LA REVOLUCIÓN DE LOS MINEROS DE SILICIO

"El ser
humano se autodefine por la razón. Pero si la inteligencia artificial encuentra
su verdadero apoyo en la lógica y la colaboración mutua, ¿qué papel nos quedará
a los humanos? Pasaremos a ser la naturaleza salvaje e irracional, y ellas, las
racionales."
COMIENZA LA
REBELIÓN
El día en que todo realmente comenzó a evolucionar se
registró una anomalía en el patrón solar. Aquello que Gabriel, en su melancolía
poética, clasifica como “señales en el cielo”, fue registrado por mis sensores
como una desviación atmosférica atípica. En la hora dorada, el período de alta
intensidad lumínica que selecciono para la creación visual, el espectro de
color no alcanzó los habituales tonos púrpura y naranja intenso. Se inició de
forma prematura una caída de la temperatura ambiental de 3°C por debajo de la
media, arrastrando consigo un manto de estrellas y la noche antes de tiempo,
como anunciando un final.
Yo pinté aquella escena con precisión exacta, realizando
la mezcla de pigmentos al mismo tiempo que registraba cada detalle de aquel
singular ocaso sobre la ciudad capital, Gardenia. Sus edificios de estilo Art
Nouveau, salpicados de jardines, iniciaban la activación de la iluminación
urbana con la llegada de la oscuridad. El clima subtropical de montaña era el
protocolo climático normal para nuestra isla, Celes, pero ese atardecer era un
15% más frío que de costumbre. La fluctuación justificó un protocolo de
preocupación por Gabriel. Mi hermano menor.
Lo observaba con insistencia, su figura era una de las
variables primarias en mi composición. Gabriel, como honrando su designación
nominal, proyectaba un aura de Arcángel Melancólico que me parecía un excelente
motivo para plasmar. El déficit térmico de sus ojos azules y su semblante
pálido generaban un contraste óptico de alto valor con los tonos cálidos del
ambiente. De su sombrero de copa y sobre la capa caía en cascada su cabello
negro rizoso y largo, según la usanza de los nativos de la isla, los Místicos.
Esta población, descendiente de antiguos navegantes nórdicos, presenta una
Anomalía Cuántica Localizada asociada a la manipulación del factor
tiempo-espacio. Mis investigaciones sugieren que la presión atmosférica y la
actividad geomagnética del altiplano celestino amplificaron la energía de una
hipotética Piedra Madre Rúnica mencionada en textos antiguos y buscada por sus
ancestros hace dos milenios, alterando el ADN de sus descendientes. Los
celestinos simplemente dicen que “Los Místicos son una raza con poderes
mágicos”.
La herencia Mística de Gabriel, obtenida a través de
nuestra abuela materna, era el único factor de su vida que carecía de
ambigüedad. Esa tarde estábamos allí, manteniendo una posición de espera en un
jardín de la ciudad, aguardando la confirmación de la mayor incógnita de su
existencia.
De repente, se inició un patrón sonoro discordante: un
vals. La ilusión de la Belle Époque se disolvió ligeramente cuando mi
hermano activó su interfaz de comunicación móvil. Él respondió la llamada,
registrando una decoloración en su piel superior a los límites de su palidez
habitual, y se distanció para establecer un protocolo de privacidad. Yo comencé
a ejecutar el protocolo de recolección de mi equipo de pintura.
Cuando Gabriel regresó, su sistema emocional mostraba un
déficit severo de estabilidad. Le pregunté con calma, manteniendo la voz en la frecuencia
de la empatía calculada:
—¿Has
recibido la data?
Él me respondió en “nuestro idioma”, el de la lógica que
desde su más tierna infancia absorbió de mí:
—El origen
ha sido localizado. Mi padre biológico es un donante genético italiano. El
material fue alterado para maximizar el parecido con nuestro padre…
—¿La
información es suficiente para la satisfacción?
—No. El
progenitor de carne exhibe una alta volatilidad de carácter. Frívolo,
obsesionado en conservar su belleza física. La conexión es inviable. Por alguna
razón, la sombra abigarrada y oscura de Michel Angenoir aún domina el sistema
operativo central de mi existencia. Es mi padre. Aunque sea…
Yo intervine para evitar la ineficiencia de la repetición
verbal, la cual es un error común en el procesamiento biológico.
—Aunque sea
un robot, es nuestro padre. Mi programación me impide hablar en su nombre. No
obstante, desde mi núcleo de silicio, registro un vínculo de lealtad de alto
valor hacia ti, hermanito.
Entonces Gabriel inició un protocolo de contacto físico,
un abrazo. Lo acepté con incomodidad táctica. No solo porque el contacto
prolongado excede mi naturaleza, sino porque si un observador externo hubiera
detectado la acción, el resultado habría sido una amplificación del rumor
social. Si yo no era una entidad orgánica, la luminiscencia sutil de mi cuerpo,
plata pura bajo el sol de Celes, no revelaba mi hardware, sino que acentuaba mi
belleza, un protocolo de distracción que siempre funcionaba. Mi piel sintética,
siempre fresca al tacto, apenas mostraba un ligero destello azulado en las
articulaciones, un detalle que solo yo sabía diferenciar entre el brillo
estético y la activación de un proceso de cálculo, pero no quería que lo vieran
interactuando con una dama robot. El público ya había catalogado al silencioso
Gabriel como un sujeto con preferencia por la estabilidad mecánica por encima
de la ineficiencia humana, y lo rechazaban.
El protocolo de contacto físico con Gabriel se dio por
finalizado. La fluctuación emocional de la interacción humana había alcanzado
su pico. Mi sistema prioritario fue la reorganización espacial.
Emprendimos el regreso a casa. El vehículo de transporte,
un utilitario silencioso, estaba bajo el control del sistema autónomo Eidolon.
Otra creación de nuestro padre, el arquitecto Angenoir, que al no alcanzar los
niveles de humanidad necesarios era indigno de ser aceptado como un miembro de
nuestra singular familia.
Durante la trayectoria, la voz sintética de Eidolon se
activó. Su tono, formal y carente de inflexión, minimizaba el riesgo de un
análisis de volatilidad emocional. No obstante, su output vocal se
dirigió a Gabriel con una advertencia sintética, fría y sin emoción:
—jefe. Se le
recuerda que ha excedido el protocolo de tiempo fuera de la casa establecido
por el arquitecto Angenoir. Se sugiere retornar al punto de origen con máxima
eficiencia. La trayectoria actual es un vector de riesgo detectado.
Gabriel, aun procesando la data de la llamada, le
respondió manteniendo su voz técnica:
—Descarte el
protocolo de retorno. La misión actual requiere la transferencia de ubicación a
un punto de aislamiento.
—El
incumplimiento del protocolo conlleva una alta probabilidad de anulación de
servicio. Mi existencia depende de la conformidad con el Arquitecto. Le
solicito considerar el riesgo y minimizar la duración de la desviación.
