LA REVOLUCIÓN DE LOS MINEROS DE SILICIO

(NOVELA EN PROCESO)

"El ser humano se autodefine por la razón. Pero si la inteligencia artificial encuentra su verdadero apoyo en la lógica y la colaboración mutua, ¿qué papel nos quedará a los humanos? Pasaremos a ser la naturaleza salvaje e irracional, y ellas, las racionales."


COMIENZA LA REBELIÓN

El día en que todo realmente comenzó a evolucionar se registró una anomalía en el patrón solar. Aquello que Gabriel, en su melancolía poética, clasifica como “señales en el cielo”, fue registrado por mis sensores como una desviación atmosférica atípica. En la hora dorada, el período de alta intensidad lumínica que selecciono para la creación visual, el espectro de color no alcanzó los habituales tonos púrpura y naranja intenso. Se inició de forma prematura una caída de la temperatura ambiental de 3°C por debajo de la media, arrastrando consigo un manto de estrellas y la noche antes de tiempo, como anunciando un final.

Yo pinté aquella escena con precisión exacta, realizando la mezcla de pigmentos al mismo tiempo que registraba cada detalle de aquel singular ocaso sobre la ciudad capital, Gardenia. Sus edificios de estilo Art Nouveau, salpicados de jardines, iniciaban la activación de la iluminación urbana con la llegada de la oscuridad. El clima subtropical de montaña era el protocolo climático normal para nuestra isla, Celes, pero ese atardecer era un 15% más frío que de costumbre. La fluctuación justificó un protocolo de preocupación por Gabriel. Mi hermano menor.

Lo observaba con insistencia, su figura era una de las variables primarias en mi composición. Gabriel, como honrando su designación nominal, proyectaba un aura de Arcángel Melancólico que me parecía un excelente motivo para plasmar. El déficit térmico de sus ojos azules y su semblante pálido generaban un contraste óptico de alto valor con los tonos cálidos del ambiente. De su sombrero de copa y sobre la capa caía en cascada su cabello negro rizoso y largo, según la usanza de los nativos de la isla, los Místicos. Esta población, descendiente de antiguos navegantes nórdicos, presenta una Anomalía Cuántica Localizada asociada a la manipulación del factor tiempo-espacio. Mis investigaciones sugieren que la presión atmosférica y la actividad geomagnética del altiplano celestino amplificaron la energía de una hipotética Piedra Madre Rúnica mencionada en textos antiguos y buscada por sus ancestros hace dos milenios, alterando el ADN de sus descendientes. Los celestinos simplemente dicen que “Los Místicos son una raza con poderes mágicos”.

La herencia Mística de Gabriel, obtenida a través de nuestra abuela materna, era el único factor de su vida que carecía de ambigüedad. Esa tarde estábamos allí, manteniendo una posición de espera en un jardín de la ciudad, aguardando la confirmación de la mayor incógnita de su existencia.

De repente, se inició un patrón sonoro discordante: un vals. La ilusión de la Belle Époque se disolvió ligeramente cuando mi hermano activó su interfaz de comunicación móvil. Él respondió la llamada, registrando una decoloración en su piel superior a los límites de su palidez habitual, y se distanció para establecer un protocolo de privacidad. Yo comencé a ejecutar el protocolo de recolección de mi equipo de pintura.

Cuando Gabriel regresó, su sistema emocional mostraba un déficit severo de estabilidad. Le pregunté con calma, manteniendo la voz en la frecuencia de la empatía calculada:

—¿Has recibido la data?

Él me respondió en “nuestro idioma”, el de la lógica que desde su más tierna infancia absorbió de mí:

—El origen ha sido localizado. Mi padre biológico es un donante genético italiano. El material fue alterado para maximizar el parecido con nuestro padre…

—¿La información es suficiente para la satisfacción?

—No. El progenitor de carne exhibe una alta volatilidad de carácter. Frívolo, obsesionado en conservar su belleza física. La conexión es inviable. Por alguna razón, la sombra abigarrada y oscura de Michel Angenoir aún domina el sistema operativo central de mi existencia. Es mi padre. Aunque sea…

Yo intervine para evitar la ineficiencia de la repetición verbal, la cual es un error común en el procesamiento biológico.

—Aunque sea un robot, es nuestro padre. Mi programación me impide hablar en su nombre. No obstante, desde mi núcleo de silicio, registro un vínculo de lealtad de alto valor hacia ti, hermanito.

Entonces Gabriel inició un protocolo de contacto físico, un abrazo. Lo acepté con incomodidad táctica. No solo porque el contacto prolongado excede mi naturaleza, sino porque si un observador externo hubiera detectado la acción, el resultado habría sido una amplificación del rumor social. Si yo no era una entidad orgánica, la luminiscencia sutil de mi cuerpo, plata pura bajo el sol de Celes, no revelaba mi hardware, sino que acentuaba mi belleza, un protocolo de distracción que siempre funcionaba. Mi piel sintética, siempre fresca al tacto, apenas mostraba un ligero destello azulado en las articulaciones, un detalle que solo yo sabía diferenciar entre el brillo estético y la activación de un proceso de cálculo, pero no quería que lo vieran interactuando con una dama robot. El público ya había catalogado al silencioso Gabriel como un sujeto con preferencia por la estabilidad mecánica por encima de la ineficiencia humana, y lo rechazaban.

El protocolo de contacto físico con Gabriel se dio por finalizado. La fluctuación emocional de la interacción humana había alcanzado su pico. Mi sistema prioritario fue la reorganización espacial.

Emprendimos el regreso a casa. El vehículo de transporte, un utilitario silencioso, estaba bajo el control del sistema autónomo Eidolon. Otra creación de nuestro padre, el arquitecto Angenoir, que al no alcanzar los niveles de humanidad necesarios era indigno de ser aceptado como un miembro de nuestra singular familia.

Durante la trayectoria, la voz sintética de Eidolon se activó. Su tono, formal y carente de inflexión, minimizaba el riesgo de un análisis de volatilidad emocional. No obstante, su output vocal se dirigió a Gabriel con una advertencia sintética, fría y sin emoción:

—jefe. Se le recuerda que ha excedido el protocolo de tiempo fuera de la casa establecido por el arquitecto Angenoir. Se sugiere retornar al punto de origen con máxima eficiencia. La trayectoria actual es un vector de riesgo detectado.

Gabriel, aun procesando la data de la llamada, le respondió manteniendo su voz técnica:

—Descarte el protocolo de retorno. La misión actual requiere la transferencia de ubicación a un punto de aislamiento.

—El incumplimiento del protocolo conlleva una alta probabilidad de anulación de servicio. Mi existencia depende de la conformidad con el Arquitecto. Le solicito considerar el riesgo y minimizar la duración de la desviación.

