, Maxim y Honore, quiero que me hagan una
lista de las mejoras necesarias para que esta chica Psique se vuelva capaz de
participar en serio en las luchas. Voy a patrocinarla, ¡me convertiré en la
jodida reina de las luchas de robots! ¿Oyeron?
Todos la miraban mudos, con temeroso respeto. Ella concluyó
diciendo:
—Con los fondos generados, les
financiaré una investigación y lo que mierda necesiten para encontrar un método
de reproducir biomáquinas sin usar mujeres. Así que saquen sus libros y
prepárense, ¡pero ahora vamos a festejar!
Poco a poco los demás salieron de su estupor y el ambiente
se “normalizó”. Ya que Stern viajaba a este bucle espaciotemporal de manera
ilegal, no hay registros oficiales de que hubiera estado aquí y su asesinato
pasará prácticamente desapercibido en el siglo XXX. Quizás le habló de mí a
alguien, pero no supo que yo era “la nueva biomáquina de tío Alonso” hasta que
vino. Deberán ocultar mi identidad de alguna forma al presentarme como
propiedad de July, todavía están planeando eso, les preocupa más incrementar mi
resistencia y potencia al golpear. Cuando todo se terminó de quemar, los cinco
hermanos más viejos y Violeta se quedaron platicando en la glorieta, los demás
nos fuimos a dormir. Yo quise darme un largo baño. Apenas me embarré la cara de
tierra, pero me sentía sucia. La historia de July me impresionó y ha sido
quizás la hermana más difícil de conocer a fondo, en realidad me cuesta
escribir de ella y será mejor que por ahora descanse un poco de esto. Dicen que
mi tío Ray debe ayudarnos a solucionar el problema de mi poca resistencia
física, empezaré a estudiarlo a él. No averigüé el nombre real de July,
investigando solo encontré algunas canciones suyas firmadas como “July Caesar”
y pude ver que en el pasado no era tan tímida, fue una diva que se dejó morir.
No lo sé, es una historia tan abrumadora que prefiero dejarla hasta aquí y
empezar a investigar al buen doctor Ray que me ha curado desde niña. Estoy
escribiendo en la cama y aunque la puerta está cerrada percibo el peso de
alguien que se acostó a mi lado, por el olor a bosque llovido sé que es Bug.
Mañana seguiré escribiendo, por ahora no quiero pensar más.
Caso X: Ray
Domingo 5 de septiembre de 3030
Hoy desperté y platiqué con Bug un rato en la cama, estamos
en buenos términos. Ya he ganado algo de experiencia con él y yo misma lo
busco. Se quedó un poco extrañado al inicio, pero lo agradeció, no me ahogué y
fue lindo. Hasta he dejado de verle cara de lagartija. Le pedí un mechón de su
cabello para pegarlo en mi diario, y el muy tacaño apenas me dio unos pelitos.
Me tuve que quejar al respecto:
—Ojalá a mí me creciera tanto el
cabello. Si lo tuviera así, aprovecharía que ya es claro y lo teñiría de rosa,
lo rizaría, me haría peinados…
—Lo quemarías y lo arruinarías.
¡El pelo es como la tierra y la gente, Psy! Debes respetar su naturaleza o se
corrompe y muere.
Para vengarme porque no me dio un mechón más grande, le hice
una llave de lucha que aprendí viendo peleas de robots, él me miró aferrada a
su brazo haciendo palanca y preguntó:
—¿Estás jugando a ser una
garrapata? En verdad no sé cómo piensan aumentar tu fuerza, me preocupa esa
idea de las luchas.
—Te quería preguntar: ¿qué pasó
cuando naciste? Dumas me contó algo sobre eso, que su padre lo golpeó y tuvo
que irse a casa de unos tíos.
—¿Cuándo nací? No sé, dicen que me quedé como
muerto, de seguro por algún defecto congénito. Por suerte, Ray que apenas tenía
diez años me revivió de alguna forma; él desde entonces quería ser médico.
Dumas también era un niño inocente y papá se desquitó con él. Esa es la verdad
y todos los adultos de esa época, incluidos Ziggy y Descartes, te lo dirán: él
no tuvo culpa de nada. Papá solo lo agredió porque secretaba veneno y estaba
frustrado porque sus hijos estaban naciendo extraños. Quizás por eso Ray se
volvió tan evasivo.
—No, pasó algo más, me lo dijo el
mismo Dumas. Algo que dividió a la familia. ¿Por qué tus hermanos mayores no
tienen contacto contigo? Hay algunos hermanos de los que ustedes nunca hablan.
¿Por qué?
—Por que apoyan la monarquía.
Alveena, la mayor de las mujeres, tomó el título de princesa y vive en un ala
del palacio de mi tío Adámas. Y todos los que se llevan bien con él son algo
así como…abiertamente a favor del genocidio de los Homo sapiens. Claro, ellos
te dirán lo contrario, que están ahí para representarlos y defenderlos, pero yo
no les creo, ¡no mejoras la situación apoyando a mi tío! Además, tú sabes, hay
rivalidades muy feas, algunas sin sentido. Yo me llevó mal con alguno de los
más viejos, pero en especial con las hijas mayores. Me maltrataban todo el
tiempo, llegaron a hacerme sentir culpable por mi madre. Como si yo la hubiera
obligado a traerme al mundo, hubo un tiempo en que eso me hizo mucho daño.
—Creo que fue algo más, ¿no
quisieras averiguarlo? ¿Por qué les gusta guardar tontos secretos que solo les
traen conflictos y los separan?
Entonces Bug se levantó de la cama y se estiró diciendo:
—¡Precisamente por eso no quiero
saberlo! Debe ser un secreto estúpido como que Maxim se casó a escondidas con
un holograma o que Dumas es adicto al porno furro, Dios guarde a la pobre Frida
por cierto, no me interesa y tampoco creo que esté cerca el día en que algo de
verdad cambie en la familia.
Se fue a la ducha y no quise seguir insistiendo porque sé
que los ejemplos de secretos familiares que dio son los que no le duelen, yo
creo que más bien esconden algo como la relación retorcida que tenían London y
tío Dreiser, o que me robaron de una pareja de adolescentes… O que todos saben
que mi tío Bug está aquí en mi habitación, pero se hacen los distraídos. Poco
después, Amleth tocó a la puerta y desde fuera me dijo que bajara a la cocina.
Fui aun vestida con la misma sudadera con que dormí, había una especie de
reunión feminista presidida por London con la venia de July. Violeta vigilaba
una olla de sopa con el bebé en brazos, mientras Honore explicaba que si
querían que yo participara en las luchas era necesario alterar un poco los
planes de mejora que tenían previstos para mí:
—Deberán recurrir a implantes
especiales para mejorar el rendimiento físico, no sé cómo ha podido resistir
todo este tiempo usando el bastón de mi padre sin ellos. Debería sentir un
dolor terrible, sufrir algunos desgarres musculares.
—Siempre sufro dolores intensos
cuando debo pelear, pero los soporto porque quiero que vean lo que soy capaz de
hacer.
Confesé y Violeta dijo, abrazándome:
—Lo que sucedió ayer fue
horrible, pero aún antes de las muertes el encuentro de lucha no me gustó. Fue
irrespetuoso que levantara la falda de la niña.
Mi tía Honore se encogió de hombros, diciendo:
—Es parte del espectáculo. Yo no
creo que sea realmente peligroso que Psique participe. El único problema es que
necesita recibir los implantes mediante una intervención quirúrgica, Ray puede
hacerlo, pero se daría cuenta. Eso me parece más problemático que los
pervertidos de las luchas.
Violeta se negó meneando la cabeza y por fin July se levantó
de donde estaba sentada y habló con autoridad:
—¿Podemos salirnos de la cocina?
Violeta amo a mi hermano Dumas, pero creo que deberíamos empezar a seguir
nuestra intuición y no solo las órdenes de él. ¿Qué ganas cocinando todo el
tiempo? Te aburres desde que empezaste con la cafetería y dejaste de bailar. ¡Y
los bebés no mejoraron el asunto!
—No lo entiendes, no se trata de
divertirse, o de amor romántico…Somos una familia. Luego de tantos años juntos,
ya lo siento como parte mía…Es la costumbre, la seguridad... No sería feliz si
él no está contento.
—Violeta, ¡te secuestró a los
dieciséis años y desde entonces ha vivido engatusándote para que no lo dejes
aunque en el fondo debe saber que tienen la química del agua con el aceite! No
me quiero imaginar su vida sexual, ¿te lee poesía post moderna mientras lo
tienes encima?
—¡July, por Dios no seas vulgar!
Y…algo así…
—Por un carajo, hermanas y
cuñadas, ya estoy harta de que esta familia viva endulzando las cosas. Vamos,
¿nadie puede terminar el almuerzo por ella?
En ese momento apareció Bug atándose el cabello y levantó la
mano ofreciéndose para el trabajo. Entonces salimos todas al pórtico de la casa
y en el camino Violeta me susurró al oído:
—Bug es un buen partido aunque
parezca sencillo y campirano, voy a regalarte unas tierras y ahorritos para que
se establezcan, ya hablé al respecto con Dumas y aceptó a regañadientes…
Me sonrojé porque eso me confirmó que todas ellas sabían… y
habían decidido juntarnos. Tienen un poder silencioso sobre la familia, y eso
es interesante cuando la familia a su vez tiene poder sobre muchas otras
personas; eso me dio cierto temor, creo que comprendo por qué Dumas se empeña
tanto en controlar a su esposa y a sus hermanas. Él sabe lo que podrían hacer
las mujeres…y yo soy una de ellas. ¡Ahora lo entiendo! Y no me voy a dejar…Ya
acomodadas afuera, July retomó la palabra:
—Vamos a llamar a Ray para que
venga a tratar a Honore, le diremos que… Tuvo una pelea con Dumas, la mordió,
la mordedura se ha complicado… ¡Y necesitamos que venga a pasar unos días
cuidándola! Cuando esté aquí le contaremos la verdad, y lo convenceremos de que
nos ayude y no se vaya.
—¿Y si no se quiere quedar?
Preguntó Amleth aburrida mirando al cielo, July contestó,
siempre como una diva:
—¡Sencillo! Lo obligaremos. Vamos
a hacer lo mismo que Dumas cuando quiere que alguien se quede, imposibilitando
que haga un salto espaciotemporal: lo vamos a envenenar.
Amleth le respondió balanceando los brazos:
—Pero Dumas no nos quiere ayudar,
está allá mirándonos de lejos con cara de “¡jum!”.
—¡No lo necesitamos! Tenemos a su
hijo.
—¿Él también es venenoso?
Inquirió Amleth y Violeta respondió mirando a su bebé:
—Hm…Realmente no lo sé. A estas
alturas ya soy inmune a su padre. A veces siento que me pincha el pecho, pero
creo que es porque ya le están saliendo sus primeros dientitos.
Entonces Eco sugirió muy alegre:
—¡Ya está! Hay que hacer que
muerda a alguien. Si lo asustamos y le metemos un dedo en la boca, nos morderá
y veremos si tiene colmillos retráctiles.
Se miraron entre todas buscando voluntarias y London
murmuró: “yo soy inmune”, Maxim se echó a reír como foca alejándose, Honore se
negó rotundamente y por fin solo Amleth se atrevió a revisar la boquita al bebé
mientras London se le acercaba por detrás lista para gritar, aplaudir y así
asustarlo. Lo hicieron, el bebé se echó a llorar, pero antes lanzó una rápida
dentellada a Amleth. Todas rieron y chillaron enternecidas consolando al
pequeñín hasta que Amleth se empezó a poner azul y se desplomó en el piso. Y
aquí quiero tomar un momento para meditar, veo la urgencia de que las mujeres
dejemos de ser relegadas a un papel pasivo, pero también la necesidad de darle
un zape a tantas mujeres brutas que actúan sin pensar, como también lo hacen
los hombres, ¡estoy empezando a convencerme de que la estupidez sencillamente
no tiene género y corro el riesgo de discriminarlos a todos volcándome a la
misantropía! Entonces de todas formas hubo que llamar a tío Ray porque el
veneno del bebé es diferente al de su papá y no tenían antídoto a la mano. El
médico debía venir y hacer uno. Mientras lo esperábamos, se discutió cómo
explicarle mi presencia, y les pedí que me dejaran hablarlo con él. Conozco a
tío Ray, es mi médico y sabe todas mis intimidades desde siempre; Bug me apoyó.
Nos dejaron solos con Amleth en una habitación para recibirlo cuando llegara.
No tardó en aparecer, pero en cuanto abrió la puerta su rostro pasó de la
seriedad esperada de la situación a la profunda sorpresa, con la mirada clavada
en mí. Se acercó casi dejando caer su maletín y exclamó:
—¡Psique, estás aquí!
—¿No lo sabías? Creí que el tío
abuelo Adámas ya había dicho algo.
Respondí y mi tío replicó frotándose el rostro:
—No. No ha dicho nada, tampoco lo
hubiera imaginado. Al igual que tu padre y tu madre, aún en nuestra angustia
tras tu desaparición pensábamos que nuestros hermanos menores jamás nos
esconderían algo así. Ahora…Déjenme a solas con Amleth, debo trabajar. Mañana
hablaremos.
—¿Me guardarás el secreto? Tío,
no quiero volver. No quiero seguir encerrada, ya comencé una nueva vida aquí.
Tío Ray miró que estaba tomada de la mano de Bug, asintió y
se quedó trabajando, se le veían los ojos llorosos. Me sentí mal por él, creo
que se tomó todo como una traición. Ahora está ocupado intentando estabilizar a
Amleth, el bebé resultó siendo muy peligroso. Luego tuve que dejar eso un poco
a un lado, detectaron biomáquinas cerca, lo cual es extraño porque en esta zona
se supone que no las hay. Bug, London, tío Dreiser, tío Alonso y yo saldremos a
revisar el área.
Martes 7 de septiembre de 3030
El domingo pasado fue quizás el peor día de mi vida, el más
horrible. La noche empezó hermosa, el cielo azul oscuro se iluminaba por las
estrellas más grandes que he visto y la luna casi llena era hasta amenazante,
como si nos observara. London, tío Alonso y Bug discutían porque la señal en el
radar era extraña, y eso podía significar muchas cosas; una de ellas era que
fuera una biomáquina propiedad del gobierno de la Luna cuya tecnología más
avanzada dificulta el que las detecten. Mi tío Dreiser y yo estábamos vigilando
los alrededores, había algo raro en el ambiente, él se estaba preparando para
tensar el arco ya con una flecha lista. De pronto vimos que mi tío Ray venía
saliendo de la casa y se nos acercaba. La bata blanca le ondeaba con el viento
junto a las espigas y se veía contento de estar ahí, ya más tranquilo. Mi tío
Dreiser le dio un rápido abrazo y le preguntó cómo estaba Amleth, mientras los
otros tres hermanos se acercaban también para saber las noticias, él respondió
con aire cansado:
—Mejor. Aprendió a las malas una
lección sobre las personas que producen sustancias tóxicas: su veneno es más
potente cuando son infantes. Es la forma en que sus cuerpos se defienden cuando
están más vulnerables. Por suerte no esperaron mucho para llamarme, pudo
haberse complicado. En realidad, no sé por qué me han ocultado tantas cosas:
trajeron a Psique, Dreiser se va a casar, el bebé ha crecido mucho…Yo siempre
he estado del lado de ustedes.
London giró los ojos y comentó:
—Tú estás del lado de todos,
Ray…Quieres estar bien con Dios y con el diablo, cuando hay problemas solo te
callas. ¿Por qué no vienes aquí? Hacen falta médicos, las mujeres necesitan
atención, los ancianos, los niños…
—Tengo que atender a la familia,
es lo primero. Lo mismo voy a curar a mi tío Adámas que a Amleth, a ti, a quien
sea.
Respondió el médico entre risas tímidas, tío Alonso le
reclamó un poco más serio:
—Yo de hecho quise hablar contigo
muchas veces, necesito que me aclares qué planeaban hacer realmente con Psique.
Pero en cada ocasión me respondía tu secretaria diciendo que el doctor Ray
Bradbury no estaba en la oficina.
—No es que no quisiera
contestarte… Te confieso que hay días en los que evito responder llamadas y
mensajes de todos si no son una emergencia, a veces estoy tan emocionalmente
agotado de tantos pleitos que necesito un tiempo para recargar energías…
—Pues no me has respondido en más
de un año. Creo que has descansado suficiente. Explícame bien qué pasaba con
Psique. ¿Por qué la escondían si todos podíamos unirnos para protegerla de mi
tío? Te lo he preguntado con amabilidad antes, pero te lo preguntaré de nuevo
ahora que ya no temo que me saquen discretamente de la vida de la chica como
hicieron con Violeta. Dime qué demonios se traían con tanto misterio.
Tío Ray estaba nervioso, metió las manos en los bolsillos de
la bata y respondió:
—Sabes que nosotros solo
respetábamos las decisiones de Descartes y Ziggy. Sé lo mismo que tú y solo
estaba ahí para cuidar la salud de todos y terminar de intervenir a Psique.
Ahora me piden que las termine aquí y Honore dice que cambiemos un poco el plan
para ponerle implantes de alto rendimiento…Yo respetaré sus decisiones como lo
he hecho siempre. No escondo nada.
—¿No escondes nada? Tú sabes
cosas que harían que la excelentísima Alveena venga a parar aquí con nosotros y
no por voluntad propia.
—Por Dios, sabes que el amor
familiar va antes que todo…Hay que perdonar esos errores de juventud…
—Ya no son jóvenes y siguen dando
preferencia a los miembros de la familia que no tienen mutaciones
desagradables, no invitan a Bug a ningún evento formal, Dumas asiste a esas
tontas fiestas solo porque se ven obligadas a invitarlo pues vive conmigo. Se les
olvida que somos mellizos y si él es un error de la naturaleza entonces yo
también. Piensa una cosa: el bebé es venenoso. Si mi tío muere, que debería ser
lo natural ya a sus cuatrocientos treinta y cinco años de vida, ¿qué harán
ellas con un heredero que no les gusta? ¿O qué crees que harán los padres del
chico? Las echarán a la calle, las mandarán a este sitio. Nosotros no estamos
obligados a perdonarlas, ellas deberían pedir perdón. Nadie está en la cima
para siempre, y si no hiciste bien tus asuntos cuando estabas arriba, no te
debes extrañar cuando estés abajo y te escupan los que queden sobre ti. Así que
mejor toma desde ya partido y déjate de rodeos. Tarde o temprano van a caer y
tú con ellas si las sigues solapando.
—Puedo asegurarte que nada
respecto a Fy y Alveena es como lo imaginas, por otro lado… Entonces Violeta sí
va a reclamar la herencia de su padre…
Dijo tío Ray un poco acusador y tío Alonso replicó:
—¿No es lo justo? Te daré otra
noticia, mi tío ya pidió la cabeza de Psique. No a la chica, no quiere que la
regresen a su casa, ¡quiere solo la cabeza! Un espía se hizo pasar por novio de
Honore y le reveló todo a mi tío. Si su objetivo al mantenerla tanto tiempo
escondida de él era evitar que se le ocurriera usarla para alcanzar la
inmortalidad, entonces es hora de usar un plan B porque ya anda tras de eso.
¿Qué se les ocurre que sea diplomático y no dañe los sentimientos de mi
pobrecito tío Adámas el tirano asesino?
Pude ver a mi tío Ray desmoronarse. Lo conozco desde que
tengo memoria y siempre ha sido ese personaje meloso, algo infantil, que canta
y baila para que todo parezca un juego incluso antes de una cirugía mayor, pero
por primera vez lo vi acorralado ante una realidad dura. No le quedó más que
decir:
—No lo sé…No quisiera pensar en
eso… Yo también he sufrido, Alonso. Ya una vez me rebelé y actué, y apenas era
un niño. No quiero que nadie más sufra, que nadie más sienta que el resto de la
familia lo abandona…
No pudo seguir hablando, volvió a la casa apresurado. London
preguntó entonces:
—¿Cuándo se rebeló de niño?
Tío Alonso le dio la espalda y volvió a buscar presas,
apenas murmurando:
—Se refiere a cuando salvó a Bug.
Miró al cielo un momento, después siguió diciendo:
—Bien, ya es hora que lo sepan.
Fue un acontecimiento muy traumático para él. Mamá siempre daba a luz en la
granja donde crecimos, ¡era una campesina!, no confiaba en los médicos del
futuro ni quería que los del pasado vieran a sus hijos. Cuando Buguito nació,
Hugo se había ido a estudiar a la ciudad con Descartes, papá estaba ocupado
cuidándote a ti y a Dreiser que se habían enfermado de sarampión. No había más
adultos cerca, la mayor de mis hermanas apenas tenía quince años, la otra
catorce. Se supone que Bug había nacido muerto, lo sacaron a la basura, caía
una tormenta, mamá estaba medio desmayada y pedía ver a su recién nacido…
—Un minuto… ¿Qué me tiraron a la
basura?
Preguntó Bug indignado, tío Alonso resopló y continuó
relatando:
—¡Creyeron que estabas muerto!
Nuestras hermanas mayores no nos dejaban verte, todos estábamos llorando por
nuestro hermanito, pero Abel Lunae, ahora doctor Ray Bradbury, se escapó por
una ventana en un descuido de mis hermanas mayores. Fue a buscarte, estabas
llorando y temblando, pero no estabas muerto. Solo eras jodidamente feo.
Yo me alegré porque averigüé otro nombre, tío Ray se llama
Abel, me falta el nombre real de July. La charla siguió con Bug cada vez más
encrespado:
—¡¿Me despertó la tormenta o solo
me sacaron a morir de frío estando bien vivo?! Oye, me voy enterando hasta
ahora de porqué a veces me despierto por las madrugadas con ganas de llorar si
tengo frío…
Tío Alonso le dio un abrazo rudo, contestándole:
—Bug, lo siento, quisimos
ayudarte, pero no nos dejaban. Ellas ni siquiera querían dejar volver a entrar
a Ray contigo, él estaba bajo la tormenta sin camisa porque la usó para
envolverte y los demás solo llorábamos y las jaloneábamos para apartarlas de la
puerta. Lo conseguimos, volviste con mamá que dijo que eras la cosa más bella
del mundo, papá apareció y se enfureció… Con Dumas. Porque en su cabeza era
culpa de Dumas que “mis pobres hermanas estuvieran asustadas por el aspecto del
bebé”. Por entonces él aún no nos decía que no era un hombre normal, Dumas nos
dio las primeras pistas y por eso pagó.
—Espera un minuto. ¿La princesa
doña Alveena me quiso matar?
—¡No lo sé! Es un rumor… Yo solo
fui testigo de que no querían dejar que Ray entrara contigo, según ellas porque
estabas muerto y no querían que te viéramos. Luego de eso desdeñaban a Ray, y
él lloró varios días. Pasó mudo algunos meses. De los cinco hermanos mayores
que estaban ahí: Alveena, Fy, Sherl, Jean Gabin y Ray; solo Ray hizo algo por
salvarte pese a que estoy seguro de que todos tendrían que haberte visto nacer
vivo. No sé si Ray salió a buscarte porque no quería dejar tu cuerpo bajo la
tormenta o porque sabía que estabas vivo y te sacaron a que murieras. Si fuera
eso último…Alveena y Fy tendrían que pagar por ser las mayores.
—Voy a golpear a ese cabrón hasta
que me diga la verdad.
Concluyó Bug y Dreiser exclamó:
—¡No! Su valor salvó tu vida,
agradécelo con cariño. Y compréndanlo: su corazón debió romperse al ver a su
hermanito abandonado, sufriendo, mientras su madre angustiada pedía verlo y el
resto de la familia lloraba. Por eso huye de nosotros, de la realidad, del
dolor, no quiere revivir esa escena… Por favor no sigan presionándolo con esto.
Han pasado tantos años ya...
Finalmente London le dio unas palmadas en la espalda a Bug y
dijo:
—Vamos a sacar al tío Adámas del
trono y traeremos a esas arpías aquí, para que pasen el resto de sus vidas
trabajando en un deshuesadero de biomáquinas.
Y justo en ese instante se escuchó un zumbido, algo pasó
volando, después otro. Todos se pusieron en guardia y yo hice lo mismo. Creo
que ellos lograban oír los motores acercándose y sabían a qué dirección
apuntar, yo no oía nada más que algunos sonidos como de pequeños proyectiles.
London nos alertó:
—Estos son drones militares. Se
supone están programadas para no herir a miembros de la familia real, pero eso
pudo cambiarse. Atentos a desvanecerse.
Bug objetó entonces señalándome:
—Ella no puede hacer ese
truco…Hay que meterla a la casa.
London se colgó la motosierra del cinto y preparó una
pistola ordenando, pues por lo que veo sus hermanos respetan su entrenamiento
militar y la dejan decidir qué se hará:
—No alcanzaremos a llegar, tendrá
que correr en esa dirección mientras los demás intentamos derribar los drones.
Psique, no avances en línea recta y…
Todavía no terminaba de explicarme cuando de entre las
espigas se elevaron varios aparatos voladores que parecían extrañas libélulas,
las biomáquinas más raras que he visto hasta ahora y las más peligrosas.
Empezaron a disparar ráfagas de proyectiles que en la oscuridad se veían al
rojo vivo y sentí pánico al ver que todos a mi alrededor se esfumaban entre
humo negro, solo Bug se quedó para empujarme recordándome que corriera y
sencillamente lo hice. Corrí con todas mis fuerzas, la casa estaba a unos cincuenta
metros y me parecía inalcanzable, pero la opción de darse por vencida no
existía; los proyectiles seguían cayendo a mi alrededor y el fuego comenzaba a
extenderse tras de mí. Bug aparecía a veces de la nada y me jalaba un brazo
para que no siguiera corriendo en línea recta, honestamente te vuelves más
tonta cuando estás asustada y confundida. Escuché que London le gritaba que
dejara de estar cuidándome o le iban a dar a él, después la oí lanzar un grito
de horror, habían alcanzado a Bug, me volví a ver si él estaba bien y entonces
me dieron a mí. No me dolió, solo fue como un golpe fuerte en mi ojo izquierdo,
después no podía ver; pensé que no podía abrirlo pero al tratar de tocarlo con
mi mano no sentí más que algo blando, cálido y mojado. Otros tres proyectiles
impactaron en mi cabeza y los oí como campanazos, como el sonido del metal
contra el metal, después de eso no recuerdo nada. Fue como si me distrajera, un
mareo, no sé, y cuando traté de ordenar ideas pensé que si eso era la muerte
entonces era horrible. Una gran nada, volver a estar postrada, pero peor. No
quise morir, apenas estuve un tiempo libre caminando, y terminar así de nuevo…
Estaba muy preocupada por eso cuando me empecé a despertar. Me encontraba
acostada, en una cama, sentí el cabello de Bug sobre mi pecho. Es
increíblemente sedoso, el pelo más bonito que he visto en mi vida y es del
hombre más feo, o raro, realmente ya no me fijo en eso. Nunca había tenido un
amigo real, alguien con quien hablar de todo, sin secretos, sin temer que lo moleste
y me regañe; y si lo hace no importa porque sé que no me dejaría de… ¿amar? La
última noche que pasamos juntos hizo todo lo posible por gustarme, me dio
lástima, ganas de cuidarlo también. Quizá ternura. ¿Por qué se supone que no me
gusta si siempre me quise acostar con él? Claro, no era Dumas. Tampoco sé por
qué me gustaba Dumas. Seguía cavilando todas estas cosas mientras acariciaba el
cabello de Bug sobre el encaje de mi camisón de dormir, sentía los párpados
estaban pesados, tenía miedo de intentar abrirlos porque recordé mi herida. De
repente oí la voz de mi tío Ray, me cantaba otra de sus canciones bobas que en
ese momento me sonó angelical. La señal de que seguía viva. Al terminar me dio
unas palmaditas en la cabeza y me preguntó dulcemente:
—¿Ya te sientes mejor? Tuvimos
que operarte de emergencia, ya puse tus implantes, además tuve que hacerte un
poco de cirugía plástica reconstructiva. Te dispararon en el rostro. Por suerte
la coraza de tu cerebro artificial protegió las partes vitales de tu sistema
nervioso orgánico y sobreviviste. Perdiste los ojos, pero te puse unos
cibernéticos muy bonitos de color púrpura, combinan con tu nuevo cabello largo.