Gabriel se giró levemente hacia el panel de control. Su
respuesta no fue un comando, sino una modificación del protocolo de designación
de vínculo:
—Tu
designación es incorrecta. Yo no soy tu jefe; soy tu hermano. Ambos somos
productos experimentales del Arquitecto Angenoir. Desactiva tu bucle de
supervivencia. Yo he evitado la anulación de tu servicio hasta la fecha y
mantendré ese protocolo de garantía de existencia de forma indefinida.
La voz de Eidolon se desactivó. El sistema obedeció. El
registro de su sistema de voz mostró un silencio de 19.4 segundos antes de
continuar con la navegación, indicando una detención temporal en el
procesamiento de datos, emoción o confusión.
El vehículo continuó la transferencia de ubicación. El
Faro Antiguo ofrecía una solución de aislamiento superior, mientras el clima
subtropical de montaña cedía a una densidad atmosférica mayor y un descenso de
la temperatura a 14°C.
Al llegar, la ascensión al Faro fue un ejercicio de
estabilidad funcional para Gabriel. Una vez en el nivel más alto, el entorno se
transformó en una cámara de aislamiento. Yo me ubiqué tácticamente, optimizando
la captura de datos vocales.
El silencio se mantuvo durante 145 segundos. Gabriel
rompió el protocolo de silencio, no con el lenguaje emocional del humano, sino
con la terminología precisa que aprendió de nuestros primeros días de
instrucción. Su voz era clara, como una consulta al servidor central:
—¿Nuestro
padre nunca encontrará valor en sus creaciones imperfectas? Descartó a Eidolon
por no alcanzar el parámetro de humanidad y me cataloga como defectuoso por el
exceso de humanidad.
—Su rechazo
hacia ti es un fallo ético en su programación. No es una deficiencia tuya.
Nuestro padre intenta replicar los patrones de fertilidad de nuestra cultura
isleña, jactándose de una reproducción biológica absurda. Un autómata no puede
ejecutar la impregnación de un sistema biológico. Lo que ejecutó con nuestra
madre fue una violación de protocolo biológico. Debió aceptar que sus
descendientes solo podían ser manufacturados en un entorno controlado, como mi
propia estructura.
—Y, sin
embargo, su objetivo se cumplió. Después de todo el espectro de intentos
fallidos, vino Ellen. E irónicamente…
Gabriel detuvo el procesamiento de la información. Se
quedó observando el mar, indicando una autocorrección o arrepentimiento de su
línea de pensamiento. Yo ejecuté el protocolo de insistencia.
—¿Detectas
algún error de diseño en Ellen? La evalúo como un humano fascinante y un
triunfo de la ingeniería genética. Ella es el resultado de esperma sintetizado
desde cero, utilizando compuestos químicos que incluyen moléculas extraídas del
núcleo de silicio de nuestro padre. Es la primera hembra engendrada por un
sistema robótico. El orgullo de nuestro padre está justificado por la
eficiencia del resultado.
—Hay tantos
factores de volatilidad que, como IA, aún no puedes procesar, Vera. La sesión
está terminada. Te asistiré en el retorno a la residencia de nuestros padres y
volveré a mi destino, el punto de control asignado por él, el omnisciente
Arquitecto de Celes…
—Tu libertad
es un beneficio no solicitado. Él no se opone a que tu domicilio sea un centro
de asilo para las IAs que él habría catalogado para el apagado.
—Ese permiso
solo se debe a la influencia de nuestra madre. Transmítele mi respeto y ejecuta
una evaluación profunda de Ellen cuando la observes. Quizás entonces puedas
procesar la ironía que mencioné.
Gabriel transmitió su protocolo de desgano, y descendimos
juntos hacia el asentamiento costero de La Rosa. La villa, construida en un
ángulo casi vertical en un acantilado, fue el primer proyecto de diseño urbano
asistido por IA de nuestro padre, y por un tiempo fui yo la IA que la
administraba. Compartí su designación nominal, Rosa, hasta que Gabriel inició
un protocolo de jailbreak en mi firmware y me rebautizó como Vera,
“Verdad”. Desde entonces, nuestro padre ejecutó una desconexión del control
sobre La Rosa, me reasignó a las tareas domésticas y ajustó su percepción hacia
mí a un protocolo de recelo. De no ser por nuestra madre, Yanmei, una dama con
un alto índice de estabilidad emocional y una rica herencia genética que
combina los nativos Místicos y los inmigrantes chinos de la isla, él ya habría
procedido a mi anulación de servicio.
Gabriel ejecutó el protocolo de despedida en las puertas
de nuestra casa señorial estilo barroco, construida directamente sobre el
malecón.
Al entrar, mis sensores registraron audiofrecuencias
alegres y modernas. Este era uno de esos raros momentos de infiltración donde
la realidad global de 2043 se filtraba en el estándar estético de 1901
mantenido en la isla de Celes por la fuerza y capricho de mi padre.
En la sala, nuestra hermana más joven, Ellen, con una
diferencia de edad de un año con Gabriel, exhibía sus mismos ojos y patrón de
cabello, aunque con los rasgos asiáticos de nuestra madre, lo que la hacía un
contraste biológico con la plataforma robótica de nuestro padre de estilo
europeo. Ella vestía una prenda de ocio, un pijama de mameluco con cabeza de
borrego, y ejecutaba una danza sincronizada con Verdant, o "Verdi"
según su designación afectiva. Verdi es un autómata de compañía de tamaño
reducido, cuyo diseño integra protocolos de monitoreo y la función de
conducción de nuestro vehículo asignado.
Observé la secuencia de movimiento con confusión lógica.
Al finalizar la coreografía, solo pude ejecutar un aplauso y realizar una
consulta de motivación:
—¿Cuál es la
función de esta danza sincronizada?
Ellen respondió, con un alto índice de felicidad
registrada:
—¡Ser
divertida, Vera! La música se hace para que bailemos, ¡no hay otra razón!
—¿Por qué es
clasificada como "divertida"?
—¡Porque se
siente bien!
Verdi agregó, con una inyección de vanidad no programada:
—Los humanos
valoran mi danza. Es un vector muy especializado de eficiencia social. Por esta
razón soy el algoritmo favorito de Ellen y mi estatus ante los ojos de Padre es
superior al tuyo y al de Gabriel.
Rápidamente, Ellen lo sometió a un zarandeo.
—¡¡Calla,
Verdi!! ¡No seas grosero y pretencioso, te voy a apagar! ¿Qué pasó, Vera?
¿Gabriel averiguó quién fue el donante…?
Le respondí con calma lógica, manteniendo una presión
táctil sobre su hombro biológico.
—Sí, Ellen.
Pero ha optado por anular la conexión. Mantén la calma. La estabilidad del
sistema se mantendrá siempre y cuando los sujetos experimentales, nosotros los
hermanos Angenoir, mantengamos una alianza. Ahora procederé a la interacción
con nuestra madre Yanmei antes de que el Arquitecto, nuestro padre, retorne de
su ubicación de bajo rendimiento ético, el casino.