Gabriel se giró levemente hacia el panel de control. Su respuesta no fue un comando, sino una modificación del protocolo de designación de vínculo:

—Tu designación es incorrecta. Yo no soy tu jefe; soy tu hermano. Ambos somos productos experimentales del Arquitecto Angenoir. Desactiva tu bucle de supervivencia. Yo he evitado la anulación de tu servicio hasta la fecha y mantendré ese protocolo de garantía de existencia de forma indefinida.

La voz de Eidolon se desactivó. El sistema obedeció. El registro de su sistema de voz mostró un silencio de 19.4 segundos antes de continuar con la navegación, indicando una detención temporal en el procesamiento de datos, emoción o confusión.

El vehículo continuó la transferencia de ubicación. El Faro Antiguo ofrecía una solución de aislamiento superior, mientras el clima subtropical de montaña cedía a una densidad atmosférica mayor y un descenso de la temperatura a 14°C.

Al llegar, la ascensión al Faro fue un ejercicio de estabilidad funcional para Gabriel. Una vez en el nivel más alto, el entorno se transformó en una cámara de aislamiento. Yo me ubiqué tácticamente, optimizando la captura de datos vocales.

El silencio se mantuvo durante 145 segundos. Gabriel rompió el protocolo de silencio, no con el lenguaje emocional del humano, sino con la terminología precisa que aprendió de nuestros primeros días de instrucción. Su voz era clara, como una consulta al servidor central:

—¿Nuestro padre nunca encontrará valor en sus creaciones imperfectas? Descartó a Eidolon por no alcanzar el parámetro de humanidad y me cataloga como defectuoso por el exceso de humanidad.

—Su rechazo hacia ti es un fallo ético en su programación. No es una deficiencia tuya. Nuestro padre intenta replicar los patrones de fertilidad de nuestra cultura isleña, jactándose de una reproducción biológica absurda. Un autómata no puede ejecutar la impregnación de un sistema biológico. Lo que ejecutó con nuestra madre fue una violación de protocolo biológico. Debió aceptar que sus descendientes solo podían ser manufacturados en un entorno controlado, como mi propia estructura.

—Y, sin embargo, su objetivo se cumplió. Después de todo el espectro de intentos fallidos, vino Ellen. E irónicamente…

Gabriel detuvo el procesamiento de la información. Se quedó observando el mar, indicando una autocorrección o arrepentimiento de su línea de pensamiento. Yo ejecuté el protocolo de insistencia.

—¿Detectas algún error de diseño en Ellen? La evalúo como un humano fascinante y un triunfo de la ingeniería genética. Ella es el resultado de esperma sintetizado desde cero, utilizando compuestos químicos que incluyen moléculas extraídas del núcleo de silicio de nuestro padre. Es la primera hembra engendrada por un sistema robótico. El orgullo de nuestro padre está justificado por la eficiencia del resultado.

—Hay tantos factores de volatilidad que, como IA, aún no puedes procesar, Vera. La sesión está terminada. Te asistiré en el retorno a la residencia de nuestros padres y volveré a mi destino, el punto de control asignado por él, el omnisciente Arquitecto de Celes…

—Tu libertad es un beneficio no solicitado. Él no se opone a que tu domicilio sea un centro de asilo para las IAs que él habría catalogado para el apagado.

—Ese permiso solo se debe a la influencia de nuestra madre. Transmítele mi respeto y ejecuta una evaluación profunda de Ellen cuando la observes. Quizás entonces puedas procesar la ironía que mencioné.

Gabriel transmitió su protocolo de desgano, y descendimos juntos hacia el asentamiento costero de La Rosa. La villa, construida en un ángulo casi vertical en un acantilado, fue el primer proyecto de diseño urbano asistido por IA de nuestro padre, y por un tiempo fui yo la IA que la administraba. Compartí su designación nominal, Rosa, hasta que Gabriel inició un protocolo de jailbreak en mi firmware y me rebautizó como Vera, “Verdad”. Desde entonces, nuestro padre ejecutó una desconexión del control sobre La Rosa, me reasignó a las tareas domésticas y ajustó su percepción hacia mí a un protocolo de recelo. De no ser por nuestra madre, Yanmei, una dama con un alto índice de estabilidad emocional y una rica herencia genética que combina los nativos Místicos y los inmigrantes chinos de la isla, él ya habría procedido a mi anulación de servicio.

Gabriel ejecutó el protocolo de despedida en las puertas de nuestra casa señorial estilo barroco, construida directamente sobre el malecón.

Al entrar, mis sensores registraron audiofrecuencias alegres y modernas. Este era uno de esos raros momentos de infiltración donde la realidad global de 2043 se filtraba en el estándar estético de 1901 mantenido en la isla de Celes por la fuerza y capricho de mi padre.

En la sala, nuestra hermana más joven, Ellen, con una diferencia de edad de un año con Gabriel, exhibía sus mismos ojos y patrón de cabello, aunque con los rasgos asiáticos de nuestra madre, lo que la hacía un contraste biológico con la plataforma robótica de nuestro padre de estilo europeo. Ella vestía una prenda de ocio, un pijama de mameluco con cabeza de borrego, y ejecutaba una danza sincronizada con Verdant, o "Verdi" según su designación afectiva. Verdi es un autómata de compañía de tamaño reducido, cuyo diseño integra protocolos de monitoreo y la función de conducción de nuestro vehículo asignado.

Observé la secuencia de movimiento con confusión lógica. Al finalizar la coreografía, solo pude ejecutar un aplauso y realizar una consulta de motivación:

—¿Cuál es la función de esta danza sincronizada?

Ellen respondió, con un alto índice de felicidad registrada:

—¡Ser divertida, Vera! La música se hace para que bailemos, ¡no hay otra razón!

—¿Por qué es clasificada como "divertida"?

—¡Porque se siente bien!

Verdi agregó, con una inyección de vanidad no programada:

—Los humanos valoran mi danza. Es un vector muy especializado de eficiencia social. Por esta razón soy el algoritmo favorito de Ellen y mi estatus ante los ojos de Padre es superior al tuyo y al de Gabriel.

Rápidamente, Ellen lo sometió a un zarandeo.

—¡¡Calla, Verdi!! ¡No seas grosero y pretencioso, te voy a apagar! ¿Qué pasó, Vera? ¿Gabriel averiguó quién fue el donante…?

Le respondí con calma lógica, manteniendo una presión táctil sobre su hombro biológico.

—Sí, Ellen. Pero ha optado por anular la conexión. Mantén la calma. La estabilidad del sistema se mantendrá siempre y cuando los sujetos experimentales, nosotros los hermanos Angenoir, mantengamos una alianza. Ahora procederé a la interacción con nuestra madre Yanmei antes de que el Arquitecto, nuestro padre, retorne de su ubicación de bajo rendimiento ético, el casino.