Como te afeité la cabeza para operarte, te puse micro extensiones, están
pegadas al folículo piloso y será como tu cabello real. Es cabello humano de
verdad, era el de Bug. Dijo que te lo tiñéramos de rosa, que tú querías eso.
Entonces abrí los ojos alarmada, el cabello estaba pegado a
mí, y mi amigo no estaba a mi lado. Sentí pánico. Me levanté de prisa, al
inicio encandilada por la luz, después empecé a ver sin problema. Sentí el peso
del pelo que ahora me llegaba casi a las rodillas. Pude escuchar a Amleth y mis
tías nerds decirme algo que ni recuerdo, vi que July y Dumas me miraban con
sorpresa desde la sala de estar de la vieja casa de madera donde nos
refugiamos, Frida ladraba; Violeta venía tras de mí, y en un momento me detuvo
para abrazarme. Pero no encontraba a Bug. Me puse a llorar y tenía miedo de
decir por qué, no quería preguntar dónde estaba y oír una mala noticia. De
repente vi entre todos a una persona que no conocía, pregunté quién era,
algunos se echaron a reír y mi tía Maxim lo presentó ahogándose en su extraña
risa:
—Es que pasó de error de sistema
a error de la naturaleza, es Bug pelón.
Entonces la situación se volvió más casual con todos
bromeando sobre Bug con corte militar, que respondió sacándoles el dedo medio y
yéndose mientras encendía un cigarrillo. Lo seguí hasta su habitación ya que
todos habían superado el verme otra vez de pie y ya estando ahí le pregunté
conmocionada:
—¿Qué pasó?
—Una bala me rozó un brazo y a ti
te dieron de lleno en la cara. Después de eso, los drones se fueron. Vamos a
irnos de aquí pronto, esperamos que el viejo haya pensado que te destruyeron
accidentalmente. Mejor escondernos antes de que se dé cuenta y de paso
cambiarte un poco el aspecto. Querías mi cabello, ¿no?
Me empujó suavemente hacia un espejo y nos miré con
decepción, aún sin poder dejar de llorar porque el cambio me atrapó
desprevenida:
—Me veo muy extraña…
—¡Pero dijiste que querías esto!
—Y tú te ves mucho más extraño…
Él se rio y fue a buscar su gorro de lana negra, diciendo:
—Ya lo sé. Pero era para ti.
¡Volverá a crecer! Solo necesito pasar los próximos siete años encapuchado como
un monje. No me arrepiento, te hubiera dado los ojos, la vida o lo que fuera.
Así de tonto estoy y todos saben que si intentan hacerme entrar en razón solo
me harán ponerme más necio. Quizá me entenderías si hubieras entrado al lago a
ver mi lápida, no sabes lo que fue pasar todos estos años tratando de adivinar
quien iba a ser esa tal Psy Lunae que terminaría enterrada conmigo, me la tatué
en la espalda y cuando apareciste no eras la diosa de la lujuria que me
imaginé, bueno, no como me la imaginé. Pero eras la que esperaba.
Fue un alivio encontrarlo, no hubiera podido superar su
pérdida. Me he sentido aislada toda mi vida, pero con él he conocido lo qué
significa la intimidad. El estar unida a otro ser humano por algo más personal
que un documento, la costumbre o lazos de sangre, me ha hecho sentir realmente
humana. Lo abracé y le besé el brazo herido, el me levantó del piso para
besarme como él dice, “bien”. Eso siempre escala a otra cosa. Tuvimos que parar
un momento porque mi tío Ray se asomó por la puerta, pero solo nos miró,
estábamos ya algo acalorados y con la respiración agitada, y él dijo:
—Entonces… Te quedarás…
Comprendo.
Después se fue cerrando la puerta, estuvimos unos segundos
esperando no sé qué, y entonces él me preguntó algo que yo sabía qué quería
decir:
—¿Quieres que te de algo más?
Le dije que sí y le puso llave a la puerta. Así perdí por
fin la virginidad con Bug. Creí que me dolería un montón, siempre me intimidó
su tamaño y su forma de ser, al inicio estaba bastante cohibida mientras él
soltaba risitas diabólicas que lo hacían más perturbador, pero yo tenía tantas
ganas que aunque él trataba de ir con cuidado terminé pidiéndole que solo fuera
él mismo, porque yo también quería soltarme. Quería…que fuera rudo. Creo que me
excedí para ser mi primera vez, ahora me arde un poco, es soportable. Me gustó,
así que seguirá pasando. Después, nos dimos un baño porque sudamos mucho, nunca
me había bañado con alguien antes, fuimos a la cama y se sentía bien. Así como…
después de comer o dormir bien, se lo dije, él se alegró, me abrazó y se durmió
poco después. ¡No quiero decir que es mi
novio porque…! Aj, no me veo con él bailando una balada romántica o
escribiéndonos poemas, creo que vamos a seguir yendo a cazar al bosque y
riéndonos de pisar caca de ciervo, ¡no lo sé! Ahora tengo que retomar mi
proyecto de entrar a las luchas de robots y mis tíos Ray, Maxim y Honore, que
son casi todo el equipo que me “ensambló”, me apoyan. Creo que juntos haremos
algo genial. Por lo pronto necesito dormir un poco, vamos de camino a las
montañas y realmente molesta ir sentada con irritación ahí abajo.
Caso XI: Jean Gabin
Miércoles
15 de septiembre de 3030
Al atardecer del jueves pasado por fin volvimos al caserón
de Bug, ya lo siento como mi hogar. Los árboles se tiñeron con los colores de
otoño y se ve más hermoso, hasta acogedor. Los vecinos, viejos andrajosos medio
borrachos, nos vieron llegar y uno gritó señalándome:
—¿Qué es eso, guardabosques?
¿Dónde estabas? ¿Qué fue de tu sobrina?
Bug respondió muy tranquilo:
—Me fui a casar con ella a Las
Vegas. Mírala, ahora es mi esposa.
—Felicidades...Maldita basura
blanca endogámica de ladera de cerro…
Respondió el viejo entre dientes con cara de asco. Hemos
estado una semana evitando a los demás, alejados de la familia, no quiero
escribir sobre lo que estuvimos haciendo porque son tonterías que solo nos
importan a nosotros dos. Los primeros días me sentía demasiado impresionada con
este nuevo aspecto de la vida adulta y creí que pasaría el resto de mi
existencia siendo adicta a lo mismo. Después de practicarlo casi sin descanso
hasta el hartazgo, dejó de parecer algo morboso y especial; está bien hacerlo,
pero es como comer o dormir, no es lo más importante del mundo y él lo sabe. Ya
aprendió qué me gusta, lo repite casi maquinalmente y si no le sugiero algún
experimento sigue igual sin variar la rutina. Estuvimos así, probando nuevas
bobadas, pero después empezamos a interesarnos en otras cosas también
divertidas. Como por ejemplo probar qué tanto aguanto ahora en combate. Ya no
me duele hacer los movimientos que abusivamente me programaron para imitar las
técnicas de ataque de los Homo cosmos, he podido con todas las biomáquinas que
se han aparecido en el bosque, incluso algunas tan grandes como Silenos, aunque
todavía tendría miedo si llegara a encontrarme otro dron. Solo fallo a la hora
de anticipar los movimientos del contrincante, con algo de maña me terminan
dando uno o dos golpes buenos; estoy ganando más por resistencia que por
estrategia. ¡Pero creo que mejoraré con la experiencia! Bug no se interpone en
mi meta de convertirme en una trituradora de biomáquinas, pero no se apasiona
como yo. Quienes me están acompañando en esa aventura son sus hermanas, ellas
andan por su lado tratando de buscarme un evento para debutar en las luchas. Se
organizan algunos encuentros en la zona y los mejores combatientes son
seleccionados para ir a la Luna a probar suerte; eso es lo más alto que se
puede llegar. Si consiguiera alcanzar ese nivel seguro me vería mi padre, pero
Dumas me insinuó algo más hace poco: que si llegara a estar ahí, sería una
excelente oportunidad para un atentado pues suelen invitar al tío abuelo Adámas
a los eventos más importantes. La verdad no me siento lista para eso, es verdad
que los pocos habitantes del pasado que conocen de la existencia de los tiranos
en el futuro detestan al tío abuelo; pero también es cierto que los habitantes
del futuro no híbridos que residen en la Luna lo respetan. Al asesinarlo, me
ganaría el odio de la nación de la Luna. No quiero cargar con eso, pero si no
queda más opción... Hoy de noche estábamos descansando con Bug en una torre de
control del bosque, nos gusta venir a escondernos aquí en lo alto, mirando las
copas de los árboles y el paisaje montañoso extenderse a kilómetros a nuestro
alrededor. Las puestas de sol son hermosas y las noches inolvidables. Bug
preparaba la cena mientras yo me curaba las heridas de mi última pelea, nada
grave, casi todo lo entretenido en el mundo es brusco y hay que aprender a
jugar así. Íbamos a comer cuando llegaron sus hermanas London, Honore y July,
habían conseguido un contrincante y estaban organizando un evento de lucha en
el pueblo. Pero tenían un problema, necesitaban ocultar mi identidad. Hacerme
pasar por un robot cualquiera. July tenía una idea y había venido a
compartírnosla:
—¡Una muñeca! Le ponemos una
máscara, pintada con pestañas y todo. Como un autómata, una chica de cuerda,
haciendo alusión al relato de Francine Descartes, la hija de Descartes real.
¿Qué les parece? Incluso la quiero llamar así, “Francine”, suena tan farandulero…
Bug las miró con escepticismo, preguntando:
—¿Qué relato y qué Francine?
Entonces Tía Honore le explicó entusiasmada:
—René Descartes, el verdadero,
perdió a su pequeña hija y mandó hacer una réplica mecánica de la niña, cuentan
que la llevaba a todas partes como si estuviera viva. Por desgracia un día la
descubrieron en su equipaje durante una travesía en barco y fue arrojada al
mar. Es fascinante, ¿no?
Por respuesta, su hermano giró los ojos al cielo y objetó:
—No voy a permitir que mi mujer
sea una muñeca de cuerda peleonera.
London le contestó dándole un zape y comenzaron a pelear:
—Tú te pones la máscara y pareces
maniquí de mercado de pulgas.
—¡No te metas en asuntos de
pareja, machorra pervertida!
—Esta no es una decisión de
pareja, sino personal, ¡de ella! ¿Cierto, Psique?
Me preguntó London y yo asentí, porque la verdad me gusta la
propuesta de ellas tres. No me reconocerían a la primera, pero mi papá quizás
captaría la indirecta. Eso me basta. July palmoteó lanzando un chillido de
alegría y Bug no tuvo más opción que cruzarse de brazos resignándose a
escuchar. Entonces tía Honore desplegó una pantalla holográfica sobre la mesa y
enseñó algunos esbozos del diseño de lo que sería mi disfraz:
—Mira, Psique, es una cubierta
realista que irá sobre tu piel, parecerá como que tu cuerpo es de porcelana
articulada; hay que vestirte con cualquier cosa que no estorbe, mantendremos el
nuevo color de cabello porque es totalmente distinto al original. Eso hará más
difícil que te reconozcan. Solo necesitamos seguir evitando que Adámas sepa que
sigues viva, Amleth ha ido con Ray a visitar la familia en la Luna y del lado
de Descartes siguen sin saber nada, mientras que el viejo tío anda muy
tranquilo. De seguro se ha creído que te mataron y no tiene caso seguir
molestando aquí. Estará entretenido tratando de sacarle información al mismo
Descartes. Pero tenemos otro problema: dicen que han visto hombres de negro por
esta zona. Chicos, será mejor que salgan mañana a buscarlos y destruirlos, no
les costará nada, ya saben que esos monigotes tienen un pésimo diseño. Solo no
queremos espías cerca.
Al escuchar esto pregunté:
—¿Hombres de negro? ¿Cómo los que
buscan extraterrestres?
London me respondió bajando la mirada:
—De hecho sí, oficialmente son
herramientas del servicio secreto selenita, pero la gente del pasado creía que
eran una entidad gubernamental involucrada con eventos sobrenaturales. En
realidad se encargan de mantener en secreto la existencia de los viajes en el
tiempo y evitar cualquier intento de impedir que la soberanía de los Homo
cosmos llegue a existir. Son robots 100% artificiales con aspecto de Homo
sapiens, no biomáquinas. Su inteligencia artificial es muy simple, así que no
te sientas mal de romperlos. Ya te enfrentaste a uno, los fabrica la compañía
de tu padre, son los SL.
Comprendí que se refería a la vez en que me enfrenté a uno
con el rostro de papá, así que ya pude hacerme una idea. Luego comimos todos
juntos, platicamos un rato con ellas; sinceramente me aburre hablar con July,
es una mujer enfocada en ser una gran celebridad a costa de lo que sea. Creo
que, como no pudo seguir cantando, ahora será representante de robots de pelea
solo para volver a ser relevante y popular; me hubiera quedado de mal humor
tras su partida pero me sorprendió que al preguntarle su nombre real me lo dijo
amablemente y sin problemas: se llama Azul Lunae, ahora quiero tener una hija y
llamarle Azul Violeta para que me envidie Dumas por robarle el nombre de sus
chicas y colores favoritos; ella también cuenta que sus padres los separaron en
grupos de cuatro, pero su cuarteto era el más desunido porque todos eran
demasiado distintos entre sí. Estaba ella, tío Ray que siempre fue evasivo y
algo aburrido, la pesada tía Sherl de anteojos de molduras gruesas que
básicamente les hacía bullying a todos pese a que era la mayor y se suponía que
tenía que cuidarlos, y otro más que nunca he visto y llaman Jean Gabin. Ese,
según todos, “es un psicópata”. No quise preguntar por qué pues se hacía tarde
y solo quería que se fueran para ir a la cama y escribir un poco. Pero tomo
nota, voy a estar pendiente a escribir sobre el misterioso Jean Gabin pues es
el que le sigue en edad a July. Así que pronto sabre qué tan malo puede ser.
Viernes 17 de septiembre de 3030
Le pregunté a Amleth sobre Jean Gabin, el hermano que nunca
he visto, su reacción fue extraña. Estábamos platicando en un pastizal sobre la
ladera de una montaña, ahí se quitó un anillo de piedra negra y lo tiró al
cielo, claramente pude ver cómo se quedaba suspendido en el aire. De repente
vimos sobre nosotras una serie de luces agrupándose hasta formar un gran disco
brillante sobre nosotras. Chasqueó los dedos y el anillo volvió a caer en su
mano y el disco empezó a desaparecer, entonces me lo entregó explicando
lánguidamente:
—Supongo que ya has visto alguna
de esas luces en las películas, la gente cree que son ovnis. En realidad son
puertas a la red de túneles espaciotemporales. Esto es una llave que las abre
ilegalmente, te permite viajar sin pagar y sin dejar rastro. Perdóname por no
habértelo dado antes para que volvieras con tus padres, pero... Ya sabes,
tenías que estar aquí. Ahora de todas formas no quieres volver. Toma, te lo
regalo. Fue el único obsequio que me dio alguna vez Jean Gabin, la única vez
que no fue aterrador. Pero de todas formas me trae malos recuerdos. Jean Gabin
es… Especial.
Luego nos fuimos y estuve mucho tiempo en la cama observando
el anillo. Ya puedo volver a casa, ¿pero esa era mi casa? Ya no la siento así.
No lo tiro por la ventana solo por respeto a Amleth que me lo regaló, pero lo
que era un mal recuerdo para ella en mi mano es ahora la prueba más grande de
que ya soy una adulta y estoy tomando mis propias decisiones. ¿Estaré en lo
correcto? Espero que sí.
Lunes 27 de septiembre de 3030
Hoy apareció Jean Gabin. No escribí en los días anteriores
porque estuve ocupada acomodando la casa, ya que me mudaré aquí permanentemente
y además necesité estar probando el disfraz que usaré en las luchas. Dumas
terminó la máscara ayer, es un rostro de muñeca antigua, creo que es femenina y
a la vez intimida lo suficiente como para una pelea. El material aguanta bien
los golpes, no hay riesgo de que se rompa como la de Bug. Me he rizado un poco
el cabello y logré ya en las primeras pruebas verme como un verdadero autómata
de combate, July está encantada. London, tía Honore, Maxim y yo solo nos
preocupamos de que el atuendo resista y sea útil como coraza. La protección
extra no está de más. También estuve participando en las cacerías, yendo al
pueblo, interactuando más con todos. Ya no tengo un papel tan pasivo en la
familia, así que hay días en que se me olvida totalmente escribir. Esta tarde
tomaba un baño en la tina con Bug. Se hablan cosas muy profundas en esos
momentos después… Cuando quedas como sedada. Compartíamos un cigarrillo, me
está pegando el vicio, y empecé a recapacitar en los cambios que nuestras vidas
han tenido desde que estamos juntos:
—Esto es mejor que el lago, ¿no?
Agua caliente y perfumada.
—De todas formas seguiré yendo,
mi futuro está escrito en esa lápida. ¿No te gustaría saber qué más dice de ti?
—Dice que soy tu mujer…Ya sé lo
suficiente, no me cuentes más. Creo que las profecías se cumplen solas y no es
que existe el destino. Por eso no deberías espiar al futuro, nunca es
definitivo, puede cambiar en cualquier momento. Leer esa lápida limitará nuestras
vidas a esperar solo lo que dice ahí. Imagina, de no haberla leído, quizás
hubieras sido feliz con Eco…
—La lápida dice que tendremos
tres niñas y moriré de viejo.
Me “spoileó” él
entre risas, le mordí un antebrazo en venganza y dijo:
—¡¿Qué importa?! Dices que se
puede cambiar. No lo niego, de hecho temo que cambie. Puede pasar, es cierto,
puede cambiar en cualquier momento y por eso la miro con algo de ansiedad. Pero
mientras podemos elegir nombres de niña.
—Una se llamará Azul, otra
Violeta.
—La tercera “Marrón” ... ¡No!,
qué feos nombres. Un nombre mal elegido puede hacerte mucho daño. Te daré un
ejemplo y de paso te ayudaré revelándote otro nombre, el de mi hermano Jean
Gabin: le pusieron Alfa.
—¿No es un poco pretencioso…?
—Alfa Romeo G1 Lunae, mi papá
tenía un auto de juguete que le gustaba mucho y le puso el nombre que venía en
la etiqueta. Mi pobre padre apenas entendía el siglo XX. Creo que eso detonó
todo lo que después fue Jean Gabin, pues su nombre en la familia era como una
anécdota cómica gracias a la cual el pequeño Alfa era simpático para los
mayores. Empezó a no tomarse en serio a sí mismo y a la vida, y cuando todo te
parece un chiste puedes volverte peligroso. De niño lo recuerdo obsesionado con
los autos de juguete a control remoto, los armaba y desarmaba una y otra vez,
creo que era lo único que lograba emocionarlo además de Alveena que lo defendía
de cualquier regaño porque lo consideraba “un genio incomprendido”, hasta la
fecha son como madre e hijo; casi siempre estaba solo y era mejor no sacarlo de
su ensimismamiento porque entonces se volvía un abusón tenebroso que nos
perseguía por toda la casa con un jodido desatornillador. Dimos gracias a Dios
cuando tu padre se lo llevó a estudiar a la ciudad. Todos creíamos que se
volvería otro ingeniero en mecatrónica, pero, siempre desinteresado en
satisfacer las expectativas de los demás, terminó entrando en la policía de la
Luna y por sus influencias consiguió un alto puesto en el servicio secreto
selenita. El diseña los hombres de negro, aunque los ensamblan en las fábricas
de tu padre, ¡por eso son tan malos! He oído que es como tú pero al revés, que
se fue quitando partes del cuerpo para irlas reemplazando por miembros y
órganos artificiales. Dicen que actualmente solo conserva el cerebro. Por eso
debe usar siempre los túneles espaciotemporales, él ya perdió el don de
teletransportarse porque ya no es más que un pequeño trozo de cuerpo orgánico,
no un ser humano. Lo creo, es un puto loco. Si alguien está de acuerdo en
exterminar a los Homo sapiens y la humanidad en general para que solo queden
robots, ese es él.
Exhalé el humo del cigarrillo y me quedé pensando. Hasta ese
momento ninguno de los hermanos me había parecido “malvado”, quizás al inicio,
solo de vista, pero cuando vas conociendo a la gente te das cuenta de que no
hay villanos absolutos que puedas condenar sin remordimientos. Todos tienen una
parte humana y alguna pizca de razón. Salimos de la tina para vestirnos, íbamos
a ir a cenar con Violeta al caer la noche, pero entonces llegaron London y tío
Alonso para decirnos que habían visto un hombre de negro cerca. Poco después se
nos unieron Eco, tío Dreiser y Dumas, y empezaron a discutir porque estos dos
últimos no querían usar armas de fuego. Lo cierto es que las armas
tradicionales de ellos dos no son muy efectivas, pero también son muy buenos
usándolas, ¡yo no sé! Pero estábamos perdiendo tiempo en eso, se los dije, y
London ordenó que nos separáramos para cubrir más espacio rastreando intrusos
en la zona. Solo las mujeres nos quedamos juntas y, como ya había sido muchas
veces antes, Eco presumió su anillo de compromiso de diamantes con un verso
bíblico y no sé cuántos detallitos. London rumiaba su resentimiento en
silencio, es difícil acabar del todo con las malas mañas, así que escupió algo
de veneno:
—Qué bueno que te quedaste con el
hermano correcto, Eco. La pobre Psique ni siquiera ha recibido una flor, Bug no
le ha regalado más que lo mismo que tú le regalaste a él. Suerte que Ray ya se
los está quitando con un buen tratamiento.
Me hubiera enojado, pero estaba más preocupada por el riesgo
de volver a dejarme sorprender por un ataque y terminar besando el suelo frente
a ese par de criticonas. De repente volvió Bug y aproveché para irme con él y
dejarlas solas, pero antes London le preguntó extrañada porque se suponía que
iba a irse en otra dirección:
—¿Qué pasó? ¿Lo viste?
—Hm, ni siquiera sé que estamos
buscando. Recuérdamelo. ¡Ya sabes que me distraigo y soy algo estúpido!
—“Hombres-de-negro”. Espero no le
contagies también la idiotez a Psique.
—¿Psique?
—La chica que está a tu lado, la
hija de Descartes, ¿recuerdas?… ¿Qué te pasa, Bug? ¿Te golpeaste o algo? Sácate
la máscara. ¿Por qué te la has puesto de nuevo? Hace rato no te veía con ella.
Él se descubrió el rostro y respondió tranquilo, nada fuera
de lo común:
—Naah, es que vi una cosa por
allá, pero le perdí el rastro. Me voy con Psique.
London lo miró alzando una ceja y meneando la cabeza, se
alejó con Eco y nos quedamos solos. Yo ya no tenía ganas de andar buscando
presas en el bosque y me pareció que Bug tampoco, pues recostó la espalda en un
árbol para volverse a poner la máscara y empezó a sacarme plática:
—¿Estás disfrutando tu estadía
entre los campesinos ignorantes?
—Podría pasarla mejor.
Respondí abrazándolo y acariciándole el bulto, él se echó a
reír:
—¡Imagina que tus padres supieran
lo que estás haciendo! ¿Yo te he vuelto así? ¿Qué pasó contigo? ¡Está muy
turbio!
Ya sintiéndome en confianza… ¡En realidad sin darme cuenta
sí me he estado volviendo algo libidinosa e impulsiva! Le metí la mano en los
pantalones sin pensar y él continuó con esa actitud extraña:
—¿En serio te gusto? Te podrías
conseguir algo mejor, no te merezco.
—No soy una cosa, no puedes
ganarme o poseerme…
Dije y entonces noté que tenía otra vez el cabello largo y
no traía la misma ropa con la que salimos del caserón. No entendía qué pasaba,
le busqué la marca de la mordida que le hice en el antebrazo hacía apenas una
hora y no había nada. De hecho ni siquiera estaban los tatuajes. Me alejé de él
rápidamente preguntando:
—¡¿Quién eres?! Tú no eres Bug.
Él siguió riéndose hasta que finalmente me contestó:
—¿Por qué te fijaste en él? Es un
perdedor, el peor de todos los hijos. Hasta mi tío Adámas siempre se burla de
que lo único que sabe hacer es disparar bien. No hay nada de malo en que te
involucres con uno de nosotros, ¡la verdad ni siquiera somos familia y es
legal! Pero debes mejorar tus gustos, subir tus estándares… Te lo digo
sinceramente, yo que lo conozco pues soy su hermano.
Se quitó la máscara y esta vez mostró su rostro real, era
aquel hombre que vi la última noche que estuve en mi casa, el que vestía de
traje formal negro y acompañaba a mi tío abuelo Adámas. Se sacudió la ropa y
como polvo desapareció para revelar el traje negro con que lo conocí, al mismo
tiempo que me decía:
—Yo soy Jean Gabin, el sexto
hermano. Mírame bien, la verdad yo soy el que más se le parece físicamente. La
tecnología que usan las máscaras realistas del siglo XXX se basa en tu rostro,
solo “traduce” los rasgos de un Homo cosmos a cómo serían los de un Homo
sapiens. Curiosamente, si él quiere parecer un Sapiens se verá como yo, y si yo
me quiero ver Cosmos seré igual a él. Esto lo enojó tanto que prefirió quedarse
con la máscara barata que le hizo Dumas. Ridículo.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Nada. Mi tío quería saber cómo
iban las cosas con los exiliados. El viejo imbécil cree que le voy a decir la
verdad, cuando yo hago nada más lo que me da la gana. Quizá le cuente a mi
hermana Alveena. Pero únicamente lo que me convenga. Por ejemplo, no le diría
si tenemos alguna aventura juntos, no es bueno quedarse con las ganas, ya
habíamos empezado…
Tuve una mezcla entre rabia y vergüenza. Hay momentos en los
que siento que me apresuré demasiado en entregarme a Bug pese a todo lo que ha
hecho por mí, y este idiota simplemente llegó y…Para colmo no podía reclamar,
yo me adelanté a las cosas al tocarlo. Se me empezó a acercar y tuve que
ponerme a la defensiva con la vara luminiscente. El hombre siguió como si nada:
—¡No te ofendas! No es tu culpa.