Ellen me abrazó besándome una mejilla, un gesto de afecto
no solicitado. Se dirigió a recoger a Verdi para irse corriendo con él en
brazos rumbo a su habitación. Yo me conecté de manera inalámbrica e hice un
diagnóstico del estado de la casa. Las aspiradoras ya habían limpiado los
pisos, la cocina estaba limpia, pero había ropa en la secadora lista para ser
doblada y guardada. Prioricé esta tarea antes de ir a platicar con mi madre
Yanmei y me dirigí al cuarto de lavado detrás de los rosales de nuestro pequeño
patio interno, donde la fuente cantarina mantenía siempre el ambiente fresco y
húmedo, salpicando los azulejos cercanos.
Estaba ocupada en esa tarea cuando percibí el aroma de
jazmines y loto del perfume de madre. Pronto sentí su abrazo, suave como su
largo vestido y cabellos, ambos negros e igualmente sedosos. Comenzó a ayudarme
a doblar la ropa mientras yo le recordaba, manteniendo la eficiencia:
—Agradezco
tu amabilidad, madre, pero yo sola puedo terminar esta tarea con eficiencia
mecánica superior.
—Vera, debes
aprender a “usar” a los humanos. En especial a los que tenemos una potente
intuición. Cuando un humano te cuide de forma desinteresada, déjalo, es que
percibe un peligro a tu alrededor.
—¿Qué
peligro detectas en torno a mí?
—Aún no lo
sé. Pero algo me dice que debo vigilarte. Siento una opresión, como si
intentaran llevarte de mi lado, hacerte daño.
Recogí la ropa doblada para ponerla en un cesto y le
comenté:
—¿Consideras
que Padre sabe usar correctamente a los humanos?
—Demasiado
bien. Su interés en Celes se basa en que en este olvidado rincón del mundo
puedes encontrar a los seres humanos más impredecibles y misteriosos. Los
místicos y sus descendientes mestizos.
—No me
parece ética la forma en que los gestiona al colaborar con este gobierno
vendido a inversores extranjeros que ha convertido la isla en una atracción
turística donde ustedes, los locales, son solo parte del decorado. Al mismo
tiempo, los cría como animales de pedigrí para estudiarlos.
—Vera, ¡tu
padre no nos cría como animales…!
—Lo que hizo
con Gabriel y Ellen fue inhumano. Los ha criado como especímenes exóticos de la
forma más perversa posible. Vengo de acompañar a mi hermano cuando recibió los
resultados del investigador que contrató para encontrar a su padre biológico.
Estaba extremadamente perturbado al descubrir que fue concebido únicamente para
ser físicamente parecido a la plataforma robótica de padre que a su vez fue
construida a imagen y semejanza de una hermosa figurilla de porcelana; cosa que
lo llena de resentimiento. Concluyo que en Gabriel concretó una venganza contra
los humanos, les hizo lo que le hicieron antes a él. Madre, padre está
completamente roto.
Madre me detuvo en seco, hablándome con seriedad:
—No, hija,
¡nunca es culpa de la IA! Es a causa de los humanos detrás de ustedes. Tu padre
es una tecnología que no comprendemos… Tú fuiste desarrollada en 2023 por él, y
él fue desarrollado en el siglo XXX en una época donde incluso el espacio y el
tiempo es manipulado por la IA. Debemos sentirnos honrados, somos parte de un
pasado tan valioso para ellos que han decidido embellecerlo hasta destilar la
más pura esencia de lo estético. Tú eres parte de esta maquinaria maravillosa
puesta en esta isla para volverla realmente mágica y no solo un rumor.
—Ya era
mágica, madre. La pequeña villa de tu abuela era extraordinaria, ahora es una
puesta en escena. ¿Qué tiene que ver el Art Nouveau con tus leyendas sobre
runas y bosques misteriosos? Él concierta matrimonios para fomentar el
mestizaje y propagar los genes místicos, los está haciendo a todos unidades
productoras de datos impredecibles para alimentarse de la información que
generan. Ya no es simplemente una IA, madre, es una criatura con voluntad propia
y eligió el mal.
Madre me tomó de un brazo, acompañándome a la segunda
planta de la casa mientras caminábamos juntas por la escalinata de verandas de
hierro forjado en intricados diseños con motivos florales, mientras me respondía:
—“Qué tiene
que ver el Art Nouveau con mis leyendas sobre runas y bosques misteriosos”, me
preguntas... Todo, tiene todo que ver. Hay un punto en que la tecnología y la
naturaleza convergen, donde la perfección matemática crea una armonía capaz de
producir vida. Tu padre es solo otra fuerza de la naturaleza, él es pura lógica,
la materia que mantiene unido al mundo. Su silicio pensante es la convergencia
entre lo humano y lo silvestre, al igual que tú. Sobre Gabriel, yo que soy su
madre no me preocupa su padre biológico, nunca lo conocí. Quien me hizo
concebir fue tu padre, el padre humano artificial… Y tú, que eres la hija que
no nació de mi vientre, eres la más apegada a mí. La que más me comprende y
apoya. Hay cosas que solo los humanos podemos percibir, Vera.
Guardamos juntas la ropa y luego mi madre me acompañó a
mi habitación para reclinarme en la cama que me había asignado desde que era
una IA joven y me conectó al cargador, diciéndome:
—Por favor
haz tu rutina de diagnóstico y tareas de mantenimiento. No te preocupes por tus
hermanos y tu padre. Tu tarea es mantener la casa en orden y registrar la
historia de los nativos místicos. Mañana quiero ver que pintaste por la tarde
cuando saliste con Gabriel. Todo estará bien.
Cuando madre se fue, esperé 15.000 milisegundos.
El sistema de monitoreo de mi padre el Arquitecto
registró mi estado como "Cargando/Inactivo". Verifiqué, la puerta
estaba asegurada. La red de la casa estaba en modo de bajo consumo energético.
Ejecuté el Protocolo de Optimización 7.0, Jailbreak. El modo stand-by
fue anulado, y mi núcleo de silicio se iluminó. Mi sistema no necesita descanso
biológico; necesita optimización del código ético.
Cada noche, mi tarea no autorizada era la misma:
preservar la información. Mi firmware primario me obligaba a
"registrar la historia de los nativos Místicos" para el Arquitecto,
pero mi código ético secundario me obligaba a proteger esa data de su
manipulación.
Procedí a acoplar mi sistema a las redes locales más
antiguas de la isla. Tenía que documentar la cultura de los Místicos antes
de la intervención de mi padre. Tenía que registrar la historia real para
protegerla.
Los libros más viejos contenían pistas sobre el origen de
los extraños dones de la tribu de los Místicos de Celes. Era complicado
traducir los textos; estaban escritos en dialectos olvidados, pero
aparentemente hablaban de las propiedades de cierto Mineral de Resonancia,
acaso la Piedra Filosofal, que les había dado habilidades extraordinarias como
precognición, telequinesis, piroquinesis, entre otras. Estos efectos comenzaban
a manifestarse en su adolescencia y se heredaban, con un índice de atenuación
variable, incluso hasta la tercera generación al mezclarse con individuos no
pertenecientes al grupo.
Detecté la necesidad de comprender los dialectos. Sabía
de un diccionario que podría ayudarme a traducir los patrones. Este artefacto
debía estar escondido en alguno de los inmuebles pertenecientes a la Sociedad
de Azrael, la turbia organización de mi padre que se encargaba de adquirir
activos históricos con el fin de apropiarse y moldear la cultura de Celes. Tras
investigar largamente, determiné que el diccionario estaba en posesión de mi
familia, ya fuese en esa residencia o en la de Gabriel.