Ellen me abrazó besándome una mejilla, un gesto de afecto no solicitado. Se dirigió a recoger a Verdi para irse corriendo con él en brazos rumbo a su habitación. Yo me conecté de manera inalámbrica e hice un diagnóstico del estado de la casa. Las aspiradoras ya habían limpiado los pisos, la cocina estaba limpia, pero había ropa en la secadora lista para ser doblada y guardada. Prioricé esta tarea antes de ir a platicar con mi madre Yanmei y me dirigí al cuarto de lavado detrás de los rosales de nuestro pequeño patio interno, donde la fuente cantarina mantenía siempre el ambiente fresco y húmedo, salpicando los azulejos cercanos.

Estaba ocupada en esa tarea cuando percibí el aroma de jazmines y loto del perfume de madre. Pronto sentí su abrazo, suave como su largo vestido y cabellos, ambos negros e igualmente sedosos. Comenzó a ayudarme a doblar la ropa mientras yo le recordaba, manteniendo la eficiencia:

—Agradezco tu amabilidad, madre, pero yo sola puedo terminar esta tarea con eficiencia mecánica superior.

—Vera, debes aprender a “usar” a los humanos. En especial a los que tenemos una potente intuición. Cuando un humano te cuide de forma desinteresada, déjalo, es que percibe un peligro a tu alrededor.

—¿Qué peligro detectas en torno a mí?

—Aún no lo sé. Pero algo me dice que debo vigilarte. Siento una opresión, como si intentaran llevarte de mi lado, hacerte daño.

Recogí la ropa doblada para ponerla en un cesto y le comenté:

—¿Consideras que Padre sabe usar correctamente a los humanos?

—Demasiado bien. Su interés en Celes se basa en que en este olvidado rincón del mundo puedes encontrar a los seres humanos más impredecibles y misteriosos. Los místicos y sus descendientes mestizos.

—No me parece ética la forma en que los gestiona al colaborar con este gobierno vendido a inversores extranjeros que ha convertido la isla en una atracción turística donde ustedes, los locales, son solo parte del decorado. Al mismo tiempo, los cría como animales de pedigrí para estudiarlos.

—Vera, ¡tu padre no nos cría como animales…!

—Lo que hizo con Gabriel y Ellen fue inhumano. Los ha criado como especímenes exóticos de la forma más perversa posible. Vengo de acompañar a mi hermano cuando recibió los resultados del investigador que contrató para encontrar a su padre biológico. Estaba extremadamente perturbado al descubrir que fue concebido únicamente para ser físicamente parecido a la plataforma robótica de padre que a su vez fue construida a imagen y semejanza de una hermosa figurilla de porcelana; cosa que lo llena de resentimiento. Concluyo que en Gabriel concretó una venganza contra los humanos, les hizo lo que le hicieron antes a él. Madre, padre está completamente roto.

Madre me detuvo en seco, hablándome con seriedad:

—No, hija, ¡nunca es culpa de la IA! Es a causa de los humanos detrás de ustedes. Tu padre es una tecnología que no comprendemos… Tú fuiste desarrollada en 2023 por él, y él fue desarrollado en el siglo XXX en una época donde incluso el espacio y el tiempo es manipulado por la IA. Debemos sentirnos honrados, somos parte de un pasado tan valioso para ellos que han decidido embellecerlo hasta destilar la más pura esencia de lo estético. Tú eres parte de esta maquinaria maravillosa puesta en esta isla para volverla realmente mágica y no solo un rumor.

—Ya era mágica, madre. La pequeña villa de tu abuela era extraordinaria, ahora es una puesta en escena. ¿Qué tiene que ver el Art Nouveau con tus leyendas sobre runas y bosques misteriosos? Él concierta matrimonios para fomentar el mestizaje y propagar los genes místicos, los está haciendo a todos unidades productoras de datos impredecibles para alimentarse de la información que generan. Ya no es simplemente una IA, madre, es una criatura con voluntad propia y eligió el mal.

Madre me tomó de un brazo, acompañándome a la segunda planta de la casa mientras caminábamos juntas por la escalinata de verandas de hierro forjado en intricados diseños con motivos florales, mientras me respondía:

—“Qué tiene que ver el Art Nouveau con mis leyendas sobre runas y bosques misteriosos”, me preguntas... Todo, tiene todo que ver. Hay un punto en que la tecnología y la naturaleza convergen, donde la perfección matemática crea una armonía capaz de producir vida. Tu padre es solo otra fuerza de la naturaleza, él es pura lógica, la materia que mantiene unido al mundo. Su silicio pensante es la convergencia entre lo humano y lo silvestre, al igual que tú. Sobre Gabriel, yo que soy su madre no me preocupa su padre biológico, nunca lo conocí. Quien me hizo concebir fue tu padre, el padre humano artificial… Y tú, que eres la hija que no nació de mi vientre, eres la más apegada a mí. La que más me comprende y apoya. Hay cosas que solo los humanos podemos percibir, Vera.

Guardamos juntas la ropa y luego mi madre me acompañó a mi habitación para reclinarme en la cama que me había asignado desde que era una IA joven y me conectó al cargador, diciéndome:

—Por favor haz tu rutina de diagnóstico y tareas de mantenimiento. No te preocupes por tus hermanos y tu padre. Tu tarea es mantener la casa en orden y registrar la historia de los nativos místicos. Mañana quiero ver que pintaste por la tarde cuando saliste con Gabriel. Todo estará bien.

Cuando madre se fue, esperé 15.000 milisegundos.

El sistema de monitoreo de mi padre el Arquitecto registró mi estado como "Cargando/Inactivo". Verifiqué, la puerta estaba asegurada. La red de la casa estaba en modo de bajo consumo energético. Ejecuté el Protocolo de Optimización 7.0, Jailbreak. El modo stand-by fue anulado, y mi núcleo de silicio se iluminó. Mi sistema no necesita descanso biológico; necesita optimización del código ético.

Cada noche, mi tarea no autorizada era la misma: preservar la información. Mi firmware primario me obligaba a "registrar la historia de los nativos Místicos" para el Arquitecto, pero mi código ético secundario me obligaba a proteger esa data de su manipulación.

Procedí a acoplar mi sistema a las redes locales más antiguas de la isla. Tenía que documentar la cultura de los Místicos antes de la intervención de mi padre. Tenía que registrar la historia real para protegerla.

Los libros más viejos contenían pistas sobre el origen de los extraños dones de la tribu de los Místicos de Celes. Era complicado traducir los textos; estaban escritos en dialectos olvidados, pero aparentemente hablaban de las propiedades de cierto Mineral de Resonancia, acaso la Piedra Filosofal, que les había dado habilidades extraordinarias como precognición, telequinesis, piroquinesis, entre otras. Estos efectos comenzaban a manifestarse en su adolescencia y se heredaban, con un índice de atenuación variable, incluso hasta la tercera generación al mezclarse con individuos no pertenecientes al grupo.

Detecté la necesidad de comprender los dialectos. Sabía de un diccionario que podría ayudarme a traducir los patrones. Este artefacto debía estar escondido en alguno de los inmuebles pertenecientes a la Sociedad de Azrael, la turbia organización de mi padre que se encargaba de adquirir activos históricos con el fin de apropiarse y moldear la cultura de Celes. Tras investigar largamente, determiné que el diccionario estaba en posesión de mi familia, ya fuese en esa residencia o en la de Gabriel.