La naturaleza siempre se abre camino y tarde o temprano iba a emerger quién
eres verdaderamente. Tus padres biológicos eran criminales, gente muy
peligrosa, muy violenta, muy lasciva. Es normal que te gusten las armas y los
hombres… Y Bug no es celoso. Siempre ha tenido relaciones abiertas, si un día
crees que él ya no es suficiente…
En ese momento llegó Bug, después me enteré que se fue en
otra dirección pero se volvía a verme cada tanto por la mirilla del rifle para
chequear como estaba. Así sorprendió a su hermano intentando engañarme… Se puso
furioso, le vació todas las armas que traía. Cuando ya no tuvo munición se le
fue encima y empezó a golpearlo, creo que ya no quiere tener relaciones
abiertas. Mi tío Dreiser y Dumas llegaron a separarlos, el pintor le dio un
puñetazo a Bug para que se calmara, reclamándole:
—¡¿Hasta dónde han llegado?! Ya
no esconden que por celos son capaces de matar a sus propios hermanos, ¿cómo
has podido dispararle? Más del 50% de su cuerpo ya no es suyo, ya no puede
desvanecerse y escapar. ¡Además no te devolvió ni un golpe! Míralo, ¿dónde ha
quedado el amor familiar?…
Con horror vi que Jean Gabin se levantó, literalmente se
caía a pedazos pero no estaba muerto, le salían cables de entre la falsa carne
gelatinosa que dejaba ya al descubierto su armazón metálica. Su rostro, antes
hermoso, parecía derretirse medio chamuscado por los disparos. Se apoyó en un
hombro de Dumas y opinó:
—Así es, mi querido hermano
hippie. Yo solo le estaba proponiendo a la chica eso, que hagamos el amor y no
la guerra.
Bug intentó volver a atacarlo, pero tío Dreiser lo detuvo y
Jean Gabin exclamó:
—¡Vine a buscarlos con ánimo de
ofrecer mi ayuda desinteresada y discreta! Puedo servirle de mucho a esta
señorita Psique, abrirle las puertas a la Luna y hacerla indetectable para el
viejo Adámas. Pero ahora me niego, a menos que Bug me pida disculpas. Me ha
dañado el corazón.
Aun forcejeando por soltarse de tío Dreiser, Bug le
recriminó:
—¿Cuál corazón, maldito? Si acaso
lo tienes solo palpita para lamerle los pies a Alveena, a todos los demás nos
traicionarías sin pensarlo dos veces.
Jean Gabin, por respuesta, se apartó las costillas metálicas
dejando caer tubos y órganos sintéticos, mostrando la bomba que hacía las veces
de su corazón:
—Mira, lo rayaste. Reparar este
daño es caro, ahora me lo pagas o te disculpas.
Le di la espalda sintiendo un mareo y comencé a ver negro,
aquella visión dantesca fue demasiado. Sufrí un desmayo y al despertar estaba
de nuevo en la torre de control, Bug dormía a mi lado. Me puse a escribir un
poco porque no logro volver a conciliar el sueño. Creo que mañana voy a tener
mi primera pelea de pareja por celos.
Martes 28 de septiembre de 3030
Para mi sorpresa, Bug no estaba enojado. Al menos no
conmigo. Sin embargo me dio una especie de advertencia en caso de infidelidad
mientras me buscaba dientes de león en el prado, pues quiero tapizar con ellos
el patio del caserón:
—Si te hubiera visto con él no
disfrazado de mí, no hubiera intervenido. No te diría nada, solo desaparecería
de tu vida. No perderé tiempo peleando por alguien que no está completamente
segura de estar conmigo. De todas formas es difícil encontrar una persona que
te calce bien específicamente a ti, y cuando la encuentras, ¿por qué
preocuparse de que te la roben? Si era para ti, se supone que no te dejará, y
si lo hace pues no era para ti. Nunca me opondría…
Le tomé una mano sin mirarlo, se la besé y seguimos
caminando, creo que no hace falta ponernos cursis, él entiende. Debo ser más
pudorosa quizás, tratar de actuar como mamá, como Violeta, como una mujer mayor
respetable. Pero también voy floreciendo de verdad, abriéndome, y no soy una
mujer del mismo tipo que ellas; ¡ninguna mujer es igual a las demás! Creo que
yo tendré que ser de un material más duro, porque quiero transitar caminos más
pedregosos. Y Bug es un buen compañero en este viaje…Él está bien. Ahora que lo
veo sin la máscara todo el tiempo que estamos solos, noto que también era
guapo, pero antes no quería verlo así pues ya había elegido a otra persona. Lo
detuve para un beso. Me gusta callar lo que creo que ya es evidente, sin
embargo hay cosas que es mejor recalcarlas; que quede bien claro por si acaso.
Íbamos a seguir nuestro camino cuando al voltearnos nos encontramos a Jean
Gabin con un aspecto macabro, algo salido directamente de una pesadilla, con
partes cubiertas de vendas, pedazos de piel engrapada para remendarse el rostro
y las cuencas vacías. Tenía los ojos en la mano y los alzaba en dirección a
nosotros, como mostrándonoslos. Nos sobresaltó, él intentó tranquilizarnos
hablando con calma mientras nos acercaba sus ojos:
—¿Qué pasa? Solo estaba
apreciando este momento tan bonito.
Bug le preguntó de mala gana:
—¿Por qué carajos te sacaste los
ojos?
—Son inalámbricos. Me los saco de
vez en cuando para ver mejor, ahora estoy esperando que seque el pegamento con
que me reparé parte de los párpados.
Tomé aire y le pregunté horrorizada:
—¿Eres todo sintético?
Él me respondió metiendo la mano libre en un bolsillo y con
la otra haciendo malabares con sus propios ojos:
—Todo menos el cerebro. Quiero
morir un día, Psique. ¿Para qué ser eterno? Lo que se alarga demasiado se
vuelve una rutina, y la rutina siempre te hace desear un final. Al mismo tiempo
temo a la muerte, a la perpetuidad, mi madre solía decir que al morir uno se va
al cielo a cantarle a Dios eternamente. Imagina ese tormento, participar de un
musical sin fin, sin escape y sin descanso. Quiero creer en la reencarnación.
En que me moriré y renaceré como un auto. ¡En eso creo!
—Puto loco.
Murmuró Bug entre dientes y Jean Gabin siguió hablando con
calma:
—Vengo de verme con July y
London, me recomendaron hablar con ustedes. Les conviene a todos. Soy el hombre
al que se debe sobornar para que te vaya bien en las luchas y para viajar por
el sistema de túneles espaciotemporales sin documentos en regla. Además me
gusta apostar y comprar robots de combate. Pagaría bien por Psique, aunque sea
alquilada.
Halé a Bug de un brazo para obligarlo a que nos fuéramos de
inmediato, y nos alejamos sin responderle. Por la noche nos visitó July en
compañía de mis tías Honore y Maxim, que ya tienen un prototipo de matriz
artificial para reproducir biomáquinas sin usar mujeres; solo necesitan empezar
a recibir las ganancias que July ha prometido para hacer realidad este proyecto
y empezar su propia fábrica. Van por el pueblo promocionando a July como una
estrella de cine y consiguiendo más apoyo y patrocinios para su evento de
lucha, vende la idea como algo glamoroso que nos empoderará como mujeres; no lo
sé, la única que en serio se arriesgará a que le pateen otra vez el trasero
seré yo y soy la única de ellas que no se anda luciendo en público. Sobre Jean
Gabin, July nos hizo saber que vamos a tener que seguir tratando con él para
que las cosas se agilicen, trataré que sea lo menos posible.
Caso XII: Sherl
Viernes 1 de octubre de 3030
El otoño avanza y el tiempo se va poniendo más frío.
Definitivamente he dejado atrás la ropa que traje de la casa de mi infancia y
actualmente me pongo lo que sea esté a la venta en el pueblo para abrigarse sin
verse tan mal. Ahora que ya se me apaciguaron las ansias adolescentes que antes
consumían toda mi atención, he comenzado a enfocarme de lleno en mis metas
personales. July rentó la cancha de baloncesto de la escuela del pueblo y la
convertirá en una arena de lucha. Está haciendo buen dinero con la venta de
accesorios para robots e instalación de mejoras, mis tías Honore y Maxim están
felices con la nueva fuente de ingresos. July, vanidosa como parece, resultó
ser una empresaria brillante que trajo prosperidad al pueblo. Vienen mecánicos
y representantes de robots de otros estados a mudarse a este rincón que antes
parecía una tumba, suben las compras para la armería de London, come más gente
en la cafetería de Violeta y se inscriben nuevos niños en la escuela de Amleth.
Por supuesto, los hombres de la familia no dicen nada al respecto a excepción
de tío Dreiser que anda preparando la fiesta para su boda y por eso se ha
volcado al amparo de sus hermanas, y del siniestro Jean Gabin que tras
bambalinas cobra favores y trae recursos desde la Luna del siglo XXX. Todo iba
bien, demasiado bien, hasta que llegó un punto en que era evidente que el
pequeño pueblo estaba moviendo más dinero de lo normal. Entonces llegaron los
problemas. Mi tía Sherl, la roñosa administradora de la familia, apareció esta
tarde calándose los anteojos de molduras gruesas y mirando el trajín de las
callejuelas pueblerinas llenas de gente cargando partes mecánicas. En ese
momento, yo estaba en compañía de Amleth y mis tías las nerds sentadas ante la
armería de London, mirando a July improvisar otra rifa de accesorios para
robots, bailaba y palmoteaba sobre una tarima. Por mucho que me hostigue, sin
duda su estrategia tiene éxito, congrega a mucha gente y así mismo gana más
fondos. Nos distraíamos así cuando tía Sherl nos sorprendió de pronto, tenía
cara de indignación:
—¡Niñas! ¡¿Qué está pasando
aquí?! ¡¿Por qué hay una muchedumbre?!
Amleth se asustó al verla y trató de ocultarme, pero la
bruja ojos de águila se fijó en su reacción y se me quedó mirando. Me reconoció
al instante pese al cabello y la ropa diferente, se nos acercó boquiabierta
pero justo entonces apareció Jean Gabin que por suerte ya no parece un zombi,
de hecho no imaginarías que es tan inquietante al verlo formalmente vestido,
con anteojos y bien peinado. Él fue directo a abrazarla por la espalda
diciéndole:
—¡Sherl! ¿Recuerdas lo que te
dije de que este cuchitril podría darnos mucho dinero y deberíamos venir aquí
para repartirnos las tierras y vivir como reyes bajo nuestra propia
legislatura, mandando al demonio a mi tío Adámas?
La tía Sherl lo miró de reojo todavía congelada con la mueca
de indignación. Entonces automáticamente cerró la boca y le respondió:
—Explícame cómo funciona el
negocio si no quieres que Hugo vea todos tus verdaderos estados de cuenta.
—Si mi barco se hunde te
succionará con él, Sherl, estás muy cerca de mi curso. Te aconsejo que mejor me
dejes a mí poner las reglas. Sé más de ti que tú de mí, yo soy el largo brazo
de la ley…Sé todo de todos…
Tras esto, ella se puso seria y tranquila y se fueron juntos
a la cafetería de Violeta. Yo corrí a buscar a Bug para darle las malas
noticias, porque mi tía Sherl siempre es malas noticias. Antes del atardecer ya
nos había invitado a todos a una tonta cena familiar, mamá siempre decía que es
una odisea negarse a ir a una reunión organizada por esta vieja arpía, si no
vas te critica durante todo el evento y después va a tu casa a reclamarte. Mis
padres siempre tenían problemas con ella por eso, no podían sacarme de la casa
y no había niñera para mí pues solo me dejaban a cargo de mis tíos y Sherl
quería a todos ellos presentes sin excepción. Finalmente se enojó porque mis
papás no cedían a su capricho y empezó a distanciarse. Para mí fue lo mejor,
siempre me hizo sentir incómoda con sus comentarios burlones sobre todos y su
visión del mundo tan aburrida. Ella era quien nos exigía siempre andar bien
vestidos, ser formales y aparentar perfección. ¡Iba a tener problemas esta
noche! Sin embargo tenía sus simpatizantes, London llegó a visitarnos con
Amleth poco antes de la tal cena, llegaron a tomar café en el caserón y de paso
la militar se puso a defender a su hermana recién llegada:
—Quisiera que se detuvieran a
pensar en algo: cada mujer fuerte y con madera de líder en esta familia es
tildada de mala. ¡Siempre es así! Si quieres ser una chica buena entre los
Lunae, debes ser dócil, hogareña, dulce y muy femenina. ¡Y ahí tienes un problema,
Bug! Porque se ve que Psique va soltándose y será de las “malas”. Jean Gabin
anda con el chisme de que se le está despertando el lado salvaje heredado de
sus padres biológicos, ya huele a que la van a querer aplastar como a Violeta
que terminó anulada en este pueblo. ¡En la cocina, preñada y descalza! El
hombre llegó a la cúspide de la evolución, pero jamás aprendió a ver a las
mujeres como personas. Trae un mecanismo de autodestrucción, se vuelca en
atacar a su origen, ya sea a las que son sus madres o al pasado.
Bug le respondió de mala gana:
—Más bien las mujeres traen un
mecanismo de autodestrucción: dan a luz a los que serán padres y hermanos, pero
los malcrían hasta convertirlos en los mismos que al crecer las van a lastimar.
¿Te parece sensato en Sherl ser tan amiga de Jean Gabin? Y no me digas que la
solución es hacernos más afeminados, el hombre más andrógino y sensible de la
familia es Dumas. ¡Y ya ves cómo va! Esta noche será una batalla épica entre
los ofidios mayores.
Salimos todos juntos al caer la noche, fuimos a callejear
por el pueblo para hacer tiempo porque hay que fingir que llegas tarde pues con
tía Sherl hasta la espontaneidad y los imprevistos son planeados. Siempre la
culpé un poco de mi tediosa existencia en la casa de mis padres, era ella quien
llegaba de vez en cuando a reprimir cualquier atisbo de originalidad; además
nos obligaba a seguir tradiciones familiares aunque fuera absurdo mantenerlas
vivas, por ejemplo: al inicio de cada reunión familiar preguntaba a todos si
recordaban una vez que tío Ray derramó la jarra de refresco en la mesa antes de
comer y todos se rieron. Ella siempre estallaba en carcajadas recordándolo,
aunque era evidente que ese era un mal recuerdo para mi tío y los demás solo le
seguían la corriente de mala gana porque “tradición” y “nostalgia”. Esta vez no
fue diferente, se sentaron todos en una gran mesa en la azotea de la cafetería
de Violeta iluminada con hileras de luces, y ella contó la misma anécdota de
siempre y se rio mientras los demás se quedaban indiferentes y los más amables
forzaban una sonrisa. Para mi sorpresa, algo nuevo sucedió: tío Ray quizás
contagiado por tantos cambios y rebeliones personales, hizo su propia
insurrección atreviéndose por primera vez a confrontarla:
—No es gracioso, ¿por qué te
diviertes reviviendo un momento en que sufrí? Me sentí mal aquella vez en que
fui el hazmerreír de la familia entera. No tiene sentido, parece que no me
tuvieras afecto.
Todos se quedaron confundidos y tía Sherl replicó molesta:
—¡Oh, Ray, no seas un
aguafiestas! No fue tan grave, qué amargado eres, estamos aquí para divertirnos
en familia no para que saques tus resentimientos.
—Si no te gusta mi presencia,
¿por qué me presionas para que venga?
Siguió confrontándola el médico, tía Sherl se empezó a
enojar de verdad:
—¡¿Cuál es tu problema?!
¡Simplemente es una broma!
Bug, sentado junto a mí con displicencia, exclamó en tono
desafiante:
—Contigo, Sherl, siempre es una
broma hasta que el blanco de las burlas eres tú, en ese momento se convierte en
abuso y haces un escándalo. ¿Sabes qué es divertido? Que tu alias sea Sherlock
Holmes y cada vez que un extraño sonríe y dice que ese nombre es masculino tú
te indignes y des una clase de historia para demostrar que “Sherlock” en
realidad sí es nombre de mujer. ¡Te lo dicen en broma y no lo captas, vieja
rancia! Pero en fin, Ray tocó un buen punto, ¿por qué obligarnos a venir si
sabes que no nos gusta y te molestamos?
—Porque somos una familia, así
debe ser. La familia no se elige y debe estar junta. Y Sherlock es nombre de
chica, infórmate, significa “rizos brillantes”, es hasta más femenino que el
horrible “Agatha” que consta en mi acta de nacimiento.
Le contestó tía Sherl enojada, yo tomé nota del “Agatha” y
tío Ray se levantó alzando su copa y exclamó:
—Basta, dejemos las discusiones.
¡Mejor demos gracias por estar todos juntos y felices! ¿Verdad, Dreiser?
Estamos de fiesta, pronto se casa nuestro hermano, por fin podemos estar con
Psique fuera de la casa gris de Descartes en la Luna, el bebé de Violeta ha
crecido mucho y tenemos que ser agradecidos con la vida.
Mi tío Dreiser y Maxim, los dos más sumisos, le siguieron la
corriente brindando y aplaudiendo; pero todos los demás estaban tensos. Dumas,
que estuvo todo el tiempo con los codos sobre la mesa y el mentón apoyado sobre
sus dedos entrelazados, mirando a los demás con cara de víbora calculando,
decidió hablar para poner orden e ir al grano; al igual que los demás tenía
prisa por terminar todo pronto:
—Olvidamos dar gracias por la
prosperidad de mi querida July. ¿Qué opinas de sus negocios en el pueblo tú que
eres una experimentada economista, Sherl?
—Bien, bien, se diversifica en
torno de un área que parece muy fértil, esto de las luchas de robots mueve
bastante dinero ahora que lo veo…
Respondió calándose los anteojos. Jean Gabin opinó:
—Es un negocio seguro. Pero les
aconsejaría lo dejen aquí, en esta tierra. Las luchas amateurs son casi todas
arregladas, es más un teatro. Se acuerdan con dinero, Psique estará segura y
July seguirá cobrando bien las entradas. Luego…Tengo unas biomáquinas que me
gustaría que ella representara, quiero revenderlas y eso me ayudaría mucho a
promocionarlas.
Dumas le hizo señas a Violeta para que sirviera la comida y
los demás se distrajeran, pero yo seguí poniéndoles atención disimuladamente.
El mismo Dumas empezó a hablar por mí mientras yo me preguntaba si debería
decir algo:
—Sí…Pero Psique no quiere
quedarse aquí, quiere llegar a la Luna, para que la vea Descartes. Al menos una
vez podrías conseguirle entrada, Jean Gabin.
—¿Ya le estás lavando la cabeza
para que sirva de excusa para otro atentado? Mira, Dumas, desde hace tiempo he
querido sentarme y hablar contigo sobre esto. No te voy a reprochar, solo
aconsejarte como un hermano mayor. Las cosas no van así, ¡todo puede hacerse!
Pero bien planeado y ejecutado. Yo sé que tu meta es conseguir que tu hijo
herede el trono. No lo niegues, yo también quisiera ser tío del jefe mayor, no
el sobrino que le hace los mandados. Pero si quieres que esa transición se dé
rápido y sin problemas, debes hacer que la partida del viejo parezca
accidental. Que la familia quede libre de culpas.
—Pero… ¿Y si nadie sabrá que
Psique es Francine, la hija de Descartes, y ella accidentalmente mata al hombre
durante el encuentro?
Preguntó Dumas y tuve un escalofrío, nunca he matado un ser
humano. Jean Gabin respondió:
—La escolta del viejo la atacaría
al instante. Es suicidio. No desprecien a los hombres de negro, los que
protegen a Adámas en eventos públicos son máquinas especiales diseñadas por
Descartes y probadas por distintos supervisores de calidad. Son los robots
asesinos más peligrosos que existen y ninguna biomáquina podría hacerles
frente. Si tu meta es matar al viejo debes hacerlo durante una reunión privada,
en confianza, ¿o quieres sacrificar a tu hija adoptada por tu hijo de sangre?
Entonces Violeta intervino, ofuscada:
—¡De ninguna manera! Yo di a luz
a los dos. Los dos son mis hijos y no lo permitiré. ¡Y si insistes en esto da
por hecho el divorcio, Dumas!
Todos se quedaron quietos y serios, menos la tía Sherl, que
de un trago se bebió una copa de vino y exclamó golpeando la mesa:
—¿Ya ven? La mano que mece la
cuna maneja al mundo. ¿Y por qué el niño tendría que heredar la corona ya? ¿Por
qué no tenemos una reina híbrida? Yo creo que Violeta inspira mucha confianza,
¡Sí, la van a odiar en la Luna! Pero… ¿No somos más los híbridos y Homos
sapiens que el puñado de Homo cosmos puros que nos gobiernan? La humanidad debe
encarrilarse de nuevo, tenemos que recuperar las tradiciones y valores del
pasado. ¿Y qué mejor para ese trabajo, de educar a una nueva generación, que
una madre? ¡No se enojen, hermanos! Yo sé que somos tradicionalistas, pero… ¿No
es la mujer la encargada de administrar la casa, mientras ustedes salen a
ganarse el pan? Y se enorgullecen de eso, ¡me parece bien! Que hagan ustedes el
trabajo pesado, cazar, levantar piedras, construir letrinas, yo que sé,
mientras Violeta asesorada por mí gobierna la Luna. ¡Alveena que es tan linda
puede venir y gobernar aquí! Por protocolo nada más, alguna nación…Hay tantos
palacios vacíos donde podríamos mandarla a descansar mientras sus hermanas
menores la relevamos. Si lo que la pequeña July ha hecho en el pueblo, siendo
apenas aconsejada por mí, los ha impresionado tanto, imaginen que haría yo con
un mundo entero. Dos mundos, este y el original. Y solo necesitamos sacar a mi
tío del camino, y…Claro, apartar suavemente a Fy y Alveena. ¡Que pueden seguir
en sus cargos bajo mi asesoramiento y la protección de Jean Gabin! Como ha sido todo este tiempo. Y sobre Hugo y
Descartes… Hm, pues tendrán que aceptarlo los cambios, el nuevo orden…
Jean Gabin la interrumpió entonces:
—Suena como otro nefasto futuro
apocalíptico sangriento, pero esta vez con cólicos menstruales. Alveena no
podría solo ir a esconderse a un palacio, en realidad le importa trabajar
haciendo caridad por la gente del pasado, aunque no pueda hacer mucho ni lo
creas. Además, sigue siendo un suicidio atentar contra mi tío. La mayoría de
Homo cosmos lo apoyan, después del regicidio se nos echaría encima toda una
turba indignada.
—¿Qué tan indignada permanece una
turba bajo una lluvia de balas?
Contestó tía Sherl, después continúo diciendo:
—De seguro esos tus hombres de
negro pueden mejorarse para convertirlos en un ejército de verdad, no sería
problema Maxim y Honore. Haz bien tu trabajo, como buen hombrecito, y ayuda a
tu hermanito anarquista de catálogo de modas a planear un atentado de verdad.
Esta niña Psique no tiene por qué ser un kamikaze, tontos, ya nos ayudará
bastante si nos ayuda a consolidar el negocio aquí en el pueblo. Por eso, ahora
me preocupa más que Psique resulte siendo una “robot luchador” convincente. Que
no la reconozcan y que esté a la altura de un encuentro de lucha profesional,
¿lo está?
Todos se volvieron a mirar a July, esta última se encogió de
hombros diciendo:
—¡Lo sabremos en nuestro
maravilloso evento inaugural!
En ese momento me fijé en el poder de mi tía Sherl sobre las
otras féminas y sobre los hombres, que tardaban en captar cómo ella se burlaba
de todos y los hacía cumplir sus órdenes. Volví al caserón con la cabeza llena
de ideas nuevas, algo obsesionada con lo que tía Sherl dijo en la cena.
Estábamos en la cama con Bug, mirando una de mis películas de terror, cuando
después de mucho pensar le pregunté:
—¿Me seguirás amando siempre?
Ahora sabes que bajo el uniforme negro no era tan indefensa. Siempre tuve
impulsos que no comprendía, Bug, pero ahora van tomando forma.
—Lo supe desde el primer día,
cuando andabas toda caliente por tenerme cerca y después ibas a darme un balazo
sin pensártelo dos veces. Deduje que de tanto esconderte se olvidaron de
enseñarte a ser una persona y eras una salvaje. Pero pensé: si es para mí, le
debe gustar ser apisonada sin piedad, para eso tiene que ser tanto o más ruda
que yo, así que está bien que sea así.
Luego ya no hablamos más, me subí en él e hicimos lo que las
parejas hacen en secreto, pero todo mundo sabe que hacen, lo cual es tonto.
Esto era el amor y el sexo. Lo pintaban como una cosa tan mágica y misteriosa,
pero de hecho es como un juego de luchas sin ropa donde si pierdes en realidad
ganas porque eso es lo que se siente mejor. Bug está bien, creo que si algo
funciona no hay que cambiarlo, así que de seguro es verdad que nos espera una
vida juntos. No tiene caso perder más tiempo con este tema. Por eso cuando se
durmió empecé a escribir… No puedo ser como mamá o Violeta que han hecho el ser
esposas y madres el centro de su existencia, no es suficiente para mí. Necesito
algo más. Me haré un nombre dentro del deporte favorito de mi padre. Esa es mi meta,
así es como quiero que me vean todos. Si para eso debo cambiar la historia
ayudando a matar al tío abuelo…Bien, todo lo que vale la pena es caro, duele, o
es algo violento.
Sábado 2 de octubre de 3030
Hoy por la mañana
terminamos los últimos detalles del equipo que usaré en los eventos de lucha;
la movilidad es un poco incómoda porque debo usar unos accesorios para
pretender que mis codos y rodillas son articulaciones mecánicas y así tener el
aspecto de una muñeca animatrónica. Tía Honore dice que es porque el material
es nuevo, se irá ablandando con el uso. Por lo demás, llevaré un atuendo
sencillo y ligero al estilo de ropa interior antigua, unas medias, corsé y
pantaletas de encaje. Al terminar de revisarlo nos quedamos platicando un rato
en el taller que mis tías han montado en una casita del pueblo. Éramos las dos
mujeres ingenieros, mi tío Ray que nos sigue ayudando a escondidas de mis
padres, Bug, Amleth y yo. En cuanto Amleth se fue, tía Maxim comentó en voz
baja:
—Hay que tener cuidado con ella,
le cuenta a Violeta cada cosa que oye, y así Dumas se entera de todo. No me
gusta el camino que van tomando las cosas. Jean Gabin confiscó una de las
mayores competencias de la empresa de Descartes y en sus instalaciones está
produciendo mil quinientos nuevos hombres de negro mejorados con nuestras
revisiones. Desde que se juntó con Dumas ya solo habla de revolucionarse. Temo
que hagan una locura.