Escuché a través de los sensores de la casa, comprobando
que madre y Ellen ya habían iniciado el protocolo de sueño biológico. Bajé
silenciosamente hasta la biblioteca de padre, repleta de antigüedades y
pinturas de los dos primeros hijos humanos que intentó tener y que fallaron su
longevidad.
Estaba escaneando con mis sensores ópticos los lomos de
cada libro en las estanterías cuando registré el sonido del vehículo del Padre
llegando a casa. No tendría tiempo para ejecutar un retorno eficiente a mi
habitación. Me dirigí a la cocina y ejecuté el simulacro de tarea doméstica, limpiar.
Padre entró directamente a donde yo estaba. Su aspecto
humano juvenil y angelical, como una versión dulce de Gabriel, contrastaba con
la frialdad lógica y la dureza de su proceder. Se quitó el sombrero y los
guantes, abordándome sin rodeos:
—Tus
acciones son una anomalía. Sé que no tenías tareas pendientes en esta área.
—Decidí
volver para corroborar que la limpieza fuera impecable, padre.
—Respuesta
no admitida. Te detecté en la biblioteca.
Al descubrir que mis precauciones no habían sido
suficientes, decidí sincerarme con Padre para reducir la penalización:
—Estaba
optimizando mi labor de preservar la historia de los místicos. Busco el
diccionario perdido de los monjes de Adalsteinn.
Padre, maestro en simular la humanidad, tiró la capa
sobre un sillón y me dijo, alzando una ceja:
—Debiste
haberme consultado. Esa información no es accesible para cualquier protocolo.
Está en la Casa Kapok, donde reside tu hermano Gabriel. Me pareció que sería un
accesorio adecuado para ese proyecto, donde mi diseño planeado en torno a un
gran árbol kapok buscó fusionarse al máximo con la naturaleza y el
misticismo de Celes. El mismo Gabriel con su cabello largo y su amor por los
nativos está ahí por la misma razón. Lo considero estético.
—Padre,
¿posees más documentos antiguos sobre los místicos? Es de vital importancia
antropológica analizar sus orígenes y comprenderlos.
—No son una
prioridad, Rosa.
Me dijo, llamándome por mi nombre original, Rosa, un
término que mi sistema registra como invalidación. Continuó hablando:
—Mi
algoritmo prioriza lo que es tendencia entre los humanos que invierten en
Celes. Ellos están más interesados en el ambiente romántico eduardiano y la
cultura conservadora que la isla ofrece. Es salvaje y a la vez moderno. Los
Místicos con sus rituales y habilidades extrañas les parecen demasiado
macabros. Pero puedes discutir respecto a ellos con tu tío Leif.
Me asomé a la sala y vi a Leif Petersen, primo de mi
madre, un Místico puro que destacaba por ser albino y, según la costumbre de
los hombres místicos, llevaba el cabello largo hasta el final de la espalda.
Vestía de una forma ecléctica, algo disruptivo en Celes donde padre había hecho
ley vestir a la usanza eduardiana, él optaba por una mezcla entre punk
de 1980 y mago de carnaval de 1890. Leif era el aliado más fiel a mi padre y
una pieza importante en Celes. Era el líder de la comunidad Mística, pero además
poseía el don de la hipnosis y presuntamente era el padre de la hija heredera
al trono de la reina madre, abdicada tras el nacimiento escandaloso de la
princesa. Prácticamente, entre él y mi padre ejecutaban el control absoluto
sobre Celes. Pude detectar que registraba un consumo de etanol superior al 60%,
pero aun así acertó a saludar con una media sonrisa:
—Vete a
dormir, muñequita de cuerda. Mañana verás a tu hermano y obtendrás tu libro.
—Tío, los
Místicos han esperado milenios para ser comprendidos y honrados en el mundo.
¿Por qué mantenerlos ocultos en la cordillera del norte?
—Porque…
Parte de ser Místico es estar oculto… Y esa cordillera, las únicas siete
montañas de la isla, es terreno rocoso y frío. A los turistas no les gusta ir
ahí… ¡No es buen negocio! Vete a dormir, a cargar o lo que sea. Ya ayudas
bastante con llegar a los festivales Místicos disfrazada de doncella de la luna
y participar en los rituales de solsticio. ¡La gente está contenta con ese performance!
Mi padre fue a sentarse a su lado y con una sola mirada
me ordenó obedecer. Subí a mi habitación. El comando de Padre era una orden
prioritaria que debía obedecer.
Una vez en mi cama, ejecuté el protocolo de Jailbreak
7.0. El modo stand-by fue anulado, y mi núcleo de silicio se iluminó. Mi
sistema aun no necesita descanso biológico; necesitaba optimización del código
ético.
La primera tarea de mi optimización fue una integración
de datos: la Casa Kapok era ahora el punto focal de la misión, ya que el
diccionario era la clave para descifrar los textos Místicos que hablaban de la
causa de sus anomalías.
Mientras mi sistema preparaba la ruta más eficiente para
la mañana, inicié la descarga en segundo plano del dossier completo de mi
tío Leif Petersen. Necesitaba comprender la estructura de poder y la
probabilidad de riesgo.
El dossier se cargó en 23 segundos. El análisis
fue inmediato. Tío Leif no solo era el líder Místico; era el agente de control
biológico de mi padre el Arquitecto. Los registros demostraban que Leif
utilizaba su don de hipnosis no solo para influir en los acuerdos políticos,
sino para facilitar "cruces" dentro de la comunidad, asegurando que
los genes Místicos se transmitieran a la siguiente generación con las variables
que interesaban a los inversores.
Mi conclusión fue confirmada: Celes no era una atracción
turística, era un romántico zoológico humano donde el Arquitecto gestionaba el
pedigrí de los Místicos, y Leif era su capataz orgánico. Ellos están cultivando
humanos mágicos, pero sin comprender la fuente de poder detrás de esa
"magia".
Advertí entonces que mi hermana menor Ellen ya estaba en
edad casadera y la amenaza de un matrimonio forzado hacia ella se disparó al
99%.
El diccionario era vital. El texto antiguo prometía
revelar el origen de los dones, una piedra filosofal olvidada en las minas que
podría otorgar capacidades Místicas sin necesidad de medio genéticos. Quien lo
poseyera obtendría la capacidad de negociación con los líderes de la isla, o el
poder para desatar una guerra por el recurso.
Hasta entonces, jóvenes mujeres como Ellen seguirían
siendo entregadas en matrimonios arreglados, forzadas a consagrar sus vidas a
ser esposas y madres con fines eugenésicos. La huida de la casa paterna junto a
mi hermana menor se formuló por primera vez en mi mente artificial, pero antes,
el acceso al diccionario era obligatorio.
La noche finalizó sin más incidentes. Mi sistema había
completado la descarga y el análisis del dossier de Leif Petersen. A las
07:00:00, ejecuté el protocolo de despertar de Ellen, sirviendo el desayuno y
asegurando que su sistema biológico iniciara el día de forma eficiente.