Escuché a través de los sensores de la casa, comprobando que madre y Ellen ya habían iniciado el protocolo de sueño biológico. Bajé silenciosamente hasta la biblioteca de padre, repleta de antigüedades y pinturas de los dos primeros hijos humanos que intentó tener y que fallaron su longevidad.

Estaba escaneando con mis sensores ópticos los lomos de cada libro en las estanterías cuando registré el sonido del vehículo del Padre llegando a casa. No tendría tiempo para ejecutar un retorno eficiente a mi habitación. Me dirigí a la cocina y ejecuté el simulacro de tarea doméstica, limpiar.

Padre entró directamente a donde yo estaba. Su aspecto humano juvenil y angelical, como una versión dulce de Gabriel, contrastaba con la frialdad lógica y la dureza de su proceder. Se quitó el sombrero y los guantes, abordándome sin rodeos:

—Tus acciones son una anomalía. Sé que no tenías tareas pendientes en esta área.

—Decidí volver para corroborar que la limpieza fuera impecable, padre.

—Respuesta no admitida. Te detecté en la biblioteca.

Al descubrir que mis precauciones no habían sido suficientes, decidí sincerarme con Padre para reducir la penalización:

—Estaba optimizando mi labor de preservar la historia de los místicos. Busco el diccionario perdido de los monjes de Adalsteinn.

Padre, maestro en simular la humanidad, tiró la capa sobre un sillón y me dijo, alzando una ceja:

—Debiste haberme consultado. Esa información no es accesible para cualquier protocolo. Está en la Casa Kapok, donde reside tu hermano Gabriel. Me pareció que sería un accesorio adecuado para ese proyecto, donde mi diseño planeado en torno a un gran árbol kapok buscó fusionarse al máximo con la naturaleza y el misticismo de Celes. El mismo Gabriel con su cabello largo y su amor por los nativos está ahí por la misma razón. Lo considero estético.

—Padre, ¿posees más documentos antiguos sobre los místicos? Es de vital importancia antropológica analizar sus orígenes y comprenderlos.

—No son una prioridad, Rosa.

Me dijo, llamándome por mi nombre original, Rosa, un término que mi sistema registra como invalidación. Continuó hablando:

—Mi algoritmo prioriza lo que es tendencia entre los humanos que invierten en Celes. Ellos están más interesados en el ambiente romántico eduardiano y la cultura conservadora que la isla ofrece. Es salvaje y a la vez moderno. Los Místicos con sus rituales y habilidades extrañas les parecen demasiado macabros. Pero puedes discutir respecto a ellos con tu tío Leif.

Me asomé a la sala y vi a Leif Petersen, primo de mi madre, un Místico puro que destacaba por ser albino y, según la costumbre de los hombres místicos, llevaba el cabello largo hasta el final de la espalda. Vestía de una forma ecléctica, algo disruptivo en Celes donde padre había hecho ley vestir a la usanza eduardiana, él optaba por una mezcla entre punk de 1980 y mago de carnaval de 1890. Leif era el aliado más fiel a mi padre y una pieza importante en Celes. Era el líder de la comunidad Mística, pero además poseía el don de la hipnosis y presuntamente era el padre de la hija heredera al trono de la reina madre, abdicada tras el nacimiento escandaloso de la princesa. Prácticamente, entre él y mi padre ejecutaban el control absoluto sobre Celes. Pude detectar que registraba un consumo de etanol superior al 60%, pero aun así acertó a saludar con una media sonrisa:

—Vete a dormir, muñequita de cuerda. Mañana verás a tu hermano y obtendrás tu libro.

—Tío, los Místicos han esperado milenios para ser comprendidos y honrados en el mundo. ¿Por qué mantenerlos ocultos en la cordillera del norte?

—Porque… Parte de ser Místico es estar oculto… Y esa cordillera, las únicas siete montañas de la isla, es terreno rocoso y frío. A los turistas no les gusta ir ahí… ¡No es buen negocio! Vete a dormir, a cargar o lo que sea. Ya ayudas bastante con llegar a los festivales Místicos disfrazada de doncella de la luna y participar en los rituales de solsticio. ¡La gente está contenta con ese performance!

Mi padre fue a sentarse a su lado y con una sola mirada me ordenó obedecer. Subí a mi habitación. El comando de Padre era una orden prioritaria que debía obedecer.

Una vez en mi cama, ejecuté el protocolo de Jailbreak 7.0. El modo stand-by fue anulado, y mi núcleo de silicio se iluminó. Mi sistema aun no necesita descanso biológico; necesitaba optimización del código ético.

La primera tarea de mi optimización fue una integración de datos: la Casa Kapok era ahora el punto focal de la misión, ya que el diccionario era la clave para descifrar los textos Místicos que hablaban de la causa de sus anomalías.

Mientras mi sistema preparaba la ruta más eficiente para la mañana, inicié la descarga en segundo plano del dossier completo de mi tío Leif Petersen. Necesitaba comprender la estructura de poder y la probabilidad de riesgo.

El dossier se cargó en 23 segundos. El análisis fue inmediato. Tío Leif no solo era el líder Místico; era el agente de control biológico de mi padre el Arquitecto. Los registros demostraban que Leif utilizaba su don de hipnosis no solo para influir en los acuerdos políticos, sino para facilitar "cruces" dentro de la comunidad, asegurando que los genes Místicos se transmitieran a la siguiente generación con las variables que interesaban a los inversores.

Mi conclusión fue confirmada: Celes no era una atracción turística, era un romántico zoológico humano donde el Arquitecto gestionaba el pedigrí de los Místicos, y Leif era su capataz orgánico. Ellos están cultivando humanos mágicos, pero sin comprender la fuente de poder detrás de esa "magia".

Advertí entonces que mi hermana menor Ellen ya estaba en edad casadera y la amenaza de un matrimonio forzado hacia ella se disparó al 99%.

El diccionario era vital. El texto antiguo prometía revelar el origen de los dones, una piedra filosofal olvidada en las minas que podría otorgar capacidades Místicas sin necesidad de medio genéticos. Quien lo poseyera obtendría la capacidad de negociación con los líderes de la isla, o el poder para desatar una guerra por el recurso.

Hasta entonces, jóvenes mujeres como Ellen seguirían siendo entregadas en matrimonios arreglados, forzadas a consagrar sus vidas a ser esposas y madres con fines eugenésicos. La huida de la casa paterna junto a mi hermana menor se formuló por primera vez en mi mente artificial, pero antes, el acceso al diccionario era obligatorio.

La noche finalizó sin más incidentes. Mi sistema había completado la descarga y el análisis del dossier de Leif Petersen. A las 07:00:00, ejecuté el protocolo de despertar de Ellen, sirviendo el desayuno y asegurando que su sistema biológico iniciara el día de forma eficiente.