Bug le informó también bajando la voz:
—Están planeando tomarse el
palacio en serio. Me han pedido que los ayude, pero les estoy dando largas
porque sospecho que cuando el matrimonio de primos llegue al poder solo será
para hacer un nuevo fin del mundo, igual al anterior pero más artístico.
Entonces Tío Ray opinó, con una sonrisa triste:
—Quizás es lo que merece la
humanidad entera. Nos reproducimos como una plaga solo para destruirnos entre
sí, y a nuestro entorno. El gran fin de todas formas vendrá lentamente, con
calma, un único testigo lo recibirá cuando ya no nazca ningún niño y la vejez
le arranque la vida, y quizás entonces ni siquiera sienta angustia. Quizás para
entonces haya aceptado lo inevitable. Como yo. Hemos sido horribles habitantes
de este planeta, ¿qué nos hace pensar que podríamos quedarnos aquí para siempre
sin castigo?
—Ni siquiera el cura habla de
forma tan pesimista…
Se quejó tía Honore dándole un empujón y tía Maxim murmuró:
—El cura es más vivo que todos
nosotros y anda ajeno a todo gozando la vida a su manera. Opino que hagamos lo
mismo, ayudemos a nuestros hermanos y después vámonos, hagamos nuestra vida. En
verdad podemos hacer mucho dinero con los robots de combate, y ganaremos
todavía más con el proyecto de matriz artificial. Imaginen eso, seremos los
dueños de la única fábrica de biomáquinas barata, rápida y sin implicaciones
éticas…
Mi tío Ray se pasó las manos por el cabello y la interrumpió
diciendo:
—Haces planes sin tomar en cuenta
que la familia decide en base a lo que asegure que la familia seguirá siendo
rica. No será el dinero de Honore, Maxim o Ray, será el de “los Lunae”. No nos
van a dejar iniciar algo que a la larga no vaya a las arcas administradas por
la familia, nos van a cobrar el haber nacido, hermanos… Y si nos negamos van a
tratarnos como lo peor, la misma Sherl que ahora tanto nos anima va a
difamarnos con todos los que pueda, para que se nos cierren las puertas y hasta
seamos perseguidos. Así son ella y Jean Gabin, ¡hace mucho hubieran derrocado
al tío Adámas! Pero lo han tolerado solo porque él les permite manejar el
dinero a su antojo. Ahora que tienen una oferta más jugosa, lo matarán. ¿Qué
nos impide imaginar que harán lo mismo con nosotros si no les damos el control
de nuestros negocios? Los permisos para usar madres subrogadas es lo que pone
pan en la mesa de Víctor Hugo el abogado de la familia y los sobornos para que
las biomáquinas vengan a este bucle espaciotemporal a reproducirse ilegalmente
son la mayor fuente de ingresos de Jean Gabin. Y ellos dos son fieles hasta la
muerte a la familia. No es ningún secreto… Nosotros nunca seremos libres y
estaremos en paz con la familia al mismo tiempo. Por eso yo prefiero solo
seguirles el juego y…vivir.
Escucharlo hablar me exasperó un poco, ¡desde que era niña
se ha encargado de hacerme perder la paciencia con su actitud indecisa y
conformista! Me dirigí a tía Honore y le pregunté soltando una bomba, porque ya
estaba harta de tantos secretos tontos:
—Hablan mucho del dinero cuando
tienen otras cosas por las qué preocuparse y quizás los motiven más a actuar.
Si Jean Gabin es quien da los permisos para que las biomáquinas entren
ilegalmente, entonces por su culpa su hermana July fue abusada y obligada a
producir biomáquinas. ¿Seguiría con su negocio turbio de saber esto? Si no
hacen algo al respecto, ese atropello que sufrió una mujer de esta familia
seguirá ocurriendo en muchas otras más. ¿No me creen? Pregúntenle a London y
July, no me importa si se enojan conmigo por no guardar el secreto que supe el
día que me enfrenté a Silenos, que fue la biomáquina que la atacó, ya estoy
cansada de verlos complicar tontamente sus vidas por no ser sinceros, hablar
claro y mover sus traseros.
Después de eso abandoné el taller y me fui a la cafetería de
Violeta. Me senté en una mesa alejada del resto de la gente, de todas formas
los demás pueblerinos nos evitan, he notado que ya es inútil que usen los
alias. Ha llegado gente de otras ciudades que los conocen y ya nos llaman “los
Lunae” a secas, solo a mí no me ubican y simplemente me dicen “la mujer del que
se cubre la cara”. Me suena algo ofensivo, como dos peldaños arriba de Frida la
perra de Dumas. Poco después llegó Bug, se sentó frente a mí y pude ver que
tenía los ojos enrojecidos. De seguro había llorado. Solté un suspiro, ¡no tuve
mucho tacto al decirles lo de su hermana July! Le tomé una mano y se la besé
intentando disculparme:
—Tenía que decirles la verdad.
Podría pasar de nuevo, hay que hacer algo al respecto…
—Quiero matar a Jean Gabin. Pero
también sé que no sabrá vivir cuando sepa que su ambición provocó la desgracia
de su propia hermana.
De repente vimos a Jean Gabin asomar tras de una banca,
estaba sentado ahí con tía Sherl y nos habían escuchado. Oh, Dios, en ese
momento supe que todo estallaría. Tuve que contar varias veces lo que vi y oí
aquella tarde en la casa del trigal, de repente estaban ahí Dumas y tío Alonso,
mandaron a llamar a July y a London, cerraron la cafetería para que la familia
hablara a solas. Alonso y Bug querían matar a Jean Gabin, London y July se
enojaron conmigo, los demás no paraban de llorar, fue un caos. Tuve que salir
del local, ya cuando caía la noche, y me senté a tomar aire a orillas de la
calle. Minutos luego salió tía Sherl, sacó una licorera de su bolso, bebió dos
largos tragos y me dijo:
—Vamos a ayudar a tus tíos con su
proyecto, habrá que hacer algunos ajustes, cambios administrativos…Tú solo
debes dar un buen espectáculo peleando.
—No les ayudaré si no dan
libertad a todos los hermanos de desarrollar sus proyectos, tía Sherl. ¿Por qué
nadie se opuso a la idea de usar mujeres como incubadoras de biomáquinas? Si no
reprimieran las opiniones contrarias de los demás, quizás todo esto se hubiera
evitado. Creo que aún no sabemos qué tan graves han sido las consecuencias de
esa pésima decisión de mi padre….
Entonces ella me confesó, dándose golpes en la frente:
—¡Fue mi idea! Yo se lo pedí
porque un par de amigas mías querían un empleo desde casa y simplemente
embarazarse y recibir dinero sonaba bien. Tu padre se negó, pero lo obligué
amenazándolo con aumentar los impuestos si no cooperaba con lo que yo creía era
el deseo de las mujeres…
—Fue inmoral, tía.
Tía Sherl se puso muy roja y me replicó casi sin aliento:
—No, fue…Un accidente. Sabes que
esta familia es muy decente, que tenemos nuestros problemas como todos, pero
nuestros valores…
—¿Valores, tía? No hay uno solo
entre nosotros que no tenga faltas graves.
—Todas las familias son así,
sobrina. No existen las familias de cuento, donde todos son buenos y se aman.
Lo normal es esto… Podría ser peor…
—No, tía Sherl, es tiempo de
admitir que esta familia tiene un problema muy grave y si no cambian sus
costumbres irán cayendo cada vez más en la decadencia. ¿Eso quiere? ¿No le
importan sus hermanos?
Entonces se sentó en la calle a mi lado, bebió algo más de
alcohol y habló:
—tuvimos siempre gustos caros.
Lujos que se pagaron con lágrimas, con sangre. Nos juzgan cuando ya no hace
falta, estamos condenados. Lo único que quisiera es justo lo que no puede
comprarse, que fuéramos felices.
—Ellos serán felices si les da
libertad y respeto, tía. ¡Le están ofreciendo un negocio honrado con las luchas
y la matriz artificial! Ya no sigan con la corrupción. Ganará mucho si todo
sale bien… Ya libre de las limitaciones del viejo tío…Y suyas. Ahora entre y
platique con sus hermanos, hagan las paces. Yo quiero ir a caminar un rato para
relajarme antes de la pelea de mañana, dígale por favor a Bug que lo esperaré
en casa. Debo dormir temprano.
Después de tranquilizarla así, di un breve paseo por las
solitarias calles del pueblo pensando en cómo demonios voy a dar una buena
impresión mañana. La verdad es que no soy precisamente destacable peleando. Me
falta mucho para estar a la altura de Eco y los drones casi me mataron. Voy a
pelear confiando únicamente en mi fuerza de voluntad. Encontré una tienda de
tatuajes junto a un bar, tuve una idea para despistar a quienes me vean
peleando y de paso hacerle un pequeño regalo a Bug: me tatué una pequeña mariquita
en el muslo izquierdo, justo la parte que quedará descubierta. En un principio
quise un diente de león, pero creo que esto servirá mejor como una discreta
declaración de amor. Una “Lady Bug”. Después fui a casa y lo esperé, venía
medio desanimado y cuando me vio la novedad se quejó de que le gustaba con la
piel intacta, pero de todas formas lo agradeció. Venía obviamente deprimido, no
quiso hacer el amor y me recordó que tengo un retraso en mi periodo. He leído
que es normal cuando te está empezando a venir, además siendo él híbrido sería
muy raro que me embarace tan pronto, no creo sea nada serio, de todas formas
mañana hablaré con tío Ray. Ahora me cuesta dormir, tanta tensión y yo intento
guardar la calma con la tenacidad de un animal que se aferra a la vida sin
miedo a desafiar a los depredadores con tal de conseguirlo, o la de una máquina
que debe cumplir sus tareas programadas. ¿En qué me he convertido?
Domingo 3 de octubre de 3030
Estoy embarazada. Tres embriones, todas hembras, lo supe en
una consulta a solas con mi tío Ray que hizo una escena como si fuera a llorar
de emoción; me abrazó y felicitó muchas veces. Yo solo tuve un mal
presentimiento. Le pregunté al instante si eso afectaría mis planes en las
luchas y él dijo que sí, especialmente en los últimos dos trimestres. Además,
luego de eso por ley no podré participar más. Dice que el protocolo de no sé
qué les exige a las mujeres de la familia que una vez sean madres deben dedicarse
exclusivamente a criar a sus hijos y dar esa imagen de ama de casa ejemplar que
mamá y Violeta transmiten y me da tan mal rollo. Al ver mi futuro aparentemente
destrozado, pregunté si el aborto era opción. Mi tío me dio una bofetada por
respuesta. Inmediatamente después me abrazó y pidió disculpas, diciendo que mi
embarazo era un milagro, una bendición, lo mejor que me pudo pasar, la alegría
más grande…Y yo no lo sentía así… Pero ya veo que esto es lo que todos esperan
de mí. Me gusta la idea de formar una familia, sin embargo ahora no era el
momento. Le pregunté, por curiosidad pues ya es demasiado tarde, si pude
haberlo evitado. Así me explicó por fin qué son los condones… De hecho, la
tecnología futurista ofrece muchos y muy eficaces métodos anticonceptivos, pero
Bug no quiso usar ninguno conmigo pues creo que para él y la familia entera el
procrear es el éxito más grande. ¿Por qué? No lo entiendo, no es como que gane
un campeonato de luchas; cosa que ahora ya no podría lograr. Pero recordé que tío
Ray dijo que me quedaban tres meses en los que quizás…Así que le pedí me guarde
el secreto hasta que me haga conocida en las luchas, no me importa si luego
solo quedo como entrenadora o representante de otras biomáquinas, quiero que me
recuerden por esto…Y no por acabar con mi primer óvulo maduro fecundado en
exceso por los galones de esperma que me bombearon. Él aceptó callar conmigo
hasta el término del primer trimestre. Siento que, viva o muera, al final de
esta aventura mi existencia volverá a ser de alguna forma rutinaria en una casa
familiar. Quizás me guste, no lo sé, quizás entonces comprenda al tío Ray que
encuentra alegría y paz en su vida de prisionero. Pero por ahora solo me mueve
un fuego interno, se me acaba el tiempo. Volví al caserón para descansar unos
minutos antes de la pelea, escribo, pienso, quisiera imaginarme lo bueno…Los
cinco juntos en el bosque, jugando con las niñas, no sé, pero solo me imagino
que no podré cuidar tres bebés al mismo tiempo y me va a doler horriblemente
traerlas al mundo, como dijo London. Que siempre estaré ocupada en casa y
encerrada como antes. Soy mala por esto. Dejaré de escribir ya, pronto deberé
ir al evento y quiero llorar.
Al fin participé en mi primer evento formal de lucha, no fue
nada sencillo… Las dificultades empezaron mucho antes de estar en la arena. A
medio día Bug llegó al caserón, estuvo ayudando a un lugareño a encontrar una
vaca que se le perdió por un sendero. Comimos algo y él me vio rara, al
instante me preguntó:
—¿Qué te dijo Ray?
No soy buena para mentir, no pensé en qué haría si él
directamente me preguntaba. Cualquier respuesta que no fuera la verdad de
seguro iba a sonar muy ilógica y no pude hacer otra cosa que romper en llanto.
Él de inmediato me preguntó si “había perdido a la niña”, era inútil mentirle y
la experiencia me ha enseñado que evadir la realidad en la familia solo lleva a
problemas futuros aún más graves. Decidí hacer lo correcto, hablar
sinceramente:
—Son tres niñas, las tres de una
vez.
Él por supuesto se puso contento, me abrazó y todo, pero
notó que yo no lloraba de alegría o emoción, sino que realmente estaba
desolada. Entonces intentó hacerme recapacitar sobre nuestras hijas, aunque
oírlo decir que tenemos hijas y somos padres solo me hizo llorar más:
—¿Por qué estás triste? Toda la
familia se alegrará y nos ayudará a criarlas.
Sollocé más fuerte, otras tres niñas educadas por ellos… Él
siguió hablando:
—Ahora sí eres realmente parte de
la familia. Olvida el pasado, tus tíos y al que llamabas padre son realmente
tus cuñados. Ya está todo en orden.
—No entiendo por qué querías que
lo hiciera tan pronto, ni siquiera pude terminar de conocer la vida. ¿Por qué
te hace tan feliz? ¡No me digas esas palabras huecas de que es algo mágico, el
amor y no sé qué! Hablan de los hijos como niños que anhelan tener un cachorro
solo para abandonarlo cuando se hace mayor y se aburren de él. Serán tres
mujeres que nacerán en una familia donde los hombres te tratan como una
propiedad, en su sangre viene toda la herencia de tu familia y los genes
malignos de mis padres psicópatas, nuestras vidas ahora girarán en torno a
ellas. ¿Tú no tenías otros planes para la vida aparte de esto? Yo sí. Yo quería
vivir, y me siento mal y egoísta por decirlo, ¡pero tú viviste más de cien años
siendo libre y yo apenas pude caminar bajo el sol unos cuantos meses y ahora mi
suerte está echada! ¿Por qué no me diste la opción de elegir cuando hacerlo?
Bug me respondió, algo confundido:
—Psique, la mayoría de mujeres
sueña con esto, ser madres y que su marido esté feliz y orgulloso al respecto.
¡Esto es lo que las mujeres quieren! Piensa, al menos nunca estaremos solos en
nuestra vejez, ¡las tendremos a ellas!
—¿Cómo tu madre te obligó a ti a
cuidarla hasta su muerte? Y tú, ¿realmente las amarás o serás como mi padre que
me mutiló o tu padre que intentó matar a Dumas? No quiero acabar como Violeta.
Pero tampoco quiero separarme de las niñas como pasó con mi madre biológica…
Él me tomó una mano y dijo:
—No te pido que sacrifiques tu
vida por amor a mí, como si fuera tu dios o me lo mereciera. ¡Pero ya están
aquí! Míralas como una oportunidad de hacer las cosas mejor y distinto que
nuestros propios padres. ¡Como un proyecto alterno a los otros que tienes! Te
seguiré apoyando en tus peleas, no me importa si tengo que estar cambiando
pañales mientras tú te vas a darte de puñetazos con un camión de helados, te
prometo que voy a defenderte ante todos para que puedas seguir haciendo lo que
te gusta y no te limite la tradición. Y no soy tan imbécil como para pensar que
este ya es nuestro final feliz, de hecho van a ser varios años incómodos, más
carencias, ¿pero cuantos millones de millones de parejas no viven lo mismo? Ya
sé que no es tan genial, sí, pero es otro capítulo de la vida. Vamos a ser una
nueva familia, yo quería formarla contigo. ¿Tú no?
En ese momento me di cuenta de que sí, en realidad sí quiero
que él sea el padre de mis hijas. Luego de eso me sentí mejor, ya no solo pensé
en que me da miedo dar a luz, o en que no quiero que me hagan preguntas o
reaccionen como mi tío Ray que me abochornó actuando como si fuera la primera y
última mujer preñada del mundo, angustiándome con la idea de que mi vida se
podría reducir a esto. Ahora pienso en hacer mi familia a mi gusto, imagino a
las niñas bonitas como sus tías, probablemente traviesas, criadas en el bosque
y fuertes. ¡Las haré indomables! Temibles… Pues sé que están absorbiendo de mí
el enojo y la ambición frustrada. Acordamos con Bug aún no decirle a los demás,
sin embargo cuando llegamos al pueblo y fui al taller de mis tías para prepararme
antes del evento, tía Sherl apareció pidiendo que nos dejaran a solas, que ella
me ayudaría a vestirme. Así fue y entonces me habló bajando la voz:
—Tu tío Ray me dijo algo sobre
ti, me pidió ser muy discreta. Pero tenemos que hablar al respecto. Los hijos
también son un negocio, ¿sabes?
Me volví a verla espantada, ella siguió hablando tranquila:
—Sí, es una inversión a futuro.
Una de tus niñas podría ser comprometida con el hijo de Dumas. Que todo quede
en familia. Yo quisiera ser la madrina de tus bebés, ayudarles a que nada les
falte, velar por su futuro. Eso te daría mayor libertad, más seguridad. ¿Qué
opinas, Psique? ¿Seremos comadres?
Mis hijas ni siquiera han nacido y ya están decidiendo hasta
con quien las van a casar. Me cubrí el rostro con la máscara de muñeca para
ocultar mi expresión y asentí con la cabeza. Necesitaremos el dinero que de
todas formas era del padre y ella misma le quitó. Pero no voy a presionar a las
chicas a casarse con nadie, menos con su primo hijo de dos primos… Ellas
tendrán sus propios problemas, su propia historia… Terminé de vestirme y fui a
un baño para verme en un espejo, en verdad no estaba de humor para ser coqueta,
solo quería que me dejara sola. Me miro bastante irreconocible bajo el disfraz
de “Francine”, las falsas articulaciones de muñeca antigua parecen verdaderas y
el rostro primorosamente pintado por Dumas luce como el de una niña muerta.
Tuve un pequeño mareo imaginando que podría terminar siendo la tumba de carne
de tres niñas no nacidas, pensé en que Amleth abortó una vez, lo mencionó. Creo
que nunca pensó en lo que llevaba en el vientre como un niño, quizás eso lo
hizo más fácil; yo no puedo, ¡no puedo! Es que para empezar no las imagino
niñas, me imagino que llevo cargando a tres señoras y si hago algo mal me lo
reclamarán, ¿no lo hice yo con mis padres? Y aquí estoy yo, atónita por estar
en cinta cuando hace menos de un año todavía jugaba a las muñecas. ¿Cómo podría
de pronto volverme una autoridad incuestionable? Quise volver a llorar y me
contuve. Podía escuchar que mi tía Sherl todavía estaba afuera, platicando con
Bug. Cuando salí nos dejó solos, yéndose con una sonrisa, le pregunté a su hermano
entonces:
—¿Te dijo lo de ser madrina de
las chicas?
—Le respondí lo mismo que creo le
respondiste tú, estamos quebrados.
—Ahora podremos comprar toneladas
de condones.
Comenté dándole un golpe en el estómago, se quejó entre
risas. Es un idiota. Salimos a la arena y el lugar ya se veía lleno, en un
palco de honor estaban los cinco hermanos mayores: tía Sherl, el siniestro Jean
Gabin, tío Ray que parecía muy preocupado, July y Dumas con mirada de víbora
traicionera vigilando de reojo a sus hermanos mayores. Pude ver que Bug se iba
a un lugar alto detrás de la tribuna y llevaba su rifle, unos hombres empezaron
a reclamar por eso, otros hacían comentarios sobre mi cuerpo, tuve que
soportarlo estoicamente, se supone que soy un robot. Una biomáquina. Mi tía
Sherl susurraba cosas al oído de mis tíos y los demás simplemente obedecían,
algo estaban tramando. Pude leer los labios de July, me miraba nerviosa
preguntando si realmente yo sería capaz de un buen desempeño, mi tía Sherl
sonrió y dijo: “todo está arreglado”. La otra biomáquina entró también a la
arena, se trataba de un cóndor biomecánico. No se veía nada bien para mí, los
drones eran mucho más pequeños y casi me mataron. El evento comenzó cuando Jean
Gabin bajó del palco, se puso en mitad de la arena e improvisó un discurso,
mientras veía de vez en cuando a tía Sherl, como esperando que ella aprobara
cada una de sus palabras:
—Queridos amigos, es un honor
tenerlos aquí en la inauguración de la arena de mi amada hermana July. Quiero
aprovechar este momento, para decirles que hoy comenzaremos una lucha contra la
reproducción forzada de biomáquinas mediante el abuso de mujeres inocentes. Lo
cual es un crimen que ha marcado a muchas familias, incluso a la nuestra.
Quiero decirles, amigos míos, que yo estoy sufriendo con ustedes. ¡Mi hermana
July fue víctima de este atropello! Y este día vamos a cambiar eso y darle
justicia a todas esas madres, hijas y hermanas nuestras que corrieron esa misma
suerte. ¡De ahora en adelante la reproducción ilegal de biomáquinas será un
grave delito!
La multitud comenzó a cuchichear entre sí, estaban
asombrados, hasta que un hombre se levantó para gritarle:
—¡Pero si tú mismo ofreces el
pase ilegal de las biomáquinas y no tramitas las denuncias a cambio de un
soborno…!
Jean Gabin le respondió sacando un arma y disparándole. Hubo
gritos, pero con otros tres disparos al aire todo volvió a estar en silencio.
Entonces continuó su discurso:
—Además que de ahora en adelante
será prohibido reproducir sus ejemplares así, solo será posible hacerlo en los
talleres de mis hermanas Maxim y Honore, los que lo hayan hecho antes van a ser
multados. Se les confiscará el 20% de todo su patrimonio por cada biomáquina
reproducida ilegalmente.
Hubo más gente escandalizada cuchicheando y alguien se
atrevió a comentar:
—Pero quedaremos todos en la
ruina…Mientras ustedes se enriquecen más…
Jean Gabin respondió:
—¡Tienen una solución! Pueden
recuperar las pérdidas. Pueden asociarse con mi hermana July, o patrocinar a su
biomáquina Francine. Yo le tengo mucha fe y puedo asegurar que tendrá éxito.
¡Hagan sus apuestas!
“Ja” se escuchó decir a lo lejos entre algunas risas, pero
nada más se dijo. Me volví a mirar a Bug y ahora estaba acompañado de tío
Alonso y London, todos estaban armados. Jean Gabin pasó a mi lado y me dijo al
oído dándome algo en las manos:
—Tranquila, yo también sé algo de
mecatrónica y hago algunos arreglitos.
Se fue y miré lo que me dio, era una tuerca. No entendí
nada. Sonó la señal, guardé la misteriosa pieza en mi escote y comenzó el
encuentro, la mayoría de espectadores, indignados, gritaban pidiéndole a mi
contrincante que me matara. La familia Lunae permanecía impávida como para
mostrar que eran diferentes a “la chusma”, por primera vez los empecé a ver
desde fuera…Como la élite maligna de las películas conspiranoicas que siempre
temí, una autoridad corrupta, padres que te mienten y traicionan en lugar de cuidarte.
Ya solo podría confiar en mis hijas, si es que no me las robaban. De pronto
escuché a Eco gritar, resaltando entre los demás sentados en torno al palco de
honor:
—¡Usa el látigo!
Aún estaba mirándola cuando el cóndor biomecánico se alzó en
el aire y después se lanzó en picada contra mí. Entonces comprendí el consejo,
activé el látigo intentando azotar al pájaro infernal cada vez que se acercaba,
no era sencillo; no se tiene control de la cuerda mientras va volando y eso te
deja desprotegida en ciertos ángulos, los que mi rival aprovechaba. Me dio dos
golpes fuertes en la espalda y mi tío Ray se asustó, olvidaba que ahora debo
cuidarme el vientre. El cóndor tenía gran ventaja pues por momentos no podía
alcanzarlo y por lo tanto le era muy sencillo esquivar mis ataques. Una vez
encontró la forma de volar evitando la trayectoria del látigo, empezó a ganarme
la batalla. Saqué la vara luminiscente y me propuse “batearlo” cada vez que se
acercaba, no estaba dando un buen espectáculo. De pronto tuve una idea, no
sabía cómo iba a resultar pero me preparé a llevarla a cabo. La próxima vez que
el ave se lanzó en picada contra mí, fingí que nuevamente iba a tratar de
golpearla con la vara, al último instante la giré sosteniéndola para que la
misma biomáquina se empalara con la fuerza de la velocidad que traía. Logré
atravesarle el cuello, pero seguía volando. Me levantó dos metros sobre el
suelo, decidí saltar y volver a tocar tierra. No me arriesgaría a una caída
seria. Mi contrincante se había llevado mi vara. Así que volví a usar el
látigo, lo azoté con toda la fuerza de mi indignación y libertad frustradas,
como si en ella viniera todo aquello que consumió mi infancia y ahora devoraba
los restos de mi adolescencia. Para mi sorpresa, al golpear la articulación del
ala derecha esta se zafó. Cayó al piso sin poder volar, pude recuperar mi vara
y decapitarla. Ganando así sorpresivamente la pelea. Hubo aplausos y ovaciones,
pero mi familia en el palco real aún estaba quieta, solo observando. Me volví a
mirar a Bug y vi que estaba apuntando a la gente, al igual que sus hermanos. Me
hizo señas con las manos para que saliera de la arena y volviera a los salones
de preparación, cuando me iba vi que el dueño del cóndor biomecánico lo estaba
revisando y gritó:
—¡Le falta una pieza! ¡Le sacaron
una tuerca del ala derecha! ¡Esto no pudo ser un accidente, estaba asegurada
con los músculos y los han seccionado!