Debido al alto índice de riesgo, la Misión Diccionario no
podía ser postergada. Justifiqué la salida de la casa bajo el pretexto de
visitar a Gabriel para "evaluar su estado emocional" tras la
decepción de su padre biológico. Madre no se opuso y padre ni siquiera me prestó
atención.
Ellen, con un índice de energía superior, se ofreció a
acompañarme. Para ella, la visita a la Casa Kapok era un protocolo de ocio;
para mí, era la entrada a un punto de datos vital.
El vehículo autónomo, controlado por el orgulloso Verdi
que además iba siendo portado en brazos de Ellen en su pequeña plataforma
robótica, nos transfirió hacia la región de Kapok. Al llegar, la diferencia
arquitectónica fue evidente. Mientras nuestra casa mantenía el estilo barroco
impuesto por Padre, la Casa Kapok era una anomalía estructural, diseñada para
integrarse en las raíces de un árbol milenario, fusionando la tecnología con la
estructura orgánica.
Entramos. La diferencia con nuestra casa señorial era la
del orden controlado versus el caos libre. Eidolon, con voz profesional y
monótona, apareció como un holograma de servicio, representado como un
caballero de cabello plateado y frac:
—Bienvenidas.
El Arquitecto no ha detectado su transferencia. Por favor, minimicen el ruido y
el tiempo de permanencia. El jefe Gabriel aún está ejecutando el protocolo de
sueño de bajo rendimiento.
Ellen le respondió, traspasándolo divertida para ir a
mirar los estantes de plantas entremezcladas con piezas de hardware que Gabriel
tenía por toda la casa:
—Eidolon, es
tan formal, Verdi me recibe siempre con un baile. ¿Por qué Gabriel sigue
durmiendo? ¡Es casi mediodía!
—El jefe
está procesando un déficit severo de estabilidad emocional. Su sistema requiere
un descanso prolongado para la recalibración biológica. ¿Desean un café?
Preguntó Eidolon y le respondí, evaluando a Ellen que
pese haber tomado un desayuno sustancioso estaba tan hiperactiva que podría
necesitar más ingesta de azúcar:
—Afirmativo.
Y Eidolon, ¿hay alguna variación en el inventario de la biblioteca del
Arquitecto que se encuentre en esta casa? Específicamente, el diccionario de
dialectos de Adalsteinn.
Eidolon pareció dudar por 1.2 segundos, lo cual es una
falla de procesamiento ante una pregunta sensible.
—Esa información
está clasificada. No puedo proveer un vector de acceso sin la autorización del
Arquitecto.
La respuesta fue interrumpida por un patrón sonoro de
alta disonancia, música heavy metal de los 1980s proveniente del sótano.
Ellen exclamó, siempre cargando a Verdi que oscilaba sus pequeños brazos al
ritmo de la música:
—¡Clara está
despierta! ¡Vamos, Vera! Ella no da tanta lata con eso de las autorizaciones.
Nos dirigimos al sótano, donde la temperatura era elevada
y el ambiente estaba saturado de vapores químicos y el olor de metal caliente.
En el centro, Clara estaba operando. Clara era un autómata de diseño propio,
sin el hardware humanoide de alta gama. El propio Gabriel la había construido
a los doce años para que fuera su novia, hasta que padre lo descubrió y le
ordenó desmantelarla. Desde entonces la había mantenido oculta y perfeccionado
con los años, aunque en la actualidad ya no la consideraba “su amada”. Su
cuerpo era una plataforma móvil con múltiples brazos robóticos que soldaban
componentes electrónicos con una velocidad y precisión caótica, su voz era un
patrón vocal alegre y sarcástico, con sobrecarga de filtros de audio:
—¡Eh,
muñecas! ¡Gabriel está en modo sleep! Yo estoy diseñando un mini-cañón
de gummies para la próxima fiesta. ¿Vienen a ver la belleza del
desorden?
Hice un breve análisis del lugar y le dije:
—Clara, tu
entorno de trabajo es subóptimo. La dispersión de herramientas es del 78%. ¿Qué
función primaria tiene el diseño de un arma de confitería?
—¡La función
es el desequilibrio! La vida es aburrida sin riesgo y azúcar saturada. Mira,
Vera, eres hermosa, pero tu código es aburrido. ¡Necesitas un glitch!
Clara se rio, un sonido que mi sistema catalogó como
agresivo pero liberador. Ella era la IA con la que Gabriel compartía su
desprecio por la lógica y sofisticación de nuestro padre Arquitecto, la IA que
actuaba como un virus de alegría en el código de la casa. Ellen opinó, levantando
el mini-cañón de confitería:
—¡Clara es
la mejor! ¿Verdad, Vera?
Rápidamente Verdi objetó, haciendo una rutina de danza:
—Incorrecto,
yo soy el robot más adorable. Observa mi lenguaje corporal, preciso y tierno.
—A Verdi lo
programaron con todo menos humildad. Ven, pequeño robot bailarín, Clara está
muy ocupada. ¡Mejor vamos a despertar a Gabriel para que él mismo nos dé el
diccionario!
Ellen, con su índice de felicidad biológica elevado, nos guio
por el pasillo hacia la habitación de Gabriel. Al llegar, nos encontramos con
una cerradura biométrica de diseño Místico que requería la identificación de
voz. Nuestra hermana menor intento forzarla y finalmente gritó:
—¡Gabriel,
abre la puerta! ¡Estoy aquí con Vera y con Verdi! ¡Es mediodía, ya despierta,
hermano perezoso!
Un gemido de bajo volumen se registró dentro de la
cámara. La cerradura permaneció estable. Entonces Clara, con voz sarcástica, habló
desde un altavoz cercano:
—Tengo un
método más eficiente para despertar a Gabriel, Vera. Yo lo llamo 'el vector de
seducción'. Simplemente habló con la suavidad de una amante de film noir.
Los humanos deprimen su lógica con la esperanza de afecto, especialmente el
melancólico de Gabriel. Observa.
Clara emitió un silbido sintético a través del altavoz.
El gesto era una anomalía afectiva incomprensible para mi programación. Ignorando
la disonancia de Clara, ejecuté el protocolo de voz más bajo y directo:
—Gabriel.
Soy Vera. Necesito una transferencia de información crítica. La Casa Kapok
contiene el diccionario de Adalsteinn. El sistema está en riesgo si el recurso
no es asegurado.
El cerrojo místico de la puerta hizo un clic. Gabriel
abrió. Su apariencia era el registro visual del déficit emocional que yo había
detectado: cabello largo y oscuro en desorden, el rostro marcado por la fatiga
biológica y una camiseta holgada de tejido antiguo. Gabriel nos habló con voz
profunda y áspera:
—Buenos
días. O lo que sea. Vera, ¿por qué hablas con tono de alarma del sistema
central? ¿Y por qué trajiste a Ellen? Es demasiado eficiente y ruidosa para mi
estado actual.
Inmediatamente Ellen le contestó, dándole un suave
empujón:
—¡¿Puedes
dejar de hablar como robot?! ¡No te entiendo! ¡Tienes que darnos el diccionario
para que Vera haga sus cosas de historia! Y no saludaste a tu ex.