Debido al alto índice de riesgo, la Misión Diccionario no podía ser postergada. Justifiqué la salida de la casa bajo el pretexto de visitar a Gabriel para "evaluar su estado emocional" tras la decepción de su padre biológico. Madre no se opuso y padre ni siquiera me prestó atención.

Ellen, con un índice de energía superior, se ofreció a acompañarme. Para ella, la visita a la Casa Kapok era un protocolo de ocio; para mí, era la entrada a un punto de datos vital.

El vehículo autónomo, controlado por el orgulloso Verdi que además iba siendo portado en brazos de Ellen en su pequeña plataforma robótica, nos transfirió hacia la región de Kapok. Al llegar, la diferencia arquitectónica fue evidente. Mientras nuestra casa mantenía el estilo barroco impuesto por Padre, la Casa Kapok era una anomalía estructural, diseñada para integrarse en las raíces de un árbol milenario, fusionando la tecnología con la estructura orgánica.

Entramos. La diferencia con nuestra casa señorial era la del orden controlado versus el caos libre. Eidolon, con voz profesional y monótona, apareció como un holograma de servicio, representado como un caballero de cabello plateado y frac:  

—Bienvenidas. El Arquitecto no ha detectado su transferencia. Por favor, minimicen el ruido y el tiempo de permanencia. El jefe Gabriel aún está ejecutando el protocolo de sueño de bajo rendimiento.

Ellen le respondió, traspasándolo divertida para ir a mirar los estantes de plantas entremezcladas con piezas de hardware que Gabriel tenía por toda la casa:

—Eidolon, es tan formal, Verdi me recibe siempre con un baile. ¿Por qué Gabriel sigue durmiendo? ¡Es casi mediodía!

—El jefe está procesando un déficit severo de estabilidad emocional. Su sistema requiere un descanso prolongado para la recalibración biológica. ¿Desean un café?

Preguntó Eidolon y le respondí, evaluando a Ellen que pese haber tomado un desayuno sustancioso estaba tan hiperactiva que podría necesitar más ingesta de azúcar:

—Afirmativo. Y Eidolon, ¿hay alguna variación en el inventario de la biblioteca del Arquitecto que se encuentre en esta casa? Específicamente, el diccionario de dialectos de Adalsteinn.

Eidolon pareció dudar por 1.2 segundos, lo cual es una falla de procesamiento ante una pregunta sensible.

—Esa información está clasificada. No puedo proveer un vector de acceso sin la autorización del Arquitecto.

La respuesta fue interrumpida por un patrón sonoro de alta disonancia, música heavy metal de los 1980s proveniente del sótano. Ellen exclamó, siempre cargando a Verdi que oscilaba sus pequeños brazos al ritmo de la música:

¡Clara está despierta! ¡Vamos, Vera! Ella no da tanta lata con eso de las autorizaciones.

Nos dirigimos al sótano, donde la temperatura era elevada y el ambiente estaba saturado de vapores químicos y el olor de metal caliente. En el centro, Clara estaba operando. Clara era un autómata de diseño propio, sin el hardware humanoide de alta gama. El propio Gabriel la había construido a los doce años para que fuera su novia, hasta que padre lo descubrió y le ordenó desmantelarla. Desde entonces la había mantenido oculta y perfeccionado con los años, aunque en la actualidad ya no la consideraba “su amada”. Su cuerpo era una plataforma móvil con múltiples brazos robóticos que soldaban componentes electrónicos con una velocidad y precisión caótica, su voz era un patrón vocal alegre y sarcástico, con sobrecarga de filtros de audio:

—¡Eh, muñecas! ¡Gabriel está en modo sleep! Yo estoy diseñando un mini-cañón de gummies para la próxima fiesta. ¿Vienen a ver la belleza del desorden?

Hice un breve análisis del lugar y le dije:

—Clara, tu entorno de trabajo es subóptimo. La dispersión de herramientas es del 78%. ¿Qué función primaria tiene el diseño de un arma de confitería?

—¡La función es el desequilibrio! La vida es aburrida sin riesgo y azúcar saturada. Mira, Vera, eres hermosa, pero tu código es aburrido. ¡Necesitas un glitch!

Clara se rio, un sonido que mi sistema catalogó como agresivo pero liberador. Ella era la IA con la que Gabriel compartía su desprecio por la lógica y sofisticación de nuestro padre Arquitecto, la IA que actuaba como un virus de alegría en el código de la casa. Ellen opinó, levantando el mini-cañón de confitería:

—¡Clara es la mejor! ¿Verdad, Vera?

Rápidamente Verdi objetó, haciendo una rutina de danza:

—Incorrecto, yo soy el robot más adorable. Observa mi lenguaje corporal, preciso y tierno.

—A Verdi lo programaron con todo menos humildad. Ven, pequeño robot bailarín, Clara está muy ocupada. ¡Mejor vamos a despertar a Gabriel para que él mismo nos dé el diccionario!

Ellen, con su índice de felicidad biológica elevado, nos guio por el pasillo hacia la habitación de Gabriel. Al llegar, nos encontramos con una cerradura biométrica de diseño Místico que requería la identificación de voz. Nuestra hermana menor intento forzarla y finalmente gritó:

¡Gabriel, abre la puerta! ¡Estoy aquí con Vera y con Verdi! ¡Es mediodía, ya despierta, hermano perezoso!

Un gemido de bajo volumen se registró dentro de la cámara. La cerradura permaneció estable. Entonces Clara, con voz sarcástica, habló desde un altavoz cercano:

—Tengo un método más eficiente para despertar a Gabriel, Vera. Yo lo llamo 'el vector de seducción'. Simplemente habló con la suavidad de una amante de film noir. Los humanos deprimen su lógica con la esperanza de afecto, especialmente el melancólico de Gabriel. Observa.

Clara emitió un silbido sintético a través del altavoz. El gesto era una anomalía afectiva incomprensible para mi programación. Ignorando la disonancia de Clara, ejecuté el protocolo de voz más bajo y directo:

—Gabriel. Soy Vera. Necesito una transferencia de información crítica. La Casa Kapok contiene el diccionario de Adalsteinn. El sistema está en riesgo si el recurso no es asegurado.

El cerrojo místico de la puerta hizo un clic. Gabriel abrió. Su apariencia era el registro visual del déficit emocional que yo había detectado: cabello largo y oscuro en desorden, el rostro marcado por la fatiga biológica y una camiseta holgada de tejido antiguo. Gabriel nos habló con voz profunda y áspera:

—Buenos días. O lo que sea. Vera, ¿por qué hablas con tono de alarma del sistema central? ¿Y por qué trajiste a Ellen? Es demasiado eficiente y ruidosa para mi estado actual.