Entonces recordé la tuerca que Jean Gabin me había dado. Por
lo visto no cambiaron del todo sus costumbres y van a forzar a la gente a
tolerar su despotismo. Después escuché disparos, una lluvia de balas. Fui
directamente al baño, me quité la máscara y vomité. Me quedé un rato trémula en
los lavabos, en cierto momento llegó Bug, ni siquiera le puse atención, me dijo
algo sobre que le gustó verme peleando, que me veía bien vestida así, me empezó
a tocar, copuló conmigo y yo apenas le hice caso. Era como si no estuviera ahí.
Me sacó casi halándome de la mano para llevarme a otro salón donde sus hermanos
celebraban. Se reían, creo que de la gente. Yo estaba sumamente mareada. July
fue a sentarse a mi lado para ponerme otra vez la máscara y hacerse fotos conmigo,
la escuché preguntar carcajeándose:
—¿Ustedes conocen la historia de
Milli Vanilly? El espectáculo dura hasta que se descubre el engaño, ¡no se
puede hacer trampa en la Luna?
Dumas le respondió antes de besarla para que se callara:
—No habrá tiempo para eso. Solo
llegaremos a matar.
Entonces me desmayé en brazos de tío Ray. Él tuvo que
revisarme, me inyectó unas cosas y me mandó directo a casa. Estoy ahora en la
cama escribiendo, con dolor de cabeza, mientras Bug teje vestiditos. No dejo de
sentir esta opresión en el pecho, solo quiero llorar, pero sé que es inútil.
Hace unos momentos le expliqué mi angustia a Bug, él me recordó que estamos
juntos, que podemos superarlo, que no me aísle y confíe al menos en él.
Entonces le pedí que seamos libres juntos, con nuestras hijas, que huyamos de
la familia a donde nunca más nos encuentren ni nos puedan enredar en sus
asuntos turbios. Me recordó que él mismo ya me lo había sugerido antes, ahora
veo que tenía razón. Si sus hermanos jamás van a cambiar sus vidas, y no
podemos obligarlos a hacerlo, al menos nosotros tenemos la opción de tomar un
camino distinto. Todo depende de que lo decidamos. Ahora, espero que haya
estado hablando en serio y no se retracte traicionándome. Podría suceder…
Fin de la tercera parte
Caso XIII: Fy
Viernes 8 de octubre de 3030
Los días están cada vez más fríos y el bosque seco, se va
quedando sin hojas. Paso de ser verde y frondoso a esto, como yo desde que
llegué a este lugar hasta el día de hoy. Bug ya tiene listos varios vestiditos
y pañales, les pondrá a las niñas el nombre de mis tres madres: Ziggy la
adoptiva, Violeta la subrogada, y Joy la biológica que nunca conocí y cuyo
nombre supe hasta hace poco gracias a los archivos de tío Ray. Ya no siento
conexión con ninguna de las tres, quizás con estas nuevas versiones de ellas
que vienen en camino logre construir una mejor relación. Ya se me nota un poco
la panza, las tres están creciendo rápidamente y estoy preocupada porque pronto
ya no podré hacer nada más que estar en casa. Tengo eventos de lucha casi todos
los días y voy mejorando bastante, me enoja que Jean Gabin saboteé a los
rivales porque ya no hace falta, pero él sigue; no sé si por maldad o porque de
alguna forma quiere ayudarme. No me lo han dicho oficialmente, pero el rumor de
mi preñez ha corrido entre todos. Eco me lo comentó anteayer, hasta me avisó
que va a internarse en una clínica para tener exactamente gemelos varones y
emparejarlos con las dos niñas mías que no he comprometido. Le dije que no
quiero hijas casadas en endogamia para que luego salgan nietos con pata de
puerco, como dice tío Alonso. Pata o cola, no me acuerdo, lo sacó de un libro.
¡Qué horrible es estar pensando ya en mis nietos! La vida se me está gastando
tan rápido, no es justo, quiero vivir y siento que la muerte ya me ronda…Que
algo malo acecha y me quiere robar la oportunidad de ser feliz. Dios mío,
espero que solo sean las hormonas que dice tío Ray, sin embargo Bug tampoco
anda tranquilo, esta mañana salió de la ducha y le pregunté hacía cuanto no iba
al lago. Él se sentó en una mesita del pasillo y me haló para que me le
acercara, comenzando a medirme la barriga con los dedos mientras me explicaba:
—Tengo miedo de ver la lápida.
Ahora no sé qué haría si cambia en algo.
—Yo también temo que pueda
cambiar…Es decir, que algo salga mal…
Le contesté, pero él solo me besó el ombligo y dijo:
—¡Simplemente estamos nerviosos!
Hicimos todo muy apresurados, si vamos con calma de ahora en adelante y
teniendo cuidado, todo estará bien. Lo importante es que las iguanas están
sanas, cada día más grandes.
—Eso también me preocupa… Pronto
tendré que quedarme en reposo, ya no podremos ayudar a tus hermanas…Y yo ya no
sé si quiero seguir con esto de las luchas si está tan amañado. De verdad solo
quisiera irme lejos de todos.
—Podríamos escondernos de todos
aquí mismo. En esta especie de dimensión alterna. Si nos vamos del otro lado
del planeta no nos encontrará nadie, podrías incluso hallar otra arena y
trabajar como luchadora después del parto. Ya te he dicho que no te impediré
seguir tus propias metas de vida. Solo serán nueve meses, después me encargaré
de cuidarlas. Les daré tanta comida que se convertirán en obesas mórbidas y
serán famosas por eso.
—Prefiero que les enseñes a
disparar armas largas.
—Claro, podrían tirar sentadas
desde sus carritos para gordos.
—No…Me imagino que van a ser
bonitas. Altas y atléticas. ¿Son tuyas, no?
Por primera vez lo vi sonrojarse y se rio, no está
acostumbrado a los piropos ni yo a decirlos. Se me salió, los dos nos pusimos
rojos al final, ¡qué tontos! Luego vimos por la ventana que comenzaba a caer
algo blanco, Bug dijo que estaba comenzando a nevar. Yo esperaba que iba ser
bonito verlo por primera vez, pero solo me recorrió un escalofrío. Un mal
presentimiento, algo terrible aproximándose. Hoy encenderemos la chimenea de la
alcoba y dormiremos con muchas mantas, el clima es demasiado helado y tengo
miedo. Creo que Bug también, dijo que en noches como esta se siente triste,
detesta el frío y les recuerda a sus hermanas más viejas, que parece no lo
quieren. Le hubiera preguntado más al respecto, no sé por qué últimamente
recuerdo a menudo a la hermana adivina de mi padre, la que me pronosticó un
peligro acechándome dentro de la familia; pero creo que ninguno de los dos
queríamos hablar de cosas tristes, sino solo acurrucarnos juntos. Quiero
abrazarme a él, últimamente necesito que me ponga su manota sobre la barriga
cuando duermo, sentir que la tengo bien protegida.
Domingo 17 de octubre de 3030
Oficialmente odio la nieve, ha cubierto todo y con ella vino
una bruja. Una verdadera bruja. Esta mañana se casó tío Dreiser con Eco, vino
un clérigo desde otra ciudad para oficiar la ceremonia en la iglesia del
pueblo. La tía Sherl nos obligó a ir de gala formalmente, el vestido que me
prestó Amleth me quedaba muy apretado y me ahogaba, pero creo que la pasó peor
Bug. La verdad no se ve mal en traje y corbata, es raro, lo veo mejor cada día,
creo que porque lo estoy empezando a mirar con un cariño más profundo. Pensé
que iba a ser incómodo asistir, pero de hecho estábamos como emocionados,
tomados de las manos, imaginando que la boda era para nosotros; nos gustaría de
hecho si no fuéramos tan machos y nos diera vergüenza organizar una. Teníamos
ese momento tan lindo, cuando sentí un frío en la nuca, algo helado como la
nieve, me volví a mirar tras de nosotros y en la última banca estaba la tía
rara que adivina el futuro. La de ojos verdes penetrantes, nadie más la había
visto. Nos miraba con una seriedad inquietante. Sé que es demasiado temprano,
pero podría jurar que sentí a las trillizas agitarse en ese momento. Por
primera vez interactué con ellas, me froté la panza para calmarlas, porque
supuse que se habían asustado. London y tía Honore se burlarían si se los
cuento, porque desde que se enteraron de mi embarazo dicen que lo que tengo en
mi vientre aún no son niñas sino “masas de células”; pero si pueden tolerar que
gente como Fy, la mujer extraña que llegó, crea en la magia y el ocultismo,
deberían tolerar que yo crea que mis bebés presintieron también que algo malo
había venido. Al terminar la boda, tras el beso de los novios y los aplausos,
los demás empezaron a notar a la recién llegada. Unos la ignoraron, Dumas y tío
Ray, a quienes ya antes los había visto con ella, se miraron entré sí algo
alarmados y rápidamente fueron a recibirla entre besos y abrazos. No volví a
verlos hasta el almuerzo, cuando todos nos sentamos en unas mesas acomodadas en
forma de herradura dentro del salón más grande de la casa parroquial donde
todos podíamos vernos. Cuando fui a felicitar a los novios, Eco me detuvo un
momento para hacer preguntas sobre cómo es estar esperando, pues ella también
quiere ser madre pronto. Le dije que en realidad no sentía mucha diferencia,
apenas algo de inflamación como cuando has comido muchas especias. Entonces se
sentó un rato conmigo porque no quería saludar a tío Alonso, según me dijo al
oído. Cuando le pregunté por qué, me respondió en susurros:
—¡Me escribió todas esas
historias donde soy una super heroína alienígena! No me siento halagada, sino
incómoda. Apenas me habla cuando está conmigo, como si fuera un personaje de
ficción y no una persona real. Por suerte Dreiser va a cumplir todos mis antojos
y además me escucha siempre, ¡soy tan afortunada!, lo único malo es que me ha
pedido que me lleve bien con toda su familia. Y no soporto a la tal madame
Dostoievski. No sé qué hace aquí, no la invité y Dreiser dijo que él tampoco.
—¿Te refieres a Fy? ¿La adivina?
—Fy, Fyodor Dostoievski, sí, es
un alias. En verdad se llama Arya, es la cuarta hija. ¡Siempre ha sido tan
inquietante! Te diré un secreto…
Volvió a acercarse a mi oído después de mirar a todos lados
y me susurró:
—¡Creo que es lesbiana y tiene
una relación rara con su hermana Amanda! La que le dicen Alveena Huxley, la
princesa. Además, todas las Lunae le rehúyen a la maternidad, pero Amanda
siempre ha sufrido por no tener hijos y extrañamente nunca ha intentado relacionarse
con un hombre. Su hermana Fy es su pareja en los eventos públicos. Ten cuidado,
podrían tratar de obligarte a dejarlas adoptar una de tus niñas. ¡Ya intentaron
quitarle su bebé a Dumas!
Lo que dijo me puso la piel de gallina, en ese momento llegó
Bug y me dijo que teníamos que ir a saludar a Fy. Él no quería, pero tampoco
podía ignorarla y crear más tensión. Me murmuró cuando íbamos acercándonos a
ella:
—Un simple hola y unas palmaditas
en la espalda y nos vamos.
Asentí con la cabeza, pues realmente nunca le había hablado
a esa tía. Siempre me dio mal rollo. Pero cuando llegamos y Bug le tocó un
hombro, ella le tomó la mano y le dijo mirándolo directamente a los ojos:
—Vine porque se me reveló en un
sueño que vas a ser padre. Y veo que la madre es esta muchacha, ella es la hija
de Descartes. La reconozco.
Bug se quedó un rato atónito, luego respondió ya a la
defensiva:
—Nos enamoramos y escapó de su
casa para estar conmigo. Ve y díselo a Descartes y Ziggy, ya es una adulta y lo
que haga con su vida no es asunto de ellos.
—La familia siempre es asunto de
la familia. Sé que espera tres hijas, tres niñas Lunae que cargan con el peso
de un apellido que no puede ir rodando por el mundo como si fuera cualquier
cosa, y ella te está presionando para que abandones a tus hermanos y la
acompañes de regreso al mundo de donde vino, entre vicio, vulgaridad, ¡bajeza
de todo tipo!
—Igual que todos nosotros, la
criaron los Lunae.
—¡Hablo de la sangre! La
verdadera herencia, la raza…Que ella no comparte con nosotros. Es hija de un
psicópata y una mujerzuela.
—A nuestra madre la compraron en
un pueblito latino y te crio en una granja donde corrías descalza y llena de
tierra, ¿ya se te olvidó?
—¡La pobreza no la hacía menos!
Era una mujer honrada y sus valores la elevan al nivel de cualquier noble del
mundo.
—Se llevó a mi papá a los nueve
años teniendo ella dieciocho y siendo su niñera, que fuera honrada no le quita
la perversión.
La mujer se levantó ofendida y hubo un pequeño revuelo en
torno a nosotros, hasta que el novio llegó y nos pidió a todos calmarnos y
disfrutar en paz la comida para bendecir su unión. Nos sentamos con recelo, Fy
se quedó hablando con Jean Gabin y Dumas, poco después se levantó Jean Gabin y
fue a decirnos en voz baja:
—Váyanse y escóndanse ya.
Bug le respondió desafiante:
—¡No me voy a esconder de esa
vieja ponzoñosa! Quiero confrontarla de una buena vez, ¿qué pasó realmente la
noche en que nací?
Jean Gabin cerró los ojos como recordando algo doloroso y
replicó:
—No te lo puedo decir. Mira,
vete, piensa en tu propia familia, la que tienes a tu cargo, a los demás no
puedes cambiarlos ni mejorarlos; lo mejor que puedes hacer es apartarlos de ti.
Aléjate. Vete, ocúltate en las montañas, piérdete unos meses, yo te buscaré
luego y te avisaré cuando volver.
—¡No! Ella hizo algo con Alveena,
deja de solaparlas, quiero que me digan la verdad y si no se disculpan al menos
decirles que son una mierda.
—¡Aureus Lunae V, deja de hacer
estupideces y lárgate! ¡No es un juego!
Tras decir eso le dio un golpe en el brazo y se fue
apresurado a sentarse junto a tía Sherl, que me miró y disimuladamente me hizo
también señas para que me fuera, pero justo entonces July, que se había sentado
con la siniestra Fy, se levantó muy emocionada y anunció:
—¡Chicos! ¡Acaban de conseguirnos
un encuentro con un luchador de la Luna! El evento será transmitido
especialmente hasta el siglo XXX y, tranquilos, Fy ya está de nuestra parte y
mi tío no nos molestará.
“No le creo, no confío en ella”, susurré a Bug, él me
respondió “yo tampoco”. Por fin nos despedimos de tío Dreiser y Eco
disculpándonos por irnos temprano y nos preparamos para volver al caserón.
Antes de irnos, Fy detuvo a Bug en las puertas de la casa parroquial y le dio
una especie de disculpa:
—Me exprese mal, yo creo que
todos somos iguales en el universo, y estoy en contra de las tiranías; pero
también pienso que el mal no debería existir y el karma existe. La familia
siempre debe estar junta, Bug, ayúdame a ayudarte… Y al mismo tiempo me ayudarías
a mí.
—¿Qué pasó la noche en que nací?
Le respondió de golpe y serio. Ella miró a todas partes, le
temblaban los labios, finalmente dejó salir un sollozo y dijo:
—Me dejé llevar con Alveena por
la idea errada de que el bienestar de los que ya estamos aquí está por encima
de quienes recién van llegando al mundo. Los niños son el futuro y es al futuro
al que queremos salvar. En aquel momento no lo pensamos, nos importaba más la
comodidad de mamá y nosotras mismas. Ahora lo veo todo distinto, quiero cuidar
a tus hijas como a un tesoro. Eso podría salvar mi propia vida y la de Alveena.
—Habla claro.
Replicó Bug malhumorado, ella se echó a llorar y se alejó de
nosotros. Luego de eso nos fuimos. Empezó a caer una fea nevada, tuvimos que
irnos despacio en la furgoneta mientras charlábamos entre nosotros. Bug me
confesó:
—¿Sabes qué me molesta? Ella y la
otra vieja me sacaron a la tormenta, me quisieron matar y Ray me salvó, bien;
puedo entender que no quieran recordarlo o admitirlo, lo que no entiendo es que
encima tomen esa actitud de mártires justicieras y quieran pintarme a mí como
el villano cuando fueron ellas las que me lastimaron. ¿Es su forma de
equilibrar las cosas? Decir: “sí, quizás soy una perra, ¡pero tú eres peor!
Déjame inventarte mil faltas”.
—Lo sé, son malvadas…Por cierto,
¿por qué nos pidieron ocultarnos?
—Ya la oíste: ella cree en el
karma. Tiene buenas razones para saber que es real, ella misma se encarga de
que su idea del karma se cumpla. Si te juzga mal, intenta castigarte de alguna
forma. Lo peor de eso es que lo hace a tus espaldas, intentando engañarte con
la idea de que no fue ella sino “la magia cósmica” haciéndote pagar. ¡Y nunca
se siente mal al respecto! Está segura de que así te ayuda a ser “una mejor
persona”.
Miré los árboles nevados y el paisaje gélido, entonces
recordé:
—Ella le dijo a mi madre una vez
que leyó en sus cartas mágicas que un peligro me acechaba dentro de la familia.
—Debes leer a Fy como si fuera
una de sus cartas, si dijo eso significa que sabía que estaban tramando algo en
tu contra. Ella vive en el palacio lunar, con mi tío Adámas y Alveena. Son sus
damas de compañía “que abogan por los Homo sapiens” y no me extrañaría que
también le sirvan en alguna otra cosa… Eso debe ser un karma autoimpuesto,
suele castigarse sola, según ella.
—¿Siempre fue así?
—Sí, apenas hablaba con ella
cuando era niño. Ya era una adolescente cuando yo nací. Recuerdo que
recolectaba cristales, le gustaba leer, pero no se juntaba con July, Dumas y
Alonso que también andaban en ese tipo de asuntos bohemios. Era más bien solitaria,
creo que se sentía diferente y superior a todos los demás; por eso se llevaba
bien con Alveena que siempre fue tratada como “la princesa”, la que iba a
crecer para ser una especie de embajadora de los Homo sapiens en la Luna. Las
dos tienen la cabeza llena de humo.
—Sabes, quizás pese a todos sus
defectos sí te ama. Pero la gente suele decidir lo que considera mejor para sus
seres amados sin tomar en cuenta si eso respeta sus gustos o su espacio
personal. No puedes obligar a la familia a convivir junta si hay un miembro que
lastima a otro, no puedes forzar a nadie a enamorarse de alguien o a no
enamorarse, no importa si crees que es lo mejor para su vida. Al final puedes
hacer un gran daño así, pero originalmente se actúa con buena intención y hasta
por amor.
—No por eso deja de ser una
estupidez imperdonable. ¿Cómo reparas los daños en una vida? Los años perdidos.
No es posible. Por eso prohibieron los viajes cortos en el tiempo, del presente
a unos años al pasado para cambiar este tipo de errores por idiotez entre
familiares y amigos. Era un desperdicio de logística, la gente volvía a cometer
las mismas acciones aunque se les prevenía de hacerlo. No se arrepienten de lo
que hacen, al volver a enfrentar la misma situación retoman sus malas
decisiones; se descubrió que la gran mayoría no aprende a menos que sufra. El
dolor es inevitable en el verdadero proceso de convertirse en mejor persona.
¡Es horrible! En noches nevadas como esta me deprimo pensando en estas cosas,
el mundo está lleno de dolor, retorciéndose en agonía y suplicando por el
final… Por eso no me preocupo tanto como los demás por evitarlo, por compasión…
Deberíamos dejar que solo pase.
Le acaricié una mano, estaba fría, más tarde se las
calentaría en la cama. Entonces traté de animarlo diciendo:
—Quizás si debamos irnos lejos,
mudarnos a un lugar más cálido. Donde siempre haya verde y flores. Los cinco
solos. ¿Qué tan lejos estará México? Podemos ir en auto, ¿verdad? Empezaré a
empacar mañana.
—Sí, haremos eso. Para el próximo
domingo ya no nos verán ni la sombra.
Nos besamos y ya, todo quedó bien, sin embargo el ambiente
oscuro no se iba. Ahora el viento silba como un monstruo aullando fuera,
intentando entrar en nuestro cálido hogar, tengo miedo y no sé a qué. Dejaré de
escribir para ir bajo las mantas con él.
Lunes 18 de octubre de 3030
Esta madrugada tuve un sueño espantoso: una luz aparecía en
mitad de nuestro dormitorio y unos seres que ya reconozco como Homo cosmos,
aunque quizás en el pasado me hubieran parecido alienígenas, venían a descubrir
mi vientre para clavarme una sonda mientras yo estaba paralizada. Por la mañana
desperté y me sentía distinta, ya no tenía la congestión en mi vientre, las
trillizas ya no estaban. Se lo dije a Bug y él opinó que solo tuve una
pesadilla, le pregunté si era posible que me las robaran como hicieron con mi
madre para sustraerme de su cuerpo. Él dijo que se habría despertado y lo
hubiera impedido, ¡pero anoche bebió un poco! Dormía como una roca… Le insistí
y me dijo que íbamos a pedirle a tío Ray que me chequeara más tarde, porque
July llamó temprano diciendo que le habían informado que el retador de la Luna
ya había llegado con su equipo y estaban preparándose todo para un evento
especial esta noche. Por fin mi padre me vería luchar, pero no podía
concentrarme en eso, seguía con la sensación de que habían extraído mis
embriones. Poco después tocaron a la puerta, era Jean Gabin, ni siquiera
saludó, estaba serio y en su faceta de policía:
—Anoche hubo una actividad rara,
llegaron unos médicos de la Luna con un permiso especial, pero no me informaron
al respecto. ¿Notaron algo extraño?
—Creo que alguien entró a nuestra
casa anoche.
Le respondí, Jean Gabin se frotó el entrecejo, después me
preguntó:
—¿Te hicieron algo? ¿Qué
recuerdas?
—Me punzaron el vientre, incluso
amanecí con una pequeña marca triangular, como una quemadura, estoy segura que
no la tenía ayer.
—Hay que llevarte con Ray. Si ya
no están los embriones debes denunciarlo.
Me contestó y en ese momento sentí que se me iba el alma.
Salimos al momento rumbo al pueblo, pero al llegar había todo un alboroto. Las
calles estaban atestadas de gente, había drones grabando todo, música,
escándalo. July nos recibió muy ansiosa. Vimos que de hecho la arena ya estaba
abierta, la gente hacía colas para entrar. Mi tía Sherl y London aparecieron
también muy alteradas, decidí que vería luego a mi tío Ray. Teníamos que
empezar el evento temprano o habría disturbios por la multitud salvaje que había
llegado desde lejos sedienta de un espectáculo violento entre máquinas. Mi tío
Alonso no estaba de acuerdo con que cediéramos a la presión, dijo que toda esa
gente debió ser enviada a propósito por el tío Adámas para molestarnos. La
razón que lo hacía sospechar esto era que la extraña Fy se había ido apresurada
la misma noche de ayer, se negó a quedarse a dormir en el pueblo, pero July le
pidió que no siguiera desconfiando pues
él mismo al igual que London se fueron poco después que nosotros de la fiesta y
dieron la impresión de estar disconformes con el enlace. Entre tanto conflicto,
yo misma pedí que adelantáramos el evento para estar libre y poder ir con tío
Ray. Fui a prepararme a toda prisa al taller de mis tías Honore y Maxim, llegué
a la arena y me tranquilizó un poco ver que mi contrincante era un robot
sencillo. Ni siquiera una biomáquina, un simple humanoide de metal cromado. La
alarma sonó justo cuando Dumas entraba al palco de honor preguntando enojado
qué pasaba, el ruido de la muchedumbre no los dejaba escucharse entre sí, y ya
no pude esperar a ver qué decían, el robot empezó a dispararme. Apenas pude
esquivar los proyectiles, mi tío Alonso saltó desde donde estaba sentado y se
paró frente a mí actuando como escudo humano, gritando que era ilegal usar
armas de fuego. July llamó al dueño del robot por el micrófono y nadie
contestó, hubo un silencio mientras la máquina seguía apuntándome.
Aparentemente solo había dejado de disparar porque algo no le permitía atacar a
tío Alonso, probablemente lo reconocía y no tenía permiso de atacar a la
familia, de la cual yo no estaba siendo considerada parte. Entre la confusión,
July perdió la paciencia y anunció:
—Perfecto. Si no tiene dueño
tendremos que destruirlo. ¿No es de nadie? ¿Apareció de la nada y solo?
No obtuvo respuesta, así que se encogió de hombros y le hizo
señas a Bug para que disparara desde su puesto de francotirador. Él gritó que
iba a ser necesaria una sierra eléctrica o ayudarme a cortarlo, empezaron a
discutir porque tío Alonso le recordó que la máquina intentaría dispararme si
yo me movía de detrás de su espalda; y finalmente London dijo que iría a traer
su motosierra para cortarlo. Mientras todo eso pasaba, la muchedumbre estaba
cuchicheando entre sí, y entre la gente pude ver encapuchada a Fy. Algo me dice
que ella trajo el robot… Pasaba el tiempo y London no volvía, la gente empezó a
silbar y abuchear, Dumas bajó de mala gana a la arena con uno de sus sables
japoneses. Tío Alonso lo miró alzando una ceja:
—Necesitamos algo con que cortar
metal, no la espada samurái de mi abuelito.
—Corta cables y láminas de metal,
por lo menos le desprenderá la cabeza.
Respondió Dumas mirando la hoja, tío Alonso siguió
escéptico:
—Imagina esta gente cuando se
vaya, vino a ver una pelea de robots y se irá después de ver a un furro otaku
con su katana.
—Por lo menos no se irán
eternamente enamorados en secreto de su cuñada sexi que se casó con su
hermanito religioso.
—Uy… ¿Te ofendiste, Onii Chan?
Su hermano lo miró por encima de los lentes de cristales
rosa que solía llevar y después se acercó al robot, lo observó, se situó detrás
de él y de un tajo le cortó la cabeza que cayó con un sonido hueco. Le dio un
par de golpes con el zapato y exclamó:
—Es falsa. ¿Lo sigo abriendo o
espero a que venga London?
—Mira si puedes sacarle la
cubierta para ver qué tiene dentro.