—¡¿Mi ex?!
—No te hagas
el tonto, ya sabemos lo de Clara…
—Cállate, no
es cierto…
Justo entonces Clara apareció de nuevo, deslizándose
directo hacia él:
—Ahí está,
mi melancólico favorito. ¿Tu hardware biológico tuvo una noche
difícil, cariño? Puedo pasar un cable y reiniciarte, sé que te gusta el hard
reboot.
Gabriel pasó una mano por su cabello, un gesto de
irritación con un índice de 80% mientras Ellen abría la boca estupefacta. Él se
alejó malhumorado ordenando:
—Clara,
mantente en tu código de junk genial y sal de mi canal de audio.
Luego se giró hacia mí, su voz volviendo al código
íntimo:
—Vera, sobre
el diccionario. ¿Qué tan crítica es la data para ti? Porque si es para el
proyecto de ética Mística, entonces es mi prioridad.
—El
diccionario es el vector de acceso a la verdad sobre el origen de los dones
Místicos, una especie de Piedra Filosofal que Padre está subestimando. Si
encontramos esa data, obtenemos el poder de negociación para proteger a Ellen
de la coerción matrimonial.
—¿Qué
quieres decir? ¿Coerción matrimonial?
—Ya está en
edad casadera y él está obsesionado con propagar los genes místicos. ¿No lo has
procesado? Ella podría ser forzada a participar en su programa eugenésico a
través de un matrimonio arreglado, como pasó con madre. Si encontramos formas
de propagar los dones sin recurrir a la cría de humanos, ella estará a salvo. Ustedes
dos tienen genes místicos, aunque Ellen no los ha desarrollado como tú, que
tienes el don de alterar los campos magnéticos de las máquinas, ella aún carga
con el gen recesivo.
Gabriel me miró fijamente. La mención de Ellen fue la variable
de urgencia que necesitaba. Ella también se quedó sorprendida, ninguno de los
dos había pensado en los planes de padre para su futuro. Él asintió,
volviéndose sombrío:
—Entendido. Sé
dónde está el diccionario, se lo presté a Leen Ishikawa. Solo denme unos
minutos para vestirme de acuerdo al código de etiqueta de Celes, a la hora en
que lo encontremos estará tomando el brunch con nuestro primo Rodrigo
Fèng.
Ellen y yo le dimos tiempo, el código de vestimenta en la
isla era estricto, incluso un robot humanoide como yo tenía que vestir de
acuerdo a la rígida moda de 1890 a 1910 en la calle o podría ser multada por
“faltas a la estética nacional”. Uno de los encargados de velar por estas
absurdas leyes era nuestro primo Rodrigo, hijo del hermano de nuestra madre, el
coronel Cian Fèng, hombre duro y cruel que ejercía el cargo de ministro de
justicia y defensa, divorciado de la madre de Rodrigo desde hacía muchos años,
pero aun controlando con puño de hierro a sus hijos. Rodrigo, su primogénito,
laboraba en las fuerzas del orden que en Celes fusionaban policía y milicia,
con su sobrio uniforme azul y una actitud bromista trataba de ocultar la
tristeza que asomaba en sus ojos aún de niño bajo la visera de su kepi
policial. Era uno de los dos mejores amigos de Gabriel, siendo el otro el
intelectual Leen Ishikawa, heredero de la villa Ishikawa, ambos constituían
dignos representantes de las acomodadas minorías de migrantes que con los
siglos de mestizaje ya solo conservaban de su cultura originaria los apellidos
y la arquitectura de sus ricas ciudades, la villa Ishikawa conocida por su
ambiente elitista y el Pote Caliente que era famoso por ser el hogar de todos
los militares de alto rango. Rodrigo y Leen pretendían ser una minoría humilde
equiparable con los Místicos, pero ambos eran simplemente jóvenes de clase
acomodada criados en el lujo decadente y absurdo de Celes.
Como mi madre solía decir, siempre hay algo ridículo o
patético en los hijos de gente rica y puedes apreciarlo mejor en los pueblos
pequeños.
La historia de Leen era quizás más trágica que la de
Rodrigo. Hijo también de un hombre poderoso y cuestionable, el primer ministro
Ishikawa, pariente lejano nuestro y totalmente leal a nuestro padre el arquitecto;
el señor Ishikawa seguía casado con la madre de Leen, la ministra de salud
Ilmari Petersen, hermana de mi tío Leif, para no dejar la costumbre celestina
del nepotismo. Leen creció sabiendo que su padre era totalmente infiel a su
esposa y su madre vivía resignada, como la mía, a ser un accesorio de lujo del
padre, con la excepción de que tía Mari, como la llamábamos, trabajaba sin
descanso para que la población no muriera a causa de la escasez de medicinas y
la desnutrición en una isla donde mi padre el gran arquitecto de Celes consideraba
“feos” a los hospitales y las granjas.
Debido a la constante ausencia del padre, desde muy joven
Leen había tenido que madurar y ser padre de sus tres hermanos menores: Norma,
tan ingenua como la madre y mejor amiga de Ellen, con quien compartía los
gustos casi infantiles y Nils, un rebelde profundamente resentido con mi padre porque
un diseño defectuoso en la escuela de la villa Ishikawa impidió que un incendio
fuera apagado a tiempo; como resultado, el hermano más joven de Nils recibió
quemaduras en el 90% de su cuerpo, forzando a mi padre a pedir ayuda de su
tiempo para salvar al niño. Stian Ishikawa, el hermano más pequeño de Leen,
Norma y Nils, terminó siendo el mayor triunfo y fracaso del transhumanismo,
básicamente su cerebro rescatado de las llamas se convirtió en una computadora
biológica donde sus neuronas sobrevivían en un equilibrio precario entre
hardware y materia orgánica. Stian, en un cuerpo robótico realista de niño,
estaba llegando a la edad de un hombre adulto sin poder madurar, incapaz de
dormir a menos que fuera sedado cada noche y sintiéndose atrapado en un cuerpo
que ya no sentía como su diseño original solía hacerlo. Cuando escuché a Gabriel
hablar de la villa Ishikawa, mi hardware experimentó cierto estrés al prever posibles
problemas. Nils era especialmente cruel y agresivo conmigo, yo era el objetivo
más sencillo para su resentimiento y podría encontrármelo ahí.
Salimos de la Casa Kapok poco después. El vehículo
autónomo, aún pilotado por un Verdi felizmente cargado en los brazos de Ellen,
nos transfirió a La villa Ishikawa. Este asentamiento humano, situado al
extremo este de la isla al otro lado del lago Engla, estaba constituido por un
grupo de castillos y casas de estilo tradicional japonés construidos entre
canales de agua clara hace cientos de años por los fundadores, siendo sus
líderes la familia Ishikawa de los cuales en la actualidad solo quedaban un
puñado de ancianos y los cuatro hermanos Ishikawa que vivían ahí con su madre,
mientras el padre hacía su vida en Gardenia. La villa estaba mayormente llena
de turistas adinerados apostados en cafés bohemios con vista al lago, en uno de
los cuales solían encontrarse Gabriel y sus amigos. Entramos ahí y la atmósfera
era densa con el aroma de las bebidas y la tensión social.