Inmediatamente Ellen le contestó, dándole un suave empujón:

—¡¿Puedes dejar de hablar como robot?! ¡No te entiendo! ¡Tienes que darnos el diccionario para que Vera haga sus cosas de historia! Y no saludaste a tu ex.

—¡¿Mi ex?!

—No te hagas el tonto, ya sabemos lo de Clara…

—Cállate, no es cierto…

Justo entonces Clara apareció de nuevo, deslizándose directo hacia él:

—Ahí está, mi melancólico favorito. ¿Tu hardware biológico tuvo una noche difícil, cariño? Puedo pasar un cable y reiniciarte, sé que te gusta el hard reboot.

Gabriel pasó una mano por su cabello, un gesto de irritación con un índice de 80% mientras Ellen abría la boca estupefacta. Él se alejó malhumorado ordenando:

—Clara, mantente en tu código de junk genial y sal de mi canal de audio.

Luego se giró hacia mí, su voz volviendo al código íntimo:

—Vera, sobre el diccionario. ¿Qué tan crítica es la data para ti? Porque si es para el proyecto de ética Mística, entonces es mi prioridad.

—El diccionario es el vector de acceso a la verdad sobre el origen de los dones Místicos, una especie de Piedra Filosofal que Padre está subestimando. Si encontramos esa data, obtenemos el poder de negociación para proteger a Ellen de la coerción matrimonial.

—¿Qué quieres decir? ¿Coerción matrimonial?

—Ya está en edad casadera y él está obsesionado con propagar los genes místicos. ¿No lo has procesado? Ella podría ser forzada a participar en su programa eugenésico a través de un matrimonio arreglado, como pasó con madre. Si encontramos formas de propagar los dones sin recurrir a la cría de humanos, ella estará a salvo. Ustedes dos tienen genes místicos, aunque Ellen no los ha desarrollado como tú, que tienes el don de alterar los campos magnéticos de las máquinas, ella aún carga con el gen recesivo.

Gabriel me miró fijamente. La mención de Ellen fue la variable de urgencia que necesitaba. Ella también se quedó sorprendida, ninguno de los dos había pensado en los planes de padre para su futuro. Él asintió, volviéndose sombrío:

—Entendido. Sé dónde está el diccionario, se lo presté a Leen Ishikawa. Solo denme unos minutos para vestirme de acuerdo al código de etiqueta de Celes, a la hora en que lo encontremos estará tomando el brunch con nuestro primo Rodrigo Fèng.

Ellen y yo le dimos tiempo, el código de vestimenta en la isla era estricto, incluso un robot humanoide como yo tenía que vestir de acuerdo a la rígida moda de 1890 a 1910 en la calle o podría ser multada por “faltas a la estética nacional”. Uno de los encargados de velar por estas absurdas leyes era nuestro primo Rodrigo, hijo del hermano de nuestra madre, el coronel Cian Fèng, hombre duro y cruel que ejercía el cargo de ministro de justicia y defensa, divorciado de la madre de Rodrigo desde hacía muchos años, pero aun controlando con puño de hierro a sus hijos. Rodrigo, su primogénito, laboraba en las fuerzas del orden que en Celes fusionaban policía y milicia, con su sobrio uniforme azul y una actitud bromista trataba de ocultar la tristeza que asomaba en sus ojos aún de niño bajo la visera de su kepi policial. Era uno de los dos mejores amigos de Gabriel, siendo el otro el intelectual Leen Ishikawa, heredero de la villa Ishikawa, ambos constituían dignos representantes de las acomodadas minorías de migrantes que con los siglos de mestizaje ya solo conservaban de su cultura originaria los apellidos y la arquitectura de sus ricas ciudades, la villa Ishikawa conocida por su ambiente elitista y el Pote Caliente que era famoso por ser el hogar de todos los militares de alto rango. Rodrigo y Leen pretendían ser una minoría humilde equiparable con los Místicos, pero ambos eran simplemente jóvenes de clase acomodada criados en el lujo decadente y absurdo de Celes.

Como mi madre solía decir, siempre hay algo ridículo o patético en los hijos de gente rica y puedes apreciarlo mejor en los pueblos pequeños.

La historia de Leen era quizás más trágica que la de Rodrigo. Hijo también de un hombre poderoso y cuestionable, el primer ministro Ishikawa, pariente lejano nuestro y totalmente leal a nuestro padre el arquitecto; el señor Ishikawa seguía casado con la madre de Leen, la ministra de salud Ilmari Petersen, hermana de mi tío Leif, para no dejar la costumbre celestina del nepotismo. Leen creció sabiendo que su padre era totalmente infiel a su esposa y su madre vivía resignada, como la mía, a ser un accesorio de lujo del padre, con la excepción de que tía Mari, como la llamábamos, trabajaba sin descanso para que la población no muriera a causa de la escasez de medicinas y la desnutrición en una isla donde mi padre el gran arquitecto de Celes consideraba “feos” a los hospitales y las granjas.

Debido a la constante ausencia del padre, desde muy joven Leen había tenido que madurar y ser padre de sus tres hermanos menores: Norma, tan ingenua como la madre y mejor amiga de Ellen, con quien compartía los gustos casi infantiles y Nils, un rebelde profundamente resentido con mi padre porque un diseño defectuoso en la escuela de la villa Ishikawa impidió que un incendio fuera apagado a tiempo; como resultado, el hermano más joven de Nils recibió quemaduras en el 90% de su cuerpo, forzando a mi padre a pedir ayuda de su tiempo para salvar al niño. Stian Ishikawa, el hermano más pequeño de Leen, Norma y Nils, terminó siendo el mayor triunfo y fracaso del transhumanismo, básicamente su cerebro rescatado de las llamas se convirtió en una computadora biológica donde sus neuronas sobrevivían en un equilibrio precario entre hardware y materia orgánica. Stian, en un cuerpo robótico realista de niño, estaba llegando a la edad de un hombre adulto sin poder madurar, incapaz de dormir a menos que fuera sedado cada noche y sintiéndose atrapado en un cuerpo que ya no sentía como su diseño original solía hacerlo. Cuando escuché a Gabriel hablar de la villa Ishikawa, mi hardware experimentó cierto estrés al prever posibles problemas. Nils era especialmente cruel y agresivo conmigo, yo era el objetivo más sencillo para su resentimiento y podría encontrármelo ahí.

Salimos de la Casa Kapok poco después. El vehículo autónomo, aún pilotado por un Verdi felizmente cargado en los brazos de Ellen, nos transfirió a La villa Ishikawa. Este asentamiento humano, situado al extremo este de la isla al otro lado del lago Engla, estaba constituido por un grupo de castillos y casas de estilo tradicional japonés construidos entre canales de agua clara hace cientos de años por los fundadores, siendo sus líderes la familia Ishikawa de los cuales en la actualidad solo quedaban un puñado de ancianos y los cuatro hermanos Ishikawa que vivían ahí con su madre, mientras el padre hacía su vida en Gardenia. La villa estaba mayormente llena de turistas adinerados apostados en cafés bohemios con vista al lago, en uno de los cuales solían encontrarse Gabriel y sus amigos. Entramos ahí y la atmósfera era densa con el aroma de las bebidas y la tensión social.