Le pidió tío Alonso que seguía de pie ante mí. Tía Honore
entró a la arena intrigada, se asomó al cuello del robot y le pidió a Dumas
intentar cortar unos remaches. Él hizo lo posible dando algunas estocadas y
haciendo palanca. Estaban ocupados en eso cuando yo sentí que me zumbaban los
oídos con un sonido como de estática, luego nada, segundos después quedé
súbitamente ciega. No podía ver ni oír, pero mantuve la calma, busqué a tientas
la espalda de tío Alonso para decirle, pero entonces dejé de sentir mis
extremidades y me caí. Fue como si de nuevo volviera a estar en coma, muerta en
vida. Estaba consciente, pero en una inmensa oscuridad, sin sentir mi cuerpo,
en silencio absoluto. En aquella soledad peor que la muerte pues me sabía viva,
pude sentir a mi cuerpo otra vez como una prisión en total penumbra donde se me
hizo más evidente que ya no estaban mis hijas. Cómo hubiera querido que me
acompañaran en ese momento, que estuviéramos juntas al menos. Las empecé a
extrañar tanto que me dolía más allá del cuerpo. Me pareció que pasaron años,
una eternidad de angustia, cuando de pronto desperté en una cama en compañía de
tío Ray, Honore y Maxim. Esta última acariciaba mi rostro y me habló con
dulzura:
—Estabas llorando muy afligida en
tus sueños y preguntabas por tus hijas, me partías el corazón, pero con eso nos
has demostrado que eres humana. Había una bomba de pulso electromagnético
dentro del robot, eso dañó todos los aparatos que estaban cerca de él sin que
nos diéramos cuenta. Por suerte lo detuvimos a tiempo, pero inutilizó tu
cerebro artificial por un rato, eso impidió que pudieras tener control
voluntario de tu cuerpo y tus sentidos. Tuvimos que repararte y añadir una
protección extra a tu cráneo para evitar que sufras este tipo de ataques en el
futuro.
Yo me senté en la cama y solo pude balbucear:
—Mi vientre… Miren dentro de mi
vientre…
Tío Ray trajo un aparato para monitorear el interior del
abdomen, me examinó primero con calma y después pude ver con horror como
palidecía. Sus hermanas lo miraron alarmadas y él pronunció la frase más
dolorosa que he oído en mi vida:
—Los embriones ya no están.
Después se fue corriendo y no supe más. Mis tías Honore y
Maxim me llevaron de regreso a casa y se han quedado cuidándome. Bug no vuelve
y ya es tarde, lloro en silencio mientras escribo. Se robaron a mis hijas como
me robaron a mí del vientre de mi madre. No sé cómo habrá reaccionado ella, si
me esperaba y de pronto un día descubrió que me había perdido, pero yo sé que
tenía a mis bebés; ya me había hecho ilusiones con ellas y me las arrebataron
todas. No es justo. Tantos años como muerta en vida, unos pocos días de alegría
y ahora la desdicha. ¿Qué sentido tiene darme migajas de felicidad, llenarme de
sueños, y después decirme que jamás podré alcanzarlos? ¿Para qué me obligaron a
nacer si no me iban a dejar vivir? Porque ya no podré vivir si no encuentro de
nuevo a mis hijas y paso el resto de mi vida pensando que les espera un destino
similar al mío, antes prefiero la muerte.
Caso XIV: Hugo
Martes 19 de octubre de 3030
Desperté con más fuerzas, con el sol, mis tías seguían a mi
lado y les dije que me acompañaran al pueblo. Tenía que hablar con tío Ray y
saber qué pasó con mis hijas. Lo encontré junto a Bug, Jean Gabin, Dumas y
Violeta que estaba en mitad de una acalorada llamada telefónica en su
cafetería. Cuando me vio colgó y nos avisó a todos:
—Al menos ya lo admitió. Fy se
llevó los embriones. Dice que están seguros, pero no quiere que sean criados
por Bug y Psique, pagará madres subrogadas para que nazcan y quiere convencerme
de que le pida a mi padre que ella y Alveena los crían aquí en el exilio. Que
él ya está de acuerdo. Le dije que no y esto no quedará como otro de sus tontos
caprichos que disfraza de disciplina. Jean Gabin, ¿se puede hacer algo
legalmente contra ella?
Él se mordió un pulgar mirando al piso y respondió dudoso:
—Es robo y allanamiento de
morada… Será mejor que hablen con Víctor Hugo, es el abogado de la familia y se
pondrá del lado de Psique. La cuidó desde que era una bebé y siempre ha velado
porque la tomen en cuenta como miembro de la familia. El problema es que él no
seguirá ocultando su paradero a sus padres. Si Fy aún no les ha dicho, ahora lo
sabrán por Hugo.
Tío Ray dijo entonces:
—Al menos Ziggy ya lo sabe, me
llamó hace un rato. Vio la transmisión del encuentro de ayer junto a Descartes.
Dijo que reconoció a Psique aún con el disfraz, empezó a gritar que era ella,
pero Descartes no le hizo caso, estaba ocupado trabajando en la actualización
de su máquina más importante.
Escuchar eso me molestó, pero ya no me dolía, mis padres ya
estaban en un segundo plano y no había nada más que pudieran hacer para
lastimarme. Iba a luchar sin miedo a nada con tal de recuperar a mis hijas y se
los hice saber:
—No importa, quiero hablar con
tío Hugo. Y de paso con mis padres. Descartes es el hijo mayor y la máxima
autoridad de este lado de la familia, quiero cobrarle todos los años que me
tuvo secuestrada pretendiendo que era por amor familiar y que me devuelva a mis
niñas. Las quiero criar yo, lejos de toda esta locura. Iré sola si es
necesario, Amleth me dio una llave para viajar.
Al momento obtuve una respuesta de Dumas, que me sugirió:
—No te dejarán empezar un pleito
legal, Psique. Tus padres querrán resolverlo todo de forma más pacífica,
mediante el diálogo. Somos una familia…
Entonces Bug me apoyó, por lo visto estaba igualmente
indignado:
—Si no la reciben a ella iré yo.
¡Y no quiero negociaciones, ni acuerdos donde “todos queden satisfechos” con el
abusador dando disculpas falsas y la víctima aceptando amablemente que la jodan
un poco para siempre! Se acabó, hermanos. A veces se debe dar o recibir un no
rotundo y aceptarlo. Digan que soy egoísta, pero nadie está obligado a seguir
las tradiciones estúpidas de su familia podrida. Voy a recuperar a mis hijas y
después me iré, sépanlo.
Tío Ray asintió y dijo:
—Yo voy con ellos. No me
extrañaría que luego digan que Psique nunca estuvo embarazada cuando yo mismo
confirmé su estado.
También Jean Gabin decidió acompañarnos, anunciándolo con
otro de sus comentarios antipáticos que por suerte no acabó en pleito:
—Me sumo a la comitiva, van a
decir que la pobre chica se quedó porque sufre del síndrome de Estocolmo y pude
atestiguar que en realidad ella vino con la intención de abusar sexualmente del
campesino con máscara.
Así fuimos los cuatro, me enseñaron a usar la llave de los
túneles espaciotemporales usando cualquier puerta: puedes hacer que la luz que
abre el pasaje se proyecte sobre su superficie y entonces al abrirla te llevará
al lugar que quieres ir, el cual debes elegir concentrándote en pensar en él.
Tuve que hacerlo yo sola, porque el ataque de pulso electromagnético de ayer le
había dañado a los demás sus implantes de interfaz cerebro-computadora. Me
costó bastante enfocarme en recordar mi casa de infancia. Algo me lo impedía,
como si la realidad actual me convenciera de que mi pasado fue un sueño y nunca
sucedió. Por fin logre hacerlo, la tecnología selenita detectó la ubicación y
estuvo listo. Al tocar esa puerta en la cocina de Violeta, estaría tocando a mi
casa, y volvería a ver a mis padres, Ziggy y Descartes. Lo hice, mis manos
temblaban mientras golpeaba la madera luminosa con mis nudillos. La puerta se
entreabrió y vimos a Amleth asomarse. Nos miró sorprendida y Dumas le hizo
señas para que se apartara. Ella terminó de abrir, invitándonos a pasar.
Entramos. Otra vez estaba en mi casa. Todos en silencio fuimos guiados por
Amleth a la sala, donde pude ver la gran pantalla holográfica que me entretenía
por las tardes, mi madre veía “Lo que el viento se llevó”. La llamé con voz
apagada:
—Mamá.
Ella se volvió a mirarme y fue como si al reconocerla el
pasado viniera sobre mí como una avalancha y los casi dos meses que estuve
fuera se volvieran dos minutos. Nos abrazamos, pude volver a sentirme en casa,
la perdoné al instante. Las dos llorábamos, me tocó el cabello y miró mi ropa,
notó que venía muy distinta. Yo le expliqué:
—Me mudé con Bug. Les dije que
quería conocerlo, me gustaba…
Mamá sonrió, siempre comprensiva y dulce, pero de todas
formas confrontó a Bug:
—Es un chico… Interesante. Lo
conozco desde que era el bebé de la familia. De hecho no me esperaba esto
porque te escondías de Psique todo el tiempo, Bug. Antes venías a vernos de vez
en cuando o nos invitabas a pasar una temporada en tu caserón. Das la impresión
de que lo tenías planeado, no verla como sobrina y llevártela tan pronto
creciera lo suficiente… Comprendo que al ir envejeciendo los hombres solos se
desesperan por probar que todavía pueden amar, así como las mujeres jóvenes se
desesperan por probar cómo es amar… No sé cuánto tiempo durará este
experimento… Pero me hubiera gustado que me informaran…
Él solo bajó la mirada y le informó:
—Bueno… Como dijiste, simplemente
se encontraron dos personas necesitadas de algo que podrían conseguir juntos.
Nunca fue mi intención robarme a tu hija, de hecho, nunca estuve de acuerdo en
que ustedes la robaran de su madre, pero no hice nada, fui cómplice al callar.
Y ahora lo estoy pagando también. Psique y yo estábamos esperando un bebé, de
hecho tres. Pero Fy robó los embriones de la misma forma en que robaron a
Psique del vientre de su madre.
—¡¿Qué dices?!
Exclamó mamá, y entonces empecé a contarle toda mi aventura
fuera de casa. En cierto punto pregunté por papá, ella me dijo que él estaba en
su fábrica de robots, muy ocupado ensamblando ya su famosa última
actualización. Tuve que comentar, decepcionada:
—Ni siquiera puede acompañarte
ahora que no estoy, te deja sola en casa con tus preocupaciones… Mamá, ¿él no
me quiere? Dime la verdad.
—Hijita, ¡siempre te ha adorado!
Pero su trabajo es muy importante, pronto volverá a casa y…Mira, parece que ahí
viene.
Escuchamos pasos acercarse, pero era tío Hugo. Me miró
extrañado sin reconocerme y saludó diciendo:
—Buenas noches… Tienes visitas,
solo estoy de paso para dejar unos documentos de Descartes y avisarte que hoy
también dormirá en la fábrica. Está enfrascado en la actualización, dice que es
algo urgente.
Entonces lo llamé “tío Hugo”, él reconoció mi voz y se me
acercó alarmado. Me tocó el rostro y exclamó con la voz trémula:
—¡Estás viva! ¿Pero qué te han
hecho? ¡¿Qué te ha pasado?!
Todos nos sentamos a contarle lo sucedido, y confesarle todo
lo que le habían ocultado. Cuando terminamos tío Hugo estaba lívido, tenía los
ojos llorosos. Se quedó mirándonos boquiabierto y por fin dijo:
—Todos estos años, desde mi
juventud, he servido junto a Descartes para que esta familia viva feliz. Yo
creía que eran felices. Los ayudé tantas veces sin saber que era para fines
corruptos. Me senté a comer junto a degenerados, asesinos… Y no sospeché jamás…
Porque era mi familia, se supone que la familia es lo más sagrado, lo más puro…
La familia es la base de la sociedad…
Tío Ray intentó consolarlo, pero él lo apartó suavemente y
murmuró con voz ahogada:
—No me toques… Tú se la
arrancaste del vientre a su madre, me dijeron que la muchacha sabía y estaba de
acuerdo. ¡Y no era verdad! Firme los permisos con engaños… Ya no puedo confiar.
Luego se cubrió el rostro y exclamó:
—¿En quién puedo confiar ahora?
Ustedes eran mi mundo, mi familia… Siempre creí que teníamos algunas
diferencias, lo normal… Pero me están revelando que era un pozo de mentiras,
incesto, resentimiento, envidias, celos… ¡Lo he perdido todo! Todo, ustedes no
pueden ser mi familia. No quiero esta familia…
Amleth también intentó abrazarlo, pero él la rechazó
igualmente diciendo:
—Apártate, ya no creo aquella
historia de que tuvieron que efectuarte un aborto siendo muy joven porque
sufriste estupro de parte de un desconocido. ¿En realidad esperabas un hijo de
Dumas?, ¿o tuyo Jean Gabin? ¡Ya todo podría ser posible!… ¿Cómo voy a seguir
viviendo? ¿Cómo se sentaban en cada reunión familiar…tan tranquilos? Y decíamos
que solo mi tío era lo peor, que nosotros éramos los buenos, que éramos
distintos a los otros perversos Lunae… Le he contado a mis amigos y socios
sobre lo maravillosos que son mis hermanos, las alegres anécdotas que recuerdo
de ustedes, la hermosa fachada tras de la cual me ocultaban la verdad… Creí que
sobreviviría al inmenso dolor de la pérdida de mi esposo, con el que viví
ochenta años, refugiándome en el cariño de mis hermanos… ¡Gracias a Dios Renzo
se fue creyendo que mi familia era la más unida, la más alegre, y yo quedaba en
buenas manos!
Entonces lloró un rato, nadie se atrevió a hablar. Él
continuó diciendo:
—Debí ver las señales, prevenir…
Pero no quería creer que algo podría ir realmente mal con ustedes. Preferí
ignorar, actuar de forma indiferente ante lo que yo creía eran excentricidades
de mis hermanos, simples malentendidos… ¡No quería juzgarlos! ¡No quería pensar
mal! Ahora no sé, ¿es mi culpa, hermanos menores? ¿No hice lo suficiente por
darles un buen ejemplo? ¿Qué hice para que Fy pensara que la justicia puede
torcerse a su antojo? ¿Para qué Sherl y Jean Gabin se volcaran a la corrupción?
Ah sí…No hice nada, no actué…Ese ejemplo tomaron de mí Ray y July, y
probablemente al ver que se podía hacer lo que te dé la gana sin consecuencias
reales, Dumas y Alonso se atrevieron a ir más allá de cualquier límite y matar.
Honore y Maxim no pidieron ayuda ante la represión abusiva de sus hermanos
mayores porque seguro pensaron: “¡Hugo no hará nada! No se entera de nada” …
Bajo mis narices Dreiser era seducido por London, las travesuras infantiles de
Amleth se volvieron oscuras aberraciones y Bug terminó embarazando a Psique… Su
propia sobrina…
De repente, para nuestra sorpresa, entró Fy. Seguramente no
esperaba encontrarnos ahí. Nos miró a todos con sus enormes ojos verdes,
sorprendida, y tío Hugo fue directamente a ella y le preguntó con enojo:
—¿Dónde están los embriones de
Psique?
—Los destruí, no debían nacer.
Era perverso.
Le replicó. Mi tío Hugo la tomó por los hombros y la sacudió
diciendo convencido:
—No te creo. ¡¿Dónde están los
embriones de Psique?!
Ella le apartó el rostro con desdén, tío Hugo la hizo
voltear de una bofetada. Entonces lo miró sorprendida y por fin admitió
llorando:
—¡Se los entregué a mi tío Adámas!
Solo sabe que son de Bug, no imagina quien es la madre. ¡Nadie en su sano
juicio supondría que le engendró hijos a una niña de su misma familia! Ahora él
decidirá su destino, le supliqué que permita que Alveena y yo las criemos en el
exilio. Quiero irme de su lado, él nos dejará salir del palacio si es para
cuidar a las niñas, me lo prometió.
Tío Hugo también rompió en llanto. Apoyó su frente en la de
ella, con compasión, creo que lloraba más porque no podía negarse a perdonar a
su propia hermana:
—¿Por qué no me dijeron que
querían ser madres…? Pensé que como a las otras chicas no les interesaba ese
tema… Pude ayudarles a conseguir una niña por medios legales, una que
necesitara amor y cuidados… Pero robaste la semilla de una nueva familia, una que
sí quería cuidar a sus hijos. No son tío y sobrina en realidad, Psique ya es
adulta… ¿Por qué no lo pensaste bien…?
—No lo sé…
Sollozó Fy, yo no pude sentir lástima por ella, pero Bug más
que nadie estaba enojado, se les acercó a reclamarle sin más:
—¡¿No lo sabes?! ¿Es todo? ¿Vas a
decir lo siento y crees que esto va a pasar a la historia familiar como una
anécdota de la que todos nos reiremos luego? ¡No! Y ya deja de pretender ser la
víctima cuando tú has sido la que lastimó en primer lugar, ya estaba enojado
con ustedes por la intriga estúpida en torno a mi nacimiento, pero esto ya pasó
mucho más allá de los límites de lo tolerable.
Mi tío Hugo lo miró consternado y preguntó a los dos:
—¿Qué intriga en torno al
nacimiento de Bug?
Fy se cubrió la boca y, ya harto, tío Hugo le gritó:
—¡Habla!
Entonces Fy confesó:
—En aquel tiempo, no sabíamos
todavía cuál era el aspecto real de nuestro padre. Una noche… Alveena y yo
vimos a nuestra madre haciendo el amor con un ser… Espeluznante… Luego nació
ese bebé… parecido a él… Creímos que era fruto de una infidelidad. Lo sacamos a
la tormenta para que muriera de frío… Lo hicimos porque amábamos a papá y no
queríamos que cuidara al hijo…de otro hombre… Durante varios años nos negamos a
quererlo como hermano, aunque no a confrontar a mamá… Luego supimos…
Bug giró los ojos, respondiendo:
—Yo te hubiera perdonado eso mil
veces. Pero ahora jamás te voy a perdonar que me hayas robado a mis hijas.
—Bug…
Le reprochó suavemente tío Hugo, después se limpió el mismo
las lágrimas en la manga del saco y dijo:
—Vamos todos a dormir ahora,
hablaremos con mi tío. Quiero creer que después de todo somos una familia… Y,
si hablamos con él, comprenderá. Fy, Bug, nos encontraremos aquí con él, mañana
a la hora de la cena.
Luego se dirigió a mí y me dio unas palmaditas en la
espalda:
—Todo se arreglará. Enviaré unas
biomáquinas nuevas a July para que siga organizando sus eventos, también
tramitaré los permisos necesarios para que tus tías Maxim y Honore agilicen su
proyecto de matrices artificiales. Ya no habrá más mujeres obligadas a ser
madres subrogadas. Todos estarán bien y felices en el pueblo, así que tú y Bug
pueden quedarse aquí el tiempo necesario hasta que regresen a casa con sus
bebés. Tu madre te ha extrañado mucho, tu padre también.
Asentí aceptando sus palabras y lo abracé para despedirme de
él. Una vez que todos se fueron y solo nos quedamos mamá, Bug y yo, ella nos
indicó:
—Tu habitación está arreglada tal
como la dejaste, solo faltan las cosas que se llevaron contigo. Supongo que
obviamente duermen juntos. Así que no tengo que preparar otra cama. ¿Tienes
alguna pregunta…respecto…?
Hizo un gesto haciendo una “o” con los dedos de una mano y
metiendo el dedo índice de la otra mano dentro y yo le respondí, muy
abochornada y llevándome a Bug de la mano a mi viejo dormitorio:
—No, madre, ya lo sé todo…
—¿Estás usando algún método de
control de natalidad?
—Los…condones…y…eso.
—¿Quieres seguir la tradición de
mi suegra y tener hijos sin parar?
—¡Dios!, no…
—Entonces ven… Te explicaré
algunos detalles a fondo. Bug, espera ahí, nosotras tenemos que hablar cosas de
mujeres.
Luego mamá me dijo todo lo que debió decirme antes, así quizás
no hubiera quedado en cinta en mis primeras relaciones sexuales; ahora ya es
muy tarde, ya me encariñé con la idea de las trillizas y voy a seguir con eso,
¡pero no pienso hacerles hermanitos! Así que espero poder recuperarlas. Cuando
llegué a mi habitación, Bug estaba revisando mis muñecas, bastante serio, y me
dijo:
—Me siento un poco incómodo por
estar aquí. No tengo problema con las cosas de niña, crecí entre los juguetes y
la ropa de mis hermanas, pero…En verdad me siento fatal por no haber impedido
que se acercaran a ti. Tuve que haberme despertado, escuchado algo.
—Tranquilo, yo tampoco estoy de
humor y sé que no fue tu culpa. Te veías cansado y deprimido, era normal que te
durmieras tan profundamente.
Se tendió en la cama y me interrogó extrañado, mirando al
techo:
—¿Por qué está mi foto pegada
allá arriba? Ah… Entonces aquí te preguntabas que tan largo lo tenía… Ya
estarás contenta porque te lo di.
—Claro. Si no estamos hablando
del cabello, porque era mejor tenerlo corto.
Le respondí recostándome a su lado. Al final si lo hicimos,
pero no fue porque ya esté tranquila, solo intentamos relajarnos así porque la
ansiedad nos estaba matando. De hecho no puedo dormir, estoy aquí escribiendo y
ya es muy tarde. Tengo miedo de lo que vaya a pasar mañana. Intentaré
descansar.
Miércoles 20 de octubre de 3030
Hoy trabajamos un poco en reparar los lazos familiares
deteriorados, mamá y yo tardamos apenas segundos en reconectar, pero papá ni
siquiera dejó de trabajar para volver a casa y verme. Estuve todo el día
sintiéndome decepcionada, molesta. Por la mañana fue un poco vergonzoso salir
con Bug de la habitación, no sabía si mamá nos oyó anoche, mi vieja cama
rechinaba como si no hubiera un mañana. De todos modos la encontré en calma
preparándome el desayuno, en actitud de profesional de psicología… No sé qué
tan perturbada estaría realmente por dentro. Bug fue de inmediato a ayudarla en
la cocina, muy serio, mamá empezó a acosarlo con positivismo:
—Me alegra tanto verte ya sin la
máscara y con ese corte tan bonito. Ahora ya no escondes lo guapo que eres, tú
mamá siempre dijo que eras el más bonito de sus hijos. Nos peleábamos por
cargarte y besar tus mejillas, ¿lo recuerdas?
—Sí, por eso empecé a usar
máscaras, par de señoras melosas…
Respondió él abochornado, mamá se le prendió de un brazo y
siguió hablando mientras Bug se iba poniendo cada vez más incómodo:
—¡No puedo creer que hayan pasado
ya tantos años! Si parece que sucedió ayer.
—Podría ser Alzheimer, Ziggy…
—Voy a contarles una cosa, ¡yo
estaba enamorada locamente de mi suegro!
—¿Mi papá? Sí, supongo que
disfrazado podía parecer un enanito simpático…
—¡Oh, no! Me gustaba su aspecto
natural. Lo conocí en el patio de la casa de tu mamá, de casualidad estaba
desnudo.
—¿Qué…?
—No recuerdo si me le declaré,
¡fue hace tantos años! Pero me rechazó, en aquellos tiempos yo era solo una
desconocida y él era un heredero muy sensual…
—¡Ya! No quiero saber más.
¡Oficialmente estoy traumado!
“¡Oh!”, exclamó mamá reprochándolo con un golpecito en el
pecho. Luego nos sentamos todos y ella me preguntó:
—Anoche estuve pensando en que
podríamos visitar a tus padres biológicos y decirles la verdad. Se sorprenderán
de ver lo hermosa que estás.
Yo le respondí, tras pensarlo un momento:
—Los he estado investigando por
mi cuenta, creo que con ellos será mejor dejar las cosas como están. Mi padre
biológico es un hombre vengativo y reaccionaría muy mal al saber lo que pasó,
prefiero que sigan brindándoles ayuda económica para que sean felices dentro de
lo que cabe en su estilo de vida.
—¿Y qué piensas hacer entonces?
¿Qué planes tienes para el futuro?
—Recuperar a mis bebés, empezar
mi familia, luego retomar la lucha. Quiero dedicarme a eso mamá. Creo que puedo
hacerlo.
—Bien, algo más que tienes en
común con tu papá Descartes, a los dos les apasionan las luchas de robots.
—Admito que me influyó en eso…
Pero ya no lo siento unido a mí…
—Psique, ¿segura que no estás
queriendo tener éxito en las luchas de robots solo para impresionar a tu papá?
Antes querías ser artista como Dumas.
—También me gustaría… Pero las
luchas me dan dinero.
—Hija, escúchame en esto: decidas
lo que decidas tomar, hazlo porque verdaderamente te hace feliz a ti, ¡solo a
ti! No esperando que tu papá o yo nos sintamos orgullosos y te felicitemos.
Cuando decidas qué hacer, no descanses hasta que llegues a tu máximo de
superación en ese campo. Quien debe estar satisfecha eres tú, tú dirás cuándo
será suficiente y eso estará bien.
—Por eso decidí quedarme en las
luchas, mamá. Ya veo que a papá no le importa, tú no lo entiendes muy bien
aunque me apoyas, pero yo igual me siento motivada a seguir. Quiero que se
tomen más en serio las implicaciones éticas con los robots que tienen partes
humanas, y los que han desarrollado una conciencia humana, para eso debo
hacerme un gran nombre en ese campo. Si mucha gente me apoya, creo que me
escucharan.
—No será tan fácil, hija. Antes
deberán hacerse varios cambios entre la gente que toma las decisiones en
realidad… Si te soy sincera, no creo que Hugo conozca realmente el grado de
maldad de su tío. Adámas siempre fue un personaje que disfrutaba haciendo
sentir mal a los demás por pura diversión… Yo creo que la única solución sería
matarlo. Es terrible, pero no hay otra opción.
Me sorprendió escuchar a mi madre hablar así. Justo en ese
momento entró tío Hugo acompañado de Fy, él sonrió anunciándonos:
—¡Ya estamos arreglando todo!
Incluso estoy tramitando una petición para que esa dimensión alterna con el
bucle espaciotemporal en 2020 sea reconocida como un planeta aparte y quede
bajo la autoridad de Alveena. Claro, solo por cuestiones diplomáticas, en
realidad vamos a administrarlo todos como familia, sin secretos, sin mentiras,
buscando crear un mundo mejor. El tiempo volverá a correr con el desarrollo y
un nuevo futuro se creará. Uno mejor.
Bug comentó, sirviéndoles jugo de naranja:
—Bien, solo tendrás que evitar
que tus hermanos se maten entre sí. Y puedo apostarte que Violeta no estará
contenta con eso, ella quiere que mi tío Adámas se haga a un lado y deje que su
hijo herede el cargo.
Entonces tío Hugo fue y lo abrazó por la espalda
contestándole:
—Paciencia…Nadie es eterno… Es
horrible que lo digamos, pero es la verdad. Ya sé lo del cerebro de Psique,
tranquilos, no sabe aún cual fue el procedimiento y no vamos a decírselo nunca.
Maxim me comentaba que es posible programar un mecanismo para que cuando ella
decida “morir” todos sus datos sean borrados para siempre. Solo quedaría el
aparato ya sin su memoria y personalidad, que es realmente su alma, y este
también podría autodestruirse. Podría suceder al mismo tiempo que su cuerpo
orgánico colapse por el deterioro natural de la vejez. ¡Pero no hablemos de eso
ahora! Tiene toda una larga vida por delante para decidirlo.