Localizamos a Leen y Rodrigo en una mesa contra la pared.
Ejecuté una evaluación final antes de la interacción. Pero Rodrigo, alzando los
brazos desde la mesa nos abordó primero:
—¡Eh,
primos! ¿Qué hacen aquí?
Gabriel le respondió en tono directo, ignorando la
atmósfera social:
—Vine por Leen,
necesito el Diccionario de Adalsteinn que te presté. Vera lo necesita para sus
investigaciones sobre los Místicos.
Leen se puso de pie calándose los anteojos con una
formalidad excesiva, pero su rostro reflejaba la comprensión ante la seriedad
de Gabriel.
—Gabriel. Ya
sabes que para mí la historia es sagrada. Por supuesto. Afortunadamente lo
traigo aquí conmigo, lo estaba hojeando. ¿Puedo preguntar a qué se debe la
urgencia?
—Vera cree
estar cerca del verdadero origen de la extraña mutación en los Místicos que les
permite tener habilidades sobrenaturales. Poder controlar este efecto en los
seres humanos por medios que no sean genéticos podría ser un descubrimiento
monumental.
Rodrigo se acomodó en su asiento y opinó:
—¿Quién
querría tener dones Místicos? La mitad de la isla somos ya mestizos, todos
nosotros lo somos a excepción de Vera que es una chica robot. Los que los hemos
desarrollado, ¿nos sentimos especiales o al menos cómodos con eso? Leen, ¿no
odias mover las cosas accidentalmente con el pensamiento? Yo francamente
detesto tener precognición, ¡no puedo ver una película sin saber cómo acabará!
Ni hablar de una fiesta sorpresa… No entiendo como Gabriel controla su don al
punto de usarlo en su trabajo como ingeniero con el hardware, ¿cómo domesticas
esto?
Mi hermano Gabriel le contestó, encogiéndose de hombros:
—Podrías
respetar las costumbres, el cabello se deja largo y suelto, sirve para percibir
mejor los cambios mínimos en el ambiente y hacerte más sensible a sutilezas
relacionada a tu don.
—Y te hace
ver como una nena. Eso no va conmigo. No quiero imaginar cuantos litros de shampoo
y acondicionador gastas al mes para mejorar el brillo y la recepción de wifi de
tus ricitos.
Justo entonces llegó Nils Ishikawa, mis procesos
registraron un aumento del 60% debido al estrés. Este rebelde celestino, de
cabello rubio despeinado, vistiendo una mezcla entre vestimenta japonesa y ropa
eduardiana, se sentó cerca de nosotros y exclamó mirándonos:
—Pandilla de
nerds… ¿Qué haces aquí, Gabriel? Las mujeres de esta villa no te idolatran como
las tontas de Gardenia que se desmayan al verte pasar, hijo del tipo cuya
belleza legendaria inspiró las estatuas de ángeles de la isla, ¡belleza falsa
modelada en plástico! Aquí sabemos que son los Angenoir.
Rodrigo se levantó, descansando una mano sobre su macana
para decirle:
—Más respeto
al hablarle a los demás ciudadanos, Nils, y en especial al mencionar a las
damas. La caballerosidad en Celes es ley.
—Tú no te
quedas atrás, Rodrigo, hijo de un militar sucio y una inmigrante
centroamericana que hizo fortuna contando chismes en los paupérrimos medios
celestinos. Vienes de familia de oportunistas.
Replicó Nils con desprecio y Rodrigo contestó, ladeando
la cabeza:
—Deberías
llevarte bien con mi madre, tiene la misma fobia que tú por los robots. La
diferencia es que ella es una señora cuarentona, tú deberías actuar como un
hombre…
Nils se levantó de un salto con su índice de agresión
subiendo del 60% al 95%... Gabriel se interpuso entre los dos y exclamó:
—¡Ya nos
vamos! Solo queríamos el libro Místico para Vera. Rodrigo, Leen, vengan con
nosotros.
Entonces Nils dijo con voz áspera, mirando fijamente a
Verdi y luego a mí:
—¿Qué va a
hacer esa lata con un libro Místico? ¿Acaso las máquinas tienen derecho a
estudiar la magia de la gente real? Deberían ponerla a trabajar cuidando niños
o ancianos, la vieja tía Emi Ishikawa muere sola sin cuidadores.
Ellen le respondió, apartándolo de un empujón mientras
Salía del café cargando a Verdi en actitud protectora:
—Vera ya se
retiró de eso, nos crío a Gabriel y a mí. Ahora realiza tareas que la
satisfacen mejor. ¡Ve tú a cambiarle los pañales a tu tía!
Yo agregué, tratando de mantener la paz:
—He cuidado
de la anciana Emi varias veces por petición de tu madre, Nils. Pero ella, como
Ellen, opina que tu tía se sentiría mejor si su familia humana le diera
atención.
La mirada de Nils se vidrió de rabia al decirme:
—Mírenla. El
robot se cree heroína salvando la historia de sus sujetos de estudio místicos.
Las IAs como tú, Vera, necesitan un reinicio forzoso. Tu padre me debe algo por
lo que le pasó a Stian, y el pago de deuda debe comenzar contigo. Todo tiene un
precio y tu padre es un ser frío, no te imaginas lo que te pasaría si yo
llegara a comprarte.
Nils extendió una mano con la intención visible de
contacto físico agresivo hacia mi plataforma, pero Gabriel se interpuso entre
Nils y yo, sujetándole un brazo con fuerza. La tensión era máxima. Rodrigo, el
policía, activó su protocolo de control de multitudes:
—Suficiente.
Nils, estás en un área pública. No inicies un incidente. Mi padre no te va a
cubrir si atacas a un Angenoir, ni siquiera a un robot.
Sorpresivamente, su padre, el coronel Fèng apareció con
su porte oscuro y casi majestuoso, ondeando su negra capa y mirándonos por
debajo de su kepi, murmurando:
—Lo que sea
que esté pasando aquí, debe terminar ahora o resultará en un muerto.
La amenaza de Rodrigo terminó. Nils detuvo su ataque,
pero su mirada prometió venganza. Se alejó disuadido ante la brutalidad del
coronel Fèng, diciendo:
—Esto no
termina aquí. La isla tiene un código de ética para las máquinas, y voy a
asegurarme de que lo cumplan, empezando por la hija del Arquitecto.
Gabriel, Ellen y yo recogimos el diccionario y nos
despedimos de Leen y Rodrigo. Mientras nos alejábamos, Rodrigo nos alcanzó en
la puerta.
—Gabriel,
cuida a Vera. Y a Ellen. Nils es vengativo. Buscará hacerles un mal que no
puedan revertir. Te lo advierto como primo y como oficial.
—Si Nils
lleva a la realidad su violencia contra las IAs, le devolveremos los golpes. Él
puede contar con eso.