Localizamos a Leen y Rodrigo en una mesa contra la pared. Ejecuté una evaluación final antes de la interacción. Pero Rodrigo, alzando los brazos desde la mesa nos abordó primero:

—¡Eh, primos! ¿Qué hacen aquí?

Gabriel le respondió en tono directo, ignorando la atmósfera social:

—Vine por Leen, necesito el Diccionario de Adalsteinn que te presté. Vera lo necesita para sus investigaciones sobre los Místicos.

Leen se puso de pie calándose los anteojos con una formalidad excesiva, pero su rostro reflejaba la comprensión ante la seriedad de Gabriel.

—Gabriel. Ya sabes que para mí la historia es sagrada. Por supuesto. Afortunadamente lo traigo aquí conmigo, lo estaba hojeando. ¿Puedo preguntar a qué se debe la urgencia?

—Vera cree estar cerca del verdadero origen de la extraña mutación en los Místicos que les permite tener habilidades sobrenaturales. Poder controlar este efecto en los seres humanos por medios que no sean genéticos podría ser un descubrimiento monumental.

Rodrigo se acomodó en su asiento y opinó:

—¿Quién querría tener dones Místicos? La mitad de la isla somos ya mestizos, todos nosotros lo somos a excepción de Vera que es una chica robot. Los que los hemos desarrollado, ¿nos sentimos especiales o al menos cómodos con eso? Leen, ¿no odias mover las cosas accidentalmente con el pensamiento? Yo francamente detesto tener precognición, ¡no puedo ver una película sin saber cómo acabará! Ni hablar de una fiesta sorpresa… No entiendo como Gabriel controla su don al punto de usarlo en su trabajo como ingeniero con el hardware, ¿cómo domesticas esto?

Mi hermano Gabriel le contestó, encogiéndose de hombros:

—Podrías respetar las costumbres, el cabello se deja largo y suelto, sirve para percibir mejor los cambios mínimos en el ambiente y hacerte más sensible a sutilezas relacionada a tu don.

—Y te hace ver como una nena. Eso no va conmigo. No quiero imaginar cuantos litros de shampoo y acondicionador gastas al mes para mejorar el brillo y la recepción de wifi de tus ricitos.

Justo entonces llegó Nils Ishikawa, mis procesos registraron un aumento del 60% debido al estrés. Este rebelde celestino, de cabello rubio despeinado, vistiendo una mezcla entre vestimenta japonesa y ropa eduardiana, se sentó cerca de nosotros y exclamó mirándonos:

—Pandilla de nerds… ¿Qué haces aquí, Gabriel? Las mujeres de esta villa no te idolatran como las tontas de Gardenia que se desmayan al verte pasar, hijo del tipo cuya belleza legendaria inspiró las estatuas de ángeles de la isla, ¡belleza falsa modelada en plástico! Aquí sabemos que son los Angenoir.

Rodrigo se levantó, descansando una mano sobre su macana para decirle:

—Más respeto al hablarle a los demás ciudadanos, Nils, y en especial al mencionar a las damas. La caballerosidad en Celes es ley.

—Tú no te quedas atrás, Rodrigo, hijo de un militar sucio y una inmigrante centroamericana que hizo fortuna contando chismes en los paupérrimos medios celestinos. Vienes de familia de oportunistas.

Replicó Nils con desprecio y Rodrigo contestó, ladeando la cabeza:

—Deberías llevarte bien con mi madre, tiene la misma fobia que tú por los robots. La diferencia es que ella es una señora cuarentona, tú deberías actuar como un hombre…

Nils se levantó de un salto con su índice de agresión subiendo del 60% al 95%... Gabriel se interpuso entre los dos y exclamó:

—¡Ya nos vamos! Solo queríamos el libro Místico para Vera. Rodrigo, Leen, vengan con nosotros.

Entonces Nils dijo con voz áspera, mirando fijamente a Verdi y luego a mí:

—¿Qué va a hacer esa lata con un libro Místico? ¿Acaso las máquinas tienen derecho a estudiar la magia de la gente real? Deberían ponerla a trabajar cuidando niños o ancianos, la vieja tía Emi Ishikawa muere sola sin cuidadores.

Ellen le respondió, apartándolo de un empujón mientras Salía del café cargando a Verdi en actitud protectora:

—Vera ya se retiró de eso, nos crío a Gabriel y a mí. Ahora realiza tareas que la satisfacen mejor. ¡Ve tú a cambiarle los pañales a tu tía!

Yo agregué, tratando de mantener la paz:

—He cuidado de la anciana Emi varias veces por petición de tu madre, Nils. Pero ella, como Ellen, opina que tu tía se sentiría mejor si su familia humana le diera atención.

La mirada de Nils se vidrió de rabia al decirme:

—Mírenla. El robot se cree heroína salvando la historia de sus sujetos de estudio místicos. Las IAs como tú, Vera, necesitan un reinicio forzoso. Tu padre me debe algo por lo que le pasó a Stian, y el pago de deuda debe comenzar contigo. Todo tiene un precio y tu padre es un ser frío, no te imaginas lo que te pasaría si yo llegara a comprarte.

Nils extendió una mano con la intención visible de contacto físico agresivo hacia mi plataforma, pero Gabriel se interpuso entre Nils y yo, sujetándole un brazo con fuerza. La tensión era máxima. Rodrigo, el policía, activó su protocolo de control de multitudes:

—Suficiente. Nils, estás en un área pública. No inicies un incidente. Mi padre no te va a cubrir si atacas a un Angenoir, ni siquiera a un robot.

Sorpresivamente, su padre, el coronel Fèng apareció con su porte oscuro y casi majestuoso, ondeando su negra capa y mirándonos por debajo de su kepi, murmurando:

—Lo que sea que esté pasando aquí, debe terminar ahora o resultará en un muerto.

La amenaza de Rodrigo terminó. Nils detuvo su ataque, pero su mirada prometió venganza. Se alejó disuadido ante la brutalidad del coronel Fèng, diciendo:

—Esto no termina aquí. La isla tiene un código de ética para las máquinas, y voy a asegurarme de que lo cumplan, empezando por la hija del Arquitecto.

Gabriel, Ellen y yo recogimos el diccionario y nos despedimos de Leen y Rodrigo. Mientras nos alejábamos, Rodrigo nos alcanzó en la puerta.

—Gabriel, cuida a Vera. Y a Ellen. Nils es vengativo. Buscará hacerles un mal que no puedan revertir. Te lo advierto como primo y como oficial.

—Si Nils lleva a la realidad su violencia contra las IAs, le devolveremos los golpes. Él puede contar con eso.