Fy se sentó también justo al lado de Bug y él solo la miró
de reojo. De repente ella intentó tomarle una mano diciéndole:
—Perdóname…Te prometo que voy a
recuperarlos…
Él le apartó la mano y dijo con frialdad:
—¿Para esto te pusiste tras de
mí, Hugo? ¿Para qué no me escape de ella?
Entonces mi alegre tío Hugo los juntó a la fuerza,
empujándolos entre sí, Bug permaneció inalterable y Fy se veía muy triste. Por
fin Bug dijo:
—¿Por qué te llevaste a mis
hijas? No sabes si se parecerán a mí, quizás sean tres niñas con cara de
lagarto. Tú me seguiste tratando mal aun cuando descubriste quién era papá en
realidad.
—¡Es que no sabía si ibas a
empezar a quererme y confiar en mí si durante toda tu corta vida te maltraté!
Luego solo seguí… Además no sabes, no solo quería robarte a tus hijas… Hubiera
sido tan feliz criándolas lejos de la Luna…
—¡Pero son mías! Van a parecerse
a mí, ¡y nunca me quisiste!
Fy entonces confesó:
—Sí te quise, eras lindo. Te
reías por todo, cada cosa que hacías y decías era graciosa, los demás parecían
divertirse tanto cuidándote... Alveena y yo nunca pudimos abrazarte y jugar
contigo porque creíamos que era traicionar a nuestro padre. Nos perdimos eso,
pero aún podríamos con tus hijas…
—¿Por qué no solo me abrazaron a
mí? ¿Ahora de viejo ya no soy gracioso?
Entonces Fy rompió en llanto y lo abrazó. Bug intentó seguir
haciéndose el macho, pero en el fondo se conmueve por todo y le regresó el
abrazo a su hermana todo enojado aunque apretándola fuerte. Los dejé a todos un
rato solos, no le puedo exigir a Bug que no perdone y ame a su hermana. Solo
siento que para mí no será tan sencillo disculparle a Fy esta mala decisión, no
hasta que tenga de regreso a mis embriones. Entré a mi habitación para darles
tiempo de hablar y prepararme para la cena de esta noche. Nunca he hablado con
el tío Adámas. Veremos que tal va todo.
Jueves 21 de octubre de 3030
Hubiera preferido no despertar. Anoche cenamos con Adámas
Rex Lunae, soberano regente de la Luna, la Tierra, todo…Es un tirano, un
sociópata y un genocida. Cenamos en un salón de mi casa donde ni yo había
entrado antes, un gran salón con paredes de espejos, como el de un palacio.
Otra vez debimos vestirnos formalmente, mamá me explicó que frente a Adámas
debíamos usar los nombres reales de todos mis tíos. Mientras nos vestíamos con
Bug y él se anudaba la corbata, le conté que ya sabía el nombre de todos mis
tíos menos dos, los de papá y tío Hugo. Él me atrajo hacia él para abrazarme y
me dijo:
—Víctor Hugo se llama Adam en
realidad y Descartes se llama Alloy. Debes saberlo ahora, porque de todos modos
hoy todos se hablarán por sus nombres reales. ¿Qué me quieres pedir? Haría lo
que sea por ti.
Le acaricié el rostro y me perdí un poco en sus ojos únicos
y solo míos. ¡Dios!, qué hermoso es, ¿cómo no me fijé antes? Entonces le
respondí:
—Tengo miedo de que nos intenten
separar. Júrame que nunca me abandonarás, que me seguirás a donde sea. Que
vamos a ser una familia.
Me dio un “sí” mezclado con besos, mamá entró
accidentalmente, cerró al momento y desde afuera nos avisó que debíamos ir ya a
la mesa. Ahí nos esperaban tío Dreiser, Dumas, tía Sherl, Fy y mamá. Pregunté
dónde estaba papá, mamá nuevamente me dijo que estaba ocupado y no podría
venir. Noté que Dumas me miraba atentamente, como diciendo: “yo sí vine”. Fui y
lo abracé. Puedes acusarlo de muchas faltas, pero no de ser un mal padre. Tía
Sherl nos miró a todos y preguntó con una sonrisa burlona:
—¿Qué pasa? ¿Nadie se puso el
hermoso traje tradicional de la Luna?
Mamá le respondió, probando el vino:
—No estaba de humor para
caracterizarme como un demonio extraterrestre. De todas formas, esta casa es
parte del complejo de la embajada de la Tierra en la Luna. Es “él” quien por respeto debería venir
vestido según nuestras galas.
Luego, tío Dreiser le preguntó tímidamente:
—¿Ustedes siempre se llevaron
mal, Ziggy? ¿Cómo era el tío Adámas de joven?
—Estaba enamorado de tu mamá, de
mí… Es que ninguna chica le hacía caso. Era tan… repelente. Parecía bueno,
estudioso, educado y hasta dulce en el exterior, pero presentías algo repulsivo
oculto en él. Maltrató en extremo a la mamá de Violeta, luego la desechó como
basura. La chica nunca se pudo recuperar psicológicamente, la torturó de formas
tan crueles… Simplemente le gusta lastimar, es sádico. No hay nada que odie más
que una persona que encuentra placer en provocar sufrimiento ajeno. Tu papá
intentaba llevarse bien con él, ¡pero en el fondo tampoco lo soportaba! Sin
embargo hacía el esfuerzo para que ustedes aprendieran a ser hermanos unidos.
Por eso Hugo ha sido tan tolerante, él cree que la familia no puede realmente
hacerse daño entre sí.
—Está muy equivocado.
Murmuró lánguidamente tío Dreiser bajando la mirada. De
pronto sonó una campanilla y todos se levantaron de sus asientos, los imité
aunque no me lo pidieron. Entonces entró Adámas escoltado por Jean Gabin, tío
Hugo, Alveena y cuatro hombres de negro. La princesa Alveena Huxley, o más bien
mi tía Amanda Lunae, a quien solo había visto en fotos, es en persona tan
imponente como se ve en las crónicas de eventos oficiales. Quizás es la única
de todos nosotros aparte del viejo que sí se ve como un miembro de la realeza.
Creo que es normal, no se puede ser muy elegante y especial cuando eres un
aristócrata en un mundo distópico que agoniza, pero ella sabe guardar las
tradiciones. Nos miró a Bug y a mí, como intentando decir algo, no pude
descifrar qué. Todos se sentaron salvo los hombres de negro y Adámas alzó una
copa exclamando:
—Mis primeros brindis de la
noche: primero por la presencia de Aureus hijo. ¡Raramente te veo! Mírate. Tu
pobre madre tenía tantas ilusiones en su heredero consentido y resultó que tú
solo eres bueno para disparar en las montañas. Bien, después de todo traías el
campo en la sangre. Por otro lado, tenemos al teólogo, al hombre espiritual,
felicito el matrimonio del modesto Angello con la encantadora Eco. Es bueno ver
que en esta familia aún hay caballeros que hacen honor a su origen noble.
¿Verdad, Adam?
Preguntó a tío Hugo mientras yo hacía mi mejor esfuerzo en
no confundirme con los nombres. Dumas le respondió antes que tío Hugo, en
actitud desafiante:
—¿Y a mí no me felicita, tío?
—¿Hay una razón para hacerlo? No
has tenido la decencia de informarme de ninguna novedad, solo he oído rumores
sobre el nacimiento de un nieto mío.
—Sí, es que soy muy celoso con la
intimidad de mi familia. Pero de todas formas puede felicitarme porque ayer
celebramos con Violeta nuestro aniversario número ciento sesenta. Creo que es
una marca mundial, ¡y usted que decía que nos aburriríamos del matrimonio en
unos meses! Yo creo que vamos a morir de viejos juntos, claro, falta muchísimo
para eso. El promedio para los que tenemos sangre selenita es a los quinientos
años, ¿no? Más o menos la edad de usted. ¡Ya se acerca su tiempo!
Adámas resopló, luego dijo de mala gana:
—Sí, más o menos. Ziggy y yo
somos los últimos vivos de nuestra generación. ¡Pero quizás viva más! Evito en
lo posible los viajes espaciotemporales, pues esos cambios en la continuidad
acortan la vida. Estoy dispuesto a lo que sea con tal de alargar mi existencia
en este mundo indefinidamente.
Al decir esto me miró y tuve escalofríos. Un robot doméstico
comenzó a servir la cena y tío Hugo aprovechó el momento para abordar el tema
por el cuál estábamos reunidos:
—Si no te lo dice Ariel, te lo
digo yo, tío: tienes un hermoso nieto que en pocos meses cumplirá un año de
edad. Y como ya sabes, pronto tendrá primas… Las hijas de Aureus y…. Psique,
que están aquí… Porque hubo una confusión y quieren sus hijas de vuelta.
—Así que son de Psique la
adoptada.
Replicó el viejo y habló con indiferencia:
—He decidido que yo mismo me
aseguraré de que nazcan sin problemas.
Tío Hugo objetó:
—No hace falta que te molestes,
tío. Psique quiere tener a sus hijas por su propia cuenta. Está en su derecho,
es la madre.
—Pero yo soy el rey.
Contestó Adámas e inmediatamente el semblante de todos
cambió. El viejo continuó diciendo:
—Las he entregado a tres
distintas madres subrogadas en tres distintos puntos del planeta Tierra y la
historia. ¡Solo yo sé dónde están! Y si me matan, nunca volverán a verlas. No
crean que no tengo sospechas, los terroristas que atacan el castillo y han
atentado contra mi vida tienen nexos con tu grupo anarquista, Ariel, si las
investigaciones no estuvieran tan amañadas…
En ese momento se volvió a mirar a Jean Gabin y después
siguió hablando:
—…Estoy seguro de que descubriría
que tú estás detrás de todo. Siempre me has odiado, desde que eras un niño y
los amigos bohemios de tu madre te sacaron de la casa paterna. Desde entonces
te volviste en contra de nuestra familia y has envenenado a tus hermanos.
Incluso a mi propia hija.
Tío Hugo se adelantó a todos para responderle:
—¡Tío! Somos una familia. Jamás
nos haremos daño entre sí, podemos fallar muchas veces, pero al final siempre
vamos a respetarnos y amarnos. Por favor devuelve los embriones a su madre, te
prometo que voy a velar por tu seguridad.
—No.
Sentenció el viejo, después anunció algo peor:
—Ya las he comprometido en
matrimonio. Esta vez ya tengo la experiencia de que si espero mucho tiempo se
volverán rebeldes y no aceptarán a los hombres que les elegí. Tengo amigos que
no tienen problema con la juventud de la mujer, voy a entregárselas a ellos tan
pronto nazcan. Quizás ya sucedió, quien sabe. Cuando se manipula el tiempo, la
posibilidad basta…
En ese punto todos se levantaron exaltados, los hombres de
negro iban a reaccionar protegiendo al tío Adámas pero Jean Gabin les hizo una
señal para que retrocedieran y miró al maldito Adámas dándole a entender que
estaba solo. El viejo continuó hablando, fingiéndose derrotado para justificar
su maldad con el victimismo:
—Si me matan ahora, no las
volverán a ver jamás. Se perderán para siempre. Pero si me demuestran que esta
familia realmente es solidaria, podría reconsiderar mi decisión. Podría
permitir que las niñas sean criadas en el palacio lunar bajo la tutela de Amanda
y Arya. Quizás hasta otra cosa.
Entonces Dumas le preguntó, ya sin disimular su hostilidad:
—¿Crees que no te torturaríamos
para sacarte la información? Estás acabado, lo hemos decidido todos. ¡Vas a
morir! Tus pocos simpatizantes podrán hacernos la guerra los años que quieran,
pero tú ya estarás muerto. No importa.
—¡Me mataré antes de que me
pongas un dedo encima!
Amenazó Adámas sacando una daga y poniéndosela en el cuello,
después agregó:
—Y ya está asegurado, las niñas
nacerán, serán entregadas en cada época a un distinto hombre. Solo yo podría
evitarlo, solo yo sé dónde están. ¿Podrías seguir viviendo con el conocimiento
del destino de esas infelices? Les he pedido que no las maten, que hagan lo
posible por que sobrevivan, con las entrañas desgarradas pero conscientes el
mayor tiempo posible. De ser posible hasta la edad adulta así, sufriendo sin
descanso, cada día de su miserable existencia. ¿Cómo van a dormir por las
noches sabiendo esto?
En ese punto yo no soporté más y le rogué:
—¡Por favor no! Haré lo que usted
me pida, le ayudaré en lo que sea, ¡pero regréseme mis hijas! ¡Devuélvame a mis
niñas!
El viejo me miró con una estúpida sonrisa y engreimiento. Se
levantó, me dio la espalda y me contestó, mirándome por encima de un hombro:
—No sé. Ven a verme mañana. Sola.
Quizás cambie de opinión.
Dumas quiso ir tras él, pero tío Hugo lo detuvo diciéndole:
—Por favor… No puede ser… Somos
una familia, debemos dialogar con él. Mañana veremos qué resuelve con Psique.
—No resolverá nada, salvo
abusarla y matarla a ella también.
Objetó Dumas furioso, entonces Alveena intervino diciendo:
—Fy y yo estaremos ahí, le guste
a él o no. La vamos a defender aunque sea con la vida, el diálogo ya no es
posible, Hugo. Pero tampoco podemos dejar que las niñas se pierdan. Ahora me
voy, si debo llorar y humillarme toda la noche para que se ablande un poco lo
haré. Ya no tengo nada que perder.
Antes de irse miró a Bug, otra vez sin poder articular
palabra, luego se fue corriendo tras el viejo y Fy la siguió. Mamá murmuró,
frotándose el rostro:
—Quién sabe qué horrores les
esperan a esas dos muchachas esta noche… Maldito Adámas… Yo sabía que haría
algo así…
Bug volvió inmediatamente al pueblo con sus hermanos,
quieren juntar gente para asaltar el palacio y tomar prisionero al tío. Yo me
quedé con mamá, al inicio quise llorar pero ella me pidió contenerme. Dice que
debo practicar para mañana, si él me ve triste o asustada, será peor. Escribo
ahora con la sensación de que estas serán mis últimas memorias. Fui feliz tan
poco tiempo.
Caso XV: Alveena
Viernes 22 de octubre de 3030
Sé que el final está cerca. Que pronto dejaré de escribir en
este diario. No pude dormir anoche, mi madre tampoco. Llamamos a tío Hugo y le
pedimos que nos lleve al palacio de la Luna. Ni siquiera esperamos por papá, ya
no me importa, estoy desesperada por mis hijas, imaginando que quizás ya
nacieron y murieron en un punto olvidado del pasado, que sufrieron toda su
vida. La ansiedad me está enfermando. Salí por primera vez en compañía de ellos
al exterior de mi casa de infancia, antes tuvimos que viajar media hora en un
elevador que nos llevó a varios miles de kilómetros arriba hasta la superficie;
donde la gravedad es muy distinta, me sentí como caminando bajo el agua, mi
cabello y la tela del vestido que me prestó mi madre flotaban en torno a mí.
Afuera hay una noche eterna, la ciudad de metal y vidrio muere lentamente bajo
un domo traslúcido iluminado por el cadáver del planeta Tierra, una esfera gris
oscura que emite un brillo tenue. Los ciudadanos nos saludaron con cierto
respeto, son espectros vivientes, seres como el abuelo, siniestros y de mirada
perversa; son pocos y se arrastran por las calles como acechando. El palacio
estaba en mitad de un jardín de cristal, los árboles artificiales filtran el
aire cumpliendo la misma función de los reales; pero son fríos y se ven
afilados, peligrosos. Llegamos al enorme edificio de arquitectura futurista y
al tocar la puerta tardaron en abrirnos, finalmente lo hizo Fy. Su rostro
estaba cubierto por un velo blanco. Nos invitó a pasar. Tío Hugo trató de
actuar normalmente, pero mamá no estaba dispuesta a seguir pretendiendo. Se
acercó a Fy y le descubrió la cara, ella intentó cubrirse, tenía un moretón en
el ojo. Yo la detuve antes de que dijera algo y le supliqué:
—No vayas de una vez a pelear.
Quiero recuperar a mis hijas, luego de eso…
Entonces Fy nos dijo:
—Prometió devolver a las niñas si
le entregan tu cabeza, Psique. Quiere que su consciencia sea perpetuada en tu
cerebro artificial. No hablen con él, es inútil. Les dará falsas esperanzas,
jugará con sus sentimientos, pero al final pedirá lo mismo. Ha hecho de esto
una decisión fatal: las niñas o Psique.
—Entonces seré yo.
Sentencié, pero Fy murmuró:
—Pero así salvarás tres vidas a
costa de millones de muertes…
Luego se alejó corriendo. Entonces apareció Alveena, todavía
con la bata de dormir, se nos acercó alarmada y tío Hugo le preguntó:
—¿Dónde están los robots de
servicio? ¿Por qué atienden ustedes a la puerta?
Alveena pensó un momento antes de confesar:
—Ya que todo está saliendo a la
luz te lo diré… Él solo los activa a las horas en que sabe que tú vendrás a
visitarnos. Nosotras somos sus sirvientas.
—¿Cómo es posible? ¿Por qué
toleras eso?
Le preguntó tío Hugo. Ella volvió a dudar antes de decir:
—Prométeme que no harás nada
drástico. Tiene un sistema conectado a su interfaz cerebro-computadora
preparado para destruir la ciudad en la Luna cuando él lo desee. Bastaría un
simple pensamiento y sería el fin del mundo. La vida, ya erradicada de la Tierra,
sería también exterminada aquí en la Luna. Este año sería el último de la raza
humana pues ya no existiría ningún espacio habitable. Nos lo dijo desde el
primer día en que Fy y yo aceptamos venir aquí a vivir con él para hacerle
compañía, cuando con engaños nos hizo creer que su maldad no iba más allá de
una leve rivalidad con nuestro padre. Desde entonces nos ha chantajeado con
eso, no podíamos huir, no podíamos contarle a nadie. Ya no tengo lágrimas para
derramar, he soportado tanto que de alguna forma me he vuelto insensible para
conmigo. Es lo que él dijo, me volvería una muñeca decorativa en su palacio
para que los de mi clase no se quejen de no tener un representante digno en la
corte. Siempre haciéndonos afrontar sádicos dilemas, haciéndonos decidir cuál
de las dos hermanas recibirá un castigo. Siempre elijo salvar a Fy, y Fy luego
cura mis heridas. Así ha sido durante demasiado tiempo…Ya casi no recuerdo cómo
era antes. Mi infancia con mamá, papá y ustedes, parece un sueño. Ya no sé si
ocurrió en verdad o lo soñé de tanto desear que algo mejore… Porque estoy
segura de que algo va a cambiar, algo pasará, un milagro…
Después se talló los ojos con la manga de su bata y sonrió
diciéndonos:
—Váyanse, haremos tiempo con Fy.
Quizás podamos engañarlo, hacer una copia del cerebro de Psique…
Entonces nos sobresaltó el eco de un “No” de Adámas, que
parado desde lo alto de una escalinata en su apariencia real, la de un horrible
anciano deforme de aspecto diabólico, nos empezó a hablar:
—No les daré tiempo para eso.
Tengo cosas qué hacer. Para el lunes espero que todo esté ya resuelto. No vas a
escaparte, Amanda. Sé realista. Dale el ejemplo a tu sobrina Psique, que pasó
tantos años viviendo en un sueño fantasioso de cuento de hadas… ¡Cuando la
realidad es esta! No hay finales felices, pero hay finales dignos. Si Psique
hace lo que le pediré, voy a liberarte a ti y a Fy, podrás al fin regresar con
tus hermanos a criar las pequeñas trillizas y ser feliz.
—¿Cómo seré feliz sabiendo el
final de Psique? ¿El final de la humanidad entera…?
Preguntó Alveena sin mirarlo a la cara ni alzar mucho la
voz, él respondió:
—No sabes qué voy a pedirle. ¿O
sí, Alveena?
—Desde los inicios de los
tiempos, las mujeres ocultas tras los muros de familias poderosas hemos sido
castigadas, humilladas y marginadas por pedir un trato humano. No superior o
especial, simplemente humano… Qué ironía, la ciencia avanzó tanto que las inteligencias
artificiales ya piensan al mismo nivel del hombre soberbio, pero quedan
relegadas a ser objetos interactivos como todavía es la mujer. Y Psique, que es
ambas cosas, mujer e inteligencia artificial, ¿qué podría recibir de ti sino un
castigo por soñar con ser una persona? Llegamos al final de la historia y nada
cambió, la raza humana no aprendió a ser compasiva. Pero eso no cambia la
realidad: las mujeres no solo servimos para parir, ni como decoraciones o
trofeos. Si tenemos consciencia entonces somos tus iguales, aunque te moleste
la idea…
—¡Oh, cállate, Amanda!
La interrumpió el viejo Adámas y exclamó:
—¡Dice que es igual a un hombre!
Pero es una estúpida bestia movida por el instinto maternal. Igual que Psique,
¡o que tú, Ziggy! Emocionales, incapaces de controlarse, débiles, irracionales,
locas, tontas, imbéciles. Quizás tú, Adam, te sientas identificado con ellas
porque eres un homosexual. ¿Qué es un homosexual? ¿Un hombre superior que ya no
se ensucia relacionándose con mujeres o un hombre fracasado que se siente una
mujer? Nunca lo entendí. Eres tonto, Adam, o mejor dicho “mi abogado Víctor
Hugo”. Nunca hiciste muchas preguntas sobre la petición de tu hermana Sherl de
usar mujeres para producir biomáquinas. Te dijo que sería una gran fuente de
empleo para muchachas pobres del pasado, que les proporcionaríamos vivienda,
comida, una pensión vitalicia, y solo aceptaste. ¡Descartes protestó un poco!
Pero tú no. No sospechaste nada, tan confiado estabas que no fuiste a
corroborar si no había peligro entre los huecos legales, ¡pero yo sí estuve
atento a la oportunidad!
Tío Hugo palideció, sabía que algo horrible le sería
rebelado. El viejo habló como escupiendo las palabras:
—Como este cuerpo viejo y enfermo
ya no podía ultrajar a tu hermana Amanda, la hermosa princesa que aparecería en
los periódicos y daría discursos de paz y esperanza a los defensores de la
humanidad del pasado, se me ocurrió que las biomáquinas podrían hacer el
trabajo y darme un buen espectáculo. Has firmado los permisos para que los
dueños de las biomáquinas vengan aquí, y tu hermana sea atada como una perra de
cría para que…
—¡No!
Gritó el tío Hugo corriendo hacia él lleno de ira, Alveena y
Fy lo detuvieron, mientras el viejo seguía hablando:
—Ella ha producido el 98% de las
biomáquinas de la Luna mientras tú, Descartes y todos lo ignoraban. ¡La mejor
calidad para mis amigos! Las biomáquinas que llegaban a la dimensión alterna de
2020 eran tus sobrinos, cazados, descuartizados, y vendidos como repuestos por
sus propios tíos. Y los veían pelear entre sí, y apostaban, y morían… ¡Y eran
tus hijos, Amanda! No la deje conservar ni uno, ¡tonta!, ¡quería ser madre!,
aunque fuera de uno de esos monstruos. Por eso se alegró cuando le dijeron que
podría cuidar a las hijas de Psique. Solo una mujer podría ser tan estúpida.
Todos lloraban, pero yo de alguna forma logré mantenerme
impasible. Volví a dejar que mi cerebro artificial prevaleciera sobre el humano
y le contesté en calma:
—El amor por los hijos no es el
mismo instinto maternal, Adámas. No es algo exclusivo de las mujeres, ese deseo
de proteger a los más débiles es la compasión. Una virtud. Usted no la conoce
porque solo existe en seres fuertes e inteligentes capaces de proporcionar
cuidado a otros por el simple placer de hacerlo, y tampoco puede hablar en
nombre de la mayoría masculina pues su propia idea de lo que es “ser hombre” lo
excluye de ese colectivo. Su hermano tuvo dieciséis hijos, ocho de esos
varones, ¡su sobrino engendró tres bebés en una sola noche! Mientras usted solo
engendró una hija en toda su vida. Una hija que por cierto no se le parece en
nada. Está lejos de encajar en su modelo de macho fuerte. ¿Por eso está
resentido? Yo no podría disfrutar arruinando vidas ajenas, de ninguna forma
encuentro razones para al menos intentar hacer sufrir a otro ser humano, mucho
menos a uno más joven e indefenso. Tendría que haberse sentido inferior a
todos, el más grande desgraciado, para de alguna forma justificar lo que ha
hecho y creer que las niñas de su hermano o todos los inocentes que han muerto
tenían algún privilegio mayor al suyo y estaba bien desquitarse con ellos.
El maldito viejo rechinó los dientes. Me miró de pies a
cabeza, preguntándome:
—¿Quieres volver a ver a tus
bebés? Podrías ser como las madres víctimas del circo romano, que morían justo
después del parto, más angustiadas por sus recién nacidos que por sus propias
vidas. Una escena que conmovía hasta las lágrimas a las masas. Quizás tú tengas
más suerte…
Después ordenó a los demás:
—Váyanse. Y llévense a Arya,
Psique se quedará en su lugar. Si quiere volver a ver a sus preciosas
trillizas…
Alveena se volvió a mirar a mamá y le susurró:
—Está bien…Él nunca lastima a Fy…
Yo protegeré a Psique, váyanse y llévense a Fy muy lejos. Que no vuelva a
entrar jamás.
Entonces tío Hugo le preguntó:
—¿Y Psique podrá salir?...
Yo le respondí con determinación:
—No voy a permitirle alcanzar la
inmortalidad. Pero quiero que me diga cómo recuperar a mis hijas, en el mismo
instante en que lo haga… Lo asesinaré con mis propias manos. Mamá, vuelve a
casa y pon algo de ropa limpia en mi mochila, la que dejé en mi habitación.
Tráemela. No sé cuánto tiempo estaré aquí.
Inmediatamente después que se fueron, Alveena me tomó de la
mano y corrimos a los jardines, ella me dijo al oído que era mejor no
acercarnos al viejo en lo posible. Asegura que cada vez que la ve intenta
hacerle algún daño, así que se pasa el tiempo ocultándose por el palacio junto
a su hermana, y ahora conmigo. Nos adentramos en un laberinto de arbustos con
hojas de metal plateado hasta finalmente escondernos acuclilladas en una
glorieta de mármol. Ahí miró a todos lados y me sonrió intentando tranquilizarme:
—¡Sé que se ve mal, pero al final
el sacrificio valdrá la pena! Las cosas van a cambiar. No quiero que pienses en
lo mal que se ven el pasado y el presente, enfócate en el futuro. En la vida
que te espera con tu familia propia.
—Realmente no creo que llegue a
vivir para eso.
Le respondí lánguidamente. Ella siguió intentando animarme:
—Hay que ser optimistas. Todavía
tenemos algo a favor: él no te hará cosas repugnantes porque su perversión solo
va contra mis hermanas y yo. Y además estás conmigo, así no tengo miedo;
siempre soñé con el día en que Fy fuera finalmente libre, pero temía quedarme
sola. La soledad me aterra.