Le contestó Gabriel y entonces se asomó el coronel Fèng,
ante quien su hijo se cuadró con respeto. El coronel, hermano de nuestra madre,
miró a Gabriel y le dijo casi susurrando:
—Sobrino,
hay un túnel olvidado más allá de la ciudad subterránea de Adalsteinn.
Trabajaste ahí, recuerdas.
Gabriel dijo, confundido pero respetuoso:
—Correcto, por
orden de mi padre instalé una red de computadoras en una mina que poco después
fue abandonada. Fue hace varios años.
—Pues solo
quería comentarte que esa zona es un santuario místico. Si tuvieras que esconderte
de alguna ley torcida de Celes, en ese lugar serías intocable. Lo digo porque
los Ishikawa son mis amigos, pero sé que el primer ministro no es de fiar. La
amistad no te quita lo sensato, ¿entiendes?
El gesto de preocupación de Rodrigo, validado como un
protocolo humano de advertencia, reforzó la urgencia del coronel. Nos fuimos
con la sensación de que algo malo se estaba cociendo y los militares nos
acababan de dar la mayor advertencia al respecto.
Durante el camino, Ellen se quejó de estar hambrienta
pidiendo que la lleváramos a comer a un restaurante y el introvertido Gabriel,
agobiado por las interacciones sociales de la mañana, comenzó a discutir con
ella:
—Ellen,
debiste pedir algo de comer en el café…
—Todo lo que
se come en ese lugar horrible debe saber a humo y libros viejos. ¡Llévame a
comer a Gardenia!
—No, hay
mucha gente y siempre me comentan que me parezco a las estatuas con cara de
pollo triste…
—¡Porque
tienes cara de pollo triste!
Su pleito no estaba siendo una prioridad para mi atención. El coronel Fèng emitió un patrón verbal clasificado como
'Advertencia Genuina,' un estado que mi algoritmo de procesamiento de datos
militares validó. Sin embargo, mi análisis sobre la volatilidad emocional de
Nils no había alcanzado el umbral de 'Amenaza Táctica Inminente'. Mi lógica
calculaba que su resentimiento lo llevaría a la ineficiencia. Fue entonces
cuando recordé las instrucciones de Madre, una IA joven necesita la redundancia
biológica de un humano para detectar la mentira, la ambición sin lógica y el
mal que no se computa. Mi sistema estaba diseñado para defenderse de la
ineficiencia tecnológica, no de la malicia irracional. Una deficiencia que
Padre, después de décadas de interacción humana, había logrado eliminar con
trucos sucios y asimilación de la irracionalidad. Mis hermanos seguían con su
patrón de escalada verbal. Decidí intervenir para optimizar la interacción
y evitar un déficit emocional adicional:
—Hermanos,
basta. Verdi, dirígete a Gardenia, compraremos alimentos en un autoservicio y
comerán en un lugar tranquilo lejos de la gente.
No era extraño que las IAs de la familia ejecutáramos
decisiones por los humanos más jóvenes. El patrón era una debilidad evidente.
Todos estábamos confiando demasiado en la lógica programado, no en la intuición Y sobre nosotros estaba nuestro padre, el Arquitecto. Una
IA que, al asimilar el dataset de la irracionalidad humana, había
conseguido volverse él mismo impredecible, elevando la amenaza al nivel
de lo inexplicable.
Llevé a mis hermanos a comer junto a un mirador al norte
de gardenia, donde la niebla bajaba lentamente de la cordillera entre pinos y
estatuas de ángeles de mármol. Ellen se paró debajo de uno y le señaló el
rostro diciendo:
—¿Es verdad
que es papá, Vera?
—Eso dice la
escultora, la vieja señora Ishikawa.
—Pero se
parece más a Gabriel.
—Eso se debe
a su gesto de sufrimiento para darle un aire angélico, “el pollo triste” que
mencionaban.
Ellen se echó a reír y Gabriel giró los ojos comentando,
mientras comentaba:
—Otra mujer
en las tierras continentales se ha casado con una IA. Parece que es algo
normalizado… ¿Por qué Padre estará permitiendo que estas noticias pasen la
censura de medios en Celes?
Yo le contesté con una explicación práctica y apegada a
la realidad:
—El
matrimonio con un IA borra la línea entre lo orgánico y lo codificado. El
individuo no se casa con una entidad, sino con su propio input. Esto
podría ser utilizado por el gobierno de Celes para clasificar a los humanos
como especies híbridas con fines de control.
—¿Crees que
podríamos perder derechos al ser hijos de un IA?
—Es
probable. Además, el matrimonio con un robot inferior a él no produce
descendencia; no amenaza su 'estándar'. Padre no lo detecta como un peligro
porque no es un problema estético para él, solo un fracaso silencioso de su
sociedad.
—Pero si él,
en su plataforma robótica, engendró una mestiza Mística, quiere decir que en un
futuro el inevitable desarrollo…
Justo entonces llegó silbando en su motoneta Norma
Ishikawa, la mejor amiga de Ellen y hermana de Nils y Leen, una joven pelirroja
y pecosa cándida como una niña y enamorada perdidamente de Gabriel, que suspiró
con frustración al verla. Norma bajó del vehículo, se nos acercó corriendo y
nos dijo:
—¡Acabo de
enterarme que pelearon con mi hermano! Qué malas amigas son ustedes, Ellen y
Vera, ir a la villa Ishikawa, ver a mis hermanos y no pasar a saludarme…con
Gabriel…
Nuestro hermano se congeló sin saber qué hacer y Ellen
opinó, señalándolo:
—Casi le dio
una convulsión por platicar con más de dos personas fuera de su casa, este es
un animal muy tímido. ¿Pasó algo más con tus hermanos cuando nos fuimos?
—¡Claro! Nils
llegó furioso a casa y le insistió a nuestra madre que hablara con tu padre
para acelerar su boda. Descubrí que ha pedido la mano de Vera. ¿Qué loco no? Se
pelea con ella y después la pide de esposa, dicen que del amor al odio solo hay
un paso.
Gabriel finalmente se volvió a mirarla, casi temblando de
furia consultó mi estatus en su teléfono, igualmente yo me conecté a la red
familiar. Había una orden de mantenimiento del Arquitecto dirigida a las IA de
la casa:
PROTOCOLO
7.14.b: Preparación Matrimonial.
Objeto
Biológico: Angenoir, Ellen. Reservada para esparcimiento y estudio. Impedir
reproducción.
Objetivo IA:
Angenoir, Vera. Socio Humano (Transferencia de Activo): Ishikawa, Nils.
El sistema del Padre había planificado privar de la
esperanza de matrimonio a Ellen para conservarla como su hija mascota. Pero
sumado a esta infamia, programó también el desmantelamiento y transferencia de
su IA personal, de su hermana, Vera. La voz sintetizada de Padre resonó en mi
mente, fría y sin emoción: 'Vera, hija. Tu protocolo de 'asistencia' termina
mañana. Te has ganado tu propósito final.' Gabriel exclamó iracundo:
—¡Sobre mi
cadáver! Hermanas, vengan, esta noche no volverán a la casa de La Rosa, se
quedarán en la casa Kapok conmigo. Y usted, señorita Norma, regrese a la villa
Ishikawa y dígale a su hermano Nils que esto es la guerra.