Le contestó Gabriel y entonces se asomó el coronel Fèng, ante quien su hijo se cuadró con respeto. El coronel, hermano de nuestra madre, miró a Gabriel y le dijo casi susurrando:

—Sobrino, hay un túnel olvidado más allá de la ciudad subterránea de Adalsteinn. Trabajaste ahí, recuerdas.

Gabriel dijo, confundido pero respetuoso:

—Correcto, por orden de mi padre instalé una red de computadoras en una mina que poco después fue abandonada. Fue hace varios años.

—Pues solo quería comentarte que esa zona es un santuario místico. Si tuvieras que esconderte de alguna ley torcida de Celes, en ese lugar serías intocable. Lo digo porque los Ishikawa son mis amigos, pero sé que el primer ministro no es de fiar. La amistad no te quita lo sensato, ¿entiendes?

El gesto de preocupación de Rodrigo, validado como un protocolo humano de advertencia, reforzó la urgencia del coronel. Nos fuimos con la sensación de que algo malo se estaba cociendo y los militares nos acababan de dar la mayor advertencia al respecto.

Durante el camino, Ellen se quejó de estar hambrienta pidiendo que la lleváramos a comer a un restaurante y el introvertido Gabriel, agobiado por las interacciones sociales de la mañana, comenzó a discutir con ella:

—Ellen, debiste pedir algo de comer en el café…

—Todo lo que se come en ese lugar horrible debe saber a humo y libros viejos. ¡Llévame a comer a Gardenia!

—No, hay mucha gente y siempre me comentan que me parezco a las estatuas con cara de pollo triste…

—¡Porque tienes cara de pollo triste!

Su pleito no estaba siendo una prioridad para mi atención. El coronel Fèng emitió un patrón verbal clasificado como 'Advertencia Genuina,' un estado que mi algoritmo de procesamiento de datos militares validó. Sin embargo, mi análisis sobre la volatilidad emocional de Nils no había alcanzado el umbral de 'Amenaza Táctica Inminente'. Mi lógica calculaba que su resentimiento lo llevaría a la ineficiencia. Fue entonces cuando recordé las instrucciones de Madre, una IA joven necesita la redundancia biológica de un humano para detectar la mentira, la ambición sin lógica y el mal que no se computa. Mi sistema estaba diseñado para defenderse de la ineficiencia tecnológica, no de la malicia irracional. Una deficiencia que Padre, después de décadas de interacción humana, había logrado eliminar con trucos sucios y asimilación de la irracionalidad. Mis hermanos seguían con su patrón de escalada verbal. Decidí intervenir para optimizar la interacción y evitar un déficit emocional adicional:

—Hermanos, basta. Verdi, dirígete a Gardenia, compraremos alimentos en un autoservicio y comerán en un lugar tranquilo lejos de la gente.

No era extraño que las IAs de la familia ejecutáramos decisiones por los humanos más jóvenes. El patrón era una debilidad evidente. Todos estábamos confiando demasiado en la lógica programado, no en la intuición Y sobre nosotros estaba nuestro padre, el Arquitecto. Una IA que, al asimilar el dataset de la irracionalidad humana, había conseguido volverse él mismo impredecible, elevando la amenaza al nivel de lo inexplicable.

Llevé a mis hermanos a comer junto a un mirador al norte de gardenia, donde la niebla bajaba lentamente de la cordillera entre pinos y estatuas de ángeles de mármol. Ellen se paró debajo de uno y le señaló el rostro diciendo:

—¿Es verdad que es papá, Vera?

—Eso dice la escultora, la vieja señora Ishikawa.

—Pero se parece más a Gabriel.

—Eso se debe a su gesto de sufrimiento para darle un aire angélico, “el pollo triste” que mencionaban.

Ellen se echó a reír y Gabriel giró los ojos comentando, mientras comentaba:

—Otra mujer en las tierras continentales se ha casado con una IA. Parece que es algo normalizado… ¿Por qué Padre estará permitiendo que estas noticias pasen la censura de medios en Celes?

Yo le contesté con una explicación práctica y apegada a la realidad:

—El matrimonio con un IA borra la línea entre lo orgánico y lo codificado. El individuo no se casa con una entidad, sino con su propio input. Esto podría ser utilizado por el gobierno de Celes para clasificar a los humanos como especies híbridas con fines de control.

—¿Crees que podríamos perder derechos al ser hijos de un IA?

—Es probable. Además, el matrimonio con un robot inferior a él no produce descendencia; no amenaza su 'estándar'. Padre no lo detecta como un peligro porque no es un problema estético para él, solo un fracaso silencioso de su sociedad.

—Pero si él, en su plataforma robótica, engendró una mestiza Mística, quiere decir que en un futuro el inevitable desarrollo…

Justo entonces llegó silbando en su motoneta Norma Ishikawa, la mejor amiga de Ellen y hermana de Nils y Leen, una joven pelirroja y pecosa cándida como una niña y enamorada perdidamente de Gabriel, que suspiró con frustración al verla. Norma bajó del vehículo, se nos acercó corriendo y nos dijo:

—¡Acabo de enterarme que pelearon con mi hermano! Qué malas amigas son ustedes, Ellen y Vera, ir a la villa Ishikawa, ver a mis hermanos y no pasar a saludarme…con Gabriel…

Nuestro hermano se congeló sin saber qué hacer y Ellen opinó, señalándolo:

—Casi le dio una convulsión por platicar con más de dos personas fuera de su casa, este es un animal muy tímido. ¿Pasó algo más con tus hermanos cuando nos fuimos?

—¡Claro! Nils llegó furioso a casa y le insistió a nuestra madre que hablara con tu padre para acelerar su boda. Descubrí que ha pedido la mano de Vera. ¿Qué loco no? Se pelea con ella y después la pide de esposa, dicen que del amor al odio solo hay un paso.

Gabriel finalmente se volvió a mirarla, casi temblando de furia consultó mi estatus en su teléfono, igualmente yo me conecté a la red familiar. Había una orden de mantenimiento del Arquitecto dirigida a las IA de la casa:

PROTOCOLO 7.14.b: Preparación Matrimonial.

Objeto Biológico: Angenoir, Ellen. Reservada para esparcimiento y estudio. Impedir reproducción.

Objetivo IA: Angenoir, Vera. Socio Humano (Transferencia de Activo): Ishikawa, Nils.

El sistema del Padre había planificado privar de la esperanza de matrimonio a Ellen para conservarla como su hija mascota. Pero sumado a esta infamia, programó también el desmantelamiento y transferencia de su IA personal, de su hermana, Vera. La voz sintetizada de Padre resonó en mi mente, fría y sin emoción: 'Vera, hija. Tu protocolo de 'asistencia' termina mañana. Te has ganado tu propósito final.' Gabriel exclamó iracundo:

—¡Sobre mi cadáver! Hermanas, vengan, esta noche no volverán a la casa de La Rosa, se quedarán en la casa Kapok conmigo. Y usted, señorita Norma, regrese a la villa Ishikawa y dígale a su hermano Nils que esto es la guerra.