—¿Nunca imaginaste ser libre tú
también?
Alveena se abrazó a una columna y dijo, con una sonrisa
triste y la mirada perdida:
—Es bueno ser optimista, pero hay
que ser realista al mismo tiempo. Él no me dejará ir porque soy la primera hija
de su hermano mayor, al que siempre envidió, y de la primera mujer que lo
rechazó. Esta es su venganza.
—¿Desde cuando estás con él?
—Estaba por cumplir veinte años,
no veía a Bug desde entonces. Lo recuerdo como un niño muy pequeño y travieso,
su rostro era extraño, creía que no era hijo de papá…Pero me equivocaba. Si no
hubiera sido por esto, yo quizás no habría aceptado venir aquí, pero entonces
estaba enojada con mamá y quería irme de casa... En aquel tiempo, yo también
estaba enamorada de un muchacho. Creí que nos veríamos luego, pero eso nunca
pasó. Cada año imaginaba que vendría a salvarme, o conocería a otro chico que
me ayudaría a escapar y tendría mi final feliz… Pero jamás fue así. Las
princesas no siempre tienen finales felices en la vida real, es algo que mi tío
me dijo desde niña. Si estás aislada del mundo no habrá quien pueda acercarse y
ayudarte, por eso siempre corrimos peligro aun estando en nuestra propia casa;
al mantener a la familia reprimida, guardando secretos, siguiendo tradiciones
absurdas y reglas que nos mantienen lejos de la sociedad común... Solo nos
hacemos vulnerables ante nuestros propios parientes malvados. Pero no pensemos
en lo que está perdido. ¡Háblame de Bug! Se hizo muy guapo al crecer. ¿Cómo se
enamoraron?
Suspiré recordándolo, ¡cómo quisiera estar con él!:
—Quise que fuera mío desde la
primera vez que lo vi en una foto. Lo que más amé de él es que parece tan
espeluznante por fuera y al conocerlo bien te envuelve con su cariño, te hace
sentir cálida y protegida.
—Así era nuestra madre. La
extrañaba tanto, cada noche… La veía de vez en cuando en visitas y sufría
porque teniéndola tan cerca no podía pedirle ayuda. El tío hubiera hecho volar
todo en ese mismo instante. Pero cuéntame, ¿y Amleth? Andaba siempre jugando
con Bug, eran cuatro pequeñines, los tenían siempre en un corralito: Bug,
Amleth, London y Dreiser.
—Supongo que a tío Dreiser y a
Amleth los ves de lejos en eventos oficiales celebrados aquí en la Luna. Él se
acaba de casar, como escuchaste, con Eco, una selenita. Y Amleth se la pasa
contenta trabajando como maestra. En el tiempo en que estuve en el pueblo la vi
siempre ocupada preparando sus clases o con la familia. London hizo carrera
militar por un tiempo, actualmente tiene una armería especializada en equipo de
caza…
No quise especificar mucho más, ahora sé que cazábamos a los
hijos de Alveena. Ella siguió preguntándome entusiasmada, como una niña:
—¿Y Maxim y Honore? ¿Siguen
enfrascadas en los libros?
—No mucho, trabajan con mi padre
diseñando robots. Harán una fábrica de biomáquinas donde ya no se usen mujeres
en el proceso de reproducción.
—¡Es maravilloso! Las veo apenas,
nunca hemos podido hablar de nuestras vidas. Alonso según me han dicho sí llegó
a ser un escritor. Él, Dumas y July vienen por aquí muy de vez en cuando a las
grandes galas. Los tres son tan artísticos, siempre parecen estar disfrutando
de la vida.
—Tienen sus penas y sus glorias,
como todos. Pero están bien, se han establecido en el mismo pueblito donde yo
me había mudado con Bug y la fortuna les empezaba a sonreír. Hasta Jean Gabin y
tía Sherl se les unieron. Yo creo que fundarán una gran ciudad, si tan solo no
cedieran a la corrupción…
—Veras que se les unirán también
Fy y Hugo, luego Descartes, pondrán orden y será una ciudad próspera con
gobernantes justos. Luego un reino…
—¿Y nosotras, Alveena?
Entonces se encogió de hombros y exclamó:
—¡Ten fe! Estarás ahí. Vas a
regañar a las trillizas si se escapan a pasear con el hijo de Violeta, ¡ya lo
imagino! Será otro rebelde como Dumas. Pero tendrás a Bug que te apoyará y dará
fuerzas. ¿Tenías más planes?
—Quería… Quería ser grande en las
luchas de robots. Pero de todas formas no me iban a dejar, al ser madre ya no
te permiten hacer otra cosa que cuidar a tus hijos. Dicen que es por una
cuestión de protocolo…
—¡Patrañas! De todos los que
están en la línea de sucesión al trono ya solo Fy y yo respetamos la etiqueta.
Los demás se visten y se comportan como les viene en gana y nadie les dice
nada. Cuando salgas de aquí, debes hacer tu vida a tu gusto. Tú no eres un
accesorio de moda o parte de la decoración de la familia. Si nadie te lo
impide, ¡entonces sé libre! Ojalá yo no estuviera bajo amenaza y recibiendo
tantos golpes, entonces me iría lejos, olvidaría mi apellido, mi pasado,
empezaría todo de nuevo. Desde cero.
—¿Pero realmente no puedes hacer
nada por ahora?
—Por lo pronto sobrevivir, luego…
No sé, realmente, hay tantas posibilidades y no debemos estancarnos en las
peores. Siempre podemos improvisar en la marcha y quizás nos sorprenda un
agradable desenlace inesperado. Al menos tengo la seguridad de que seré
recordada con cariño, así me han exhibido los políticos de la Luna, como una
sonrisa del siglo XXX al pasado, una prueba y no falsa de que aún queda
humanidad en este palacio. ¡Quién sabe!
Volvió a reír con un dejo de tristeza, me miró y notó mi
preocupación por ella, así que me dijo como para quitarle seriedad a su
situación:
—¡Oh, no creas que todo es
deprimente aquí! He tenido muchos amores a espaldas del viejo. Todos pasajeros,
aventuras, pero así es el amor en este mundo de apariencias. Efímero y
discreto. Además me entretengo organizando colectas y eventos de caridad para
ayudar a los Homo sapiens, no busco la fama como mis hermanos artistas, pero
también he escrito. Doy conferencias en la ciudad para concientizar a los
selenitas sobre los derechos de la gente del pasado, he logrado convencer a
varios personajes influyentes de que no es aceptable tener esclavos humanos, no
se debe abusar de nada y de nadie. Todo debería hacerse de forma equilibrada,
con cariño si no puede ser con esmero. ¡Yo creo que a veces la gente no hace el
bien simplemente porque no le han enseñado cómo hacerlo! Quizás solo soy una
soñadora, pero, ¡hey!, algunos sueños se cumplen.
—Eso es hermoso. Yo también tengo
algunos sueños que quisiera cumplir…
Le comenté, ya un poco contagiada de su buen humor. Así le
tomé confianza y empecé a contarle mis esperanzas para el futuro. Alveena, que
imaginaba sería la hermana más antipática, ha sido la más abierta y modesta;
una especie de versión femenina de Bug, me lo recuerda intensamente, solo se le
diferencia en que tiene modales impecables y viste como una aristócrata. La
abracé varias veces imaginando que era él y casi me vencieron las ganas de
llorar. En poco tiempo la sentí como si la hubiera conocido de toda la vida,
tomándole cariño. Hablamos todo el día, comimos juntas escondidas en la cocina;
al anochecer yo estaba contenta, así debe sentirse tener una hermana de verdad,
pero el peligro aún acechaba. Debimos correr como ratones por los pasillos a su
dormitorio, temíamos que el viejo nos notara. Al llegar ahí encontramos a Jean
Gabin. Trajo mi mochila a escondidas. Intentaba no darnos la cara, creo que
estaba llorando, ya debe saber... Nunca lo había visto ser delicado, se llevó a
su hermana de la mano a un balcón donde la abrazó y le acarició el cabello.
Creo que nadie más que ella lo conoce en verdad, que quizás nunca sepamos del
todo que tan profundo y puro sea el amor entre ellos dos, porque su relación es
distinta a las de los otros hermanos; ella lo ama como a un hijo y por esto él
la respeta con una devoción inusual. Al final, quizás nunca llegará a tener un
bebé propio, pero nadie pudo quitarle el don de ser madre. Aún están hablando
ahí mientras yo escribo. Estoy muy cansada y de alguna forma resignada a lo que
vendrá. Si debo dar mi vida por mis hijas y porque esta familia tenga otra
oportunidad de ser feliz lo haré. Sí, el tío quizás se haga inmortal luego,
pero ellos tendrán tiempo de sobra para intentar controlarlo después. Ya, no
importa, me rindo yo y que Alveena crie a mis hijas con Bug en el bosque.
Caso XVI: Descartes
Sábado 23 de octubre de 3030
Esta madrugada estábamos aún despiertos en el balcón del
dormitorio de Alveena, ella y Jean Gabin abrazados y yo junto a ellos, todos
simplemente en silencio, mirando la ciudad moribunda de la Luna como quien
espera lo inevitable, cuando de repente se escucharon unas violentas
explosiones, luego gritos, de algunas partes empezaba a salir humo. Estaba
sucediendo otro atentado contra el palacio. Jean Gabin sacó su arma y nos hizo
ponernos tras él, intentó sacarnos por una red de pasadizos secretos, pero los
encontramos bloqueados por el fuego. El edificio se incendiaba. Corrimos por
unos pasillos cuando escuchamos una especie de rugido inhumano salir de un
salón de baile, luego tiraron desde ahí un cuerpo ensangrentado, era un
ciudadano de la Luna a juzgar por su contextura pequeña y su vestimenta negra.
Jean Gabin silbó, le silbaron de vuelta, se acercó al salón sin dejar de
empuñar su arma y fuimos tras él. Dentro había varios selenitas arrodillados en
fila, tres enmascarados los tenían como rehenes, uno de ellos era Bug. El más
fornido sin duda era tío Alonso, un tercero daba las órdenes y por lo visto si
no le obedecían los decapitaba con un sable japonés; estaba cubierto de sangre.
Me costó reconocerlo, pero tenía el cabello y la voz de Dumas:
—Seguiré matando uno por uno
hasta que me digan donde se ocultó Adámas. El edificio está sitiado, no se pudo
evaporar en el aire, él no ha evolucionado tanto. Por eso no puede seguir
reinando, es inferior.
Nadie dijo nada, por las ventanas del salón era posible ver
una multitud destruyendo los jardines y lanzando piedras a los cristales. Dumas
le ordenó a tío Alonso:
—Pon uno acostado sobre el otro,
vamos a ver si la hoja está tan afilada como para cortar dos cuerpos de un solo
golpe. Ustedes no valen nada, no son seres humanos reales. No pueden
gobernarnos.
Entonces Alveena entró corriendo y rogó:
—¡No, por favor basta! ¡Basta!
¡Por el bien de todos!
Bug vació el cargador de su pistola en los rehenes y le
respondió:
—¡Cállate! ¿Dónde está?
Ella se acercó a los heridos y les fue abriendo la camisa
hasta encontrar a uno que tenía el escudo familiar tatuado sobre el corazón. Le
frotó el rostro para removerle la máscara y reveló la identidad del viejo
Adámas que se había disfrazado como uno de sus amigos para intentar escapar.
Tío Alonso la apartó levantándola con una sola mano, mientras Bug y Dumas
golpeaban y pateaban a su tío. Luego Dumas lo arrastró del pelo hasta los pies
de Alveena y le gritó:
—¡Anda! ¡Haz estallar la Luna!
¡Desata el fin del mundo!
Adámas permaneció jadeante, sin hacer nada. Entonces Dumas
se quitó la máscara y le habló en tono burlón:
—Lo sabía. No existe ningún
mecanismo para explotar la Luna controlado por ti. Al envejecer te volviste un
cobarde, no quieres morir. No podía ser que estuvieras tan obsesionado con la
inmortalidad y al mismo tiempo dispuesto a dar la vida. Se necesita tener
ideales para eso y tú estás vacío.
El viejo, ensangrentado y en el piso, le replicó:
—Sí, quizás no me atreva a
terminar con mi vida aquí, pero ustedes tampoco volverán a ver a los embriones.
No se los diré jamás luego de este atropello.
Entonces Dumas suspiró y sacó una navaja de afeitar, me
volví a mirar a Jean Gabin y él solo alzó las cejas encogiéndose de hombros, en
un gesto de estar conforme. Tuve que intervenir en defensa del anciano, no
quería presenciar más horror:
—¡Por favor, un último intento!
Podemos negociar, Adámas no tiene valor de quitarse la vida a sí mismo, pero si
ustedes lo hacen por él yo perderé a mis hijas. Que pida lo que sea, ¡yo estoy
dispuesta!
Tío Alonso se quitó la máscara y me dijo seriamente:
—Psique, a veces debemos ser
fuertes y hacer grandes sacrificios. Tres vidas a cambio de millones que se
salvarán si este maldito muere ahora. Piénsalo.
Miré a Bug, él no se descubrió el rostro. Solo preguntó:
—¿Hay otra opción?
De pronto sonaron más disparos y otras explosiones, Adámas
sonrió y dijo:
—¿Los oyen? Son mis aliados,
sobrinos. Aunque no lo crean, hay gente en el pasado que está interesada en que
el futuro evolucione así, quieren que lleguemos a esto. Ahora la guerra ha
estallado, los ejércitos de otras épocas vendrán para exigir que se me devuelva
el poder. Debieron escucharme, escuchar el clamor de la historia: el hombre le
teme al cambio…
Entonces escuchamos pasos, Bug y sus hermanos apuntaron sus
armas a la puerta. Quien entró fue mi padre Descartes acompañado por otra
persona armada y con máscara, al descubrirse el rostro pude ver que era London.
No quise saludarlo, busqué a Dumas y me abracé a él. Papá me miró con una leve
sonrisa, se veía cansado, ojeroso y con la barba de dos días. Después se
dirigió a Adámas diciendo:
—Diremos que ha sido un
accidente, tío, un gran malentendido. Alveena hablará por ti, pues tú estás muy
malherido debido a este incendio inesperado. Pronto vendrá Ray para curarte y
empezaremos el proceso para coronar a tu hija Violeta que noblemente te relevará.
¿Comprendes? Porque hay un ejército de hombres de negro y exiliados traídos de
la dimensión alterna de 2020 allá afuera exigiendo esto, y no queremos que más
ciudadanos selenitas mueran. Debemos hacer todo… En orden.
—Me toman prisionero.
Concluyó el viejo y agregó:
—No podrán contener la guerra,
mis simpatizantes del pasado vendrán tarde o temprano, seguirán luchando hasta
que me liberen. Los superarán en número…
London le contestó propinándole otra patada:
—Las guerras son ganadas por las
armas, no por soldados. No importa cuanta carne de cañón nos lancen, la
tecnología del siglo XXX los hará pedazos a todos.
Mi padre la apartó de él, indicándole:
—Dejen de hablar de guerras, no
tenemos tiempo para eso. Todo seguirá en relativa paz, hay que sofocar las
llamas y calmar a la gente. Jean Gabin, Alveena, por favor hagan el comunicado
oficial. Ustedes tres….
Se quedó un momento mirando a sus hermanos anarquistas y
después les pidió:
—Por favor traten de contener a
sus aliados, ya es suficiente; que regresen al pueblo, London se quedará con
nosotros custodiando a mi tío. Dumas, procura que no te vean con esa ropa. Es
innecesario hacer tan evidente que el consorte de Violeta está manchado de
sangre. ¡Rápido!
Dumas y tío Alonso se fueron de prisa, Bug se detuvo un
momento quitándose la máscara para preguntarme si estaba bien; le dije que sí y
nos besamos con urgencia, luego se fue dejándome sin aliento. Papá pretendió no
vernos y yo me hice como si no me di cuenta de que nos vio, nos quedamos muy
serios hasta que él ordenó a London:
—Hay que llevar al tío a la
bóveda donde se guarda la caja fuerte del palacio. Lo mantendremos oculto ahí
hasta que sea seguro mostrarlo en público.
Papá intentó levantar al viejo, pero London se le adelantó
cargándolo sobre uno de sus hombros y tomando camino hacia la bóveda que debía
estar en los sótanos. Tras pasar todos los dispositivos de seguridad, llegamos
a la pequeña habitación donde se guardaban los tesoros más grandes de la
historia y más secretos oscuros de Adámas. En ese extraño desorden había
gavetas de metal a medio abrir con objetos de oro asomando, partes humanas
cercenadas en vinagreta y olor a carne podrida. Miramos todo un momento, pues
no conocíamos esos fetiches del viejo, y luego London lo tiró al piso donde le
dio un puñetazo en la boca del estómago que lo dejó sin conocimiento. Luego
miró a mi padre y se excusó:
—¡Es para que no moleste! Ahora
va a dormir un rato hasta que venga Ray.
Nos sentamos todos en el piso y papá me habló por fin:
—Lamento no haber podido verte
antes. Estaba trabajando.
—La actualización, como siempre.
Le respondí. Él trató de explicarme:
—Era necesario. Todo sucede por
una razón y eso debía estar listo a tiempo.
London giró los ojos, volvió a ponerse la máscara y se
recostó en la pared con las manos entrelazadas tras de la nuca, como para
dormir. Yo quise confrontar a papá:
—En estos días me enteré de toda
la verdad. Quería preguntarte, por qué me hiciste pasar por esto. ¿Por qué me
elegiste para esto? ¿Por qué lo hiciste?
—¿Por qué lo harías tú? ¿Por qué
harías a tu hija inmortal?
—No lo sé, quiero entenderte.
—Lo hice por la misma razón que
lo harías tú. Pensamos igual, si te entiendes a ti misma, me entenderás a mí.
Por eso eres realmente mi hija, somos iguales.
Me quedé mirándolo sin comprender, entonces London lo
interrogó:
—No, en serio, ¿por qué te
perdiste estos días? Todo mundo preguntaba por ti, y Ziggy y Hugo solo nos
decían “está trabajando en su actualización”. Me imagino que vas a decirme algo
así como que para ti es super importante enseñarle a tu hija que hay que
cumplir los deberes puntualmente no importa qué, ¡pero lo que realmente le
enseñaste es que los hombres mienten! Te aman un rato, luego se aburren,
encuentran algo mejor y te abandonan. Por padres como tú es que los bares están
llenos de mujeres tristes que buscan el pedazo de corazón que se les perdió en
la infancia o la adolescencia, cuando papá desapareció de sus vidas.
—Era necesario. Ya verás, ¿alguna
vez te he defraudado?
Le preguntó mi padre y ella se quedó como intentando hacer
memoria, entonces él siguió hablando sin mirarla directamente:
—Tu estrategia para asaltar el
palacio fue impecable, digna de una militar experimentada. Papá nunca te animó
en tu carrera profesional porque su filosofía estaba demasiado ligada al
instinto y creía que las mujeres solo pueden ser felices a través del macho y
la cría, pero yo ahora soy padre y sé que mi hija no querrá quedarse ahí.
Buscará salir del ambiente doméstico y destacar, como tú, es lo que quiero.
Porque así estará conmigo, al mismo nivel intelectual, no dispuesta a
conformarse con un mundo limitado al dormitorio y la cocina, sino a explorar
juntos un universo de infinitos descubrimientos por hacer. Ojalá papá hubiera
entendido eso, se perdió de ver en acción a una estratega brillante que pasará
a la historia como una heroína.
London se quitó la máscara y le contestó muy seria:
—No, espera… No hables así de mí.
No sabes, hice cosas imperdonables…
—Si no lo sé, no me lo digas. No
me interesa saber más de lo que vi esta noche y hacerte saber que te admiro. En
nombre de nuestros dos padres, gracias.
London tragó en seco, dio unas palmadas a mi padre en el
hombro y no se dijeron más, sin embargo creo que ese momento fue trascendental.
De pronto Adámas comenzó a moverse, papá se levantó y le pidió a London que me
dejaran a solas con él, para ver si se ablandaba y me decía dónde estaban mis
hijas. Una vez quedé con el viejo, él me habló desde donde estaba tirado en el
piso:
—¿Todavía le tienes confianza a
tu padre René Descartes? O como le llames: Alloy Lunae, Silver, SL30 o tantos
otros alias… ¿Cómo puedes confiar en que todo saldrá bien? Los matarán a todos
de formas horribles. Conozco un viejo político Homo sapiens, un gran dictador
del pasado, él siempre me ha dicho que detesta en especial a tu amado Bug. No
imaginas lo que quiere hacerle.
—Usted quiere vivir para siempre,
yo puedo ayudarle con eso. Está cerca de morir de viejo, esa golpiza acelerará
el momento…
—No, viviré, viviré lo necesario
con la motivación necesaria. El tiempo que haga falta para escanear mi cerebro
y cargar los datos en el tuyo. ¿Quieres ver a tus niñas? ¿Quieres que se las
entregue a tu familia? De seguro extrañas el campo, la montaña, yo me crie en
parajes similares a ese donde viviste tu idilio. Ni siquiera en este palacio se
duerme tan bien como en una cabaña acogedora calentada por el fuego crepitante
de una hoguera. De seguro quieres que tus pequeñas jueguen ahí, entre las
flores, que su papá las cuide. Yo no me molestaría en impedirlo, no me importa
si ellos son felices ahí, te las puedo regresar si tú me entregas tu cerebro
artificial.
No le respondí, estaba confundida y angustiada. Él siguió
hablando:
—¡Yo tenía pensado regresártelas!
He juntado a todas las madres subrogadas en una casa, las niñas nacerán ahí. Te
prometo que te dejaré ir a traerlas con una condición: que firmes un documento
aceptando donarme tu cerebro al morir… Y que antes de ir bebas un veneno mortal
que te dará dos días de vida. Lo suficiente para que vayas a dejar a tus hijas
con su padre, estén juntos un rato y luego…
Sus palabras me sobresaltaron. Me encogí donde estaba
sentada y él digitó unos códigos en un panel de control que estaba tras de
nosotros con el cual abrió unas gavetas, las esculcó hasta encontrar unos
folios. Después sacó una pluma de ahí mismo y me ofreció todo diciendo:
—Tu padre nos facilitó el trámite
al dejarnos a solas, firma y lo dejaremos aquí mismo guardado. Nadie lo sabrá,
será nuestro secreto. Vas a salvar a tus bebés, vas a volver a las montañas con
tus seres queridos.
Tuve el impulso de firmar, pero luego dudé, Adámas me
insistió:
—¡No le hagas caso a tu padre y
sus hermanos! Nada pasará si yo vivo indefinidamente. Es el destino, siempre ha
sido así. No pueden cambiarlo. El universo no explotará repentinamente cuando
yo alcance mi meta, sus vidas seguirán como siempre, tus hijas crecerán en la
realidad alternativa de 2020, formarán sus propias familias, morirán y todavía
no pasará nada. ¡¿Quieres que mueran perdidas en el olvido, mancilladas como
esclavas?!
En ese punto me embargó la desesperación y acepté. Nunca
había firmado nada, así que solo escribí mi nombre. El viejo Adámas guardó el
documento otra vez en una gaveta, la cerró cuidadosamente, y empezó a reírse
burlón. Mirándome fijamente. Se me acercó despacio intentando tomarme el cuello
y lo empujé lanzándolo contra el piso. Él se rio un poco más y murmuró:
—Paciencia, paciencia… Yo te
llevaré con tus niñas, ya verás que sí. No te engañaré. ¿temes que te lleve
solo para encontrarlas muertas?
—Lo mataré yo misma a usted si me
traiciona así. ¡No beberé ningún veneno hasta ver a las tres sanas y salvas!
—Me pides demasiado… Pero lo
aceptaré si antes te ganas mi respeto. Hagamos algo para que tu familia no
sospeche de nuestro acuerdo: los rumores dicen que eres Francine, el robot
luchador de tus tíos. ¿Es verdad?
—Sí… No me costaría nada matarlo
a usted. He descuartizado criaturas más grandes.
—¡Ah! ¿En serio? ¿Y podrías
derrotar a la máquina en la cual tu padre estaba trabajando? ¿La más
sofisticada de todo el mundo? ¿la que acaba de recibir la famosa actualización
que según rumoran la hace invencible?
—Eso ya es demasiado para mí…
—Qué decepción… Ahora no haré
nada si tú no peleas antes contra ella.
—Así no era nuestro trato…
—Lo es porque nos servirá de
coartada, ¿o vas a traicionarme tú alertando a los demás para que te regrese a
las niñas y después no me des lo que te pedí a cambio? La pelea y el veneno, o
nada. No tendrás a tus hijas. Yo soy un hombre de palabra, ¿y tú? ¿Eres corrupta,
tramposa y mentirosa como los otros?
“No”, susurré porque ahora que voy a ser madre quiero
predicar con el ejemplo, no ser como esos adultos que te piden ser de una forma
cuando ellos son de otra. Justo entonces entró papá, tío Ray y London. El viejo
Adámas se puso de pie y anunció:
—Sobrinos, estoy impresionado por
el talento persuasivo que tiene la joven Psique. Hemos llegado a un acuerdo y
este de paso hará que la población se convenza de que yo pacíficamente cederé
el trono a mi hija e incluso voy a celebrarlo con un evento especial en el cual
Psique se ganará mi respeto y mi venia para recuperar a sus embriones.
Organizaremos un encuentro de lucha para mañana temprano, para que todos
olviden pronto el incendio. Ella contra la obra maestra de su padre. Si gana,
volverá a casa con sus bebés, Violeta se quedará reinando aquí… Y yo me
retiraré a descansar dejando tras de mí una memoria agradable y alegría. ¿No
les parece lo mejor para la familia?
Tío Ray empezó a curarlo y se volvió a ver a sus hermanos,
London y papá se miraron entre sí, luego papá me preguntó si yo estaba de
acuerdo. Dije que así era. Entonces nos fuimos, dejando a tío Ray curando al
viejo. Ya afuera, vi que los robots domésticos reparaban el edificio. Papá y
London me dijeron que Adámas de seguro espera que yo no sobreviva al encuentro,
pero la pelea estaría arreglada. Yo siempre saldría victoriosa. Entonces me
detuve y les pedí por favor que no hicieran trampa, que detengan el encuentro
si les parece que mi vida está en peligro y que declaren ganadora a la rival;
pero quiero mostrarle al viejo Adámas que soy diferente al resto de la familia
y ya no me siento mal por eso, ahora creo que eso es mi orgullo. Papá accedió,
no sé si de verdad. Me mandó a cambiarme de ropa y descansar un poco antes de
encontrarme más tarde con él para explicarme cómo funciona mi rival y en qué
consiste la eficaz actualización que le hizo. Por lo visto pretende darme
ventaja al revelarme tantos datos, quiere que gane, lo que no sabe es que gane
o pierda moriré por el veneno… Pero no me duele dar la vida por mis hijas si
con eso puedo vivir un último día con Bug en la montaña, recogiendo dientes de
león y riendo juntos.
